La Princesa derriba banderas – Capítulo 35: La investigación de la princesa reencarnada (4)


El Georg de mis memorias tenía un aire despreocupado, y era un brillante rayo de sol en primavera. Él y su madre eran como dos gotas de agua por su hermosa apariencia; su tímido comportamiento y cuando se sonrojaba era muy encantador.

Ahora tengo una impresión completamente diferente del muchacho de pié frente a mi. El tiene los mismos tonos claros de antes, y puedo distinguir su parecido con su madre por sus rasgos bien definidos, pero todo lo demás era diferente. Desde un punto de vista objetivo, su tono de voz, e incluso la forma en la que observaba silenciosamente a los demás; más que parecerse a Lady Emma, él probablemente… lo había heredado de su padre.

Sonreí, y me puse frente a frente con este muchacho que estaba envuelto con un aura fría y digna, como una mañana de invierno.

—Han pasado cuatro años desde la última vez que nos vimos en persona. Si recuerdo correctamente fue para la celebración de tu noveno cumpleaños.

—…………

Incluso intimidado en cierta medida por la atmósfera, hacía aún más difícil acercarse a él, por lo que lo forcé a entablar una conversación.

Realmente había pasado un largo tiempo, por lo que no sabía por dónde empezar, pero era aún peor mantenerse en silencio. ¡Aunque al parecer él se negaba a responder!

—Has crecido bastante. Recuerdo que antes éramos del mismo alto.

Silencio.

— ¿Cómo está la tía? Ha sido más de un año y medio desde que he podido visitar, espero que su condición no haya empeorado

—………

Silencio.

—Ella parecía tan animada en las cartas que he recibido, pero hay muchas cosas de las que no te enteras hasta que las veas personalmente.

—………

Silencio.

Oye, podrías darme algún tipo de respuesta. Esto es realmente incómodo.

¿Acaso podría ser que el no me recordara?… no puede ser, juraría que lo había oído decir mi nombre justo antes.

Georg permanecía mirándome, como una piedra, en silencio. Me molestaba.

— ¿Georg…?

— ¿……Señorita Marie……?

Oh, Finalmente habló.

Georg parpadeó, sus pestañas eran tan largas que harían a cualquier mujer sentirse celosa mientras las movía lentamente. Seguí el movimiento de sus ojos y sonreí en respuesta.

—Si.

— ¡¡……!!

Profirió un sonido como si se quedara sin aliento. Y permanecía con los ojos muy abiertos. Sin darme cuenta había imitado su expresión. ¿Cúal era su problema?

Incliné mi cabeza a un lado, mirando al confundido y perdido Georg.

Su hermoso rostro se enrojeció en un instante.

— ¿?

El estaba rojo hasta la punta de las orejas como un fruto maduro, y lo miré fijamente, un tanto desconcertada.

¿Qué fue eso?¿Qué le había ocurrido al confiable muchacho de antes?

—Eh, ah…uh

Murmurando palabras incomprensibles, Georg dio un paso adelante, quise decirle que no lo hiciera.

—Uh, Georg…

— ¡¿Whaa?!

Y entonces, vaciló.

Justo a tiempo puso su mano sobre el escritorio para salvarse, pero golpeó la pila de libros causando que estos cayeran inmediatamente del escritorio.

— ¡Gaah!

El sonido de las páginas crujiendo en el aire con la avalancha de libros y documentos. Georg extendió sus manos en el aire, y su codo golpeó con fuerza un frasco de tinta

— ¡Ahhh!

El frasco mientras se vaciaba cayó con un golpe fuerte al piso, pero gracias a la alfombra no se rompió.

La caoba que cubría la superficie del escritorio quedó en un estado lamentable, y Georg levantó los documentos intactos en pánico.

Sin embargo, como un vivaz pez chapoteando, los documentos cayeron al piso, que desastre.

— ¡Agh! Espera…

—Um, tal vez…

TRIP. SPLAT.

—………

—………

Era difícil distinguirlo solo por los sonidos, pero era posible inferir lo que había ocurrido.

Lo que acababa de presenciar era a Georg dando un paso en falso y cayendo sobre sí mismo seguido de los documentos, y con los demás documentos dispersos en sus pies.

El perdió el equilibrio, y cuando cayó, se llevó consigo a los libros que yacían en el piso. No había nada más que explicar.

Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Permanecí ahí, erguida, incapaz de hacer algo.

¿Qué clase de expresión debería hacer en un momento como este?

—Quiero morir —Dijo Georg en un murmullo con su mirada fija en el piso.

¡Comprendo tu dolor, pero debes seguir adelante!

Y entonces, me levanté rápidamente como si nada hubiese ocurrido.

—…fft

— ¡¿……?!

Tras el largo silencio, un sonido sofocado llego al ambiente.

Sin habla, me volví a mi acompañante, me preguntaba si se le había ocurrido alguna forma de mitigar la situación.

Confiaba en que el Señor Julius hiciera algo para romper el hielo.

El podía crear una respuesta lo suficientemente inteligente y elegante para que los demás no tuviésemos que enfrentar la situación, conservando el orgullo de su sobrino y evitandome más preocupaciones.

