El Duque que odia las mujeres – Capítulo 41: Pasión solitaria

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


¿Se había dado cuenta?

Me detuve a medio movimiento y contuve la respiración, pero el duque me miró directamente. El tiempo pasó lentamente con nosotros mirándonos fijamente,

—Julia… —llamó en voz baja. Él puede pensar que esto es un sueño. Le di una suave sonrisa. No podía permitirme que descubriera que era realmente yo y que me atrapara.

—Henry, cierra los ojos —susurré suavemente cuando me acerqué a él—, que tengas un buen sueño.

—No quiero cerrar los ojos, no ahora que puedo verte… tenía tantas ganas de verte, Julia.

¿Cómo supo que era yo? El color de mi cabello y su longitud son diferentes, estaba vestida con ropa de ciudad simple. ¿Cómo pudo él decirlo?

—Shhhh… no digas más.

Escondí las ataduras detrás de mí cuando me incliné sobre Henry. Nuestros labios estaban lo suficientemente cerca y él me besó profundamente. Sentí como si fuera atacado por su olor desde adentro. Me retiré frenéticamente hacia atrás para poder respirar limpiamente. Henry se recostó contra su almohada, su suave cabello dorado se extendió con sus adormecidos ojos azul zafiro mirándome.

Guíe la cuerda a través de un agujero en la retícula adornada de la cabecera sobre la cabeza de Henry, y luego tomé sus manos sobre la cabeza y las até. Una vez que estuvo seguro, trepé encima de él, me puse a horcajadas y para luego reírme en su cara.

—Su Gracia, no debería poder moverse en este momento. Así que, desde que supe que me buscabas, he venido a verte.

Él me dio una mirada perpleja

—¡¿Julia?!

—Duque Magnaria, ¿no entendiste mi carta? Te dije que no quería volver a verte nunca más.

Se dio cuenta de que no era un sueño, y de repente estaba despierto. Intentó mover las manos, pero habían sido atadas rápidamente a la cabecera. Me miró con frustración.

—Julia, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué te has estado escondiendo de mí?

—¡Deja de buscarme! No quiero volver a verte. Solo vine aquí para decirte esto. Es realmente molesto saber que me has estado buscando. Así que necesito que jures que nunca volverás a buscarme. Si lo haces, te liberaré.

Henry sacudió la cabeza y sonrió con tristeza, luego su expresión se volvió seria cuando dijo.

—Nunca te prometeré tal cosa. Me dijiste que me esperarías, ¿era mentira?

—No recuerdo haber hecho ninguna promesa contigo. Originalmente, no teníamos nada que ver el uno con el otro; deberías casarte con Isabel y me casaré con un hombre que pueda heredar el nombre de mi familia. Es fácil. Nunca estuve interesado en ti. Entiéndelo, este es mi deseo.

—¿Entonces te vas a casar, James? ¿Lo amas?

—James no tiene nada que ver con eso. Necesitas dejarme en paz. Los nobles empobrecidos también tienen su orgullo. Me voy ahora. Adiós, gracias. Cuidate.

—¡No! ¡Espera, Julia!

Justo cuando estaba a punto de bajarme del Duque, de alguna manera usó su cuerpo para darme la vuelta y ahora estaba debajo de él, aunque sus manos aún estaban atadas sobre su cabeza.

—Nunca escaparás. Decidí no soltarte nunca en el momento en que te vuelva a ver, y luego viniste a verme. Te mantendré aquí en mi casa para siempre. Eso es lo único de lo que necesitas saber.

¡Qué cosas tan horrible dice! ¿Por qué me siguen amenazando aunque él es el que tiene las manos atadas?

— ¡Espera un momento! ¿Cómo te atreves?

Me besó antes de que pudiera terminar mi oración. Una sensación de nostalgia me llenó mientras me besaba una y otra vez.

—Cómo te sientes ya no importa. Puedes intentar correr con todas tus fuerzas; Te perseguiré por siempre. Nunca me rendiré contigo.

—Eso es… ¡ridículo!

No pude moverme en absoluto, me presionó y continuó besándome profundamente. Sus besos estaban llenos de su pasión y rabia, por alguna razón, me hizo comenzar a llorar. Las lágrimas que había pensado que se habían agotado fluían otra vez y llenaban mis ojos. Cuando se dio cuenta de mis lágrimas, Henry se apartó.

—Te odio… te odio tanto… —lloré.

Lloré sintiendo pena por mí misma. Las lágrimas cayeron una tras otra por mi cara hasta las sábanas debajo de mí.

—Julia… por favor no llores. Nunca quiero verte llorar. Solo quiero que te quedes a mi lado.

No respondí pero seguí sollozando. Puso su cara contra la mía y se frotó. Me di cuenta porque sus manos estaban atadas, estaba tratando de limpiar mis lágrimas con su cara. Mis lágrimas humedecieron su rostro, y pronto no supe quién de los dos estaba llorando.

¿Por qué se comportó como si me amara? ¿Pero se comportó así solo conmigo? Estoy seguro de que él había hecho lo mismo con otras mujeres.

—Para ya. No molestes más mi corazón.

—¿Perturbó el corazón? ¿Eso significa que te preocupas por mí? Por favor dime que te importo. Por favor, dime que me quieres, Julia.

Nuestras mejillas estaban una contra la otra, así que no pude ver su rostro cuando dijo estas palabras. Solo pude sentir un ligero temblor en su voz.

— ¡No, no me importas! —le respondí —¡te odio! ¡Sería bueno que te casaras con la señorita Isabel y me dejes en paz!

—Julia, ¿crees que no me duele cuando dices cosas como esta? ¿Alguna vez has pensado por un momento cómo me siento cuando dices que me odias?

Lo empujé lejos de mí, mi cara todavía estaba húmeda, pero el agua cayó de la barbilla sobre mi ceja como si Henry estubiera llorando.

—Julia… —suplicó.

Me aparté de él. No quería dejarme engañar por él. No quería ser afectada por el dolor en su voz.

Miré la oscuridad fuera de la ventana y me quedé en silencio. Después de un rato, Henry se levantó de mí y escapé de él rápidamente. Cuando me bajé, lo oí preguntar tranquilamente detrás de mí.

—¿Hay alguna posibilidad de que te quedes?

—No. —respondí sin girarme. No pude ver porque mis ojos estaban llenos de lágrimas. Busqué la bolsa que había traído conmigo, revolviendo alrededor, encontré un pequeño par de tijeras que puse en la mano abierta del duque.

—Use esto para cortar el enlace. Ten cuidado, si te cortas las manos, tardan mucho en sanar porque tienes que usarlas. Hablé sin mirar su rostro.

— ¿Se te han sanado las heridas? —preguntó.

—Las lesiones físicas mejoran día a día, pero las lesiones del corazón no se curan tan fácilmente. Adiós, su Gracia. Fue inesperadamente divertido.

Crucé la habitación, abrí la puerta, salí y la cerré, sin mirar atrás.

9 respuestas a “El Duque que odia las mujeres – Capítulo 41: Pasión solitaria”

  1. Julía pero que tonta! No ves que te ama con locura?? Así como eres de directa para otras cosas deberías ser las con tu corazón, oh rayos ya me altere!!

  2. Bueno, Julia, chica, que te pasa, se supone que eres inteligente porque no lo escuchas al menos, preguntale si se va a casar o cuándo, porque si solo te quedas con lo que te dice la otra estas obviando una gran parte de la información, es como cuando en las telenovelas tienen un novio y este les dice que no hizo algo, pero le creen es a la vieja loca que quiere separarlos desde el primer capítulo, por eso ya no veo telenovelas; chica, por favor recapacita.

    Muchas gracias por el capítulo.

    1. Igual, igual. Julia me exaspera, últimamente sólo se hace la víctima pero no deja al otro explicarse, y tampoco veo mucha lógica en ir a amarrar a un hombre para decirle que no me siga buscando. O sea, si lo vas a ver que sea para hablar bien, y si él confirma todas tus sospechas, entonces sí termina bien con él, fuerte y claramente, pero no así.

      Necesito un té caliente para relajarme, jaja. :b

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