Lucía – Capítulo 25: Desacuerdo (3)

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


¿Y qué?

Lucía esperaba que él respondiera de esa manera.

O dijera algo como: “¿Qué quieres que haga?” “¿No fue ese el caso desde el principio?”

Ella esperaba que él tuviera una expresión fría y respondiera de una manera insensible. Le preocupaba frenéticamente si podía devolver una respuesta que fuera aún más fría de lo que sería su respuesta.

A decir verdad, ella no quería lastimarlo. Inicialmente pensó que así era realmente como se sentía, pero se dio cuenta de que realmente no quería verlo con dolor.

El corazón de Lucía se hundió cuando vio un momento de inexplicable desesperación aparecer en su rostro. Ella vio cómo el hombre de acero frente a ella expresaba su dolor de tal manera.

Luchó por respirar como un animal herido de muerte, luego cerró lentamente los ojos y volvió a abrirlos.

Su corazón deseaba alcanzarlo y consolarlo, pero su cuerpo se congeló al verlo. Ella no podía entenderlo mientras sus manos que la sostenían temblaban ligeramente.

No podía moverse ni decir nada y se quedó así por un corto tiempo.

Él se rio amargamente, luego se detuvo y, en un momento, todo desapareció como un espejismo y su expresión volvió a su estado algo impasible.

La visión momentánea de su estado emocional antes de que desapareciera fue como una ilusión, haciéndola sentir confundida y frustrada.

La hizo sentir como si estuviera pisoteando un pastel suave.

—Cierto. Ya ves el final.

Su voz era mucho más tranquila que fría.

Él…

Lucía sintió que realmente lo había visto por un breve momento.

Su expresión y tono generalmente fríos era una armadura. Su frialdad no se debía a que no sentía nada más que esconderse para no estar expuesto.

—Sólo entonces…

—¿Qué?

Lucía se preguntó si sería posible haberlo soñado por un tiempo. Aunque lo vio, no podía creerlo. Mirando su expresión actual, era como si ella estuviera realmente equivocada.

Cuando ella continuó mirándolo en silencio, Hugo abrió la boca y habló.

—Ya veo. Tenía un final desde el principio. Esto es lo que quisiste decir cuando me pediste que te enviara una rosa, ¿verdad?

Cuando mencionó una rosa, la sangre de Lucía se congeló y ella volvió a la realidad, tomándose un momento para regañarse.

Ella estaba actualmente en una encrucijada significativa con él. Lo que comenzó como refunfuños en algún momento se convirtió en algo demasiado tarde para volver atrás.

—Sí… tienes razón.

Ella no quería aferrarse a un final invisible, así que le pidió que la despertara con una rosa.

Sintió que si él anunciaba su final con una rosa, incluso si ella había perdido el sentido por un tiempo, la sorpresa la traería de vuelta.

—Si recibes una rosa mía, ¿qué planeas hacer?

Pensando que probablemente se oía por desde el exterior, el corazón de Lucia se enfrió. Ella rápidamente tomó el control de su corazón indeciso.

—Eso… no he planeado hacer nada. Como dijiste, ese sería el final. No hay nada después del final.

—No hay nada.

Él repitió sus palabras en voz baja y luego volvió a hablar.

—¿Es esa condición irrompible?

—Sí. Ya te prometí que no lo romperé.

Su amor era un amor en el que no le importaba si era correspondido o recompensado.

Lucía nunca deseó eso. Incluso en una relación separada entre padres e hijos, el amor unilateral aún existía. Era un amor imposible para los dos.

Incluso si inicialmente comenzaba con la autosatisfacción, algún día, comenzará a desear que la otra persona correspondiera, y cuando no lo hicieran, ese sentimiento gradualmente comenzará a convertirse en odio.

De esta manera, Lucía lo odiaría gradualmente, pero no quería ser devorada por ese odio.

Hugo sabía que estaba siendo excesivamente codicioso. Sus palabras eran correctas. Sabía que no podía devolverle sus sentimientos, pero codiciaba descaradamente su corazón.

