Marietta – Capítulo 12: ¿Son débiles, o simplemente inocentes?

Traducido por Kaori

Editado por Narumi

Corregido por Aurora Blue


—¡Jeje! Así que hay una manera de hacer que los senos se agranden; me pregunto si Sir Belvant estará contento. ¡No puedo esperar a probarlo!

No prestando atención a quién puede estar escuchando, la joven doncella murmuró algo bastante inmodesto una vez volvió a su habitación.

—Huh, se siente un poco diferente —murmuró, frotándose el pecho. Inclinó la cabeza perpleja—. Vamos a ver, ¿acaso no lo había cogido Sir Belvant más por debajo de este modo…? Era más como si hubiera agarrado toda la cosa, ¿eh? Hum, supongo que necesitas manos grandes para cubrirlos hábilmente. Mis manos no son tan grandes —se quejó.

Recordando aquellas manos suaves, calidas, y un poco malvadas masajeando sus pechos, Marietta sintió una sensación algo extraña y dulce crecer dentro de ella, la cual la hizo suspirar.

—Si tan sólo hubiera prestado más atención a la técnica para poder hacerlo yo misma; sin embargo, como se esperaba de un habilidoso General, vio a través de mis preocupaciones e ideó al instante una táctica para alivianar mi pesar. Su conocimiento, en cualquier área es realmente espléndido.

Kaori
Ya no puedo con esto jajajaja. Marietta de verdad que eres única

La veneración de la muchacha estaba un poco equivocada.

—Me pregunto si esta sensación que calienta mi pecho y esta especie de picazón en mi cuerpo significa que están creciendo

Eso sería un, no.

—Pero todavía es un poco embarazoso que mi Señor haya tomado mi pecho, así que voy a mantenerlo en secreto.

¡Buena decisión!

—Señorita, el té ha sido preparado —anunció la doncella.

—Gracias, Sierra.

Ante la invitación, Marietta se sentó a la mesa con el rostro aún sonrojado.

—¡Jeje! Me dieron té hace un rato también, aunque no mucho terminó en mi garganta.

Sin ver la melancolía que antes empeñara el rostro de su ama,  Sierra lanzó un suave suspiro de alivio. Se alegraba, aún cuando  no supiera lo que había ocurrido durante la tarde.

—Es mi más profundo placer… Señorita, ¿ya no se siente indispuesta?

—¿Indispuesta? No. Parece que me siento mejor. Justo antes, Sir Belvant me llevó a varios lugares, y fue muy agradable. Sin embargo…

Llegando mañana, probablemente querré ver a Sir Belvant, y volveré a sentirme sola de nuevo.

Apenas se habían separado, y ya el deseo de volver a verlo era intolerable. Atrapada por completo por la enfermedad llamada amor, Marietta bajo la cabeza y suspiró.

—No es apropiado ser demasiado egoísta. Ya que también soy una adulta, debo soportarlo.

—¿Señorita…?

Es por el General. Porque él ha sido duro con ella, y se ve obligada a soportarlo, ¿verdad?, especuló, Sierra, aún con la impresión de que Marietta era la pobre víctima de un cruel matrimonio arreglado. Con pesar en su corazón, se secó las esquinas de sus ojos en silencio.

Por su parte, Marietta ya estaba sintiendo el aguijón de su necesidad por encontrarse con Belvant; debido a ello, se sintió impulsada a acelerar los preparativos para el matrimonio.

♦ ♦ ♦

El día de hoy, Marietta estaba ocupada preparándose para una fiesta que tendría lugar en la noche. Ya que este evento iba a ser su debut en Oltaire, lo natural sería que asistiera junto a Sir Belvant. Ella esperaba ilusionada ser escoltada por él.

Para representar una imagen madura, llevaba un vestido de un tono verde oscuro con un canesú ajustado que realzaba su delicada figura y un ruedo no muy vaporoso, el cual estaba adornado con complejos patrones de cuentas de esmeraldas que formaban un encaje sobrio que daban brillo a la tela. El ajustado corsé elevaba su pequeño busto y le daba algo de prominencia dentro del revelador escote. Su pelo dorado fue peinado por Sierra hasta que quedó lustroso, quien optó por déjalo suelto. Sus hábiles manos lo adornaron  con rosas blancas, lirios azules y pequeñas perlas. Alrededor del cuello llevaba puesto un collar de diamantes de hielo azul de Oltaire, cuyo resplandor irradiaba elegancia y hacía juego con el conjunto de pendientes que había recibido de Belvant.

El estilo sencillo, pero elegante,  le dio un aire maduro a la imagen fresca de Marietta. Todos aquellos que tengan la suerte de admirar su belleza esta noche, seguro se preguntarán si no se encuentran en presencia de una verdadera Reina de las Hadas.

Con tal de evitar que la imagen de su señorita no desentonase con el aspecto maduro del General Belvant, Sierra se había esmerado en la preparación. Ahora, con el trabajo terminado, asintió conforme.

—¡Se ve realmente deslumbrante, mi Lady!

—Gracias Sierra. ¡Con este aspecto, voy a estar a la altura del grandioso Sir Belvant, ¿correcto?! No me veré indigna parada a su lado.

Se sintió feliz mientras contemplaba su reflejo en el espejo de cuerpo entero.

—En mi opinión, él es el único indigno que no merece estar de pie junto a usted —masculló Sierra.

