Con el Rey Demonio – Capítulo 7

Traducido por Jenei

Editado por Sakuya


Tokimori llegó a su destino y se encogió en un rincón de su habitación. La habitación que una vez pensó que estaba en el lado más grande para alguien que vivía solo, se sentía increíblemente estrecha, y se hacía difícil respirar. La razón era el demonio vagando en su habitación. Yato quería interactuar con Tokimori, pero el aura negativa que emanaba de él, lo detuvo, y no se acercaría más. Una vez que se excusaron de la casa principal, Tokimori había sido así durante casi un día completo. No sentía ganas de dormir, ni comer, y sólo bebía agua mientras trataba de escapar de la realidad. Su habilidad para pensar se deterioró en su mente angustiada y confusa, así que aunque la débil esperanza de que todo lo que pasó ayer fuera un sueño había surgido dentro de él, la desconocida voz profunda de un hombre la extinguió.

—Tokimori. Lo siento. Lo siento por ocultarlo de ti. Así que, por favor, come algo. Te vas a desmayar.

Tokimori ni siquiera levantaba su cara, y mucho menos respondió. Este Yato grande y potente, no era el Yato de Tokimori. Mentir a Tokimori durante dieciséis años, engañarle, incluso engañar a Katsumoto y al jefe de familia, fue una cruel traición.

Ser traicionado lo haría triste o amargo. Enojado. Sin embargo, la emoción que más se apoderó de Tokimori fue el miedo. Yato era como el magma de un volcán en erupción, incluso estar cerca de él era aterrador. Además de eso, los brazos de Akatsuki el demonio de Masanori que eran agarrados, siendo golpeado alrededor como si no fuera nada, su expresión aterrorizada, se grabó en sus ojos. Yato había protegido a Tokimori del ataque de Akatsuki. Pateó a Akatsuki porque estaba enojado cuando trató de hacerle daño a Tokimori, así que si el jefe de familia no hubiera enviado a Akatsuki tras él, probablemente Yato no lo habría atacado. Lo sabía, pero no podía llamar a esa inmensa fortaleza nada más que aterrador. Estaba agradecido de haber estado entre él y Akatsuki, y que lo salvara, pero cuando pensó en cómo Yato fue la razón por la que fue atacado en primer lugar, perdió su voluntad de darle las gracias.

Antes de subir al auto para irse de la casa principal, Tokimori le preguntó a Yato con voz temblorosa si podía volver a ser un pequeño demonio, ya que los grandes demonios lo asustaron, pero Yato no le escuchó. Sin opción, estrecho en el asiento trasero junto a Yato, Tokimori se aferró a la puerta del coche para no tocar al gran demonio. Tokimori en ese estado bajó el ánimo de Yato, lo que le hizo disculparse, y trató de hablar con él. Yato tenía la impresión de que su relación con Tokimori no había cambiado en absoluto.

No había manera de que pudiera aceptar esto. Hasta ayer, Yato podía sentarse en su regazo, y podía sujetarlo en sus brazos. Era un demonio pequeño y débil perfectamente adecuado para el más débiles de los débiles Tokimori, no había manera de que nada cambiara cuando de repente se convirtiera en un demonio grande, inmensamente poderoso, que parecía que podía incinerarlo sólo por acercarse. Además, rara vez se veían demonios de 190 cm en el mundo humano. El actual Yato le hizo pensar en el demonio aterradoramente grande que se aferraba a la ventana de su casa, siempre observándolo, con esos grandes cuernos. Cada vez que salía fuera, lo seguía como un acosador, y como no había un día en que no viera a ese demonio, tenía miedo de que algún día lo comieran y pasaba sus días llorando. Se alegró cuando ya no vio a ese demonio. Fue alrededor de la misma época que el pequeño demonio Yato había aparecido, era como si hubiera cambiado de lugar con Yato…

— ¡…Ah!

Tokimori gritó en voz baja.

— ¿Q–qué pasa?

Yato, que estaba vagando a dos metros de distancia de él, se detuvo en seco mientras le preguntaba nerviosamente.

Una vez que regresaron al apartamento, Tokimori le dijo que estaba prohibido acercarse a él, y si daba un paso más cerca que eso, nunca lo perdonaría mientras viviera, así que Yato no se acercó más. Yato, asegurándose de escuchar lo que dijo, hizo que su pecho se agitara mientras volvía su mirada hacia las rodillas de Yato, y entonces comenzó a murmurar.

—Ese eras tu, ¿verdad?

