Bajo el roble – Capítulo 35: Su flagrante ignorancia 

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


En el estudio silencioso, el aire parecía más pesado que en cualquier otro lugar. Excepto por el revoloteo de las páginas, no se escuchaba ningún otro sonido. Solo había dos personas en el estudio, sin embargo, era más sofocante que una habitación llena de personas gritando a todo pulmón.

Mientras hojeaba las páginas del libro mayor, de vez en cuando, Ruth se presionaba el centro de la frente con el índice como si tratara de precisar sus emociones. Mientras recorría línea tras línea, palabra tras palabra, sus pensamientos no se atrevieron a reflejarse en su rostro.

Cerca de allí, la torpe Max se quedó quieta, como una niña que ha sido reprendida por sus malas acciones. Su mirada estaba fija en el libro mayor, como si tuviera un poder autoritario sobre su futuro. Cada vez que pasaba una página, su corazón se detenía. Cada segundo fugaz, echaba un vistazo al rostro vacío ante ella, tratando de medir el estado de ánimo del otro.

Sin embargo, no pudo recoger nada y solo pudo volver a sentirse más malhumorada.

Después de lo que pareció una eternidad, su auditoría sin palabras finalmente había llegado a su fin. La parte encargada de la creciente tensión en la sala, dejó escapar un profundo suspiro y se frotó bruscamente la cara por costumbre. Luego, se volvió hacia ella, la única otra persona en la habitación y, sin preámbulos, la miró directamente a los ojos.

—No sé de qué hablar primero —dijo impasible.

Max, que ahora era un manojo de nervios, sintió ganas de meterse en un agujero. Tenía poco coraje para afrontar lo que estaba por venir.

—¿Estás segura de que tienes todas las facturas de compra aquí? —Su rostro no traicionó sus pensamientos incluso ahora.

—¡Si, sí! Los recibos están allí…

Él entrecerró los ojos ante la pila de papel de pergamino a la que ella se refería, luego cerró el libro de contabilidad con un golpe que resonó en la silenciosa habitación. Max se estremeció ligeramente.

—Podemos empezar mañana porque ya es bastante tarde —sugirió solemnemente.

—No… no… pu… puedes decirme que… que no ahora… —Ella había estado al borde por demasiado tiempo, cuanto antes terminara, mejor sería. Si tenía que pasar por esto por un minuto más, colapsaría por una crisis nerviosa. Sin embargo…

—Este libro de cuentas no es algo que podamos arreglar en un par de días.

Max frunció los labios de inmediato, silenciada por las duras palabras. ¿Qué podía decir? Al final, todo lo que pudo hacer fue asentir en silencio, ardiendo en silenciosa vergüenza.

♦ ♦ ♦

—¡Llegaste temprano!

A la mañana siguiente, Max se apresuró a ir a la biblioteca tan pronto como se despertó. No quería retrasar ni un momento más de lo necesario para arreglar el libro mayor. Había pasado toda la noche nerviosa, las bolsas debajo de los ojos sirvieron de prueba.

Cuando vio a la delicada figura entrar corriendo en la habitación, Ruth la saludó con un bostezo perezoso y poco impresionante. Estaba durmiendo en un rincón, vestido con su habitual ropa andrajosa de antes. Parecía que le costó un gran esfuerzo enderezarse, y la mirada que le lanzó todo el tiempo fue la de alguien que había sido perturbado en medio de algo muy importante.

Max entrecerró los ojos, claramente consciente de lo que significaba la mirada sobre ella. Se había escapado de su habitación poco después del amanecer. Antes de irse, se había limpiado la cara con una toalla húmeda, no queriendo toparse con ningún sirviente que pudiera ver su estado descuidado. Para cuando llegó aquí, estaba jadeando y una fina capa de sudor se había abierto paso en su rostro sonrojado.

¿Y este hombre, que vivía libre y tranquilo, la estaba acusando silenciosamente de invadir su privacidad mientras ella había pasado la noche entre alfileres y agujas? Si alguien supiera que él era el que temía Max, se burlarían de él y dirían que era una tontería.

