La Princesa derriba banderas – Capítulo 41: La vergüenza de la princesa reencarnada

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya


—Princesa Rosemary, ya casi es hora.
— ¿Qué? ¿ahora?
La voz de Klaus me sacó del libro que estaba leyendo, y quede en blanco cuando miré el reloj.
Demonios, sólo faltaban 10 minutos para la reunión.
Puse un marca páginas y cerré libro, me levante de mi asiento rápidamente. Después de enderezar un poco mi atuendo, salí de la habitación.
Mi pulso estaba acelerado, pero una princesa no corre por los pasillos, por lo que camine rápidamente cuidando mi elegancia. Qué diablos significa caminar rápidamente de forma elegante, pensaba burlándome.

Le había preguntado a Lady Irene por algo de su tiempo el día de hoy, e iba a encontrarme con ella para discutir acerca del antipirético. Georg me había pedido asistir a la reunión cuando se llevará acabo, y, por alguna razón, parecía que además habían traído a Michael.
Pretendía llegar más temprano para así poder saludarlos en la habitación, pero como estaba muy cerca de la hora estipulada. Pensé que tenía un poco de tiempo para relajarme, pero al parecer ¿no tengo permiso para disfrutar mi tiempo libre?
Tenía mucho tiempo antes de la hora estipulada, y pese a mis aprensiones abrí el libro que me había regalado el Señor Julius  de un país extranjero. ¿Fue esa a la razón de mi caída?
Si eres un ratón de biblioteca, entonces creo que podrías sentirte identificado. Amo los libros, y cuando estoy leyendo olvido el paso del tiempo. Poco a poco me voy perdiendo, prolongando lo inevitable lo máximo posible, diciéndome a mi misma, “sólo un par de páginas más, sólo una más”. Que dos o tres horas desaparecieran era bastante común.
¡Si tú ya sabes lo que va pasar, entonces no leas! No tenía cómo refutar esto.
Quiero decir, estaba muriendo por seguir leyendo. El libro era de origen extranjero; posiblemente un libro de cocina.
Solo le echaré un vistazo, me mentí a mi misma, y lo abrí, solo para encontrarme con un lenguaje que no entendía. Comencé a observar las fotos, pero después me entró la curiosidad pese a mis propias advertencias, y no pude evitar mirarlo más a profundidad. Parece que pertenecía a una de las islas que gobernaba el Reino de Schnee. El lenguaje era un poco diferente al lenguaje oficial de Schnee, pero estaba segura que era de donde provenía el lenguaje actual, porque su estructura básica era similar.
Quizá era un dialecto, pensé, mientras me quedé mirando el diccionario sin parpadear y el tiempo pasó rápidamente.
Había heredado un poco de mi personalidad pasada. Por qué al igual que antes, una vez que me interesaba en algo me perdía a mi misma en ello. A veces llegaba al punto en que bloqueaba todo sonido a mi alrededor, y recuerdo que muchas veces estuve ante la mirada atónita de mis amigos y familia.
No lo considero un mal hábito, excepto por la parte en la que no me ayuda a llegar a mi citas a tiempo, por lo que probablemente trabajaré en esa parte.
Bajé las escaleras a máxima velocidad con un semblante tranquilo, me estaba apurando, por lo que no podía evitar que mis pasos fueran más rápidos, pero fui cuidadosa de no hacer ruido, y…

—¿¿Hmm??

Se tensan mis oídos cuando el repiqueteo de campanas me alcanzó.
El sonido era claro y rítmico. Llegando al último escalón di la vuelta en un corredor, examinando mi ropa.
Ni mi traje o accesorios traían campanas.
Mi vestido es color rosa claro con un estampado de pequeñas flores, con listones al frente, y encaje en las mangas, pero no tenía ni una sola pieza de metal. Y mi gargantilla de encaje estaba adornada sólo con una pequeña rosa.
Mis zapatos de tacón bajo también tenían un diseño muy simple.
Miré hacia abajo, y puede detectar una pequeña sombra que se acercaba.

Las campanas tintineaban nuevamente con cada adorable paso que daba la sombra, y me quedé mirando estupefacta cuando me adelantó por un metro antes de mirar por sobre su hombro.
El gato negro de brillante pelaje me miró con sus ojos azules, con la cabeza un poco inclinada. Una campana plateada estaba sujeta al lazo rojo atado a su cuello.
— ¡Nero!
El gato me maulló tiernamente.

