El gran deseo – Capítulo 1: El sueño de la princesa (1)

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


Sucedió cuando Sienna tenía siete años. Era el día después de su cumpleaños, por lo que, recuerda la fecha perfectamente. Fue llamada por el Emperador para tener una audiencia con él, por lo que fue al Palacio del Sol.

—Algo surgió, así que no pude asistir a la celebración de tu cumpleaños. Sé que es tarde, pero feliz cumpleaños.

—Gracias, Su Majestad. Se que Su Majestad está ocupado con los asuntos del estado, día y noche. Mi cumpleaños es, simplemente, un asunto trivial.

La niña de siete años, respondió con decoro.

— ¿Qué debería darte como regalo de cumpleaños?

—Tus buenos deseos, son más que suficientes, Su Majestad.

El Emperador, miró a Sienna sin decir una palabra, antes de levantarse abruptamente.

—Sígueme.

El emperador, llevó a Sienna a la parte más alta del Palacio del Sol. El camino que conducía a este lugar, estaba lleno de caballeros, que lo vigilan estrictamente. Ni siquiera, una gota de agua, podría pasar desapercibida.

Solo el Emperador y Sienna caminaron hasta el último escalón. Sienna se dio la vuelta y echó un vistazo. Los asistentes que, normalmente, siguen al Emperador a donde quiera que vaya, habían dejado de seguirlo, y esperaban apartados con expresiones extrañas en sus rostros. Caminar sola con su padre era extraño, pero Sienna se sentía emocionada.

Entraron en una habitación circular, que tenía un techo increíblemente alto. A diferencia de sus expectativas, las paredes carecían de oro y las joyas de colores no se alineaban en los pilares. Las paredes y el piso, eran de piedra oscura y gris.

Sin embargo, eso no le importó. La vista del enorme y hermoso árbol, en medio de la habitación, hizo que Sienna recuperara el aliento. Ni siquiera podía comenzar a describir los sentimientos que estaba experimentando. La santidad divina impulsó a todos los que lo vieron a inclinar la cabeza.

Este es el árbol sagrado. El símbolo del imperio. La Bendición de Dios.

—Esta es la primera vez que lo ves, ¿verdad?

—Sí.

Sienna volvió a sus sentidos y dio una breve respuesta. La luz del sol, entraba desde el techo abierto, brillando sobre el árbol. Casi parecía que el Árbol Sagrado emitía luz.

—Es bonito.

—Es nuestro deber proteger el Árbol Sagrado.

—Sí. Lo tendré en cuenta.

Sienna estaba en su cama, perdida en los recuerdos de su infancia. Ese fue un día extraño. ¿Por qué el Emperador le mostró el Árbol Sagrado? ¿Fue porque lamentaba no poder asistir a su celebración de cumpleaños? ¿O, simplemente, lo hizo por capricho?

—Sucedió hace diez años. No es algo que pueda preguntarle a Su Majestad ahora.