—Veamos primero los registros de compras. Deberíamos cancelar cualquier pedido innecesario antes de que sea demasiado tarde.

Sin perder un momento, sacó una silla del escritorio, se puso cómodo y fue directo al grano. Sorprendida por el repentino cambio de comportamiento, Max se acomodó el cabello despeinado y desordenado detrás de la oreja en un intento por ocultar su malestar y tomó asiento en silencio frente a él.

Intentó romper el tenso silencio.

—El co… comerciante ven… vendrá esta tarde. Puedo cancelar cualquier pedido hoy mismo.

—Muy bien —respondió él.

Organizó hábilmente los papeles de pergamino por fecha y comenzó a revisar cada uno de ellos en detalle. Mientras él miraba los registros, ella se agarró la falda nerviosamente y esperó conteniendo el aliento, sin atreverse a decir algo que pudiera molestarlo.

—En primer lugar —dijo finalmente—. 20 lirams por una baldosa de mármol… lo anotaste incorrectamente. Una loseta de mármol de 10×10 cm por 20 derhams no es un precio ridículamente caro. No, en realidad es bastante barato.

Justo cuando Max suspiró aliviada, descubrió que había celebrado demasiado pronto. Ruth dio unos golpecitos en el escritorio con los dedos y continuó con el mismo tono indiferente.

—Pero no estoy seguro de si el cambio de piso del vestíbulo y sala de banquetes en baldosas de mármol es necesario. No hace mucho se cambiaron a baldosas de piedra —dijo y suspiró—. Creo que no hay nada que podamos hacer ya que la construcción ya ha comenzado. Sin embargo, el señor Calypse se merece este tipo de lujo, por lo que debería estar bien.

—Pero… pero no han empezado con el salón, así que podemos cancelar…

—Eso sería genial, gracias —respondió secamente y pasó a las otras secciones.

—Todo lo demás se ve bien. Pasamanos de escaleras, barandillas de balcones, alféizar de ventanas, cortinas y alfombras, adornos de pared, muebles, candelabros y estatuas, fuente… ¿fuentes?

Su voz plana chilló cuando llegó al final de la lista. Max se estremeció como si alguien le hubiera dado una palmada en la espalda. Giró la cabeza y la miró con ojos entrecerrados, exigiendo tácitamente una explicación. Incapaz de atreverse a mirarlo directamente, apartó la mirada y empezó a soltar excusas.

—El co… comerciante dijo que se vería bien en el jardín…

—¿Sabes cuánto dinero se destina al mantenimiento de una fuente? ¡Obtener el agua es una construcción enorme en sí misma! ¿Y además, está hecho de mármol y cristal? ¡Ese bastardo está tratando de estafarte!

Ante su grito enojado, Max bajó la cabeza. Parecía que se había reducido de tamaño. No importa cuán lamentable pareciera, sus comentarios cáusticos no llegaban a su fin.

—¿Y de dónde surgió la idea de cambiar todas las ventanas del castillo con vidrio de alta calidad? ¡Este es un tipo de lujo que habría tenido el emperador durante la dinastía Roem! ¿Sabes lo caro que es el vidrio?

—El castillo de Croix tiene ventanas vidriadas…

—¡Eso es porque es propiedad de la familia Croix! Señora, ¡su padre es una de las personas más ricas de los Siete Reinos!

¡No podía creer que ella estuviera comparando polos opuestos! Si lord Calypse era rico, entonces la riqueza del duque de Croix solo podía describirse como exorbitante.

Incluso los plebeyos eran conscientes de este hecho, ¡¿cómo podría su propia hija ignorarlo?!

Ruth se golpeó el pecho con frustración. Intentaba en vano sofocar su agitación, sabiendo bien que estaba hablando con la señora de la casa. Pero sus emociones no podían apaciguarse con sus ridículos planes. Aun así, explicó con tanta calma como pudo.