— ¿Huh?

—El gran demonio que se aferraba a mi ventana y me hacía llorar. La primera vez que viniste no era cuando yo tenía cinco años, ¿verdad? No sé por cuánto tiempo, pero siempre me verías en esa forma, ¿no?

El Yato de pie se agachó, luego se sentó con las piernas cruzadas, para que Tokimori pudiera verlo incluso con la cabeza baja.

—Sí. Habían pasado al menos diez años desde que había oído que había nacido un maestro demonio, así que fui a echar un vistazo. Tú y tu madre acababan de salir del hospital, así que estabas durmiendo en una manta blanca pura. Eras tan lindo. Tu abuelo y todos los demás hablaban de esto y de aquello, pero estabas durmiendo. Cuando llamé tu nombre sin embargo, te despertaste. Oíste mi voz. Cuando nuestros ojos se encontraron, no podía quitarlos de ti. Desde entonces, todo lo que he pensado es en ti, Tokimori.

—Desde entonces…

Tokimori murmuró, atónito.

Dijo que justo después de regresar del hospital, en otras palabras, unos días después de su nacimiento. Yato había estado a su lado desde que nació. Un recién nacido apenas tenía la vista, y mucho menos el enfoque visual, pero había oído a un bebé maestro demonio, mientras no podía reconocer la cara de sus propios padres, podría reconocer inmediatamente a un demonio. Puesto que también podían escuchar la voz de un demonio a la perfección, probablemente no fue una coincidencia que Tokimori reaccionó a Yato llamándolo. Por razones desconocidas, el pensamiento natural “aah, realmente soy un maestro demonio” finalmente se hundió. Tal vez Tokimori contento, que insistió en no hablar, había hablado con él, Yato comenzó a hablar de los viejos tiempos, Tokimori no tendría recuerdos de tan joven edad.

—Sabía que tenías miedo de mí. A pesar de que eras un bebé que no podía hablar todavía, cada vez que te miraba, harías una cara terrible y llorarías. Yo quería hacer algo al respecto de alguna manera, así que me metía a escondidas en tu casa cuando tu familia no estaba alrededor y hacia caras divertidas para ti…

— ¿¡T–tu entraste en la casa!?

Tokimori lo interrumpió. Reflexivamente miró al rostro de Yato, pero terminó bajando la cabeza frenéticamente. El pelo de todo su cuerpo estaba de punta. Dado que los demonios siempre se quedaban fuera de su casa, su inocente e ingenuo joven yo creyó que estaba a salvo dentro de su casa, pero ahora sentía miedo.

Con un tono que no parecía capaz de entender por qué Tokimori estaba tan sorprendido, Yato descaradamente lo confirmó.

—Bueno, entré ¿no? No importaba si había muros o si las puertas estaban cerradas, y tú eras el único que podía verme. Así que, para hacerte como yo de alguna manera, siempre que tu familia no estuviera cerca, te recogería así, y te elevaría cada vez más alto, pero empezarías a llorar como si no hubiera mañana, y tuvieras dificultades de respiración. Tu madre llegaría corriendo cuando oyó tus llantos, y llamó a la ambulancia en pánico. Puesto que llorarías no importaba lo que hiciera, no intenté entrar en la casa durante tus años de rastreo. No quería hacerte sufrir.

—No actúes como si me estuvieras haciendo un favor. Si no querías que sufriera, debías haberte alejado de mí antes. Lloré porque tenía miedo de ti. Además, incluso si no entraste en la casa, me verías todos los días desde la ventana.

—Sólo mirar está bien, ¿no? Malo.

— ¿M-Malo?

Su tono excesivamente hacia adelante hizo que Tokimori reflexivamente volviera a mirar hacia arriba, tratando de echar un vistazo a Yato, pero se dio por vencido después de tres segundos y apartó la mirada. Yato miró directamente a Tokimori, pero incluso si era para mirarlo, no pudo mirarlo a los ojos.

—Puede que te haya asustado, pero he impedido que otros demonios entraran a tu casa y ahuyentaría a los demonios que trataran de acercarse. Si no estuviera allí, otros demonios se habrían enganchado a un adorable maestro demonio como tú, y te habrían ensuciado.

— ¿Estás usando eso como una excusa? ¿Es por eso que no me dejas hablar con ningún demonio que no sea tú, incluso ahora?

—Estaba guardándote. Absolutamente no permitiré que ningún demonio extraño se acerque a ti, o te hable. Siempre te protejo, veinticuatro horas al día, ya sea por la mañana o por la noche, para que puedas estar a salvo.

