La hija de la Casa Albert – Capítulo 13

Traducido por Nina

Editado por Chizuro

Corregido por Maru


—¿Addie me está llamando?

—Sí, ha dicho que quería conversar con usted y solicitó su presencia en su habitación —dijo la sirvienta, mientras Mary se preguntaba a qué se debía todo eso y torció ligeramente la cabeza.

Era tarde en la noche, un momento en el que se preparaba para ir a dormir, pero cuando ella pidió el motivo, la sirvienta alegó que no conocía nada más. Tras desearle las buenas noches y dejarla marchar, cogió su chaqueta y se dirigió a la habitación de Addie.

La mansión de la Casa Albert era extremadamente grande, así que tenía numerosos empleados.

Cada uno de ellos poseía una habitación exclusiva como en los dormitorios, y Addie también estaba incluído en la ecuación.

—Ha sido un tiempo desde que pasé por aquí.

Murmurando para sí misma, Mary entró en la zona de los sirvientes.

Cuando era pequeña, incapaz de comprender la distribución del edificio, a menudo abría cualquier puerta en su rango de visión como un juego. Llegando a este lugar, buscaría a un sirviente en su periodo de descanso para que jugase con ella… Así se encontraba rememorando el pasado.

En esta era, el concepto de vacaciones no estaba establecido. Ahora se sentía culpable por haber arruinado su precioso tiempo de descanso.

Conforme creció, empezó a memorizar la estructura de la mansión y se abstuvo de interrumpir a nadie.

Por supuesto, no era por la diferencia de sus estatus, o frases como “un amo que frecuenta la morada de sus sirvientes” lo que hizo que cambiara de parecer. Como la hija de los jefes, se abstenía de entrometerse en la vida privada de sus sirvientes.

Por encima de todo, tenía la posición social de una empleadora, así que se percató de lo presuntuoso que era por su parte el abusar de su hospitalidad.

Mientras pensaba en estos temas, sus pies se detuvieron frente a una habitación. Era la de Addie.

Su nombre estaba escrito en un cartel en la simple puerta color té.

Observándolo de reojo, Mary llamó a la puerta…

—¡¡Entre por favor!!

Ante su tono emocionado Mary abrió los ojos de par en par.

En serio, era obvio que entraría, pensó ella.

Pocos minutos después…

—D-Disculpe por mantenerla esperando…

Mary exhaló un suspiro cuando Addie mostró su rostro, entonces entró en su habitación.

Incluso a pesar de ser el dormitorio de un sirviente, se encontraba en la mansión de la Casa Albert.

El tamaño del cuarto sobrepasaba el típico estándar de lo que una persona soltera se podría permitir. Más aún, estaba conectada a un lavabo propio, había una cocina, comedor y algunas facilidades más que eran compartidas entre los trabajadores.

Era demasiado lujoso para ser definido como un “dormitorio de sirviente”. Ninguna otra casa más que ellos ofrecerían este tipo de comodidades.

—Está un poco desordenado, pero por favor tome asiento.

—Desordenado dices…

Siendo guiada para sentarse en el sofá, Mary analizó el lugar.

Estaba relativamente limpia y ordenada…

—Uhm, me molesta esa montaña de ahí donde recogiste y ocultaste tus cosas inmorales bajo una tela.

—Si lo entiende, por favor no lo mencione.

—Iré a preparar un té, por favor espere pacientemente —dijo Addie luego de ser el objetivo de la mirada inquisitiva de su maestra, dirigiéndose a la cocina.

Puesto que enfatizó desesperadamente su punto, deben existir tales cosas, ¿huh?

Ya que destacó su intención, ella decidió obedecerlo. Sentándose en el sofá, Mary suspiró… y lentamente bajó la mirada.

Sentía algo extraño.

Estrictamente hablando, su instinto le estaba gritando. Parecía que había algo escondido bajo el sofá… Mostrándose curiosa, se encorvó y estiró su mano para comprobarlo.

Un sonido estruendoso detuvo su mano.

—¡El té negro. Está. Listo!

—Cierto, gracias.

Debido al aura inquieta de Addie, su mano estirada salió de debajo del mueble y se dirigió a recibir la taza.

Bueno, eso demostraba sus sospechas.

Como un intento para evitar que investigara más a fondo, Addie se ofreció a preparar algunos acompañamientos.

—Por favor. Quédese sentada pacientemente. Sin comprobar nada. Y esperando en silencio —enfatizó de nuevo.