¡Mi bebé es tan inteligente!… ¡Contrólate!

Me agaché y lo levante.

Nero no puso resistencia y se acomodó fácilmente mis brazos mientras yo lo regañaba, ¡No!
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No te dije que no corrieras en cualquier parte?
Lo miré de forma severa, pero no mostró ningún signo de sentirse intimidado. Me miro con sus enormes ojos con nada más que confusión.

¡Diantres, es muy lindo! ¡Mi bebé es tan lindo! ¡Es tan lindo que todo el mundo estaría celoso de él!

El ronroneó contento cuando acaricié su barbilla en círculos con mi dedo.

Había decidido que el nombre de este encanto sería Nero. Es el gato que Michael había salvado el otro día cuando casi lo atropellamos.
Michael no podía tener mascotas en el Gran Templo donde se está alojando, por lo que en lugar de él yo me hice cargo de Nero, y caí perdidamente enamorada.
Como un abuelo enamorado de su primer nieto, yo era una dueña sin salvación que quería satisfacer todos los caprichos de su gato, sin embargo, no podía permitirle que diera vueltas libremente por el castillo.
—Te lastimaste el otro día.

Y si cepillabas un poco el pelo en la base de su pata trasera derecha, podías encontrar una cicatriz.
El casi fue arrollado por el carruaje porque no podía moverse, debió haber sido una herida muy profunda, porque aún permanecían sus rastros.
Sin embargo, en un extraño cambio de los eventos, el mismo día que adopté a Nero, la herida casi estaba curada, y en el lapso de una semana conmigo, el ya podía caminar en el interior. La herida era lo suficientemente severa como para que nunca pudiera volver a caminar, incluso ahora, no entiendo cómo es posible.

Bien, pese a que la razón aún no era muy clara, estaba feliz de verlo mejor.
Sólo me aterraba que su herida volviera a aparecer, por eso lo hacía permanecer en mi habitación.
Camine hablándome a mí misma —No tienes tiempo para regresar a tu habitación. ¿Habrá alguien que podrá regresarte en mi lugar?
Nero protestó en voz alta. Me pregunto ¿qué estará diciendo?

Se estiró en mis brazos, y alcanzó mi mejilla con una de sus patas firmemente. Taaaan lindo.
Acerqué mi cara a la de él, e incapaz de huir. Nero volvió a maullar.
—No me digas eso.
Estoy mejor pero tu sigues encerrándome. Déjame salir de vez en cuando, decía él probablemente.
No era una reunión formal, y todos son amigos, por lo que, aunque lleve a Nero conmigo es probable que nadie se moleste. Además, él es tan inteligente.

— ¿No causarás ningún problema?
—Meew
—Muy bien, es una promesa.
Vamos a preguntarles a todos, entonces, le susurré con una pequeña risa.
—Princesa Rosemarie —dijo Klaus en un tono compuesto a mis espaldas.
Le respondí sin molestarme en darme la vuelta — ¿Qué ocurre?

Podía suponer que él no estaba interviniendo para que dejara de hablar con el gato. Era una ocurrencia diaria en mi habitación, por lo que esperaba que él, mi único guardia, se hubiera acostumbrado a eso.
Tener una conversación con tu amado gato, y algunas veces tratarlo como un bebé, era el destino de cualquiera que adoptara un gato.
Obviamente, no iba a hacerlo de una forma descuidada en público, pero esta área era muy cercana al invernadero y su acceso estaba restringido, por lo que no era frecuentada por muchas personas.
—Princesa Rosemarie.

—Ya te pregunté, ¿qué ocurre?
Estaba un poco irritada porque seguía diciendo mi nombre, por lo que miré sobre mi hombro y me congelé en el acto.
El no era el único que estaba parado detrás mío.
Un par de enormes ojos azules me estaban mirando.
Lutz estaba de pie, sorprendido, con la boca abierta.
Theo tenía sus dos brazos apoyados en la pared, y su cabeza baja. No podía ver su expresión desde donde yo estaba parada. El lugar se llenó de un incómodo silencio.
—SNOOOOOOOORK.
Medio paso tras ellos, la expresión de Klaus decía “intenté advertirle”.
Demasiado tarde, Klaus. ¡Debiste haberme advertido antes!
—Oye, ¿qué fue eso? —preguntó Lutz con seriedad.
Quería morir en el acto.

