Lucia – Capítulo 7: Primera Noche (1)

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


No hubo procesión de bodas, no hubo invitados para felicitarlos ni bendiciones. Se sentaron uno frente al otro en una mesa, donde Hugo Taran y Vivian Hesse firmaron un certificado de matrimonio.

Ella firmó con su apellido completo, “Hesse”, en los documentos mientras escribía solo la inicial de su primer nombre, “Vivian”. Esa era la norma para los certificados de matrimonio. Pero para este en concreto, firmó su nombre completo en la parte superior y utilizó el método de firma estándar que se encontraba a continuación.

Vivian. Ese era su nombre. Había vivido como Vivian mientas estuvo con el conde Matin durante más de cinco años. Después de su divorcio, había vivido el resto de su vida como Lucía. Pero ahora, tendría que vivir el resto de su vida como Vivian.

Nunca pensó que el nombre de Vivian le perteneciera. Cuando vivió con ese nombre, no había sentido más que agonía y sufrimiento. Lucía y Vivian se sentían como dos seres humanos diferentes. Estaba angustiada por si el nombre escrito en el certificado realmente le pertenecía o no.

Estaba frustrada de que su cáscara falsa como Vivian estuviera atrapada por el resto de su vida por este matrimonio, pero al mismo tiempo, sintió una sensación de alivio. Por un lado, sintió una pequeña esperanza de poder romper su capa externa y escapar al mundo. Por otro lado, Lucía no podía ver el punto más bajo de ese agujero negro en el que estaba a punto de caer. Lucía no podía expresar sus sentimientos con una sola palabra.

Dos hombres que nunca antes había visto en su vida fueron los testigos. El proceso fue simple y fue promovida rápidamente como la esposa oficial del duque de Taran. Así fue como terminó su boda.

Lucía no tenía ningún apego a cosas como las bodas, pero estaba un poco triste porque se había omitido el clásico beso. Después de ese primer beso, nunca había vuelto a tener ningún tipo de contacto con ella. Fingió mirar a otro lado mientras le echaba un vistazo a sus labios.

Sus labios cerrados yacían en línea recta, su naturaleza obstinada se reflejaba en ellos. No eran demasiado gruesos; cuando sus labios se apretaron contra los de ella se sintieron muy suaves. Él había chupado sus labios cuando su lengua entró en su boca…

—Mañana por la mañana nos iremos hacia el norte.

—¡Sí! Está bien.

Ante su repentina intervención, Lucía saltó sorprendida. Él la miró con ojos extraños, por lo que ella rápidamente se distrajo mirando en otra dirección. Le preocupaba que su cara estuviera sonrojada en esos momentos.

Ah, debo estar loca. ¿Qué estás haciendo? En serio.

—Si deseas permanecer en la capital, está bien.

Su acelerado corazón se quebró un poco, y un viento frío sopló aullando en la distancia. La tinta de su contrato matrimonial aún no se había secado, pero ya estaba pensando en separarse como algo trivial.

Se dio cuenta de que no la veía como una mujer. No tenía ninguna expectativa de una vida matrimonial cálida y amorosa, pero no podía evitar sentirse amargada.

Su corazón se apretó de dolor. Estaba declarando que su matrimonio nunca se convertiría en algo que los uniera. Lucía, que al principio tenía un poco de esperanza, tiró todo eso. En este momento no había ni siquiera un poco de frustración en su corazón.

—… Lo seguiré. Pero si Su Gracia desea que permanezca aquí, lo haré.

Bajó la mirada al suelo y habló con voz baja, intentando no mezclar la emoción con sus palabras. No estaba tratando de desafiarlo ni nada. No había beneficios con quedarse aquí. Sintió su mirada sobre ella con todo su cuerpo.

Lucía esperaba vivir con la corriente, tranquila y relajada tanto como fuera posible. No lo veía como un hombre que abusaría físicamente de una mujer, pero no había nada de malo con ser cuidadosa. Ella ya había experimentado lo desesperada que estaba una mujer contra un hombre que era violento.