La niña se echó a reír y se fue a dormir.

~~~~~~~

Kiara
Este estracto se dejará en negritas para destacar que es un sueño premonitorio y no confundirlo con la historia en el presente

Ayanami
Asimismo, cuando se trate de un sueño en lugar de los separadores normales ♦ utilizaré el ~ para diferenciarlos, gracias por su comprensión

—Su Majestad.

Sienna miró a la mujer que inclinaba la cabeza.

Era un título inapropiado. Su Majestad, el emperador, todavía está vivo y disfruta de buena salud. Por lo que, era peligroso. Aunque ella será el futuro Emperador, todavía no ocupa la posición.

—No he oído ninguna noticia sobre una nueva sirvienta…

Nunca había visto a esta mujer antes. Sienna tenía buena memoria. Puede recordar los rostros de las personas, incluso los de aquellas que había visto brevemente.

— ¿Qué sucede?

Sienna estaba confundida. ¿Quién eres tú? Eso había preguntado, pero, algo totalmente diferente, salió de sus labios.

—El rey está solicitando una audiencia con Su Majestad.

—Denegado.

Una vez más, las palabras dejaron su boca, en contra de su propia voluntad, y continuó teniendo una conversación con la mujer desconocida. Además, no tenía la intención de bajar la cabeza, pero su línea de visión se redujo. Su cuerpo se movía solo.

—Te puedes ir.

—Esa no es mi voz.

La voz sonaba más vieja. Sienna estaba avergonzada.

—Te dije que te fueras.

—Obedeceré su orden —La sirvienta respondió a regañadientes. Sienna pudo sentir su partida.

—Huuu… —Su “cuerpo”, dejó escapar un suspiro, mientras tiraba los papeles. Bajó la vista a su escritorio, sin comprender, antes de levantar la cabeza.

Sienna, rápidamente, tomó un vistazo de la habitación.

Era un cuarto grande. La puerta está de frente al escritorio, después de un largo espacio. El piso está hecho de mármol liso, y el techo, alto, es sostenido por columnas circulares, las cuales son magníficas y están grabadas. Por alguna razón, parecía familiar.

Su línea de visión subió de repente. Ella acaba de levantarse de su asiento. Lentamente, comenzó a caminar.

—Disculpe

Sienna gritó con cautela, en caso de que su “cuerpo” pudiera escucharla. No hubo respuesta.

— ¿No me oyes?

Llamó un par de veces más, pero no hubo respuesta. El dueño de este cuerpo, definitivamente, no podía escucharla. Sienna no pudo moverse ni hablar como quería. Ella solo podía compartir los ojos y oídos del cuerpo.

No, eso no era todo. En esta situación, Sienna era una intrusa. Ella está usando el cuerpo de alguien más.

El cuerpo comenzó a caminar al lado del escritorio. De repente, se dio la vuelta. Se dirigía a las puertas del balcón. Toco las manijas y, con ambas manos, las abrió. Salió al balcón y agarró las barandillas. Sienna podía sentir que el cielo azul estaba sobre su cabeza, diciéndole que estaban en algún lugar alto. Podía ver el amplio jardín debajo de ella.

—Este lugar es…

~~~~~~~

Sienna, rápidamente, abrió los ojos, distraída de su alrededor, pensaba en la extraña experiencia que tuvo anoche, mientras realizaba su rutina matutina. La principal dama de compañía, la condesa Pope, notó su condición y le hizo una pregunta.

— ¿Le preocupa algo, alteza?

Sienna bajó la cabeza y se perdió, brevemente, en sus pensamientos. Tal vez, decirle a la condesa estaría bien. La condesa Pope, es la única persona que conoce que no se deja intimidar por las charlas ociosas.

—Anoche, sucedió algo extraño.

— ¿Algo extraño?

La condesa Pope, también conocida como Beth, escuchó la explicación de Sienna y se rió ligeramente.

—Parece que tuviste un sueño.

— ¿Sueño…? Condesa, las deidades no sueñan.

La familia imperial, del Imperio Sacro, se autodenominó deidad. Según el mito, sobre la creación del Imperio, el Primer Emperador heredó la sangre de los dioses.

Sin embargo, lo que Sienna dijo es cierto. La familia real tenía habilidades especiales que se transmiten de generación en generación. También tienen características que difieren de los humanos normales. Una de ellas, es la incapacidad de soñar.

Era inusual, pero poco conocido. Esto fue, por supuesto, porque era extraño, pero, como no era una diferencia importante, rara vez se mencionada.

—Ah…me disculpo. Fui ignorante…

—Eso está bien. Es solo que era tan realista. Si pudiera soñar, ¿sería así?

—Sí. Ocasionalmente, uno tendrá ese tipo de sueños. Son tan reales que, no importa cuánto tiempo pase, incluso se puede sentir. 

— ¿Has tenido ese tipo de sueños antes, condesa? —Preguntó Sienna.

—Por supuesto.

La expresión en el rostro de Sienna era de pura sorpresa.

—Entonces, ¿no estarías confundida acerca de qué real y qué no lo es?