Descubrió más sobre ella en esta breve conversación que en los pocos meses que estuvieron casados. Había sido indiferente.

Ella no lo mostró, pero él no tenía derecho a estar enojado.

No había nada sobre su condición física en el informe que Fabian, su investigador más capaz, envió después de investigar durante aproximadamente un mes.

El hecho de que ella no pudiera tener un hijo era un secreto que nadie más sabía pero que se lo había confesado.

Ella ya le reveló una parte de su corazón hace mucho tiempo, pero él la tiró. Él apartó la mano que ella le tendió con cautela hace mucho tiempo.

—No habrá divorcio —sentenció Hugo.

—Sí —asintió Lucía tras un silencio.

—Tú eres mi esposa.

—Sí.

—No importa cómo termine, no puedes cambiar nuestra relación.

—Sí.

Sus respuestas cortas y sumisas lo estaban irritando. La agarró por los hombros y la derribó. Su cuerpo yacía en el sofá sin mostrar resistencia mientras él se elevaba sobre ella.

—¿Sabes lo que significan tus respuestas?

Su mano agarró su barbilla y sus dedos acariciaron lentamente sus suaves labios. Ante su suave toque que contenía el deseo sexual, sus pestañas temblaron.

Estaba diciendo que, independientemente de sus sentimientos, si quería, tenía que abrir su cuerpo a él. Lucia evitó su mirada y respondió mientras miraba al aire.

—Sí.

Mientras Hugo la miraba con sus profundos ojos rojos, su corazón se hundió lentamente.

¡Excelente! Te conseguiste una esposa perfecta.

Se ridiculizó a sí mismo. Tal como esperaba, consiguió una esposa que era como una muñeca. Ella era suya. Ella era su esposa.

Pero lo que realmente tenía era su caparazón. Y a partir de ahora, tenía que seguir viviendo y abrazando a una esposa como una muñeca.

Ella mantuvo un caparazón de sí misma aquí y escondió su verdadero yo en un lugar que él no podía alcanzar. Pero, ¿cuál era el problema? ¿Que lo que tenía en sus brazos y que podía ver era simplemente un caparazón?

Pero no se trataba de su corazón. Incluso si él tuviera su corazón, ¿qué podría hacer con él?

Podía sostenerla y mantenerla a su lado todo el tiempo que quisiera sin ella. El hecho de que él no tuviera su corazón no significaba que ella fuera a ninguna parte.

De repente, Hugo se dio cuenta de algo que no podía ver antes. Se dio cuenta de la razón de la ansiedad y la desesperación que lo había superado antes.

¿Era ansiedad porque ella no era codiciosa por nada de él y no dejaba rastros, por lo tanto, podía dejarlo sin dudarlo? ¿O desesperación porque no podía abrir su corazón que estaba cerrado herméticamente?

No. La verdadera ansiedad y desesperación que sentía no provenían de estas cosas. Era ansiedad y desesperación debido a sus sentimientos vacilantes.

Antes de darse cuenta, su corazón estaba en sus manos. El peor resultado, el resultado que nunca había deseado, se había deslizado sobre él.

Después de convertirse en duque, Hugo había seguido completamente un principio. Solo devolver todo lo que reciba.

Por eso lo rechazó cuando las mujeres le dieron su amor: no pudo devolverlo.

Amor y odio.

Había pasado por todas las emociones extremas que un ser humano podía poseer; así fue como aprendió a dañar a otras personas.

Odio por el difunto duque y amor por su hermano de sangre. El amor y el odio aparentemente no tenían relación, pero se estrellaron contra él como si fueran uno.

En aquel entonces, apenas tenía voluntad y se desesperaba por su impotencia. Era solo una bestia salvaje que vivía como Hue, sin saber nada. Su única preocupación en ese entonces era cómo matar a sus enemigos y sobrevivir. Desde el momento en que se despertaba por la mañana hasta que dormía por la noche, solo se trataba de su supervivencia.

