El gran deseo – Capítulo 4: El límite entre el sueño y la realidad (1)

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


~ ~ ~

Ella, estaba de pie frente a un retrato.

Se estaba acostumbrando a esta sensación de mareo. además, estaba contenta. Sienna estaba en medio de un sueño. ¿Qué vería ella hoy? Estaba llena de anticipación.

En el retrato, un hombre de mediana edad sostenía una espada en una mano y un cetro en la otra. Su cara parecía sombría.

—El primer emperador.

El hombre de mediana edad le era familiar a Sienna. Él es muy famoso. Cualquiera que haya abierto un libro del Imperio lo reconocería. Cada libro que se publica en el Imperio, tiene este retrato en su primera página.

El emperador caminó lentamente, mientras miraba el retrato. Había otro retrato justo al lado de ese. Sienna reconoció esta habitación.

—Es la sala de retratos.

El retrato de cada emperador es colgado en esta sala. Cualquier miembro de la familia imperial puede entrar libremente. Sin embargo, el problema es que la sala de retratos se encuentra cerca de la habitación del emperador. Por lo tanto, aunque no era obligatorio, todos solicitan el permiso del emperador si quieren entrar en la Sala de Retratos.

Sienna solo había entrado en esta habitación dos veces en su vida. Cada vez que miraba la pared de retratos, siempre se imaginaba que su retrato estaría colgado al final.

El emperador caminaba a un ritmo constante. Sus pasos comenzaron a disminuir a medida que se acercaba al final.

—Ah… —Sienna jadeó. 

El Emperador Imperial…estaba parada frente al retrato de su padre.

Estos retratos fueron instalados a la muerte del emperador. Le resultaba extraño ver el retrato de un hombre que todavía está vivo y sano en el presente.

Una vez cada pocos años, el Emperador encargó que se hiciera un retrato de sí mismo. Se estaba preparando para el momento en que su propio retrato colgaría en estas paredes. El hombre en el retrato, era mucho más joven que su padre en el presente.

La línea de retratos debería haber terminado aquí. El espacio al lado del retrato de su padre debería estar reservado para el retrato de Sienna. Sin embargo, cuando el emperador giró ligeramente la cabeza hacia la derecha, Sienna vislumbró la esquina de un retrato.

— ¿Por qué hay otro retrato?

Esta sala es larga. El retrato del emperador fundador cuelga en el frente de la habitación. A medida que uno se movía más en la habitación, verían los retratos de los emperadores posteriores colgados justo al lado del otro.

La visión del emperador se alejó de la pared, mientras ella volvió la cabeza. Sienna podía ver la puerta del otro lado de la habitación.

—No. No te vayas. Muéstrame de quién es ese retrato.

Como si el emperador escuchara el grito de Sienna, el emperador dejó de caminar. Lentamente, volvió la cabeza hacia la pared.

Era el retrato de un hombre que sostenía una espada y un cetro como el emperador fundador. Sus labios permanecían rígidos y cerrados, su mirada resuelta, juntos, expresaron la determinación del hombre.

Eso no puede ser.

Sienna conocía a ese hombre. Era su medio hermano.

—El Príncipe Dian… ¿se convierte en el emperador?

¿Antes que yo?

No había forma de que esto fuera cierto. Sienna era la siguiente en la línea sucesoria para el trono. La clasificación es absoluta. Es impensable, para el emperador, darle la corona a otro que sea el niño que más le gusta.

—Su Majestad.

—Algo salió mal.

—Debería haberte llamado así, al menos una vez.

— ¡Todo es mentira!

—En ese momento, te odiaba.

— ¡Esto no es una profecía! ¡Es solo un tonto sueño! ¡Esto no es real!

No importa cuánto gritara Sienna, no alcanzó su sueño. El emperador no apartó la vista del retrato de Dian y siguió hablando con calma. Casi como si quisiera que Sienna supiera que esto era real.

—Siempre creí que me entregaría a ti, si alguna vez te llamara Su Majestad. Fui una tonta. Ganar o perder. El trono del emperador no es una especie de trofeo otorgado a un ganador.

La sabia voz calmó ligeramente a Sienna.

—Estuve viviendo con los ojos cerrados. Me di cuenta demasiado tarde.

La voz flaqueó de emoción.

—Tú…estás sufriendo.

La líder del imperio estaba hablando consigo misma, mientras miraba el retrato frío. Sienna compadeció al emperador. Aunque este emperador era su futuro yo, a Sienna le resultaba difícil identificarse con ella. Era como una extraña, sintió como si fuera solo un miembro más de una gran audiencia.

— ¿Recuerdas la vez que nos conocimos poco después de que recibiste tu título de príncipe? Fue una reunión muy corta. Y, cuando te volví a ver por segunda vez, fue en mi fiesta de mayoría de edad, me había olvidado por completo de tu existencia.

— ¿Segunda vez en su fiesta de mayoría de edad?

Sienna se preguntó antes de estar en desacuerdo. ¿No fue la tercera vez?

—Todavía recuerdo la forma en que me miraste ese día. Creí que tu ira estaba dirigida a mí. No lo sabía. No sabía lo que te había pasado. No me di cuenta de que no era así. Ira, tristeza y sufrimiento. Sé que no sirve de nada decir esto ahora, pero Su Majestad…realmente no…no sabía lo que mi madre te había hecho.

~ ~ ~

Sienna se despertó y miró fijamente al techo. Ella sintió como si su mundo se hubiera roto. Como si la hubieran arrojado a un mundo desconocido. ¿Una sensación de pérdida? ¿Un vacío? Ella no sabía cómo describir este sentimiento.

♦ ♦ ♦

Kuhn se sintió inquieto, mientras atravesaba el arco de piedra que servía como símbolo de entrada a la capital. Decidió abandonar la capital por un tiempo para despejarse. La mascarada había tenido lugar ayer.

Originalmente, había planeado ir al extranjero durante dos meses. Dian había tratado de detenerlo, pero Kuhn mintió y le dijo que había surgido algo urgente que necesitaba su atención.

Quería evitar el banquete de la princesa por su mayoría de edad. Ese día, el tema principal de discusión, definitivamente, sería el compromiso de la princesa. No tenía la confianza para observar con calma, cómo era comprometida con otro hombre. Esperaba que todo terminara en su ausencia. Cuando se estableciera su compromiso, Kuhn creía que ya no tendrían la oportunidad de encontrarse.

Sin embargo, antes de que pudiera abandonar el Imperio, un incidente imprevisto lo hizo regresar. Sintió como si una fuerza desconocida le impidiera escapar.

—Por aquí, señor.

Russ le mostró el camino. Russ también era alto como Kuhn. Sin embargo, al estar uno al lado del otro, Kuhn parecía mucho más delgado que de costumbre. Eso es debido a que Russ es increíblemente musculoso y grande.

Los dos se movieron a través de un callejón desierto. A medida que avanzaban, el camino se estrechaba y se volvía más desordenado.

—Creo que este es el lugar.

Russ sacó una hoja de papel doblada del bolsillo de su pecho y revisó el mapa dibujado a mano. Los edificios en ruinas estaban agrupados, formando una pared alta a lo largo del callejón. Ambos, apenas podían caminar por este reducido espacio.

Los dos hombres se quedaron allí, inexpresivos, mientras esperaban. Pasó un tiempo.

Russ golpeó la vaina de su espada que colgaba de su cintura. Esta era una advertencia, a aquellos que sabían que debían mantenerse alejados, al menos, unos cien pasos de ellos. Justo cuando la paciencia de Russ se estaba agotando, un hombre pequeño apareció de repente.

—Sígueme…

Al igual que un halcón al que le fue arrebatado un ratón, la mano de Russ agarró el cuello del hombre, quien de inmediato soltó un jadeo al verse privado de aire. El hombre era conocido en el lugar por ser rápido y ágil. Sin embargo, no había sido consciente de la mano que se acercaba y, por lo tanto, no pudo escapar. Los pies del hombre colgaban en el aire.

— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Sabes cuánto tiempo llevamos aquí? ¡Cómo te atreves a hacernos esperar!

Russ gruñó, mientras sacudía al hombre por el cuello, apretando su agarre.

—Morirá si sigues así.

A pesar de sus palabras, Kuhn parecía indiferente. No parecía que le importara si este hombre moría o no.

Con la garganta atrapada en el agarre de Russ, el hombre no podía gritar. Sus ojos se hincharon. La única razón por la que todavía sigue vivo es porque Russ se lo estaba tomando con calma. Russ no disfrutaba, particularmente, estrangular a la gente. Prefería romperles el cuello.

— ¡Por favor, suficiente!

Un hombre vestido con una túnica saltó y gritó. Russ comenzó a sentir furia. La boca del hombrecito comenzó a hacer espuma cuando Russ se aferró a su cuello.

—Me disculpo. Calma tu ira.

Otra persona apareció. El hombre se quitó la capucha y les mostró su aspecto envejecido. Luego, se arrodilló en el suelo.

Russ resopló y volvió a colocar al hombre en su mano en el suelo. El pequeño hombre se derrumbó. Aquel con una túnica corrió hacia él para verificar su estado. Asegurándose de que todavía tenía pulso, el anciano suspiró aliviado.

El hombre inclinó la cabeza una vez más.

—Gracias por entender.

—Si nos trajiste aquí por algo insignificante, les romperé, a todos, la garganta. ¿Crees que no lo haré? ¿Eh?

El viejo comenzó a temblar. No parecía una amenaza vacía. Ésta, es la primera vez que se ven, pero sintió como si supiera quién era este hombre furioso.

Russ de Kaligo era conocido por guardar rencor. La gente dice que es mejor ir al desierto y convertirse en alimento para la mantis del desierto, que cruzarse en el camino de este hombre. El viejo no planeaba averiguar si este rumor era cierto o no.

—P-por aquí, por favor.

El viejo tomó la delantera. Después de caminar unas pocas cuadras, pasaron por una casa en mal estado y entraron en otra calle. Era tan complicado que el viejo parecía guiarlos solo por su memoria.

Después de caminar durante mucho tiempo, el viejo finalmente se dio la vuelta. A pesar de estar en un callejón sombrío, los dos hombres parecían relajados, casi como si estuvieran visitando la casa de un amigo. Si bien sus actitudes despreocupadas no eran desagradables, parecía aterrador. Como la amenaza de arrancarle la garganta si este viaje no fuera de su agrado.

El hombre los llevó a una casa en mal estado y de aspecto común, luego, desapareció.

Russ abrió la puerta. Al otro lado de la habitación vacía, podían ver otra puerta. Cuando entraron, Kuhn levantó la mano y detuvo a Russ. Kuhn abrió la puerta por si mismo. Dentro de la habitación, había una persona encapuchada sentada detrás de una mesa ancha.

Kuhn entró en la habitación, sacó una silla y se sentó a la mesa. Russ hizo guardia detrás de Kuhn.

—Pido disculpas por la larga espera.

No había duda de que la voz detrás de la capa era de mujer. Tan pronto como terminó de hablar, se bajó la capucha. En efecto era una mujer, una belleza muy joven. Ella sonrió sensualmente. Los ojos de Kuhn se enfriaron.

—Mi nombre es Evita. Antes de que me malinterpreten, me gustaría decirles que soy el maestro de Olga.

Olga es una organización de inteligencia que está activa en la capital de este Imperio. También es el poderoso gobernante de la red subterránea de la ciudad. Nunca hicieron negocios con la nobleza. En el suelo y ocultando su existencia es cómo sobreviven.

— ¿Desde cuándo?

La reacción fría del hombre avergonzó a Evita. Ella le había dejado ver su hermoso rostro como un movimiento estratégico. Cada vez que se revela ante un hombre, no fallaba.