—El vidrio no es práctico. El aislamiento del vidrio es extremadamente deficiente y no será diferente a vivir con las ventanas abiertas. Además, los caballeros a menudo entrenan en el patio trasero y será solo cuestión de tiempo que esas costosas ventanas se rompan en pedazos por las espadas oscilantes. Otra cosa, se raya fácilmente, por lo que será un desafío administrarlos. Los sirvientes pasarán la mayor parte del tiempo puliendolos y pronto, le faltarán manos para cuidarlos.

Cuando expresó los puntos en los que Max nunca había pensado, ella se calmó aún más. Miró hasta el último billete y solo entonces su rostro se suavizó un poco. Se desconoce si fue la realización de su brusquedad hasta ahora o el mero contenido del proyecto de ley, aun así, las siguientes palabras tenían un dejo de suavidad.

—Afortunadamente, no todo está perdido. ¿Por qué no aceptamos cambiar las ventanas del salón principal, la sala de banquetes y algunas de las habitaciones de invitados en vidrio, y las habitaciones restantes se pueden utilizar ventanas de madera o metal recubiertas con vidrio y tener una doble cubierta para aislamiento? Será muy útil en el invierno si agrega una puerta exterior y la deja entreabierta para dejar entrar el aire fresco. Eso será suficiente para mostrar su riqueza a los invitados sin hacer un agujero en su bolsillo.

Sacó un nuevo trozo de papel de pergamino y dibujó un plano del castillo mientras explicaba. Max miró el dibujo sin comprender y asintió.

—Enti… entiendo. Le diré eso.

—La fuente de cristal es un gasto innecesario.

Se echó el papel de pergamino que tenía en la otra mano sobre los hombros y sumergió la pluma en el tintero mientras colocaba una nueva hoja de papel frente a ella.

—Vamos a deshacernos de los objetos innecesarios uno por uno, dejare solo los verdaderamente necesarios —dijo, aparentemente tomando las riendas en su mano.

Max, desconcertada, se limitó a mirar la pluma con horror. Ella esperaba que él escribiera el libro mayor por ella, pero aquí estaba simplemente alistando cosas y entregándole la nuevamente la responsabilidad. ¡Ciertamente no quería que se repitiera la sesión de reprensión!

—¿Qué pasa si cometo un error de nuevo… —Ella trató de insinuar que él debía redactarlo.

—Te ocuparás de esto en el futuro. Te guiaré en la dirección correcta, así que no te preocupes. —Él había dejado clara su postura.

Ella miró el libro de contabilidad, sintiéndose perdida. Su cabeza estaba en blanco como el papel que tenía delante. Max, presa del pánico, examinó los billetes y buscó algo para escribir. Trató de calmarse y buscó el registro de compra más antiguo y anotó los artículos comprados y los detalles con él. Hizo lo mismo con el número de personas contratadas, sus salarios y período de contrato, y luego… las cosas comenzaron a complicarse con solo su escaso conocimiento en el trabajo.

Max apretó la pluma, garabateando números mientras el sudor le caía por las sienes. ¿Cuánto valía cada moneda? ¿Cómo debo calcular? Ella se volvió desconcertada por un segundo. Sus dedos apretaron fuertemente la pluma como para exprimir las respuestas.

Al darse cuenta de lo nerviosa que la había puesto un simple libro mayor, Ruth frunció el ceño. Parecía tener una inclinación en cuanto a lo que estaba pasando por su mente, pero decidió preguntar antes de asumir cualquier cosa las razones.

—Solo para estar seguro, conoces el valor de cada moneda ¿verdad?

—¡Sí, las conozco!

Ella negó ansiosamente, el horror se apoderó de ella ante la posibilidad de que su secreto fuera descubierto. Sin embargo, el mago la miró con recelo. Bajo el intenso escrutinio al que estaba siendo sometida, Max contuvo la respiración y logró agregar.