—No hay nada divertido allí, a diferencia de la capital. Debes tomar una decisión firme para que no te arrepientas.

—Estaré bien.

Nunca he encontrado nada agradable en la capital en primer lugar.

Una vez que su carruaje se puso en marcha, no conversaron hasta que llegaron a su destino. Tan pronto como llegaron, él se bajó y se encerró en su oficina ovalada. Lucía se quedó sola en la puerta principal y solo Jerome se quedó para mostrarle la finca.

—Saludos, señora. Soy el actual mayordomo que sirve al duque de Taran. Por favor, llámeme Jerome.

Parecía estar alrededor de los treinta años. Estaba familiarizada con ese hombre, que tenía los ojos azul medianoche y lucía una presentación general limpia y ordenada. Una vez le había servido té cuando visitó al duque.

Así que él era el mayordomo. Parecía ser demasiado joven como para ser el mayordomo principal.

—Encantada de conocerte. El té de la otra vez estuvo delicioso, Jerome.

Jerome miró a Lucía de forma extraña, pero todos los rastros de sus sentimientos fueron borrados con rapidez. Respondió con tono amable y gentil en su lugar.

—Gracias. Por favor, hable sin formalidades, señora.

—Me siento más cómoda hablando de esa manera. Oh, si esto no es apropiado como la dama de la casa del duque, arreglaré mis malos hábitos.

—No es el caso. Señora, lo que sea que diga serán las nuevas reglas de Taran. ¿Comerá primero o descansará? ¿Quiere que le enseñe la finca?

Había escuchado algo increíble justo ahora. Pero en este momento sufría un terrible dolor de cabeza y no podía detenerse en el tema demasiado tiempo. Lucía relató lo que más quería en ese momento.

—Me gustaría descansar un poco primero.

—Le mostraré el camino a su habitación.

Jerome acompañó a Lucía y le presentó dos mujeres de mediana edad.

—Estas serán sus dos criadas que se ocuparán de sus necesidades para su convivencia.

Jerome introdujo rápidamente sus nombres y experiencia. Las criadas la atendieron mientras se desnudaba. Se puso su camisón de dormir mientras esperaba que pasara su doloroso dolor de cabeza.

Cayó en un sueño profundo, luego se despertó al escuchar una voz después de un rato. Afortunadamente, su cabeza ya no dolía.

—Ama, ¿por qué no come un poco antes de volver a dormir? —preguntó con cuidado su doncella. No conocía el temperamento de su ama y temía que le gritara o pegase.

—Mmmm… ¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—Cerca de seis horas.

—… He dormido mucho tiempo.

—Estamos preparando la cena en este momento.

—¿Su Gracia ya ha comido?

—Tendrá una comida ligera en su despacho oval más tarde. Con frecuencia tiene sus comidas en la oficina cuando tiene muchos asuntos oficiales que revisar.

En conclusión, significaba que Lucía tenía que comer sola. El primer día de casados de Lucía, se sentó sola en una gran mesa llena de deliciosos dulces. Se sintió un poco decepcionada. Comer juntos no era algo tan difícil de hacer. Vivían en la misma casa después de todo.

Estaba un poco malhumorada, pero rápidamente hizo todo lo posible para olvidarse del asunto.

No esperes nada. No esperemos nada en absoluto.

Si se decepcionara por cada pequeño detalle, su vida de casada se convertiría en un infierno.

He obtenido un hogar cómodo para mí y no tendré que preocuparme por el resto de mi vida. Además, he escapado de ese hombre.

Esas eran las cosas que deseó originalmente. Pero el deseo de un humano era de verdad interminable. Solo se había casado, pero ya había plantado algunas expectativas en su corazón.

—Jerome, sobre las sirvientas que me atienden…

—Sí. ¿Han cometido algún tipo de error?

—No es eso. Parece que son las sirvientas más experimentadas y veteranas. ¿Hay alguna razón por la que deban estar a cargo de atender mis necesidades más triviales?

Dentro de su sueño, Lucía había vivido una vez como criada en una familia noble. Por lo tanto, entendía el tipo de tareas que una sirvienta haría dependiendo de su edad y experiencia.

