Mi hermana, la heroína – Capítulo 32

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Para ser honesta, por un momento consideré permitirle a Surfania regresar a la Mansión.

Puede sonar frío, pero pensé que uno de los sirvientes podría volver con ella mientras el otro se quedaba con Mishuli y conmigo. En otras palabras, no creo que sea una mala idea que nosotras las hermanas disfrutemos la experiencia de incógnito sin ella.

Aunque nunca hubiera esperado que Surfania regresara llorando de la forma en que lo hizo.

Mishuli casi nunca lloró de niña, así que no tengo experiencia con niños llorando. Sin embargo, siempre estoy dispuesta a obtener nueva experiencia.

Después de todo, yo fui quien pensé en que dejar la casa sería una buena idea. Se vería mal si me retractara de mis palabras, así que intenté calmar a la llorosa Surfania para que pudiéramos ir a mirar las tiendas.

—Surfania, debes dejar de llorar ya…

—No estoy llorando —lloriqueó.

—Señorita Surfania, ¿está bien?

—… ¡E-Estoy bien!

Bueno, no tiene más opción que contener sus lágrimas cuando no sólo una genio, pero incluso Mishuli que tiene dos años menos que ella, la mira con preocupación. Antes de que lo supiéramos, Surfania comenzó a caminar obstinadamente.

—¡Vamos, no tenemos todo el día!

Es tan terca como siempre. Pero viendo que ahora está apretando mi mano con fuerza, por lo menos fue capaz de aprender.

Aun así, sigue siendo bastante estúpida.

—… ¿A dónde está yendo?

— ¿Quién sabe?

Surfania está tirando de nosotras sin ningún destino en particular. Mishuli y yo nos preguntamos esto y nos reímos. Es la primera vez que cualquiera de nosotras viene aquí, así que no hay forma en que Surfania sepa a dónde está yendo. Sólo se está moviendo hacia adelante.

Bueno, no es como si tuviéramos algún plan, así que la seguimos y paseamos por aquí.

—Me gustaría comer mientras caminamos.

—No parece haber alguna tienda.

Al principio nos sorprendimos por la cantidad de personas que hay, pero una vez que nos acostumbramos pudimos examinar las cosas de cerca. Hay puestos extravagantes de comerciantes que son dueños de puestos grandes que tienen algunas tiendas pequeñas alineadas en el camino.

A primera vista luce desorganizado, pero aparentemente hay algunas reglas. Probablemente este distrito venda bienes para el hogar y objetos de entretenimientos. Pero aun así, hay varias cosas que nunca vi antes.

Aunque no encontramos nada que nos llamara la atención, se ven bien para comprarlos. Mientras caminábamos por ahí, Surfania se detuvo repentinamente.

—¿Qué sucede?

—Eso es…

Seguí la mirada de Surfania y me encontré con una esquina en la calle con un gran toldo dándole sombra.

Claramente era diferente de todas las tiendas que vimos hasta ahora. ¿Qué será?

Mientras me enfocaba en ella, escuché un chasquido. Antes de poder descubrir qué era, pude suponer por qué Surfania se detuvo.

—Hermana, ¿qué están haciendo?

—Es un juego de mesa. En él, mueves las piezas intentando tomar las del oponente.

Es el mismo juego que solemos jugar con Surfania regularmente. Hay mesas redondas alineadas bajo el toldo con personas jugando en cada una. Lucía como una casa de juego. Es probable que en algunas de ellas se están haciendo apuestas.

—Hmm…

Mishuli parecía no tener interés en esto. Es una reacción normal dado que ni siquiera sabe las reglas.

Sin embargo, Surfania ama este tipo de juegos.

—…

Ella estaba observando esa esquina con ansias. Era el mayor tiempo que le dirigió su mirada a algo en este mercado.

Santo Cielo, pensé mientras me encogía de hombros.

—Surfania, ¿quieres ir a ver?

—… No me importa acompañarte si estás interesada.

¿Por qué tiene que parecer tan contrariada? A pesar de sus palabras, ella claramente quería ir. No pude evitar sonreír cuando la vi.

—Sí, sí, estoy muy interesada. Así que por favor ven con nosotras, Surfania. ¿Cierto, Mishuli?

—Sí, ¡yo también quiero ir!

Mishuli entendió rápidamente lo que estaba haciendo y asintió con una mirada sincera.

—Ya… veo… Supongo que no tengo más opción. Vamos.

En este momento estaba sintiendo bastante lástima por ella, así que decidí permitirle mantener su orgullo mientras la dirigía a donde quería.

Así, fuimos dentro de la tienda y nos encontramos de inmediato por una multitud de sonidos de piezas de juegos moviéndose por los tableros. Surfania reaccionó a esos sonidos. Se veía incluso más impaciente que antes mientras sus ojos se movían de aquí para allá, escaneando los juegos.

—Hmm…

La mayoría de estas personas son adultos, pero si nos dejan, me gustaría jugar con personas de nuestra edad. Eso funcionaría mejor con mi plan para volverme independiente de mi hermana.

Mientras consideraba esto, descubrí una mesa rodeada por niños que parecían tener cerca de diez años. Las personas suelen confundir habilidad con edad, así que naturalmente los jugadores más jóvenes fueron separados en su propio grupo.

Por suerte para nosotros, parecía que su juego acababa de terminar, y la persona que perdió se levantó de su asiento. Aparentemente, este era el tipo de torneo donde el perdedor cedía su lugar.

—Surfania, ¿por qué no lo intentas?

—… Creo que lo haré.

Por alguna razón respondió algo rígidamente a mi sugerencia. Surfania nunca había venido a un lugar como este antes, ni había competido contra nadie que no fuera yo, así que probablemente esté nerviosa. Sus movimientos eran tensos, pero logró tomar el lugar.

Bueno, ¿quién es su oponente entonces? Mishuli y yo nos unimos al pequeño grupo de espectadores y nos giramos hacia el oponente de Surfania.

Dejé escapar un pequeño sonido de sorpresa cuando vi un rostro similar.

—Ah.

—Es Leon.

—¿Huh?

Leon miró en nuestra dirección cuando escuchó su nombre.

—¿Huh? ¡Mishuli! Y…

Su rostro se iluminó cuando vio a Mishuli, que había llamado su nombre. Entonces miró a la persona que estaba tomando su mano y palideció de inmediato mientras tartamudeaba.

—… ¿Q-Qué te trae aquí? Señorita.

—¿Quién te dio el derecho de llamarme así? —le dije sin emoción a Leon, cuya voz tartamudeaba bastante patéticamente. Por alguna razón, temblaba como si estuviera asustado.

—¿…?

Surfania miró la escena de la que no tenía idea cómo comenzó. Sólo pudo inclinar su cabeza confundida.

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