Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 28

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


Ambos corrieron rápido por los pasillos del palacio que dirigían a las habitaciones del Marqués Bellmud.

—Leann, ve delante de mí. —dijo Matilda cuando notó que Leandroth sincronizaba su ritmo de carrera con el de ella. Leandroth negó con la cabeza y redujo la velocidad.

— ¡Mattie, espera!

Ella quería apurarse pero, él la estaba deteniendo. Al detenerse, le dio un fuerte abrazo y comenzó a correr de nuevo.

Los caballeros los rodearon, adelantando y flanqueando. Su corte personal y las criadas corrían detrás de ellos.

Se detuvieron en las puertas de las habitaciones del Marqués. Las piernas de Matilda estaban tan temblorosas que tuvo que aferrarse al brazo de Leandroth para mantenerse firme.

—Está bien si solo somos Matilda y yo —le dijo al séquito detrás de ellos.

Ambos respiraron hondo y Leandroth llamó a la puerta. Se abrió de manera ominosa, su crujido hacía eco en el silencioso corredor.

—Matilda.

Levantó la vista para ver a Leandroth mirándola. Su mano temblaba, así que ella se apretó más contra él. Entraron en la habitación.

—Los estaba esperando —les dijo el doctor de cabello blanco cuando entraron.

Sobre la cama, estaba la forma de una persona cubierta con una sábana blanca.

—No puede ser…es una mentira… —gritó Matilda.

Había estado sonriendo esa mañana. Si quería morir, debería haber muerto cuando se golpeó la cabeza hace unos días.

De ninguna manera.

Sus piernas perdieron su fuerza, casi se derrumbó, si no fuera por Leandroth que la sostenía.

—Sé fuerte, Mattie.

Aferrándose a Mattie, Leandroth se acercó a la cama.

El médico revisó las puertas detrás de ellos y luego las cerró con seguridad, como si no quisiera que el mundo fuera testigo de la angustia de Matilda.

Miró al cuerpo inmóvil. ¿Por qué? Ella se preguntó. El sonido de su llanto llenó la habitación, incluso si quería contenerse, no podía. Cayó en el pecho de Leandroth, mientras lloraba pero, escuchó un suspiro de exasperación sobre su cabeza.

—Abuelo, puedo ver la tela moverse con tu respiración.

Le dio a Matilda un apretón reconfortante con su brazo alrededor de ella.

—Hey hey, estoy muerto —Dijo una voz desde la cama.

—Un hombre muerto no dice que está muerto. —Respondió Leandroth, su tono era gracioso.

—Era un espectáculo encantador, sin embargo… —dijo el Marqués, mientras se quitaba la tela de la cara y se sentó.

Matilda lo miró en shock.

—Para un hombre, es un problema que esté tratando de ser lindo a esta edad.

— ¡¿Qué dijiste?! Un hombre siempre es encantador.

Antes de que pudiera decir algo más, Matilda le echó los brazos alrededor del cuello y lo abrazó con fuerza.

Él estaba vivo.

Él estaba vivo.

A pesar de su alivio, sus lágrimas no paraban. Así que ella se reía y lloraba.

—No, eso fue demasiado malo —Ella lloró. Fue un placer decirle eso, ella lo meció de lado a lado.

—Estar vivo es bueno.

El doctor preparó tres sillas. Leandroth sacó a Matilda de los brazos del Marqués, la sentó a su lado y le tendió un pañuelo.

Lo recibió con una sonrisa y se secó las lágrimas.

—Entonces, la razón por la que realizaste un drama tan exagerado es porque quieres retirarte de tus obligaciones como Primer Ministro —Preguntó Leandroth.

—Pensé que iría a Icecoretta y me convertiría en el abuelo-maestro de los hermanos menores de Matilda —El Marqués respondió riendo.

Leandroth se volvió hacia Matilda,

—Mattie… —gruñó él.

Matilda, inconscientemente, se tensó y se enderezó en su asiento.

—Espera —llamó Bellmud —no regañes a Mattie. Todos mis recuerdos felices han desaparecido de aquí. No quiero convertirme en una cáscara que vive en el pasado. Me he cansado de esta vida desde hace un tiempo. Así que decidí aceptar la invitación de Matilda y ver si puedo comenzar un nuevo capítulo en mi vida.

—Lo acompañaré —dijo el doctor, con una sonrisa.

Matilda estudió al doctor. ¿Quién era esta persona que estaba sentada tranquilamente ante la familia real sin presentar el debido respeto?

—Sin Orlatta, este castillo no tiene un lugar para mí. Así que quiero buscar nuevos recuerdos en un lugar nuevo. Princesa Matilda, en su país necesitará un médico que haya estudiado Medicina del Sur. ¿No sería mejor para mí acompañarlo, en lugar de que él vaya solo?

— ¿Conde Ivrahim…?

Leandroth lo miró como si fuera un insecto asqueroso.

¡¿Es un Conde?!

—Orlatta y yo, estábamos enamorados. Prometimos estar juntos después de que Leandroth se casara —Dijo el doctor Ivrahim.

— ¡¿Eh…?! —Leandroth y el Marqués exclamaron al mismo tiempo.

—Oh… ¿no lo sabías? Debería haberte dicho antes —dijo vagamente.

—No puede ser…

—Ese…

Los dos hombres no pudieron ocultar su malestar, lo que pareció deleitar al doctor de cabello blanco.

Él sonrió.

—Orlatta no era débil. Si pudiera verme ahora, diría: “No me esperes, encuentra un nuevo amor. No te sumerjas en la preocupación”. Era una persona alentadora. Oh, cielos, parece que su Majestad y el Marqués, están malinterpretando algo —Dijo con una risa

Así que Orlatta no era una persona débil, pensó Matilda para sí misma. No importaba cuánto estuviera sufriendo, parecía haber sido alguien que no se olvidó de sonreír y amar.

—En preparación para mi partida, entregué mi trabajo a uno de mis médicos asociados. Icecoretta tiene una próspera investigación en herboristería, será beneficioso ir a estudiar allí. Y también puedo acompañar a este viejo caballero.

La expresión de Leandroth aún era fría y disgustada, como si hubiera tomado un medicamento amargo. Matilda sostuvo su brazo y dijo:

—Suena como si tu madre fuese una mujer realmente buena.

Se volvió hacia ella y su expresión se relajó.

Bellmud tosió.

—Leandroth, Matilda, envía a alguien a mi casa para dar instrucciones a mi personal sobre mi partida.

¿Qué hay de nuestra boda?

—Lo siento, pero no voy a asistir. Eventualmente, una imagen será distribuida. Entonces la veré.

—Muy bien, quédate con Bartholomew hasta que te vayas. Creo que les llevará un poco de tiempo a los médicos que los acompañan resolver los asuntos aquí. ¿Qué hay de tu casa, Conde?

El Conde le sonrió con indiferencia al Marqués de Bellmud, —He hecho mis preparativos. Pero tú decide lo que quieres que haga.

El hombre mayor murmuró un poco y luego dijo a regañadientes, —Puedes unirte a mí como mi médico.

Después de eso, discutieron otros asuntos relacionados con la partida. Leandroth llamó a dos de sus asistentes de confianza para discutir los arreglos con ellos.

—Abuelo Bell, asegúrate de escribir, ¿de acuerdo?

—Lo prometo.

—Quería hablar más contigo —le dijo Matilda, de forma lastimera, a Bellmud. Se volvió hacia Leandroth y le dijo, — ¿Por qué no le pides a tu hermano que venga aquí? Mientras tanto, redactaré una carta de presentación.

Ella sonrió, cuando Leandroth le acarició el pelo y fue a hacer lo que ella le pedía.

—Orlatta era una mujer fuerte, incluso en esta jaula de pájaros, pudo vivir una vida —Bellmud le dijo en voz baja. Matilda envolvió las frágiles manos arrugadas entre las suyas.

—Una vida donde siempre estás siendo vigilada…no puedo decidir si es terrible o sólo un sentimiento complicado

— ¿Por qué no quisiste escuchar la historia de Orlatta?

Bellmud puso una cara inquieta.

—Simplemente, no quería escuchar la historia de un hombre solitario que solo se había portado bien durante un año y que solo estaba sintiendo una pequeña punzada de remordimiento.

A Matilda le resultó gracioso el hecho de que Bellmud es una persona obstinada.

Ella lo abrazó una vez más, él le dio besos en ambas mejillas, que ella le devolvió. Rezó para que el cielo azul claro de Icecoretta le diera la bienvenida a Bellmud con suavidad.

♦ ♦ ♦

Leandroth llevó a Matilda a sus habitaciones.

—Mattie, ¿por qué te aferraste tanto al abuelo Bell? —preguntó en voz baja.

— ¿Por qué…?

Ella se preguntaba por qué, nunca había abrazado así a su padre antes.

—No creo que haya abrazado a mi padre.

— ¿Nunca has abrazado a tu padre? Estoy sorprendido.

—Sí.

Se preguntó por qué la gente se abrazaba.

La temperatura corporal de otro humano era cómoda. Leandroth le enseñó eso.

Cuando llegaron a sus habitaciones, Celestia, una de sus damas en espera, vino a reunirse con ellos.

—No volveré a la oficina hoy, avise a mi personal y a los cortesanos. Vamos a comer nuestras comidas aquí.

—Sí, Su Majestad —ella respondió con una sonrisa y el resto de las damas se retiraron.

Leandroth llevó a Matilda a su habitación y la sentó en su cama. Se arrodilló ante ella y le quitó los zapatos. Él besó su empeine, provocando un pequeño grito. Levantó la mano y abrió sus medias. Haciéndolos rodar, le acarició la longitud de sus piernas.

—Ah, espera… ¿L-Leann? —dijo ella, mientras lo observaba tratando de poner los dedos de sus pies en su boca. Ella se retiró rápidamente.

— ¿Que estás tratando de hacer?

—Iba a lamerlo.

— ¡No quiero eso!

La tomó por la pierna otra vez y su mano rozó la piel sensible de su pantorrilla.

—Hmm, ¿no…?

Preguntó mientras se acercaba.

—No puedes… ¡ah! Quiero…hacer…ah… —Su voz se hizo más pequeña por la vergüenza, cuando él la besó hasta las rodillas, quitando el vestido y las enaguas.

Ella hizo un lindo sonido, cuando besó una parte sensible de su rodilla. Era como si eso fuera una señal para Leandroth, ya que se levantó y la atrajo hacia él, sentándose en la cama, mientras la despojaba de su ropa. Le quitó el broche y el encaje del cuello y los puso en la mesa auxiliar. El vestido que llevaba este día era verde oscuro, un color que sentía, era calmante. Los dedos de Leandroth temblaron, mientras le desataba los botones.

Muy pronto, había una piscina verde alrededor de sus pies.

Ella se aferró a su cuello, —Me gustas, Leann —dijo suavemente.

—Mattie…

Matilda lo soltó y comenzó a desabrocharse la ropa.

—El abuelo Bell dijo que los corazones de la gente son como frágiles vidrieras, y que deberíamos aprender a cuidarlos —ella continuó —Quiero que seamos un par que perdure. Quiero saber cómo cuidarte.

—Estar cerca, es suficiente —Él dijo

—Sabía que dirías eso —dijo con una sonrisa irónica, —Pero sabes lo fácil que es para mí vacilar, me dijiste que trabajara más duro.

Él la miró con una risa bailando en sus ojos.

—Aunque tienes mucha confianza en mí —continuó, —no tengo confianza en mí misma, no me gusta, pero es difícil aumentar la confianza de la noche a la mañana. Y, no me gusto a mi misma, pero al venir aquí, eres amable conmigo, me adoras y me alientas. Poco a poco, me ayudaste a darme cuenta de que está bien que me gustes.

—Mattie…

—Eres increíble, Leann.

Una sonrisa iluminó toda su cara.

—A pesar de mi comportamiento, todos trataron de ser amistosos. El abuelo Bell hizo las cosas más fáciles, siendo franco conmigo y bromeando. Me hizo reír.

Abrió su ropa y le pasó una mano por el pecho, era fuerte y sólida.

—He llegado al punto en el que pienso que soy una mujer solo porque pude conocerte. Pero quiero ganar más músculo. Tengo demasiados trozos de grasa.

—Solo un poco…

Ella miró sus palabras y vio que su mirada estaba en su pecho.

—Así que adórame más… —le dijo con una sonrisa en su rostro, —Sé que me amas y te adoraré, para que también puedas saber que eres amado por mí.

—Mattie…

—Vivamos bien juntos toda nuestra vida.

Ambos se abrazaron con fuerza.


Ayanami
que lindos~♥♥ por fin nuestra Mattie comienza a abrirse

4 respuestas a “Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 28”

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