Beth sonrió La fascinación de la princesa por lo sueños, resulta encantador, siempre actúa tan digna, pero, está vez, su actitud la hacía ver tierna.

—Hay dos tipos de sueños. Algunos sueños te permiten revivir las experiencias que tuviste, mientras estabas despierto. Otros permiten que lo imposible suceda en tu realidad. Cualquiera que sea, un sueño es simplemente un sueño. Una vez que despiertas, terminan.

—Qué cosa tan inútil —Respondió la princesa.

—Sí. Son fugaces e inútiles.

— ¿No dijiste que te ibas temprano hoy? Te enviaré con… 

—No tiene que hacer eso…

—Déjame hacerlo.

Las dos caminaron por el pasillo.

Sienna, era una cabeza más alta que la condesa. Esto no fue porque la condesa es especialmente pequeña. Sino, porque la familia imperial es mucho más alta que una persona promedio. El impresionante físico, también es una de las características superiores que viene con la sangre de los dioses. No solo su complexión física, sino que su apariencia también es como la de piezas de arte perfectamente esculpidas. Sienna había heredado todos estos rasgos de la familia imperial.

Cuando alguien veía a Sienna, por primera vez, no podían quitarle los ojos de encima. Cabello plateado, mezclado con toques azulado y sus ojos dorados, una tez clara que parece brillar. Todos pensaban que, si una diosa descendiera al mundo humano, ella se parecería a la princesa.

Todos los que Sienna encontró, se detuvieron e inclinaron la cabeza cuando la vieron. Ella no lo pensó dos veces, y mantuvo la espalda recta al pasar por su lado.

Sienna Argent.

Ella es la princesa del Sacro Imperio de Arr, así como la heredera del trono. La corona bendecida por el Árbol Sagrado debía ser suya en el futuro.

♦ ♦ ♦

Cuando Sienna regresó de despedir a la condesa, vio que un mensajero del Palacio del Sol la estaba esperando. Después de recibir el mensaje, de que el Emperador la estaba buscando, volvió a salir y comenzó a dirigirse al Palacio del Sol.

— ¿Cuándo fue la última vez que me llamaron a la oficina real?

Se detuvo, cuando vio la puerta que conducía a la oficina real. Al ver cómo su memoria era borrosa, creyó que había pasado mucho tiempo desde que estuvo aquí.

Abrió la puerta y se detuvo en seco, después de entrar. Fue superada por una sensación inquietante, como si estuviera fuera de lugar. Sienna frunció el ceño, cuando vio las columnas circulares.

Se dirigió hacia el amplio escritorio y se detuvo unos pasos. Tomó el dobladillo de su falda y se inclinó profundamente.

—He recibido su llamada, Su Majestad.

—Puedes levantarte.

Los ojos dorados de Sienna se encontraron con los ojos dorados del Emperador. El Emperador observó atentamente, mientras Sienna bajaba la mirada, una vez más.

Cuando recordó la edad de la princesa, comenzó a pensar en su propia edad. Ella nació cuando él tenía casi cuarenta años. La prueba de que su edad se acerca a los sesenta estaba ante sus ojos.

—Es casi tu cumpleaños, ¿no?

—Sí, su Majestad.

—En tu celebración de la mayoría de edad, te otorgaré la corona.

—Gracias, Su Majestad.

A pesar de que respondió con calma, su corazón latía con fuerza, dentro de su pecho.

Cuando un miembro de la familia imperial alcanza la mayoría de edad, son coronados. Esto es para reconocer la perfección de la sangre divina que fluye por sus venas. Con la corona, se les otorga una parte de los deberes del emperador actual.

— ¿Has pensado en un nombre?

—Sí. Por favor, dame el título Rey de plata.

— ¿Rey de plata?

La mirada del Emperador cayó sobre el cabello plateado de Sienna.

—No es por mi cabello.

A diferencia de su yo habitual, Sienna tenía una expresión de vergüenza.