—…..

Desde que nació, Tokimori había encontrado innumerables demonios. Había muchos que lo miraban como si quisieran decirle algo, pero ninguno de ellos se acercaba lo suficiente para tocarle o hablarle, así que siempre pensó que era así como los demonios eran, pero eso también puede haber sido un pensamiento totalmente sin fundamento.

—Como puedes ver, soy un demonio muy útil. Soy extraordinariamente poderoso. Me enorgullezco de ser una fortaleza de seguridad inexpugnable, y un demonio excepcionalmente capaz.

Tokimori escuchó a Yato cantar sus propias alabanzas atónito, pero de repente confundido, le preguntó.

—Eso es porque eres fuerte ahora, pero como un pequeño demonio eras débil. No sé cuántos demonios trataron de acercarse, pero ¿cómo fue que un demonio como tú, fue capaz de perseguir a otros demonios? No me digas que volverías a tu forma actual una y otra vez cuando no estuviera cerca.

—No. No he vuelto, ni siquiera una vez. Yo estaba bajo el disfraz de un demonio pequeño, en realidad no me hizo más débil. Si me apetecía, podía usar mis verdaderos poderes en la forma de un pequeño demonio. Como no podía usar mis poderes delante de ti, tuve que esconderlos de todos modos, así que te dejé acercarte a otros demonios, pero eso realmente no fue por elección. Nunca lo permitiré de ahora en adelante. Tu único demonio soy yo.

—Entonces vuelve a ser un pequeño demonio. Si puedes usar la misma cantidad de energía, es igual si eres grande o pequeño. Ni siquiera tiene que ser cuarenta centímetros, pero lo suficientemente grande como para mantenerte en mi regazo está bien.

Tokimori dijo obstinadamente. En todo caso, Yato era demasiado grande. Si por lo menos volvía a la forma en que solía tener, puede ser un poco más accesible.

—Oye, Tokimori. Es demasiado tarde para volver a ser pequeño ahora ¿no?

Yato le dijo en voz baja como si estuviera tratando de pacificar a un niño lanzando una rabieta. Era una solución superficial, por lo que la realidad no cambiaría. La verdadera fuerza de Yato era como si el sol brillara sobre él, sin un lugar para escapar, todo su cuerpo temblaba, no había manera de que las cosas pudieran resolverse simplemente haciendo la vista gorda.

—Yo era así desde el principio. Puesto que llorarías cada vez que me vieras, pensé largo y tendido en cómo podría evitar que te asustara, y llegué a disfrazarme de un pequeño demonio. Ser físicamente más pequeño y debilitar mis habilidades era mucho más difícil de lo que pensaba, pero cuando pude hacerlo bien, finalmente cumpliste cinco años. ¿Recuerdas cuando me senté junto a tu almohada?

—…..

Tokimori asintió sin decir una palabra.

—Ese día fue la primera vez que me viste y no lloraste. Hablabas conmigo normalmente, me llamabas, me sonreías. Estaba tan feliz que me sentí como si estuviera bailando.

La voz de Yato, que hablaba con tanta intensidad, rebosaba de alegría. Se sorprendió al ver al pequeño demonio sentado en su almohada, ya que su casa debía haber sido una fortaleza en la que ningún demonio podía entrar, pero no tenía miedo. En ese momento, Yato era lo suficientemente pequeño para encajar fácilmente en la mano del Tokimori de cinco años, su rostro sonriente era encantador, y más que nada, era hablador. Tokimori también se alegró de haber conocido a Yato. Era el único que sinceramente escuchaba a Tokimori, lo aceptaba sin regañarle por tener miedo de los demonios, o llorar. Era un amigo querido que entendía a Tokimori mejor que nadie, sin duda seguiría siendo su aliado y el guardián que siempre estaría a su lado.

Además, le había prometido que nunca comería humanos. Incluso si volvía a ser tan grande, probablemente todavía tuviera efecto. Sin embargo, si él era tan fuerte, ¿significa eso que Yato comió humanos antes de conocer a Tokimori? Apretó los dientes y se abrazó con fuerza.

No había forma de estar seguro. Tokimori sabía que no iba a recibir una respuesta que él quería oír. Los labios que habían besado a Tokimori innumerables veces habían comido a humanos… cuando pensó en eso, sintió ganas de vomitar, por lo que hizo un esfuerzo consciente para no pensar en ello. Yato estaba diciendo que su relación no había cambiado, pero eso estaba mal. Acompañando la transformación de Yato, los cambios de sentido de Tokimori eran inevitables.