—Este bastardo, ¿es impotente?

Evita frunció sus labios rojos, antes de sonreír aún más.

—Parece que te sorprende descubrir que el maestro de Olga es una mujer. Eso es comprensible ya que no se ve bien…

Kuhn puso la espada negra que había estado en su cadera encima de la mesa.

—Si desenvaino esto, estás muerta. Ahora, ¿a dónde se fue barba azul?

Los ojos de Evita vacilaron. Todas las risas abandonaron su rostro.

—Entonces, conociste a mi padre adoptivo.

Su padre no le había contado sobre esto. Evita se quejó y se mordió el labio.

—Mi padre adoptivo falleció. Tome su lugar como el maestro de Olga.

—Si realmente eres su sucesor, entonces, debes tener una ficha que te identifique como tal.

— ¡¿Cómo sabes eso?!

—La ficha.

— ¿Qué pasa si no lo tengo?

Kuhn agarró su espada en silencio.

— ¿Esto significa que planeas vengar a mi padre?

—No necesito saber cómo murió barba azul. Solo vine aquí para conocer al maestro de Olga. Si no eres el verdadero sucesor, eso significa que eres una impostora. Los mentirosos tienden a ser traidores.

Evita se encogió cuando Kuhn desenvainó su espada hasta la mitad. El líder de la espada negra de Kaligo. Había oído hablar de la mala reputación de esa espada muchas veces.

— ¡Eres bastante impaciente!

Evita se quitó algo del cuello y se lo arrojó a Kuhn. Cogió la pequeña piedra. La misteriosa piedra preciosa emitió una luz de arco iris. Después de estudiarlo, Kuhn se lo devolvió. Evita apretó la piedra con cuidado en su puño y gruñó.

—Considérate honrado. Después de recibirlo de mi padre, eres la primera persona en tocar esta piedra.

Pero Kuhn solo murmuró algo entre dientes

— ¿Qué dijiste?

— ¿Me trajiste la información que querías venderme?

Evita quería preguntarle más sobre lo que acababa de decir. Sin embargo, el hombre de cabello negro, sentado frente a ella, no parecía del tipo que respondiera obedientemente a sus preguntas.

Como alguien que sobrevive vendiendo información, sabe que no hay forma de que pueda recibir esa información de forma gratuita. Sin embargo, ella no está en condiciones de darle dinero por esta información. Los fondos de Olga se han agotado.

Evita estaba triste. Solían ser tan exitosos. ¿Cómo se volvió así?

—En este momento, mi curiosidad no es importante.

Se levantó y golpeó la pared con la palma de su mano. Al encontrar una marca en la pared, comenzó a tocarla con la punta de su dedo.

—Por favor, espere un momento. La información es nuestro pan de cada día, por lo que no tenemos más remedio que tomar precauciones. Si desea continuar haciendo negocios con nosotros, deberá ser paciente.

Evita estaba criticando a Russ por maltratar a uno de sus hombres.

El lugar donde se les dijo que se encontraran está cerca de este edificio. El viejo los había guiado, deliberadamente, de forma incorrecta. Mientras caminaban inútilmente, otro miembro de la organización había corrido hacia Evita e informó la situación. Este era un procedimiento que siempre usan cuando se reúnen con un cliente.

—No sabes cómo administrar un negocio. ¿Estás segura de que tu padre adoptivo te enseñó correctamente?

—Eso es bastante innecesario.

—Necesitas entender a quién estás criticando. ¿No eres tú quien me llamó aquí, porque dijiste que solo harías negocios conmigo en persona?

Incapaz de responder, Evita mantuvo la boca cerrada. Tenía algunos clientes que se molestan cuando los hace esperar. Si esto sucede, ella corta lazos con ellos.

Nunca se habían encontrado con un cliente que hubiera puesto en peligro la vida de uno de sus miembros como lo había hecho Russ. Aun así, ella los hizo venir aquí para reunirse con ellos. Habían roto una de sus reglas más importantes.

