La Princesa del Ataúd – Prólogo: El final de la “Devastación”


Los días habían continuado normalmente… y luego todo había terminado.

Tal vez la escritura había estado en la pared desde hace mucho tiempo. Pero la niña era demasiado joven para saber de las circunstancias que rodeaban el reino, los países vecinos, o cosas por el estilo. Todo había comenzado y terminado en lugares que no conocía. Lo único que podía hacer era permanecer allí aturdida ante este repentino giro de acontecimientos.

Alguien gritaba en alguna parte.

Alguien estaba llorando en alguna parte.

Alguien gritaba en alguna parte.

Las innumerables capas de interminables gritos de agonía se fundieron para crear una melodía cacofónica. La tragedia, los gemidos, el griterío — la abrumadora cantidad de voces se encontraron con el rugir de las llamas y el aullido del viento que formó una sinfonía retorcida de destrucción. Era imposible saber de quién era la voz.

Y así fue como un imperio cayó de rodillas y gimió de dolor por última vez.

— ¡Su Alteza!

Fuera de la ventana, podía ver algo extraño.

En el cielo, muy lejos, flotaba una cosa enorme.

Ella no sabía exactamente qué tan lejos estaba, pero al instante comprendió que su tamaño era increíble. En comparación con los caballeros dragón que también habían volado a la vista, parecía que era tan grande como un castillo, no, tal vez incluso que una montaña.

Pero estaba flotando.

No había soportes. No había nada suspendiendolo en el aire. Se comportaba como una nube. La única forma de que esto fuera posible era con magia, pero hacerlo sería una hazaña demasiado extraordinaria.

A primera vista, pensó que parecía un cilindro parado, pero una mayor inspección revelaría que se parecía más a un cierto tipo de estatua. Se parecía a una doncella con los brazos sobre su pecho, imitando el acto de rezar.

En resumen, era una gigantesca estatua volando en el cielo.

Eso era—

— ¡Su Alteza!

Era el enemigo que venía a atacar, pero le tomaría un tiempo hacerlo.

Estoy asustada. Estoy asustada. Estoy asustada dentro de mi mente.

La niña miró hacia abajo, en un intento de desviar la mirada.

Pero fue demasiado tarde. El escenario del infierno ya estaba ante ella.

Un soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Otro soldado enemigo. Habían soldados enemigos—en todas partes.

Los soldados enemigos aparecían ante sus ojos.

Un número incalculable de soldados se apresuraban hacia sus oponentes con gran fuerza.

Ella observó cómo los soldados abrumaban, agotaban, aplastaban y mataban a sus enemigos, blandiendo sus armas y colocando sus escudos mientras se apresuraban a entrar. Lo vio todo.

— ¡Su Alteza! ¡Su Alteza! ¡¿dónde está?!

Era demasiado joven para entender estrategias, tácticas o cosas por el estilo, pero aun así, estaba convencida.

No había esperanza de ganar.

— ¡¡¡Su Alteza…!!!

Con la fuerza suficiente para derribar una puerta, una dama* que parecía tener unos cuarenta años entró a la habitación.

Akatsuki
Originalmente es Lady-in-waiting qué significa dama de compañía pero aquí se trata de una dama de la corte.

— ¡Ah, Alteza, estabas aquí! —gritó, mientras su rostro se contraía en la misma imagen de pánico. Ella se veía absolutamente miserable; su pelo y su ropa se habían convertido en un desastre. Su insistencia habitual en que “las damas deben ser simples y elegantes, ante todo” ahora parecía una farsa. La sangre goteaba por un corte hecho en su mejilla. Probablemente había tropezado y caído en alguna parte.

— ¡Por favor! ¡Venga conmigo y rápido!

—…

La mujer agarró la mano de la niña, y continuaron abriéndose camino a través del castillo. Esperaba ver el familiar paisaje del castillo—pero había cambiado por completo.

Casi todo era rojo.

Todo era del color de las llamas ardientes, el mismo color de la sangre salpicada, el paisaje con el que estaba familiarizada hasta el punto de hartarse de él, había sido completamente borrado y teñido con el color de la muerte y la destrucción. Las banderas que habían sido izadas con orgullo, ardían, o tal vez fueron las pinturas decorativas que se quemaron y se dispersaron en todas partes. La alfombra era una de las únicas cosas que no estaban ardiendo, gracias a la sangre que la empapaba.

La alfombra manchada de sangre estaba cubierta con numerosos cadáveres de enemigos y aliados. Contarlos habría sido realmente imposible, ya que algunas de las partes ya no se asemejaban a nada humano. Muchos de los cuerpos fueron cortados con espadas, también había cadáveres que habían sido quemados hasta volverse negros, otros parecían haber sido asados ​​de pies a cabeza hasta que quedaron calcinados. Cómo diablos estas personas habían muerto, solo podía dejarse a la imaginación.

Había cadáveres de hombres, mujeres, ancianos, e incluso de niños. Las muertes de todos y cada uno de ellos fueron provocadas allí mismo.

Caminando a través de todo eso—

—Estará bien, Alteza. Estará todo bien.

La mujer murmuró mientras cruzaban a través de los cadáveres, ocasionalmente pisandolos mientras seguían adelante. Parecía como si intentara tranquilizarse a sí misma en lugar de a la niña.