—Solo… nunca usé dinero antes, yo…

Sin otro latido, Ruth lanzó una pregunta.

—¿Cuánto son 60 lirams en soldems?

—Eh, ah ¿cuatro?

Dobló y enderezó sus diez dedos y soltó una respuesta que esperaba fervientemente que fuera correcta. Pero ante su mirada fulminante, rápidamente retiró su respuesta.

—¡Tres… tres!

—¿Cuántos soldems obtienes de 24 denars en soldems?

—Es… son…

—¿Qué hay de 10 lirams en derhams?

Casi llorando, el rostro de Max se sonrojó de vergüenza y humillación. Sin embargo, el par de ojos agudos todavía la miraban fijamente, imperturbables por sus emociones desmoronadas.

¡Se acabó! Debe haber descubierto que soy una idiota. Va a pensar que soy una tonta tartamuda. ¿Se lo dirá a Riftan?

Dejó caer la cabeza con temor, un poco más abajo y habría tocado el suelo. Después de un silencio que pareció extenderse para siempre, escuchó un suspiro de cansancio.

—¡Incluso la princesa Agnes no era tan ignorante del mundo! ¿Qué tan protegida fuiste?

Sin poder dar ninguna excusa, se mordió el labio. Su mortificación fue visible para él. Ruth guardó silencio durante un largo momento y exhaló con fuerza mientras él revisaba el bolsillo interior de su bata y sacaba una pequeña bolsa.

—Escuchen atentamente —dijo mientras cogía dos monedas de plata. Uno era grueso y ancho como su dedo medio, y el otro era delgado y ancho… dos tercios de un meñique. Ruth dio unos golpecitos en la gran moneda que llevaba la insignia de un pájaro con las alas extendidas—. Esto es un lirams. Es una moneda de plata que creó el Imperio Roem y se extendió por todo el continente. Vale doce veces esta moneda más pequeña, el derham —dijo señalando la moneda más pequeña.

—Los Derhams son de Rakasim en el continente Sur. Se ha utilizado ampliamente desde que el comercio con este continente ha crecido hace unos años. Es pequeño pero tiene mucho valor.

Ella miró la pequeña plata que él puso en su palma, ocultando su fascinación. Era la primera vez que veía una moneda tan cerca. Ruth la dejó observar un poco y continuó explicando.

—Los lirams son exactamente doce veces más pesados ​​que los derhams. Por eso se cambian doce derhams por una lira.

Luego sacó dos monedas de oro. Uno era grande como una lira y el otro como un derham.

—Este grande es un soldems, creado por el Imperio Roem, al igual que los lirams. Este pequeño es un denar, también de Rakasim. Asimismo, los soldems son doce veces más pesados ​​que los dinares.

—¿Por… por qué el co-continente del sur hace monedas tan, tan pequeñas monedas?

—Los negocios en el continente Sur están mucho más desarrollados que en nuestro país. Si una moneda es demasiado grande, el comercio entre naciones no es posible —respondió como si su pregunta fuera molesta. No podía entenderlo del todo, pero Max no hizo más preguntas. Ruth dejó las monedas y continuó hablando más sobre dinero.

—Las monedas de oro valen 20 veces más que las de plata. Una sola soldadura se cambia por 20 lirams y un solo denar se cambia por 20 derhams.

2 respuestas a “Bajo el roble – Capítulo 35: Su flagrante ignorancia ”

  1. Hola buenos días, disculpen, tengo una duda, veo que la novela al parecer está en pausa, será que ya no se seguirá publicando? Por favor sigan traduciendo esta novela, no es exigencia es una súplica, jeje, pues la verdad es que me he interesado mucho en ella, espero pronto el nuevo capítulo. Gracias

  2. Al fin me liberé para ponerme al día. Ella está haciendo las cosas mal, sincerarse y admitir tus debilidades es la mejor forma de crecer y aprender. Si él no sabe qué tan honda es su ignorancia, no va a poder remediarla.

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