—La plata puede detectar la presencia del veneno. Como tal, estoy decidida a no ser engañada por los conspiradores.

—Rey de plata…es bastante bueno.

El emperador asintió con la cabeza.

—Eso es todo

—Sí, Su Majestad. Me retirare.

Mientras se daba la vuelta, de repente, lo reconoció. Este sentimiento inquietante, una especie de déjà vu. Y ella sabía, exactamente, qué lo causó. Con los ojos muy abiertos, miró a su alrededor.

La amplia sala, el piso de mármol, las columnas circulares que sostienen el techo alto y arqueado.

—Este lugar es…

— ¿Tienes algo que quieras discutir conmigo?

—Tengo un favor que me gustaría pedirle, Su Majestad. ¿Podría dejarme salir al balcón? Solo será un momento.

Cuando escuchó su pedido al azar, el Emperador miró a Sienna con curiosidad. Sin embargo, él no preguntó por una razón y le dio su permiso.

Sienna usó ambas manos para abrir las puertas del balcón. Como una persona que acaba de descubrir un mundo desconocido, observó tranquila, mientras caminaba lentamente por el umbral. Agarró la barandilla, cuando su corazón comenzó a latir salvajemente.

—Ah…

La niña dejó escapar un suspiro de desesperación, mientras miraba por encima de la barandilla y veía la vista debajo.

Era igual. El mismo jardín que vio anoche.

—Es bastante extraño.

Sienna estaba sumida en sus pensamientos, mientras salía del Palacio del Sol.

La condesa, había dicho que los sueños son experiencias pasadas o enraizadas en la imaginación. Sin embargo, la experiencia de Sienna no encaja en ninguna de esas categorías.

Era la primera vez que miraba hacia abajo desde el balcón de la oficina real. ¿Cómo podía haber soñado algo que nunca ha visto antes?

—Era el jardín.

Sienna había estado caminando de regreso a su propia residencia, pero se dio la vuelta y se dirigió al jardín. Estaba perdida en sus pensamientos, cuando llegó al jardín del laberinto que se encuentra bastante lejos del Palacio del Sol.

—Ha sido un tiempo.

Solía ​​explorar el jardín del laberinto cuando era pequeña. Después de memorizar todos los caminos, perdió interés y dejó de venir aquí.

—Espérenme aquí.

Sienna dejó a sus damas de honor en la entrada del laberinto y entró. Cuanto más se adentraba en el laberinto, más recordaba. Siguió las altas paredes de los arbustos y disfrutó de su paseo solitario.

—Estoy a medio camino. Solo tengo que girar a la derecha allí y llegaré al espacio abierto…

Sienna dejó de caminar sorprendida. Era un espacio abierto del tamaño de una pequeña habitación dentro del laberinto. En este lugar, dos hombres habían puesto una mesa y estaban sentados juntos. Estos hombres, también tenían expresiones de sorpresa en sus rostros.

El silencio flotaba en el aire. Los tres continuaron mirándose sin decir palabra.

—Esa persona es…

Sienna reconoció a uno de los hombres. El hombre de veintitantos años, era más mayor que cuando lo había visto la última vez. Su rubio cabello cenizo tenía mechones rojos.

Dian Argent. El medio hermano de Sienna.

Él es cinco años mayor que ella. Sin embargo, ella nunca lo consideró como un hermano mayor. Se lo consideraba un príncipe de media sangre real, porque su madre era de menor rango. Por lo tanto, Sienna estaba en una mayor posición, cuando se trata de la sucesión del trono.

Los ojos de Sienna se posaron en el cabello de Dian. Tenía la mitad de las características de la familia imperial. Sienna recordó las palabras que su madre, Patricia, había pronunciado, mientras rechinaba los dientes. Disgustada, Sienna se dio la vuelta.

— ¡Sienna!

Sienna frunció el ceño cuando escuchó la llamada. No estaban lo suficientemente cerca como para llamarse por sus nombres de pila. Aunque pudo ver el disgusto de Sienna, Dian continuó sonriendo y riendo.