Pero luego, conoció a su hermano y en el proceso, se convirtió en humano, pero el precio que tuvo que pagar fue aprender emociones.

Amaba a su hermano, pero por eso dejó que el ex duque controlara la vida de su hermano.

Su odio por el difunto duque pronto se convirtió en odio por la sangre de Taran que fluía por sus venas una vez que se enteró de sus secretos después de la muerte del duque.

Ninguna entidad debería ser capaz de influir en él.

La sensación de no poder hacer cosas por su propia voluntad era repugnante. Ya era suficiente para él experimentar el agobio y el miedo a perder a su hermano.

Su corazón tenía que ser inquebrantable, su mente tenía que ser firme. No debía hacer de nadie una existencia especial, por lo tanto, el corazón de ella no era el problema.

El problema era su corazón.

Lo había considerado simple curiosidad y deseo, pero su corazón se burló de él.

Te has enamorado.

No. Eso no es posible.

Fue influenciado por ella. Estaba empezando a tener miedo de perderla. Había alcanzado un estado tan patético debido a una mujer.

No podía entenderlo. No podía aceptar tal conclusión. Se levantó del sofá y comenzó a caminar de un lado a otro.

Lucia miró al hombre algo inquieto frente a ella y lentamente levantó su cuerpo, sentándose. Parecería que hoy pudo ver lados de él que nunca había visto antes.

Su inquietud no duró mucho. Él se detuvo rápidamente, la miró y habló.

—Que te traten.

Y volvieron a donde comenzaron. Lucía lanzó un largo suspiro.

—Dile al médico exactamente cuáles son sus síntomas y recibe un tratamiento. Tienes que saber cuáles son tus síntomas y por qué estás así, ¿no?

—Podría quedar embarazada. ¿Acaso tu decisión de que no necesitas un niño está cambiando?

Cuando se quedó en silencio, Lucía sintió ganas de gritar.

¡Déjame en paz! ¡Preferiría que estuvieras interesado en mi cuerpo como lo has estado!

—No hay forma de que suceda un niño —dijo Hugo tras un silencio.

—Lo que quieres decir es que… ¿dormiremos por separado?

Lucía desafiante miró hacia adelante, enfocando los ojos con los suyos. Abrió la boca como si ella hubiera dicho algo inútil.

—¿Por qué crees que es solo para hacer un hijo? Tú también lo disfrutas.

—No cambies el tema. Si me tratan y sigues viniendo a mi habitación, ¿qué harías si quedo embarazada? Eso es lo que quiero saber.

—Si es así, no sería mi hijo.

Escupió esas palabras sin dudarlo y luego se dio cuenta de su error después del hecho.

Dijo eso porque ya sabía que el embarazo era imposible, pero mientras ocultara la verdad, sin importar quién escuchara sus palabras, lo entenderían seriamente.

Lamentó sus palabras ya que su expresión ya estaba terriblemente pálida.

—¿Quieres decir que… no admitirás que es tu hijo? O… ¿concluirás que te fui infiel?

Fue cruel. Él rasgó su corazón en pedazos con sus palabras.

Lucía una vez más recordó cuando lo había escuchado a él y la conversación de Sofía Lawrence en la fiesta de la victoria. En ese momento, sus palabras fueron como una espada despiadada cuando cortaron a Sofia Lawrence.

Hugo sabía que sus palabras la habían herido mucho. Que tenía que disculparse y consolarla. Sin embargo, a diferencia de su apariencia externa aparentemente casual, su ser interior se desbocaba de confusión y ansiedad.

Ni siquiera podía entender sus propios sentimientos. Se había cansado y agotado de la situación misma.

De su terca persistencia y de sí mismo, que no podía decir la verdad.

Para el Hugo a quien no le gustaban las situaciones complejas y manejaba todo fácilmente, esta situación enredada y sus sentimientos eran abrumadoramente agotadores.

—Lo que quiero decir es… —Comenzó, se detuvo por un momento y luego continuó, murmurando con rigidez—. Para tu tratamiento… haz lo que quieras.