—…¿por qué yo? ¿Por qué no un maestro demonio que podría manejar un demonio fuerte como tú? ¿Sabes cómo soy, verdad?

Quería saber por qué lo había escogido para ser su amo. Le había preguntado antes, pero nunca obtuvo una respuesta que pudiera entender, por lo que tenía curiosidad. Incluso si no lo miraba, podría decir que Yato estaba inclinando la cabeza.

—Porque te amo, Tokimori. Si me preguntas por qué te amo, realmente no lo sé. He vivido mucho tiempo, pero fuiste el primer maestro demonio que fui a ver. No tenía interés en maestros demonio o sirvientes. Aun así, cuando oí que habías nacido, decidí ir a verte sin vacilar. Vine a tu casa como si estuviera siendo arrastrado allí, y una vez que te vi, nunca pensé en estar lejos de ti. Sentí que quería convertirme en tu demonio y protegerte. No pensé en tus habilidades como maestro demonio. De cualquier manera, te amo.

Lo mismo que antes, no le dijo nada sensato. Puede haber sido imposible buscar la razón o una explicación directa de un demonio. Los demonios tenían fuertes gustos y disgustos, tenían una disposición que les hacía obedecer sus emociones básicas. Ellos eran fieles a sus deseos, y no se darían por vencidos hasta que su codicia se satisfizo sin retener. Los únicos que trabajaban con el autocontrol eran los sirvientes demonio.

Entonces, ¿qué quería Yato? se preguntó Tokimori. Hicieron pequeños trabajos como buscar a personas desaparecidas, hacer que la gente se perdiera, robar documentos, todo mientras querían mudarse a un lugar donde su familia no podía interferir, donde podían vivir pacíficamente sólo los dos, hasta ayer, eso había sido su sueño. Cuando realmente pensó en ello, no fue otro que Tokimori quien dijo que eso era lo que quería hacer, y Yato había accedido. Si Tokimori tenía un sueño diferente para el futuro, probablemente estaría de acuerdo con eso.

—… Kh

Repentinamente sintiendo una presencia, Tokimori alzó la cara. Yato a cuatro patas se acercaba lentamente a Tokimori. Debería haber estado a dos metros de distancia, pero había llegado a un metro más cerca.

— ¡Yo… te dije que te alejaras! ¡Vuelve a donde estabas!

Gritó Tokimori mientras apretaba la espalda contra la pared.

Yato se detuvo apenas a unos treinta centímetros delante de él. Con ambas manos aún en el suelo, su postura era como una bestia.

—No desvíes la vista, mirame… mira.

Sorprendido por la tristeza en su voz, Tokimori volvió su rostro completamente desviado hacia él. Vio un rostro desconocido y un cuerpo desconocido. Lo único que le resultaba familiar eran sus pupilas de gato. Su pelo era un poco más largo que cuando era un pequeño demonio. Tal vez para no asustar tanto a Tokimori, él retiró sus cuernos largos, y cambió las garras afiladas en sus manos y pies, así que él no parecía muy diferente de un ser humano. Era guapo y varonil. Tenía una nariz fina, una boca firme, sus claros ojos dorados brillaban con una fuerza peculiar. Los músculos suaves se mostraban en su morena piel lisa, él podría casi llamarlo hermoso.

Si no fuera un demonio.

Tokimori frunció las cejas con tristeza. Incluso teniendo en cuenta que era inútil. Dejando a un lado su gran cuerpo, el poder demoníaco que tenía Yato era demasiado inmenso, sentía que lo consumiría. Yato abrió la boca.

—Oye, Tokimori. Este es el verdadero yo. Incluso si ayer no sucedió, planeé volver a esta forma con el tiempo. Porque, nunca sería capaz de hacerte el amor como un pequeño demonio, Tokimori.

— ¡….!

La cabeza de Tokimori retrocedió demasiado y golpeó la pared detrás de él. Incluso si quería volver más lejos, no podía. Se acercó las rodillas a su pecho, intentando inconscientemente proteger su cuerpo. El aire que rodeaba a Yato estaba mezclado con algo sexual. No había duda al respecto. Los ojos serios que miraban a Tokimori estaban llenos de emociones hacia él. No podía apartar la vista. Le había dado esa misma clase de mirada cuando era un pequeño demonio también, pero crecer hasta convertirse en un adulto le daba mucha más fuerza.