Dejando claras sus palabras, regresó a la cocina. Su petición era estricta, así que había una gran posibilidad de que realmente fueran esos “objetos”.

—Tú eres quien me ha llamado aquí, así que deberías esconder esas cosas desde el principio.

Y entonces, el té negro fue servido encima de la mesa, complementado con algunos aperitivos. Era el momento adecuado para empezar con el tema inicial.

—Bueno, ¿me explicas la razón por la que me has llamado? Normalmente, serías tú quien viniera a mi habitación.

—No hay manera, es imposible que visite su habitación a estas horas. Hay un límite para mi descortesía.

—Eh, ¡¿me has llamado por esa razón?! ¡Es literalmente poner el carro antes que el caballo! [1]

No podía comprender cómo funcionaba su cerebro, pero Addie respetuosamente inclinó su cabeza.

—Mi más sinceras disculpas por molestar su honor. Muchas gracias.

Perdiendo el impulso para expresar su protesta, Mary llevó la taza de té a su boca. Ciertamente, un sirviente no podía visitar sin más la habitación de su ama. Más aún, Addie era un chico. Además, en este momento del día generaría un malentendido más allá de la insolencia.

Habiendo dicho esto, decir lo opuesto no haría justicia tampoco. Obviamente, permitiendo tal conducta teniendo en cuenta el momento y el género, todo podría desmoronarse en un movimiento descuidado.

Por eso, Mary…

—Incluso en el peor de los casos, no pienses siquiera en adoptar esta estúpida postura frente a mi padre —lo amenazó, y Addie sacudió la cabeza con vehemencia.

—¡Eso es imposible! Incluso si tengo algo de lo que discutir, no puedo permitirme tomar el tiempo del maestro en estas horas.

—Esta es una gran oportunidad. Cuando hayamos terminado, hablemos con cuidado sobre el asunto que ha sido aplazado algunas veces ya.

—¡¿Uehh?! No, uhm, de todas formas centrémonos en el tema principal. Después de que terminemos con nuestra discusión, ¡podemos abarcarlo siempre y cuando nos sobre tiempo!

—Si tu “tema principal” es algo insignificante, desenterraré las cosas escondidas bajo este sofá, arrancaré la tela de esa montaña, y estableceré una notificación de despido. Tenlo en cuenta mientras hablas.

Ante la amenaza aparente (no, una amenaza verdadera), Addie se rió con la garganta seca.

Su cara de poker la frenaba de decir nada más. Pensando en ello, él siempre había tenido la brillante capacidad de cambiar de tema.

Y otra vez, los problemas se volvían aun más complejos.

Por lo menos él se mostraba dispuesto a discutirlo ahora. Como para demostrarlo, se aclaró la garganta y se encontró con los ojos de Mary.

Tenía una expresión sombría pero no daba la impresión de un irrespetuoso sirviente que tenía hace poco. En ocasiones, un acontecimiento realmente raro, mostraba una actitud de un hombre galante y educado.

—Señorita, por favor responda con honestidad. ¿Por qué se muestra tan dispuesta a personificar el papel de villana?

—Porque soy Mary Albert. Vivo como una villana y me encontraré mi final de destrucción.

—No, usted no es una persona extravagante que se movería por tan insignificante causa. Usted no es adecuada para ser una villana.

—Oh, querido, ¿no soy adecuada? ¿Así que soy una santa?

—No, de ninguna manera, ni en un millón de años, ni en lo más mínimo he pensado de esa manera.

—¡¡U-Una negación instantánea!! ¡Deberías seguirme el juego incluso por un poco!

Mientras lo criticaba, Addie fingió toser; quizás era su manera de decir “es inútil intentar distraerme diciendo esas cosas.”

Comprendiendo su gesto, Mary se rindió con un suspiro. Normalmente si había un tema oscuro, una o dos bromas ridículas harían la magia, pero al parecer Addie no se dejaría llevar hoy.

Bueno, ¿entonces debería confesar obedientemente? 

Acabó su té negro en un sorbo. Mientras tragaba el líquido, el dulzor moderado y el aroma frutal invadieron el interior de su boca, lo que mantendría su garganta humedecida para su largo discurso.

—Si insistes tanto te lo diré. Desde el principio no tenía el más mínimo interés en ser una villana.

Ante la directa aclaración, Addie asintió.

—Como esperaba.


[1] Poner el carro antes que el caballo: Hacer las cosas en el orden equivocado.

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