Se dio la vuelta y salió de la sala de recepción. En poco tiempo, Lucía se quedó sola en la tranquila sala de recepción, desplomándose en el sofá.

Silenciosas lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Esa noche, él no fue a su habitación.

♦ ♦ ♦

La comida fue preparada para una sola persona. Al ver esto, Lucía se sintió desanimada pero se sentó sin decir nada.

Pero aun así, el espacioso comedor parecía aún más grande.

—Mi maestro recientemente tiene muchos asuntos oficiales que atender.

Jerome, como dando una excusa, explicó por qué el duque no la había acompañado a cenar de nuevo.

—Entiendo. Me preocupa que pueda dañar su salud, así que espero que lo cuides aún más.

—Sí, mi señora.

Lucía había cenado sola durante una semana y él no había visitado su habitación en absoluto.

Tampoco había podido ver su rostro durante unos días.

Él le dijo que estaba muy ocupado. Que estaría trabajando todo el día en su oficina y que solo tendría sus comidas allí.

Pero los sentidos de Lucía le dijeron que la estaba evitando.

Había estado ocupado una vez y se quedó en la oficina hasta que Lucía se durmió, pero en ese momento, él entró al amanecer, la agarró y se durmió.

Ahora, había pasado una semana. Cuando volvía a mirarlo, era solo una semana, pero parecía una eternidad.

Estaba ocupado con el trabajo y no tenía tiempo para pensar en una mujer. Nada parecía estar mal, pero esta semana podría convertirse en un mes y luego en un año.

Me duele la cabeza…

Habitualmente masticaba su comida pero no sabía a qué sabía. Después de que terminó de comer, visitó a Anna para que le diera medicamentos para el dolor de cabeza y se fue a su habitación.

Cuando abrió los ojos por la mañana, se sentía un poco mejor, pero cuando llegó la noche y se acostó en la cama, fue el comienzo de la tortura, ya que no podía dormir con todo tipo de pensamientos en su cabeza.

¿Por qué hiciste eso? Lo arruinaste.

Ella se culpó a sí misma.

¿Por qué ocasionaste tantos problemas?

La razón por la que se casó con él fue por una vida tranquila y cómoda. No fue por su afecto.

Desde el principio, ella había hecho un contrato con él. Nunca tuvo la astuta idea de hacer un contrato y negarlo más tarde.

Él es el culpable. Hubiera sido mejor si nos hubiéramos quedado como una pareja formal.

Tenía cierto resentimiento hacia él.

Si él no la tratara con tanto cariño, su determinación de vivir el resto de su vida de esta manera nunca se habría roto.

Ahora, su actitud la atravesó como un cuchillo y hundió su corazón en el infierno.

Elegiste esto. Prometiste nunca arrepentirte de esto.

Una vez más se reprochó a sí misma. ¿Por qué estaba repentinamente codiciosa cuando dejó de tener un hijo desde el principio?

Ella no sabía el valor de lo que tenía y se volvió codiciosa, perdiéndolo en el proceso.

Hasta hace poco todo era perfecto. Ella lo arruinó.

No importa cuánto se giró Lucía, no podía dormir.

Se sentó y acurrucó su cuerpo en una bola, envolviendo sus brazos alrededor de sus rodillas. No pudo evitar que su mirada cayera en la puerta del dormitorio que nunca se abría.

A medida que pasó el tiempo, su corazón se vino abajo aún más.


Maru
¡NOOOOOOOOO! Estúpido, ¡mis sentimientos! ¿Cómo haces esto? Maldición, ¡ella no se merece esto por tu estupidez!

5 respuestas a “Lucía – Capítulo 25: Desacuerdo (3)”

  1. Hasta a mi me está dando dolor de cabeza por esto ya está más enterado que queso Oaxaca 🙃 él no quiere hablar, ella quiere respetar el contrato, el quiere quién sabe que porque no se define que es lo que quiere. Ay no sé pero ya estoy con la lloradera hace rato 💔

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