Pero no había nada que ella pudiera hacer. El lado desfavorecido en este acuerdo no eran los dos hombres que vinieron aquí para comprar la información. Es Olga.

La basura de un hombre es el tesoro de otro. Recopilar información es más fácil que encontrar un cliente para venderle.

Apenas hay personas decentes que buscaran información bajo tierra. Solo unos pocos, realmente, los recompensarían generosamente por encontrarles información legítima. El hombre sentado frente a ella es uno de ellos.

—Ya veo. Ese fue nuestro error.

Evita se rindió en esta guerra de palabras y, obedientemente, reconoció su error.

—Solo quería asegurarme de que eras tú…

Habiendo escuchado su murmullo, Kuhn la miró. Cuando sus ojos se encontraron, Evita se estremeció.

—No quise decir eso en voz alta…por favor, no te preocupes por mí.

Kuhn inclinó la cabeza y sonrió.

— ¿No es demasiado tarde para estar revisando ahora? ¿Dudas de que sea el líder del Kaligo?

—No dudo de ti.

Evita se sorprendió por su propio error. Ella se sonrojó e inventó una excusa.

—Te ves diferente de lo que imaginaba. Eso es todo.

Ésta, era la primera vez que ve al líder del Kaligo. Sin embargo, ella sabía cómo es él porque había logrado poner sus manos en un retrato suyo con mucha dificultad. Pero, de alguna manera, se veía diferente. Físicamente, se ve igual que su retrato, pero emite un aura muy distinta.

El hombre del retrato no parecía un mercenario, sino el joven maestro de una casa noble que nunca ha trabajado un día en su vida. Parecía gentil y tierno. Entonces, cuando vio el retrato por primera vez, Evita pensó ¿En serio? ¿Este es el chico?

—Ese retrato debió haberse encargado hace unos años, por lo que, ahora, definitivamente, es mayor. Pero, aun así, solo han pasado tres o cuatro años, y parece una persona totalmente diferente.

Evita se había enamorado de él a primera vista. Se las había arreglado para encontrar otra copia del retrato y lo escondió en secreto. Cada vez que pensaba en él, lo sacaba y lo apreciaba. Para ser honesta, esperaba con ansias el día de hoy. Ella no creía que pasaría algo. Ella solo quería disfrutar de la dulzura de su mirada.

Había muchos casos en que un retrato era completamente diferente de la realidad. A veces, el pintor ajusta algunas características, o una simple dama se transformaba en una belleza por un precio superior.

El retrato del hombre, sin embargo, no estaba embellecido. En cambio, hubo más movimiento y parecía más real. Cejas gruesas, ojos afilados, mandíbula fuerte, nariz recta. Las características de su rostro coexisten en armonía.

El hombre es guapo y llamativo.

Sin embargo, cuando Evita lo vió por primera vez, todo lo que pudo pensar fue: es aterrador. Parecía demasiado intenso. Tanto, que todos los buenos sentimientos provocados por su bella figura fueron borrados.

No todos pensarían lo mismo que ella. Debido a su línea de trabajo y sus experiencias de vida, ve a las personas de manera diferente. Más que su apariencia externa, juzgó a alguien por su temperamento. Si bien esta sensibilidad es una debilidad, también es un regalo. Nunca se había equivocado cuando se trata de sus primeras impresiones.

—El pintor de ese retrato podría ser un idiota. O, este hombre, podría haber escondido su verdadera personalidad frente al pintor.

Evita supuso que, probablemente, era lo último. Este hombre nunca revelaría quién es realmente, para ser copiado en un retrato.

Oyó cuatro golpes en la pared, siguiendo un ritmo. La puerta se abrió y entró un hombre con un gran sobre en ambas manos. Evita le habló al hombre, mientras él se acercaba a ella.

—Dáselo a este hombre de aquí.

El hombre le entregó el sobre a Kuhn. Kuhn abrió el sobre y sacó el contenido del interior. Leyó rápidamente los papeles, antes de volver a ponerlos dentro.