Sus verdaderos sentimientos se filtraron por un momento, pero ella guardó el resto para sí misma.

Mi Lady es más de lo que merece ese soldado incivilizado. Sin embargo, eso no es algo que deba decir en voz alta. La señorita está soportando lo mejor que puede esta situación, ¡tengo que apoyarla plenamente como su sirvienta!

La fiel ayudante, pese a la angustia que pesaba sobre su conciencia, decidió enfocarse en sus deberes.

—Señorita, el General Fargus ha llegado —anunció la sirvienta que esperaba fuera de la puerta.

Nada más ser anunciado, Belvant entró en la habitación de Marietta.

—Oh, ¡Sir Belvant…!

Al verlo tan impresionante, los nervios de la joven le quitaron el habla.

Belvant vestía un traje formal de color negro, que incluía también los zapatos en el mismo tono oscuro. Una banda dorada cruzaba su pecho desde el hombro derecho para descansar sobre la cadera izquierda; varias medallas pendían sobre su traje, justo encima de su corazón, confiriéndole la imagen de un verdadero héroe de guerra.

El cuerpo fuerte e imponente del hombre era,  en extremo, intimidante; el brillo agudo en sus ojos, como si se preparara para acabar con un enemigo jurado, era el último clavo en el ataúd. Cualquier individuo con un espíritu débil que tuviera la mala suerte de cruzarse en su camino, huiría descalzo por el bosque con tal de escapar de su presencia.

Incluso Sierra se sentía intimidada; sus pies estaban anclados al piso desde su llegada.

Los ojos de Marietta, sin embargo, veían la escena con gafas de color rosa: la apariencia audaz de su prometido era tan atractiva para sus ojos, que su respiración quedó atascada en su garganta por varios segundos. Su pulso se volvió irregular.

¡Oh, Dios mío! ¿C-Cómo? ¡¿Cuán maravilloso puede llegar a ser?! ¿Cómo puede mi marido ser tan atractivo? Ese uniforme es justo… ¡Oh, ni siquiera puedo soportarlo! Él está por encima, y más allá, de mi tipo ideal. Creo que me estoy mareando.

Marietta se esforzó por normalizar su respiración; se sintió desfallecer. Por suerte, Belvant notó su desasosiego y acortó la distancia entre ambos. La sujetó de los hombros evitando que cayera.

—¿Está bien? ¿Su condición física aún no se ha recuperado?

¡Fuaaa! El olor de Sir Belvant es… 

¿Era el olor del jabón, o su fragancia natural ese aroma que emanaba de su cuerpo? Marietta sin querer aspiró su esencia y se puso roja de la vergüenza.

—Sí estoy bien, sin embargo, Sir Belvant es… t-tan maravilloso.

Inquieta, ella murmuró la última frase con una voz demasiado suave como para ser escuchada por Belvant.

—¿Hm?

—¡Extremadamente atractivo! Yo, tú, oh, ¿cómo puedo decirlo?

Belvant no sabía qué responder.

Desde que se conocieron, el General se había sentido atraído por el encanto de la princesa Marietta; incluso hacía poco habían intimado: él se había deleitado masajeando los picos duros de su suave y pequeño pecho, sintiéndose conforme con aquel avance. Ahora, sin embargo el aura madura, era mil veces más encantadora que su habitual apariencia. Su rostro sonrosado y su boca rosa que soltaba palabras adorables, tenían a la bestia salvaje dentro suyo soltando un rugido de apreciación que parecía atravesar todo su ser.

En este momento, solo deseaba abrazarla, besarla, empujarla sobre la cama y hacer infinidad de cosas deliciosas. Quería mantener a esta adorable criatura encerrada donde solo él pudiera apreciarla; donde sólo él tuviera el privilegio de envolverla entre sus brazos, desde siempre y para siempre.

Los brazos le temblaban mientras luchaba por poner freno a estos pensamientos profundos e inquietantes, sus ojos brillaban con una mirada diabólica.

—Marietta, ciertamente eres una belleza fascinante. ¿Cómo puedo decirlo? Yo… solo deseo comerte entera.

Ahora bien, Belvant, aunque seas inexperto halagando mujeres, esto es demasiado. Sin embargo, pese a la mirada feroz y febril del General, la inocente e inexperta Marietta, inclinó la cabeza desconcertada.

—Oh, no estoy segura de que sea particularmente deliciosa.

—Creo que sería, sin duda, espantosamente deliciosa.

Sierra se había puesto pálida ante sus palabras.

¿¡Es un demonio que come hombres!? ¡¿O quiere decir sexo?! ¡De cualquier manera, ambas afirmaciones son imperdonables!

—¡C-Creo que es mejor que comencemos a hacer nuestro camino a la fiesta! —exclamó, Sierra.

¡Necesitaba llevar a la princesa a un lugar con mucha gente, lo más pronto posible, para proteger su cuerpo de aquel demonio!

15 respuestas a “Marietta – Capítulo 12: ¿Son débiles, o simplemente inocentes?”

  1. Pobre Sierra, la mayoría la odia, pero yo preocupada por el estrés que carga por malinterpretar a la princesa. Ella necesita un respiro 😭 antes de que explote de estrés xd.

    1. 😂🤣😂🤣 mentes calientes em efeito😂🤣 essa prota me mata de rir, e esses comentários da autora também, obrigada pelo seu trabalho duro 😘😘😘😘

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