Pero, sin culpa alguna, la figura del caballero a mi lado, estaba encorvada, sosteniendo su estómago y su boca, desesperado por contener la risa.  

—Uhmmm… Señor Julius.

—Pff…ffft.

Espera un momento, esto era increíble.

Pese a que el resto de nosotros se encontraba sudando frío, preocupándonos sobre que era correcto decir en un momento como este, el caballero, al cual yo tenía como ejemplo, se estaba regodeando con la desgracia de su sobrino.

Y de un momento a otro, él comenzó a reír en serio.

— ¡¡¡Hahahahaha…!!! ¡N-No, no puedo! ¡Esto es demasiado bueno!

El sonido animado de su risa comenzó a llenar la habitación previamente en silencio.

Era un poco excesivo, y no se contenía para nada. Confundida, perdí la cabeza por un momento y pensé que reír haría el momento menos incómodo.

No, no, no. Esa definitivamente no era la manera de enfrentar este problema. Lanzar por la borda el espíritu de un muchacho con un brillante futuro después de destrozarlo y pulverizarlo, ese era el acto de un ogro.

Mi error fue evidente al ver la forma en la que Georg agarraba la alfombra – temblando por la humillación.

— ¿Encuentras que tu torpe sobrino es tan hilarante…? —preguntó

—N-no. L-Lo sien- … pfff

— ¡Señor Julius! —dije

—L- Lo lamento. Podrías… —Risa disimulada — cough… ¿darme un segundo?… ¡Ahahahahaha!

—………

Sin terminar su disculpa, el Señor Julius, la reemplazó con otra ronda de risas. Era horrible incluso para él, e intenté detenerlo pero fue en vano. Lágrimas caían de sus ojos mientras continuaba riendo, incluso entre la tos.

—Tu… viejo… loco.

Las palabras no calzaban con ese hombre en sus veinte, pero tome en cuenta los sentimiento de Georg.

No podía detener las lágrimas que derramaba por Georg, quien aún se encontraba en el piso.

Cuando estaba perdida, Michael se había agazapado junto a él antes de que me diera cuenta.

Ví a Michael entregarle un pañuelo a Georg silenciosamente mientras lo miraba de forma amable.

—Usalo.

—Oh, gracias…

Georg se levantó abruptamente y tomó el pañuelo, presionando contra su frente enrojecida.

Michael miró a Georg con simpatía, mientras el miraba hacia abajo, con una expresión avergonzada. Si, comprendía lo que esa cara quería decir. Por la forma en la que él estaba asintiendo, parecía que lo reconocía como a un compañero.

— ¿Cuando vas a parar de reir?

Georg se quitó el polvo de su ropa mientras se levantaba, y miraba fríamente a su tío quien aún se reía tontamente.

Ante la afilada mirada que le dirigía, el Señor Julius se detuvo, levantó ambas manos en un gesto de rendición.

—Lo siento eso estuvo mal, no te enfades.

—Cómo puedes decirme eso cuando te reiste hasta que no podías más.

—Mi sobrino, conocido por ser tan responsable y capaz, se cayó justo sobre su rostro, una escena que no pensé presenciaría en esta vida… ahaha… increíble ¿no? —El señor Julius se interrumpió, y volteó su rostro. Al parecer otra risa se avecinaba.

—Veo que deseas ser asesinado. Comprendo. Solicitaré a el asesino más habilidoso para que se haga cargo de ti. —dijo Georg, sin expresión alguna. Quizá vi mal, pero juraría que una vena palpitaba en su sien.

—Lo lamento, me disculpo. No reiré más.

—Incluso sin tu amable comentario, se que he mostrado una terrible imagen de mi mismo. Y también comprendo que en el momento más importante de mi vida, acabo de quedar como un tonto. Si, como un donnadie que acaba de dejar pasar una oportunidad de oro. Demonios… Ya no califico ni para ser humano, así que te pregunto, ¿en serio te parece tan gracioso? ¡Maldita sea!

—Realmente lo lamento.

Su sobrino fue tajante, el Señor Julius realizó una sobria reverencia con su cabeza a modo de disculpa.

Sin embargo, Georg ya había comenzado con su diatriba, y no iba a detenerse. Continuó como si estuviera bajo un hechizo, hasta que alguien gentilmente tocó su hombro.

—Tu eres…

—Esta bien. Yo suelo quedar en ridículo cuando quiero que los demás vean lo bueno que soy.

— ¡!

Georg miró fijamente a Michael, mientras él le mostraba sus pulgares arriba.

—Además, creo que es natural que cualquier hombre se ponga nervioso ante la princesa, ya que ella es muy linda.

—…………Gracias.

Los jóvenes sonrieron, en un silencioso acuerdo.  Y una sonrisa torcida apareció en el tío.

Y ahora yo había sido ignorada por más de 10 minutos.

Alguien, percátese de mi presencia, por favor.

 

♥ ❤ ♥

               

3 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 35: La investigación de la princesa reencarnada (4)”

  1. 😂😂 no puedo, pobre George, se debe querer morir jaja, y michael más lindo, me encanta esa ganadería, si se entiende la princesa es demasiado hermosa ❤❤

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