—Te quiero, Tokimori. No los besos que recibo como recompensas por el trabajo, quiero hacertelo. Quiero mantenerte tan apretado como pueda, y te estropee. Quiero ver y tocar todo tu cuerpo. Yo no sería capaz de hacerlo como un demonio pequeño, pero con mi cuerpo ahora, podría. Definitivamente también te gustará, Tokimori.

Yato lentamente levantó su parte superior del cuerpo. Pasó de estar de cuatro patas a arrodillarse, y acercó su rostro. No podía hablar. No podía respirar. Él tenía miedo. Sin embargo, él tenía más miedo de ser “amado” por este Yato que se estaba volviendo más y más seguro. Era un Yato que no conocía.

—… Kh

Antes de que sus labios pudieran presionarse juntos, Tokimori empujó a Yato con todas sus fuerzas.

Se alejó, pasó junto a Yato y corrió hacia la puerta principal.

— ¡No te muevas! ¡Si viene detrás de mí, nunca volveré a hablar contigo!

Se dio la vuelta para gritar. Yato, que estaba a punto de ir tras él, de pronto detuvo su mano extendida. Tokimori se metió los pies en los zapatos y huyó del apartamento. No tuvo tiempo de esperar a que el ascensor bajara del otro piso, así que corrió por las escaleras.

Era de noche afuera, por lo que estaba oscuro. Sin saber a dónde se dirigía, corrió en la dirección en que lo llevaron sus pies. Una vez que estaba tan sin aliento que era doloroso, caminó, pero una vez que recuperó el aliento, corrió de nuevo. No le importaba si Yato lo perseguía o no. Su amenaza infantil sólo detendría a Yato durante un período de tiempo, e incluso sin correr tan rápido como pudiera, como Tokimori, tenía el poder de teletransportarse y aparecer donde quería ir en un instante. Además, sin importar a dónde se dirigiera Tokimori, Yato sabría dónde estaba. Él sabría mientras la sangre que él tomó de Yato para su contrato exista en su cuerpo. Puede haber sido inútil para él correr como esto, pero hubo momentos en que hacer algo inútil era necesario.

Tal vez su cuerpo había estado evitando calles oscuras por sí solo desde que Tokimori terminó en un distrito comercial. Había luces de neón brillante, y a pesar de que era en medio de la noche, era ruidoso con multitudes de gente yendo y viniendo. No era exactamente un lugar decente. Tenía el olor del alcohol y el sexo, un lugar con un aire sombrío lleno de los motivos ocultos de los seres humanos, y los lazos del dinero, habría sido fácil llamarla una tierra de tentación. Desde que había estado corriendo, se había calmado un poco, así que pensó que mataría el tiempo en alguna parte, pero no podía pensar en ningún lugar adecuado. Había huido impulsivamente, por lo que se vio obligado a no tener su cartera o teléfono celular con él. Estaba sediento, pero en su estado, ni siquiera podía comprar nada para beber de una máquina expendedora. En cualquier caso, no tenía ganas de volver a su apartamento, por lo que por el momento, se dirigió a la estación de tren más cercana del distrito naviero. Caminaba silenciosamente entre la multitud cuando sentía una mirada en él de vez en cuando.

Era Yato.

Pensó que seguiría escondiéndose en las sombras de los edificios, pero cuando un borracho se tambaleó hacia él, Yato lo empujó antes de tropezar con Tokimori. Lo ignoró.

Cuando olía el olor del curry que flotaba desde allí, recordaba que no había comido en todo el día. El estómago que olvidó que existía, empezó a gruñir por comida.

Tenía el estómago vacío. Olía el olor del curry que no podía comer, lo cual sacudió su estómago vacío casi asesinamente. Cuando el cuerpo grande de Yato se movió descaradamente en su vista, él chasqueó su lengua completamente molesto. Era culpa de Yato que no hubiera comido en todo el día, y salió corriendo de su casa con las manos vacías. Yato lo había engañado durante dieciséis años después de todo. A pesar de que nunca perdonaría a Yato, o que nunca lo aceptaría, trató de aprovechar el momento y besarlo. Sin buscar una solución al problema que cambió la vida de Tokimori tan de repente, provocada por la transformación de Yato, Yato había tratado de besarlo.

— ¡… no tiene vergüenza!

— ¿Quien?

Cuando la voz de una persona respondió a su maldición involuntaria, Tokimori literalmente saltó. Antes de que sus ojos se abrieran de par en par al asesino demonio que gritó a Tokimori y Yato hace cuatro días.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido