Marietta – Capítulo 17: Festival muscular obligatorio

Traducido por Kaori

Editado por Narumi

Corregido por Aurora Blue


Mientras Belvant se bañaba, Marietta hacía su mejor esfuerzo para no irrumpir en la habitación contigua.

Temblando bajo las violentas palpitaciones de su corazón al recordar el cuerpo sexy y medio desnudo del hombre, se forzó a sí misma a tomar un sorbo de té y mordisquear más de los dulces puestos sobre la mesa.

Necesitas calmarte Marietta, no puedes pensar así. Incluso si Sir Belvant se está bañando desnudo en la otra habitación… P-Pensar en el agua que salpica contra sus músculos bien tonificados, e-en el jabón que recorre su piel, o… ¡Simplemente no pienses en ello!

Marietta mantuvo la espalda recta y la taza de té sujeta con firmeza en su mano y endureció su postura, luchando con frenesí contra los pensamientos pecaminosos de su cabeza. Había logrado recomponer su aura de “princesa intachable” para el momento en que Belvant volvió.

—¿Te he mantenido esperando mucho tiempo, Marietta? —preguntó, en cuanto puso un pie en la sala.

Marietta se dio la vuelta para responderle  con una sonrisa afable, y así continuar con su su acto de princesa respetable, pero su tapadera se vino abajo en cuanto vió la apariencia que ofrecía el General.

—N-No… Oh. ¡¿Huh?! ¡¡Ahhh!!

La taza de té que sostenía en su mano se encontró con el platillo sujeto en la otra en un tintineo violento. Habiendo pasado todo ese tiempo agotando sus esfuerzos para limpiar sus pensamientos impuros, Belvant aparecía frente a la joven con tan solo con una toalla envolviendo sus caderas. Aquello era suficiente para provocarle una hemorragia nasal.

¡¿P-Por qué?! ¡¡¿Por qué sólo lleva una toalla en sus caderas?!!

Contra todo signo de prudencia, Marietta se permitió contemplar ensimismada el cuerpo casi desnudo de Belvant. Ante ella estaba un tesoro nacional y necesitaba guardar esa imagen profundo en su corazón. Con una estatura impresionante (superior a cualquier hombre de  Oltaire) y el cuerpo robusto de un soldado versado en todas las disciplinas militares, era evidente que aquellos músculos no eran simple ornamentación; ¡eran herramientas utilizadas para impulsarlo a través del campo de batalla como una tempestad!

Era un hombre de buen aspecto que podía arrebatar el corazón de cualquier dama con ese cuerpo lleno de encanto varonil, el pelo mojado que se le pegaba a la cara y los ojos azules brillantes y malévolo, pero lo que encantó sin medida a Marietta, fue la sonrisa radiante que le dedicó; sonrisa que solo ella conocía.

¡Tan perfecto!, suspiró.

Él había allanado un camino directo a su corazón. Ante ella se encontraba el legendario “héroe” de ensueños y de sus novelas, convertido en un hombre de carne y hueso con el rostro y apariencia de Belvant.

Ohhh, Sir Belvant…

La joven estaba hechizada: la respiración agitada, sus labios entreabiertos y las mejillas enrojecidas.

Mucho mejor que aquella fantasía…

Mientras el alma de Marietta amenazaba con alejarse del plano mortal, la obra maestra viva; la criatura bendecida por el Dios de la belleza, se acercó ella. Muy, muy cerca, hasta que quedar  frente a su rostro.

—¿Se encuentra bien, Marietta? Me he lavado adecuadamente, pero no sé si…

—Huh, ¿perdón?

—¿Me he librado del olor que le disgustaba? —repitió, él, complacido por el rubor de la joven.

Saliendo de su aturdimiento, Marietta vio el rostro apuesto de Belvant y observó cómo apoyaba una mano sobre la mesa y se inclinaba para quedar aun más cerca de ella.

¡Oh, Dios mío! ¿Acaso me está pidiendo que huela su cuerpo?

Al ver el rostro serio de Belvant al hacer tal petición, la joven asintió con una mirada igual de seria.

Su cara estaba de un rojo vivo ante la visión cercana de los músculos de ensueño de su prometido, pero igual hizo lo que el hombre le pidió y se inclinó un poco para comenzar a olfatear.

Al contemplar la temblorosa figura de Marietta y su enrojecido rostro  mientras se acercaba de manera tímida para cumplir su petición, en los labios de Belvant afloró una malévola sonrisa.

—No necesita ser tan reservada, princesa; acérquese más y compruebe. Si no, no sabrá con certeza si no tengo el olor de esa mujer, ¿verdad?

La mano de Belvant rodeó la parte posterior de la cabeza de Marietta y tiró de ella más cerca.

Oh, ¿qué clase de premio es este?

En un instante, el rostro de Marietta fue enterrado en el pecho de su amado. Sus brazos se envolvieron alrededor de su torso de forma instintiva para aferrarse a él. Cuando su nariz, sus mejillas e incluso sus labios se encontraron con su pecho, ella levantó sus ojos como pidiendo permiso, y él la invitó con un cabeceo.

No quería apartarse de aquella prisión de músculos.

Se inclinó sobre el pecho, todavía caliente por el baño e inhaló, aspirando el fragante olor a hierbas aromáticas del jabón.

—Es… Parece estar bien… El olor apestoso de aquel perfume ha desaparecido.

No podía evitar que su voz saliera entrecortada.

—Es solo que el jabón tiene buen olor.

Marietta estaba aturdida por el aroma natural de Belvant, el cual se extendía alrededor por todo el pecho de su amado, pero no había manera de que ella confesara aquello.

—Uff, qué buen olor… —Rodeada por una extraña sensación que la hacía sentir tanto fascinada como sofocada, la princesa suspiró.

El General la sujetó de los hombros y la apartó con delicadeza, luego trazó con su dedo la barbilla de la joven e inclinó su cabeza para poder contemplar sus ojos nublados; seguido cubrió con sus labios los de ella. El suave beso resonó en ambos corazones.

Por causa de la sonrisa pícara y el deseo desenfrenado que se apreciaba con total claridad en los ojos de Belvant, el palpitar del corazón de Marietta volvió a convertirse en una tempestad.

—Marietta, he pensado en una buena manera de sacar ese olor de ti.

—S-Sí…

La mente de la joven estaba demasiado mareada por el olor del hombre junto a ella como para negarse a cualquier cosa que le propusiera. Se sentía atraída y prisionera por aquellos ojos azules que brillaban más que nunca.

—Debería ser suficiente con cubrirte con mi propio olor.

—Ah… ¿El olor de Sir Belvant… en mí misma?

De nuevo, Marietta fue acercada al pecho del hombre..

—Ah, ¿q-qué? Oh…

—Si nos quedamos así, el olor del jabón se quedara en ti también, creo.

La figura medio desnuda se presionó contra el cuerpo de Marietta. Si cualquiera hubiese entrado en esos momentos, hubiera pensado que se encontraba con la escena de un pervertido agrediendo a una joven doncella.

Sin embargo, Marietta, envuelta en los fuertes y amables brazos de su prometido, apretujada contra hermosos músculos, se sentía en el séptimo cielo. Su sonrisa era ancha mientras confiaba su cuerpo a Belvant.

—Sí, para que el perfume maravilloso de Sir Belvant se aferre también a mí. ¡Qué maravilloso!

Y así, a pesar de que sólo tenía la intención de molestarla… Aunque nada más quería burlarse de la joven hasta verla ruborizada, fue él quien terminó avergonzado.

—¡Je, je, je! ¡Qué cálido!

¿Cómo es que puede verse tan feliz cuando sólo se aferra a mi pecho? ¿Ella… me quiere tanto? Para ser atraída por la persona que todo el mundo llama demonio aterrador… ¡Esto es malo! ¡Ella es más linda de lo que podría esperar!

Mientras Belvant mantuvo guardado el pensamiento azucarado dentro de su mente, un calor se extendió por todo su cuerpo.

¡Mi resistencia no aguantará!

Aguantando la tentación al punto que sentía que su mente se rompería, se las arregló para lograr apartar sus brazos del cuerpo de Marietta. Acarició el pelo de la joven, luego su mano se deslizó por su mejilla de forma cariñosa y le dijo:

—En serio, ¿cómo puedes ser tan adorable?

La fuerza detrás de sus manos la mantuvo cerca del robusto pecho. Era un festival de músculos, un bálsamo para el corazón de esta princesa.

—Me encanta esto, Sir Belvant… Si pudiera abrazarte así para siempre.

La resistencia de Belvant llegó a su límite. Marietta fue elevada del piso y terminó tendida sobre el amplio sofá. El rostro del General se sumergió entre las dos pequeñas protuberancias de su pecho.

—Ah, eso es… ¡Sir Belvant!

—Ah, Marietta, ¡eres demasiado linda! Por lo tanto, para asegurarme que mi olor se impregne correctamente en todo su cuerpo, lo comprobaré yo mismo.

Bastante aturdida por aquel acto desvergonzado, Marietta solo pudo observar cómo un feroz Belvant tiraba hacia abajo el escote de su vestido y comenzaba un asalto a sus suaves y blancas colinas.

—Ah, no sea, tan poco razonable…

Marietta recorrió con sus finos dedos el cabello rojizo ligeramente húmedo de Belvant y se abrazó a sura cabeza.

Belvant frotó las dos protuberancias con ambas manos, antes de acercarlas a su boca para tragar los pequeños frutos maduros. Mientras su lengua se enrollaba alrededor, los mordisqueaba con sus dientes de forma delicada.

Una sensación de impaciencia comenzaba a bullir en el interior de Marietta, sus piernas temblaban y sus rodillas se frotaban juntas. Belvant guió una de sus manos hacia el borde de su vestido, y el claro susurro de la tela resonó mientras trazaba con sus dedos la pierna de la muchacha.

—¡Ahh! ¡Qué…!

—Marietta…

Con una mano acariciando aquella zona debajo de su vestido; la vergüenza de Mareitta alcanzó su punto máximo. Belvant se inclinó para provocar la oreja de la doncella con su lengua, donde su profunda y sensual voz resonó en todo su ser.

—Quiero hacerte completamente mía…

—Soy… ya… de Sir Belvant —gimió, Marietta.

—Pero aún no por completo.

Belvant cubrió sus labios con los suyos, su lengua devoró su boca, trazando sus labios y dientes hasta que gotas débiles de saliva amenazaron con escurrirse por su cara. Al mismo tiempo, la mano del General mantuvo su asalto en sus muslos alcanzando con la yema de su dedo su ropa interior.

—Mmm…

Marietta soltó un quejido ahogado al ser tocada en un lugar con el que no estaba familiarizada, y descubrió cuán sensible podía llegar a ser.

Belvant se sintió complacido, repasando una uña sobre la tela que tapaba su zona erógena para estimularla más.

—Mm, mmm…

Cada toque era más intenso que el primero, enviando un espasmos a través de ella convirtiendo la sensación en algo insoportable. Lágrimas llenaron sus ojos mientras a su mente le embargaba la preocupación.

Esto no es bueno. Imposible, no puedo parar. ¡Maldita sea! ¡Que alguien entre aquí y me golpee!

Unos cuantos pensamientos honrados alojados en un  rincón de su cerebro llamaron a Belvant a recuperar la compostura, pero ya era demasiado tarde; el hombre se había transformado en un animal lujurioso. Su mano no podía detenerse; no cuando la ligera humedad de la tela debajo de su dedo y  el sonido de los gemidos de Marietta lo incitaban a continuar.

—¡Ahhhhn!

Con un fuerte grito, el cuerpo de Marietta se tensó como un arco; luego, tan pronto como su fuerza dejó su cuerpo, se recostó agotada. Bajo las atenciones de Belvant, ella había alcanzado finalmente su punto máximo.

Qué seductora… Es muy sensible.

Ante la vista de la débil apariencia de Marietta: el rubor combinada con la áspera respiración, cierta parte de la anatomía de Belvant fue incitada para mostrar su encanto.

Llamando de vuelta su fuerza de voluntad de acero, Belvant acomodó el vestido de Marietta hasta que una vez más se vio presentable. Luego de eso, besó una vez más aquellos tentadores labios entreabiertos antes de hablar:

—Descansa un poco. Voy a darme una ducha.

Como un hombre adulto saludable, Belvant necesitaría una cascada de agua bien fría para recuperar su compostura.

Aurora
¡Vaya! ¡Guau! Este capítulo estuvo muy sensual

10 respuestas a “Marietta – Capítulo 17: Festival muscular obligatorio”

  1. Uff ya veía como este macho alfa hacía completamente suya a Marietta >////,<
    Lo que le espera a Marietta en su noche de bodas 7u7r

  2. Oh cielos todo el capítulo he estado kya kya y las personas alrededor me miran raro pero no importa XD
    Ahhh si no puedo con seguir un Linley Baruch q me ame x mas de 10,000 años y tampoco un Belvant ahhhh q tristeza T_T

  3. Debo reconocer a Belvant como el indiscutible Caballero, macho alfa, pecho de acero, lomo plateado y testiculos cromados que todo hombre de aspirar a ser jaja

    Aunque ya estoy cerca de mis 30 segire los pasos de Belvant, todo sea por encontrar a mi marietta… No es necesario que tenga complexion de lolita, basta con una saludable silueta y ser un desmadre mental jajaja

  4. Oh mi Dios! Eso fue tan intenso, tan lindo, oh por que no existan hombres así de impresionantes, más que en las novelas. Pd. Disculpa la tardanza pero te agradezco mucho el esfuerzo que haces para traer esta novela ojala no la abandones y puedas continuar con ella hasta el final 😄😄😄

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