—Esta información no será conocida en ningún lado, ¿correcto?

—Te lo juro en nombre de Olga. En el momento en que vendemos la información, la propiedad de esa información se entrega completamente al comprador. Nunca compartimos información que ha sido vendida.

Kuhn le hizo un gesto a Russ con la barbilla. Russ sacó una pequeña bolsa del bolsillo de su pecho y se la arrojó a Evita. Kuhn se levantó de su asiento.

Una vez que sus clientes salieron de la habitación, Evita le ordenó al hombre que había traído el sobre.

—Cuida el resto. Deshágase de todo lo relacionado con la información que acabamos de vender.

—Sí, pero…

El hombre vaciló.

—He reconstruido las cosas y creo que sé quién es. Creo que sé a quién buscan.

Había una persona que Kaligo ha estado buscando, en secreto, durante años. La escala de su búsqueda es increíble y, la mayoría de las organizaciones de información han recibido una comisión de ellos.

¿Qué clase de bastardo loco ha antagonizado con Kaligo? Eso es lo que todos pensaban. Esto fue porque Kaligo les había dicho a todos que habría una recompensa por encontrar a esta persona. Esa palabra tenía una connotación. Por lo general, se asoció con un criminal.

La suma de dinero es enorme. Muchas organizaciones de información saltaron a trabajar, mientras salivaban por la recompensa.

Pero, por desgracia, nada era gratis en este mundo. Los Kaligo eran extremadamente tacaños cuando se trata de dar información, a alguien, sobre la persona que están buscando. Ni siquiera se dio una descripción. Con el paso del tiempo, aquellos que no pudieron encontrar nada, finalmente, se dieron por vencidos y se fueron.

Olga ni siquiera podía darse el lujo de comenzar a buscar en primer lugar. Habían encontrado esta información por casualidad. Tuvieron mucha suerte. Sintiendo como si hubieran encontrado una vaca de efectivo, Evita, finalmente, vio la luz al final de este oscuro túnel.

cuando Evita heredó el gremio Olga, sucedieron muchas cosas. Al igual que con cualquier otra organización, cada vez que el líder cambia, hay chismes y, obviamente, este lugar no sería la excepción. Justo cuando la organización se estaba recuperando, había vuelto a caer en un desastre.

La información que habían obtenido por accidente, era como agua preciosa en un desierto. Si lo perdieran, ese sería el final. No podían confiar en nadie.

Cuando alertaron a Kaligo de que tenían la información que buscaban, agregaron una condición. No se lo venderían a menos que el jefe de Kaligo viniera personalmente a recogerla. Después de la transacción exitosa, Evita, finalmente, sintió como si le hubieran quitado un gran peso de encima.

—A quién buscan no es asunto nuestro.

—Sí…

Evita lo apagó de un solo golpe. Sin embargo, ella todavía tenía curiosidad.

— ¿Quién es?

—Creo que tiene que ver con la masacre que ocurrió hace 25 años. Parece que están buscando a un sobreviviente de ese evento.

La cara de Evita se endureció. Política. Sería problemático involucrarse en algo como esto.

—Siento que podremos obtener más información si continuamos investigando. ¿Esto significa que Kaligo tiene algún interés en la política del Imperio? Como sabe, una recompensa de Kaligo es de una cantidad considerable. Incluso si descubrimos algo pequeño, podemos venderlo por mucho dinero.

Evita pensó por un momento, antes de sacudir la cabeza.

—No lo hagas. No es asunto nuestro.

Por un momento, ella vaciló. Ellos necesitan el dinero.

—No podemos permitirnos hacerlos nuestros enemigos.

El hombre chasqueó los labios con decepción.

—Escucha bien. ¿Alguna vez has conocido a alguien que haya vivido para contar la historia después de estar en el lado malo de Kaligo? Si te atrapa ese hombre, no morirás de una buena muerte. ¿Es el dinero más importante que tu vida?

Evita lo regañó por el miedo a que se fuera por su cuenta. El hombre suspiró.

—Sí, entiendo.

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