—Ha pasado un tiempo. ¿Han pasado, qué, seis años?

—Han sido siete —pensó Sienna.

Dian no creció en el Palacio Imperial cuando era niño. Hace siete años, el Palacio Imperial fue arrojado al caos por la repentina aparición del hijo adulto del Emperador.

Dian era mayor que Sienna y tenía los rasgos de la familia imperial. Al ver esto, el Emperador no lo pensó dos veces y lo reconoció como un Príncipe del Imperio. Así como así, la firme posición de Sienna como heredera al trono pareció afectada. Sin embargo, el caos finalmente disminuyó. La línea de sucesión al trono está determinada por el rango de la madre, pero Dian no reveló la identidad de su madre.

Mientras miraba a Dian, Sienna comenzó a recordar los eventos que tuvieron lugar hace siete años.

Hace siete años, Sienna fue en secreto a ver a Dian. Tenía curiosidad por la repentina aparición de su hermano mayor. Dian la sorprendió husmeando y comenzaron a hablar. Dian no se tomó su posición demasiado en serio, y se lo pasaron bien.

Sin embargo, la desaparición de Sienna causó conmoción. Incluso los caballeros fueron movilizados para encontrarla. Finalmente, Sienna y Dian solo pasaron un corto tiempo juntos, antes de que ella tuviera que regresar al Palacio. Esa fue la primera y la última vez que lo había visto.

—Príncipe ¿El príncipe Dian será mi hermano mayor? 

Sienna le preguntó a Patricia, su madre causó un alboroto.

— ¡¿Hermano mayor?! ¡¿Cómo puede un mestizo de nacimiento vulgar ser el hermano de una princesa imperial?!

Patricia no ocultó su ira y molestia.

—Eres un miembro de la familia imperial. Eres de una clase diferente a ese mestizo. Ni siquiera pienses en acercarte a él. Creció fuera del palacio. Él solo te hará daño. Te convertirás en el Emperador algún día. Si te asocias con alguien como él, solo perderás tu dignidad. Tratará de utilizarte. No debes involucrarte con él. 

Patricia continuó criticando a Dian, cada vez que tenía la oportunidad. Con el paso del tiempo, mencionó a Dian cada vez menos, pero ahora, Sienna era la que ignora su presencia. Ella decidió que nada bueno vendría de tener una relación cercana con él.

Y así, ella no lo había visto en siete años. El palacio es grande. Si uno no intenta ver a alguien a propósito, no hay forma de que sus caminos se crucen.

—Este, es un buen lugar para pasear, ¿no es así? Es tranquilo y no hay ojos mirándote. Estaba disfrutando de un poco de té aquí. ¿Quieres unirte a mí?

Sienna entrecerró los ojos y miró a Dian, mientras le hablaba tan descaradamente. Ella ni siquiera sabía por dónde empezar con él. Estaba siendo grosero. ¿No recibió ningún entrenamiento en etiqueta? La mitad de su sangre es del Emperador, pero ¿por qué era tan frívolo y alegre en su forma de hablar?

—No gracias.

Sienna se dio la vuelta.

— ¡Princesa Sienna!

Ella lo escuchó llamarla nuevamente, pero esta vez, no se dio la vuelta. Mientras caminaba por el laberinto, Sienna resopló sin saberlo, antes de toser torpemente.

Habían pasado siete años. Eso es mucho tiempo. La apariencia de Dian había cambiado un poco, pero su actitud seguía siendo la misma.

Hace siete años, le habló amigablemente, sonriendo alegremente. Ante el cálido recuerdo, Sienna no pudo mantener una cara seria y esbozó una sonrisa.

2 respuestas a “El gran deseo – Capítulo 1: El sueño de la princesa (1)”

  1. algo me dice que ella no sera el emperador, sino el hermano y si es ella pues la guiaron a al acompañante que tenia el hermano, tiene un manwha y esta super bonito . muchas gracias por esta novela esta muy bonita y gracias por todo su esfuerzo…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido