La hija de la Casa Albert – Capítulo 10

Traducido por Nina

Editado por Chizuro

Corregido por Maru


En “Escuela de Amor”, no importa qué ruta escoja el jugador, la villana Mary interferiría en su vida amorosa.

A veces utilizando su supremacía política como escudo, otras acosando a la heroína, incluso comprometiéndose con el interés amoroso.

Recordaba cómo “sus” numerosas estrategias enfurecían a los jugadores. Por otro lado, eso era lo que daba emoción a la historia de amor, y al final está conectado con el tan esperado momento de la caída de Mary.

La ruta principal, no era otra que la ruta de él.

Era más apropiado llamar al Patrick Dice del juego como un hombre estoico de alto estatus que un chico genial.

Su nivel inicial de afecto era el más bajo de entre todos los candidatos. En la fase inicial de la historia, fuera cual fuera la opción que el jugador escogía, sus reacciones eran distantes. Para describir su grado de dificultad, era un recurrente referirse a él como alguien capaz de arruinar la mente de los jugadores.

Su relación cambió un tiempo después en la escuela.

En una rara ocasión, la heroína llegaba tarde a casa y encontró a Patrick dormido en su mesa en clase. Quizás su ocupado horario le pasó factura; la heroína pensó cómo podría ayudar al dormido Patrick y decidió colocar su chaqueta sobre él.

Y entonces se quedó por un rato. El joven abrió sus ojos de repente y alternó su mirada entre ella y la chaqueta que lo cubría. Al ser visto en tal patético estado, sus mejillas se sonrojaron.

Ante tal inusual comportamiento ella sintió que cierto vínculo. Desde entonces se volvieron cercanos, se enamoraron, y el corazón helado de Patrick empezó a derretirse por la amabilidad de Alice

Estaba comprometido con la villana Mary.

Por supuesto, usando la influencia de sus padres. A pesar de que la Casa Dice y la Casa Albert habían firmado un tratado de autoridad equivalente, en realidad la balanza de poder se inclinaba a favor de la Casa Albert. La Casa Dice estaba completamente a su merced.

Si Mary deseaba casarse, la Casa Dice solo bajaría la cabeza. Obviamente, Patrick demostró su desacuerdo, después de todo el tema de su compromiso fue comentado frente a Alice.

Rodeada de reinos y enemigos inalcanzables, Alice se volvió más pesimista que nunca. Solo podía observar la espalda de Mary, quien tomó el brazo de Patrick con el suyo…

—Oh querida, qué inmundo por su parte, señorita. Una mujer sin valor dejándose llevar por la envidia…

—¡¡¡HAY UN LÍMITE PARA MOFARSE…!!! Bueno, está bien, por lo menos estamos hablando de la Mary del juego.

Estaba explicando la historia, y sin embargo, también fue despreciada. Molesta, Mary frunció el ceño mientras tomaba un sorbo de su té negro.

O más bien, ¿cómo osa un sirviente a llamar a su amo “inmundo”?

Aunque, ella misma estaba horriblemente asqueada ante la Mary del juego. Puesto que se encuentran en una posición idéntica, sintió qué tan lamentables eran sus necias acciones.

—En conclusión, si seguimos con la historia, la señorita y Patrick van a comprometerse, ¿no?

—Sí, viendo nuestras circunstancias, no sería extraño para ellos sacar el tema pronto.

La escena donde la presuntuosa Mary anunciaba su compromiso con Patrick sucedía después de la fiesta. No lograba recordar la fecha en concreto, ya que no había ningún evento en el intervalo, pero contando los días que quedaban hasta la graduación, debía ser pronto.

Aclarando las cosas, Mary bebió su té negro.

—Sea como fuere… La señorita no desea casarse, ¿cierto? —preguntó Addie, sentado a su lado.

—Sí, no tengo el más mínimo interés en ello.

—En serio, por favor absténgase de decir tales oraciones si no desea ser apuñalada.

Ante su dura negación a la idea de casarse con el príncipe que todos idolatraban, Addie no pudo evitar suspirar. Patrick era adorado hasta tal punto por la población femenina que multitud de damas albergaban el deseo de casarse con él.

Addie, que muchas veces había visto bailar íntimamente a Mary y Patrick, siempre sentía intensas miradas de envidia sobre ellos. Le provocaban escalofríos.

Ante una increíble persona como el joven amo Patrick, ¿por qué la señorita…?

Suspiró para sus adentros. Aunque, obviamente ocultó el alivio que sentía en lo más profundo de su ser. No, no había forma en que él se atreviera a divulgarlo.

—La Mary del juego era la titiritera de este problema del compromiso, ¿cierto? ¿Entonces no sería la negativa de la señorita la solución a todo este embrollo?

—También quiero pensar de esta manera. Sin embargo, no puedo librarme del presentimiento de que todo procederá como el juego… —murmuró la joven, tocando sus rizos.

Sus dedos nadaron entre sus persistentes rulos y oscilaron. Aun así, los movimientos de su cabello no podían considerarse exquisitos; realmente tenían la fuerza de un taladro.

Deshacerlos era el resultado de un arduo trabajo de varios esteticistas veteranos desde la mañana, pero tras un proceso de más de dos horas de peinado para deshacer el rizo y alisado… Sin embargo, se quebraba antes la moral de estos profesionales que los rizos de Mary, llevando a este tipo de situación.

—Alegorizando con “estos taladros”, supongo que hay una tremenda fuerza trabajando detrás… [1]

—Estoy de acuerdo…

Puesto que había sido testigo de los problemas de los esteticistas de primera mano, Addie inclinó la cabeza.

Dejando a un lado los movimientos de la villana Mary, generalmente todo progresaba como dictaba la historia del juego.

Por supuesto, los esfuerzos de Alice y el comportamiento de Patrick jugaba un gran papel para estos desarrollos. Sin embargo, el próximo incidente iba a ser un evento de compromiso.

Aunque este reino fuera un juego, no era como si los creadores hubieran programado hasta el más mínimo de los detalles. No todo era exactamente igual pero era seguro asumir que por ahora se dirigían en una dirección similar.

En un mundo parecido al de “Escuela de Amor”, experimentaban días paralelos diferentes al original.

Mary no tenía el menor de los escrúpulos. Aun así, decir que no estaba involucrada era imposible, ya que había multitud de pruebas que coincidían. Por el contrario, sabiendo que ese mundo era como el del juego, la posición actual de Mary era extremadamente desagradable.

Basado en estas teorías, Mary tenía el presentimiento de que acabaría comprometida. Por supuesto, tenía cero intenciones de sugerir una alianza matrimonial.

Además, ahora que el momento del inminente evento se acercaba, considerando la relación de Patrick y Mary no sería extraño para alguien proponer la idea.

A la inversa, desde la perspectiva de los no involucrados, el por qué no se habían prometido ya era una gran pregunta. Una excéntrica a quien se le otorgó un hermoso rostro y sangre azul de primera categoría, Mary, y un perfecto individuo idolatrado por todos, Patrick. ¡Sin fallo alguno eran una buena combinación!

—Dicho de otra manera, ¿el maestro o bien el jefe de la Casa Dice propondrán el compromiso?

—Hasta ahora las Casas Albert y Dice han mantenido una relación beneficiaria. Sin embargo, actualmente existe la falta de una unión tangible. Aunque ambos hogares poseen un prestigio impecable… ¿Conoces el por qué?

—Bueno, ¿no es debido a que ambas casas nunca han tenido hijos de la misma generación?

—Eso es correcto. Sin embargo, matrimonios con diferencia de edad son un asunto normal en la sociedad aristocrática. Los casos con una diferencia de edad de 10 o 20 años son escasos.

—C-Ciertamente… Sin embargo, las Casas Albert y Dice deben tener un gran motivo para insistir en unirlos, ¿no?

—Ese es el punto —asintió, mordiendo un poco de su bollo.

En el momento en el que tocó el interior de su boca, apreció un exquisito aroma y una dulzura moderada, impulsándola a felicitar al repostero responsable enseguida.

Al parecer a Addie le gustó también, ya que mientras mantenía un rostro impasible escuchando las palabras de Mary, sus ojos se dirigían a los bollos. Dicho sea de paso, ya era la tercera vez.

—Las Casas Albert y Dice poseen una gran influencia. Para otras casas son esperanzas frívolas. Consecuentemente, no podemos tener un matrimonio político.

—¿Disculpe?

—Ambas casas, en pos de contraer matrimonio escogen el mejor candidato posible de entre las opciones decentes. Para darse cuenta de ello, dos equivalentes en supremacía deben unir su autoridad.

—En efecto, las Casas Albert y Dice siempre han tenido la opción de escoger su compañero.

—Y para ellas, si casan a sus herederos con una diferencia de edad, la sociedad pensará que tienen intenciones ocultas.

Al fin y al cabo, el matrimonio político era básicamente la ambición de los padres.

Queriendo crear nuevas vías, deseando profundizar la conexión, o anhelando más fortuna… Sus propósitos variaban en intercambio por el sacrificio de su hija, o en ocasiones, hijo.

Por el contrario, las Casas que orquestaban desesperadamente matrimonios políticos deben tener un motivo profundo, o bien existe una necesidad de ampliar sus conexiones.

Ese es el por qué, las Casas Albert y Dice únicamente cultivaban su amistad y no actuaban con imprudencia, ofreciendo a sus hijos. Antes que ser escogidos eran ellos los que escogían, demostrando su imparcialidad.

—Hasta ahora nuestras Casas mantenían este sencillo enlace. Sin embargo, está colapsando ahora —habló Mary, acercando otro bollo a su rostro—.Patrick y yo somos de la misma generación, nuestra relación no es mala tampoco. Al contrario, desde otro punto de vista parecemos una perfecta y dulce pareja adecuados el uno para el otro. Dicho de otra forma, es una oportunidad única que ambas Casas habían anticipado para no dar la impresión de ser un matrimonio político.

De hecho, si fueran a anunciar su compromiso ahora, la sociedad no haría un escándalo. Obviamente, había una ligera probabilidad de que el público fuera capaz de identificarlo como un matrimonio político.

Desde hace años estas dos personas se han cogido de los brazos y crecieron juntas. Era de esperar que se comprometieran.

—No estoy realmente familiarizada con las opiniones de los demás, pero es cierto que ambas Casas tendrán un vínculo más fuerte. Desde el punto de vista de padre, si todo va bien, debería estar en el paraíso.

Mary suspiró y bebió su té negro; Addie la observaba.

La forma en que Mary hablaba la hacía ver como si no estuviera involucrada. A diferencia de las demás adolescentes, el ardiente impulso que sentían cuando hablaban sobre el amor no estaba presente, menos aún la angustia que debían sentir cuando eran prometidas sin saberlo.

Parecía desinteresada. Aparentemente había predicho esto desde hacía mucho tiempo.

En verdad, Mary poseía el conocimiento del juego, y reconocía este compromiso como parte del desarrollo de la historia. Aunque a pesar de sus memorias sobre el juego, parecía demasiado estoica.

—Señorita, ¿podría ser que quizás haya tenido la intención de casarse con Patrick desde hace tiempo?

—He asumido que me casaré algún día. Bueno, antes que esos hombres cuyos rostros no conozco, Patrick es la mejor opción. Después de todo, él es genial y… .

—¿Y?

—Nada… —dijo de inmediato al devolverle la mirada a Addie, y concluyó la discusión.

Con un rostro inocente, continuó bebiendo su té negro. El ligero dulzor y la fragancia a frutas se esparcía en su boca. Viendo la taza vacía, Addie la rellenó.

—Aunque mientras esa chica exista, el compromiso no irá bien supongo.

Declarando esto, Mary estiró su brazo en busca de su segundo bollo.

Más o menos en ese momento, el padre de Mary y el padre de Patrick aparecieron hablando entusiasmadamente entre ellos.


[1] Alegorizar: Expresar de forma simbólica.

2 respuestas a “La hija de la Casa Albert – Capítulo 10”

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