La Princesa derriba banderas – Capítulo 34: La investigación de la princesa reencarnada (3)


El carruaje finalmente llegó a la enorme mansión hecha de piedra.

No tenía conocimiento alguno sobre la arquitectura barroca —la uniformidad del color fundida en el paisaje que la rodeaba, revelaba la elegancia de su dueño.

Dejando la entrada tras nosotros, fui guiada a través de un pasillo decorado con pinturas hasta un salón.

El hombre que esperaba dentro se levantó.

El me vio acercarme, con una expresión suave mientras se recuperaba del shock.

—Estaba esperándola, Señorita Marie.

—Ha sido un largo tiempo, Maestro Julius.

La fina figura del hombre que tomó mi mano y la besó de forma elegante, pertenecía a Julius Zu Eicher.

El era el tío de Georg, uno de los intereses amorosos, y un excelente comerciante que expandía sus redes en el continente.

Estoy en deuda con él por todo lo que hizo por la madre de Georg, e incluso después de ello continué tratando con él, mayoritariamente para satisfacer mis propios deseos.

—Verdaderamente, te has vuelto aún más hermosa en el tiempo que no te he visto. Te has convertido en una dama tan encantadora que ya no puedo levantarte en brazos despreocupadamente. —dijo con una sonrisa juguetona.

Ooh, muy hábil.

Sentí más admiración  que vergüenza ante su cumplido. Era una habilidad innata decir esas palabras sin que sonaran como sarcasmo, e incluso lograr que la otra persona no se sintiera disgustada.

Ninguno de los hombres en la familia, ni siquiera Lord Eicher o Georg, tenían la misma habilidad. El jefe de la familia era del tipo que hablaba con una actitud fuerte, y el Georg actual era un chico ingenuo.

El era apuesto, alto, un caballero y por si fuera poco es rico. Por sobre todo eso, aunque es el segundo hijo, su sangre proviene directamente de la casa Margraviate. Era casi un milagro que un buen partido como él aún estuviera soltero a los 28 años.

Bueno, probablemente era él quien no tenía intención de sentar cabeza.

—Me disculpo por la visita repentina. Debe estar muy ocupado, ¿Debió realizar algún cambio en su agenda?

—No, estoy encantado de que decidieras contactarme.

Eso dijo, pero yo estaba consciente de que cuan abusiva había sido al obligarlo a recibirme.

No quería interferir con su trabajo, pero dar con una persona que se la pasa viajando de país en país era un tanto difícil.

El hombre que amaba a la familia de su hermano mayor, que se preocupó por su cuñada enferma, por la incapacidad de su hermano para ser honesto consigo mismo y su introvertido sobrino. Cada vez que él podía, intentaba estar cerca de casa.

Sin embargo, cuando todos esos problemas se fueron, sus días pasaron a estar ocupados por sus viajes para hacer su negocio más grande, y él felizmente viajaba a varios lugares.

—Ocasionalmente Georg no hace otra cosa más que criticarme, decirme que debo tener un comportamiento más apropiado

— ¿Georg? ¿Estás seguro? —cuestioné.

No podía imaginarme a Georg haciendo algo así.

—Si, últimamente se ha vuelto cada vez menos encantador. Estoy feliz de que mi sobrino crezca, pero no me agrada que me sermonee de forma innecesaria.

—………

Visto de ese modo, fruncí el ceño y me mantuve en silencio, el Señor Julius sonrió penosamente

—Es difícil de imaginar, ¿cierto? Debe ser porque el Georg que tu conociste era tímido y gentil como una damisela. Creo que te sorprenderás cuando te lo encuentres.

La última vez que vi a Georg fue para su noveno cumpleaños.

El era dos años mayor que yo, por lo que debería tener 13 años ahora. En estos cuatro años, este muchacho definitivamente debió haber crecido, pero la persona dentro ¿lo habrá hecho también?

—El debe estar trabajando en otra habitación el día de hoy. Como mantuve tu visita en secreto, ¿deberíamos ir a darle una sorpresa?

El Señor Julius puso su índice sobre sus labios, bajando su voz como si estuviéramos llevando a cabo una conversación secreta. El parecía estar disfrutándolo. Incluso aunque era uno de los hombres más educados que conozco, su actitud infantil me recordaba que él era la misma persona con ese gap moe.

—Ciertamente. —respondí bajando la voz del mismo modo.

Él sonrió encantado.

—Tengo muchos regalos para ti. Cada vez que veo un ingrediente extraño o alguna especia exótica, me acuerdo de ti.

— ¡!

— ¿Te gustaría verlos?

¡¡Ingredientes, especias!!!

Con mis ojos brillando, caí en su trampa.

— ¡Si!

El Señor Julius procuraba exportar cosas que eran ajenas a nuestro reino. Algunas veces, los artículos que traía venían mezclados con algunos que me recordaban a Japón, por lo que secretamente esperaba que el día en el que trajera arroz glutinoso estuviera cerca.

Animadamente lo dejé tomar la iniciativa, cuando repentinamente oí una voz débil tras de mí.

—Ah…

Era una voz suave que podía ignorar fácilmente, pero al momento de oírla recordé.

Me volví para ver a la figura de un muchacho parado ociosamente alrededor.

Lo que me recordó, lo había traído forzosamente conmigo, era terrible, me había olvidado por completo de él, cegada por tener lo que quería frente a mí.

— ¿Este muchacho es…?

Siguiendo mi mirada Julius reparó en Michael.

—Ya se me pasó el tiempo para la introducción debida, pero este es mi amigo, Michael.

—Mi-Michael von Diebold a su servicio. D-Del Gran Templo… soy un aprendiz de monje del gran templo.

Michael inclinó su cabeza respetuosamente.

Sentía pena por hacerlo sentir tan pequeño cuando además le forcé a venir conmigo. También sentía culpa por introducirlo como un amigo cuando apenas nos conocíamos.

Pero no se me ocurrió otra forma de presentarlo

—Este es el Señor Julius zu Eicher, Señor Julius, después de todo lo que ha hecho por mí hoy es inexcusable, pero… —dije enredando mis palabras.

Él asintió animadamente.

—No me importa.

Sentí culpa por tomar ventaja de su generosidad, pero estaba contenta de no hacer esperar a Michael en el carruaje.

Una vez pude ordenar mis ideas, recordé el propósito de mi visita. Antes de que pudiese preguntarle sobre sus hallazgos, fuí directo al grano.

—Medicina, ¿dices?

—Si.

Mientras existiera la posibilidad de que una enfermedad se propagara, quería hacer todo lo que pudiera.

En el juego, los pacientes sufrían de una terrible enfermedad que contagiaba a uno trás otro en todo Nebel. La medicina y el personal eran escasos, tras la guerra, pero una de las razones principales era la falta de una medicina desarrollada específicamente para esa enfermedad.

En otras palabras, la medicina disponible en Nebel tuvo poco efecto.

No era nada sobre el deseo de que existiera una medicina que sirviera en otro reino, pero seguro no había nada que perder en avanzar en el estudio de medicina.

Además, con la falta de esa droga milagrosa, era preferible tener un montón de medicina que mitigara los efectos de la enfermedad.

—El peligro que representaba Sckellz ha desaparecido, y los intercambios con los reinos al suroeste han incrementado. Al igual que el número de personas que ingresa y sale del país, lo que significa que el aumento del flujo no está solo limitado a la cultura y al dinero. ¿No estás de acuerdo qué cosas menos agradables podrían verse incluidas en este intercambio?

—Eso es cierto… hay cosas como enfermedades endémicas, que las personas pueden contraer de los lugares que visitan. ¿Sugieres que nos preparemos para cualquier eventualidad?

—Especialmente en el sur, donde las enfermedades con sintomatología febril se propagan fácilmente, según lo que he oído. Me gustaría incrementar la disponibilidad de antipiréticos y analgésicos, y comentaselo a la Señorita Irene también.

Después de escucharme, el Señor Julius dijo —Hmmm —y parecía estar perdido en sus pensamientos.

Después de un rato, dijo, —Recientemente, he descubierto algo que ha captado mi interés, pero…hay un pequeño problema.

— ¿Problema?

Lo miré, interrogante.

Antes de que pudiera explicarme, el señor Julius dejó su asiento, sugiriendo cambiar nuestra localización.

Sin saber a dónde se dirigía, lo seguimos.

El Señor Julius se detuvo ante una puerta al final del largo pasillo. Cuando dio un toque sólido, desde el interior, la voz de un muchacho nos invitó a entrar.

—Me estás molestando.

No podía ver quien estaba dentro por la espalda del hombre que se encontraba frente a mí.

— ¿Qué quieres?

—Ahh. Estoy aquí para preguntarte sobre la medicina.

—Creí que habíamos acabado con esa conversación. No importa que tan efectiva sea, no tenemos el dinero suficiente o el método para producirla, sin saber siquiera donde crecen los materiales ni idea alguna de cuantos y cuales son. Eso significa que estás solo. —dijo, las palabras eran cortantes.

Su voz era agradable y clara al oído.

—Es un mal hábito tuyo obsesionarte con aquello que ha capturado tu atención. Si no tiene nada que ver con el negocio, pero si con tu pasatiempo, entonces haz lo que quieras.

— ¿Lo ves? No es nada lindo.

El señor Julius se volvió hacia mí y me sonrió penosamente, permitiéndome ver a la persona dentro de la habitación.

Un joven estaba erguido al otro lado del escritorio rodeado de libros y una pila de documentos.

Con un suave cabello rubio platinado que le llegaba a los hombros, atado con un lazo azul marino, dejando su cara al descubierto.

Su piel era más clara, y sus ojos enmarcados en largas pestañas eran violetas, como los de su madre. Su rostro era muy similar al de Lady Emma, pero ya no lucía como una chica.

Su estructura también había cambiado, ahora su cuerpo se parecía más al de un hombre.

El lindo chico con aire intelectual bajo su lápiz, hecho con las plumas de un ave blanca, miró en nuestra dirección.

Su mirada se encontró con la mía.

—………

En una fracción de segundo, sus ojos se volvieron muy grandes.

Me miraba tan fijamente que parecía que haría un agujero en donde me encontraba parada. ¿Me pregunto cual era el problema? Me encontraba incómoda.

— ¿…Señorita Marie…?

—Ha sido un largo tiempo, Georg.

Nos encontramos de nuevo después de mucho tiempo, y  Georg finalmente se había convertido en un joven capaz de robar los corazones de todas las jovencitas en edad casadera.

 


N/T: Ella lo llama “Georg-sama/ゲオルク様”,  pero la traductora del japonés decidió usar Georg porque ellos se conocen desde la infancia, además son de la misma edad y ella es una princesa así que debería poder permitirse eso, además las otras opciones eran Honorable Georg o Lord Georg.

 

♥ ❤ ♥

               

5 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 34: La investigación de la princesa reencarnada (3)”

  1. Mhnn entonces el narcisista ya no lo es.. Pero tampoco ha mejorado su personalidad. se ha vuelto alguien frío. De seguro es de esos friso que cuando se enamoran son melosos y sobre protectores. Mhnnn

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