Incluso si preguntaba, la única respuesta que podía darle, era de hecho, que le hablaba a mi gato, pero no tengo ninguna razón para ello. ¿Debería decirlo? ¡Todos los amantes de los gatos comparten esa habilidad!
¿Qué estás haciendo? ¿qué quieres hacer? Quiero decir, ¡¿qué quieres hacer conmigo?! —farfulló Lutz en un tono plano. El cual por alguna razón, se volvió más y más apasionado, hasta que explotó al final.
—Um, ¿no tengo ninguna razón para querer hacerte nada?
— ¡Ahhhh! ¡Éste sentimiento! ¡Éste oscuro deseo que me quema por dentro!

Viendo al notoriamente irritado Lutz, un pensamiento terrible pasó por mi mente, me puse pálida.
—Um, ¿un deseo homicida?
— ¡No! —el rugió. Negándolo instantáneamente, mientras tomaba su pecho. —No… no lo entiendo, pero de todos modos, ¿puedo acariciar hasta que su cabello este completamente desordenado?
— ¿Huh? ¡No!
Agachado, Lutz miraba en mi dirección, moviendo sus manos excitado. Sostuve a Nero de forma protectora y di un paso hacia atrás.
No importaba que tan sano estuviera Nero, no quería entregárselo a Lutz quien lucía un poco aterrador.
—Los gatos son delicados. Lo asustarás si haces eso.
—No se preocupe, no es eso a lo que me refiero.
Hice una pausa. — ¿Qué quieres decir?
Mientras más me alejaba, Lutz se acercaba aún más.
Klaus observaba la situación con ojos fríos, su mano descansaba sobre la empuñadura de su espada, yo quiero ayuda, ¡pero no desenvaines tu espada!

—Lutz.
Una mano tocó el hombro de Lutz.
Fue Theo quien interceptó el sospechoso actuar de su compañero. Antes parecía estar tan sobrecogido que tenía su rostro hacia la pared, ¿cuando fue que se recuperó?
Lentamente sacudió su cabeza cuando la mirada de Lutz se encontró con la suya.
—No lo hagas, Lutz. Sólo porque no es un gato no significa que puedas ser grosero.
— ¿Yeah?

Dijo amonestándolo, pero lo que le dijo fue bastante ambiguo. Mi cabeza se fue hacia un lado mientras escuchaba su conversación desviarse del tema principal. Ambos me ignoraron mientras se asentían el uno al otro.
—Las mujeres son aún más delicadas que los gatos, es muy fácil lastimarlas. Ser rudo con ellas está fuera de lugar.
—Tienes razón. La verdad es, que me embriaga el deseo de empujarla al piso y llenarla de afecto.
Lutz mordió su labio pensativo, y Theo lo miró con amabilidad.
Y la conversación iba más allá de mi comprensión, pero ya me había recuperado.
Estaba haciendo esperar a Georg y a los otros, por lo que está bien si me retiro ahora, ¿no?
Concluyendo que lo mejor era irme, lentamente y en silencio camine lejos de modo que no produjera ningún sonido.
Ambos miraron en mi dirección en ese mismo instante, como si una señal hubiera pasado entre ellos. Theo me sonreía dulcemente cuanto me vio congelada en mi lugar, sudando frío.
—Dicho esto, no crees que uno debería ser amable, ¿princesa?
— ¿Respecto a qué? —no pude evitarlo e intervine.
Al igual que las manos de Lutz, las manos de Theo se movían exitadas.
—Esto es problemático. Permítame cortarlos a ambos con mi espada.
Un solo caballero estaba parado tras de ellos, sonriendo de forma similar mientras desenvainaba su espada.
La vena que sobresale de mi frente debe ser solo mi imaginación.
SE REQUIERE URGENTEMENTE LA AYUDA DE UNA PERSONA SENSATA.

♥ ❤ ♥

               

15 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 41: La vergüenza de la princesa reencarnada”

  1. Me encanto este capitulo, es que la princesa es tan adorable que no pueden evitar querer acariciarla jejejheje y hay esta su guardia que va a matar a cualquiera que la toque jejejeeje

  2. “Tienes razón. La verdad es, que me embriaga el deseo de empujarla al piso y llenarla de afecto.”…que afecto le quieres dar Lutz

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