Ni siquiera intentó descubrir si el cadáver era aliado o enemigo; ellas no tuvieron tiempo para eso.

—Si pudiéramos llegar a las habitaciones de Su Majestad y estar a su lado…

Caminando a través de los cadáveres, la niña y la mujer caminaron por el interior del castillo.

El hecho de que no encontraron ningún enemigo aquí fue un golpe de suerte que podría considerarse un milagro.

Sin embargo—

— ¡Su Majestad! ¡La princesa ha regresado!

La mujer gritó mientras irrumpía en la sala de audiencias.

— ¿¡…!?

Ella se congeló en el lugar, azotada por el terror.

Normalmente, un grupo de protección estaría en la sala de recepción. Esta enorme sala era llamada un símbolo de la autoridad del emperador, pero ahora, había sido completamente abandonada. La débil luz del atardecer brillaba a través de las ventanas, tiñendo la habitación entera de un color lánguido.

Y luego — allí, en el centro.

El trono, sobre el cual la figura de un emperador debería estar allí, estaba vacío.

En su lugar —

— ¡¿S-Su Majestad?!

La mujer no pudo evitar hablar.

A poca distancia del trono, un hombre estaba tumbado sobre el piso tendido boca abajo. No se podía ver su rostro, pero con esa estructura, y con ese lujoso hilo de oro y plata entrelazado a través de su ropa, no había forma de confundir quién era él.

Además, no había dudas de que este increíble hombre ya había muerto.

La evidencia: un charco de sangre, expandiéndose gradualmente a través del piso de mármol.

—E-Esto es…

Después de murmurar, la mujer miró por encima del cuerpo del emperador con los ojos inyectados en sangre. Allí, de pie en un semicírculo, estaban las figuras de ocho personas. Todos estaban armados: caballeros con sus espadas y magos con sus Gundo. Un semi-humano con orejas parecidas a la de una bestia con cola también parecía estar allí. Cada uno de ellos llevaba un uniforme diferente, sus características personales y el color de sus pieles también eran diferentes. Lo más probable es que este crisol de tropas se había reunido aquí de todos los países.

— ¡Su Majestad, Su Majestad… Su Majestad!

La mujer siguió gritando mientras corría hacia el cadáver.

Pero en ese instante —

—Su Majestad, Su—

Sift.

Un sonido sordo se escuchó en la sala.

Una de las ocho personas se había movido. Usando una espada larga en su mano derecha, había cortado la cabeza de la mujer.

La chica no lo vio, pero vio que el espadachín estaba parado en una posición diferente, y miró a la mujer, que continuó mostrando una expresión de sorpresa mientras se mantenía parada. Solo podría haber una conclusión.

Y entonces —

— ¿Eres… la hija del demonio?

Uno de los ocho habló.

Los ocho centraron colectivamente su línea de visión sobre ella.

Los anteriores gritos de la mujer de “¡he traído a la princesa!” había sido verdaderamente descuidado.

Incluso si ella lo hubiera negado o se hubiese hecho la tonta, no hubieran considerado la misericordia. No, incluso una situación en la que la mujer hubiese guardado silencio no habría resultado diferente.

En este castillo infestado de muerte, se podían encontrar cuerpos acumulados con solo volver la mirada. Y si dejaban escapar a alguien con la sangre del “Emperador Taboo”, simplemente se verían como una manada de asesinos viciosos que habían masacrado a todos.

—Ehh, supongo que no hay forma de evitarlo.

—Incluso si ella es solo una niña, no puede haber excepciones.

Los ocho comenzaron a acercarse con un aire de compostura.

—Por la paz.

—Para la justicia.

—Para la sociedad.

—No pediré perdón.

El espadachín que había decapitado a la mujer podía verse levantando su larga espada.

—Ahora bien, puedes maldecir y gritar todo lo que quieras.

Y entonces—

♦ ♦ ♦

Año del continente, 1604.

En el continente de Verbist, 300 años de conflicto vicioso había llegado a su fin con el colapso del Imperio Gaz en el norte.

Su fuerza militar había consistido en caballeros de buena fe, así como soldados, magos, saboteadores y mercenarios. Había alrededor de seiscientos veinte mil en total, con una serie de armas basadas en magia, tres fortalezas del cielo, una armada de Feyra y todos los caballeros dragón que pudieron ser entrenados. Aun así, el Imperio Gaz, “la raíz de todos los males”, fue completamente borrado de la faz de la tierra.

Después de la destrucción del Imperio, seis naciones se habían unido para formar una alianza y de allí en adelante habían acordado mutuamente un tratado de paz, en realidad era una declaración de que la guerra había terminado.

El Imperio Gaz se dividió, así como una gran cantidad asombrosa de recursos y riquezas que el Emperador Taboo había acumulado. Las seis naciones se distribuyeron entre sí las grandes riquezas del Imperio Gaz, usándolas de manera efectiva para la recuperación de la postguerra, y la tecnología mágica de la que se enorgullece el imperio.

La era de paz que todos esperaban en sus corazones finalmente había llegado.

Pero…


Smacc
¡Nueva novela! Traducida para ustedes por Akatsuki y editada por Sakuya. Esperamos que les guste (⌒ω⌒)

2 respuestas a “La Princesa del Ataúd – Prólogo: El final de la “Devastación””

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