—Me disculpo, no lo expliqué antes. Ama, dormirá aquí solo por hoy. Mañana, nos iremos a nuestro territorio. Mientras nos movemos de un lugar a otro, ellas la atenderán. Cuando regresemos a nuestro territorio, las criadas que la servirán serán diferentes.

—Oh, las otras doncellas en esta finca tienen su base en la capital y no pueden irse con nosotros. ¿Correcto?

—Así es.

—Entonces, ¿de qué estarán a cargo las criadas una vez que regresemos a nuestro dominio?

—Se les asignarán tareas apropiadas dependiendo de su edad y experiencia.

—Entiendo. Gracias por su explicación.

—No hay problema.

Después de este evento, Jerome consideró que Lucía no tendría ningún problema en la gestión de los asuntos básicos del hogar. Si Lucía se enterara, lo habría negado rotundamente.

Lucía se familiarizó con la mansión del Duque cuando una sirvienta le mostró los alrededores. La mansión era tan enorme que no podía recorrer todo el lugar. La vivienda era en sí monumental, pero el jardín circundante era muchas veces más espacioso.

—¿Ha estado esta mansión con la familia Taran durante mucho tiempo?

—No. La familia Taran nunca tuvo una mansión en la capital. Este lugar fue preparado hace varios años.

—¿Es así? ¿Quién fue el propietario original de este lugar? la mansión y el jardín son tan grandes… Debían ser una familia noble muy prestigiosa.

—Nuestro señor era dueño de muchas mansiones. Compró alrededor de diez. Esta solo es una de las que adquirió, y el resto fueron destruidas.

—Ah…

Era un hombre mucho más rico de lo que Lucía pensó en un principio.

El baño era amplio y lujoso. No estaba hecho de porcelana como las bañeras habituales; habían construido una pared a partir del suelo, convirtiéndose en un spa. Las criadas no necesitaron llenar la tina manualmente; había un tanque de agua caliente conectado con el lugar, por lo que el agua caliente estaba a solo un grifo de distancia.

Había oído hablar de tales baños antes, pero era la primera vez que lo veía en persona. Por lo general, era tarea de un sirviente llenar y drenar el agua. No importaba cuánto esfuerzo gastaran para calentar el agua de la tina, no había un sistema de agua corriente en toda la ciudad. Además, muchas personas no ponían medios en mejorar las instalaciones a este nivel.

Dudo que haya construido este sistema de aguas para facilitar la vida de los sirvientes…

Como Lucía pensó, esto no era algo que el duque hubiese ordenado. Jerome, que estaba a cargo de las instalaciones de la casa, había buscado crear un sistema  eficiente. Una de sus únicas aficiones era destruir y remodelar partes de la casa.

Después de su baño, regresó a su dormitorio. Las doncellas la atendieron con gran cuidado, ayudaron a secar su cabello y le dieron una esencia de flores utilizada para dejar la piel suave y tersa. Esa sería su primera noche juntos después de la boda.

Esa persona… No vendrá a mi habitación esta noche.

Lucía estaba segura de eso. Mañana por la mañana, volverían a su territorio, por lo que él preferiría tener una buena noche de descanso. No había ninguna garantía de que visitaría su dormitorio, incluso después de regresar al norte. En primer lugar, no deseaba tener un hijo. Era posible que nunca visitase el dormitorio de Lucía en esta vida.

Ya tiene un hijo.

Pasó por este matrimonio solo por su bien. Si Lucía tuviera un hijo, las cosas se complicarían mucho. Aunque su hijo había sido legalizado, el vástago de la esposa legal tenía más poder.

Probablemente haría todo lo posible para evitar tal situación. Le había dicho que para ella era un asunto trivial, pero esas declaraciones probablemente tenían mucho peso para ellos. No había manera de que ella demostrara que no podía tener hijos, por lo que él siempre sospecharía de ella.

El dormitorio se quedó en silencio una vez que se fueron todas las sirvientas. Se recostó en la cama una vez más. Sin embargo, había dormido por tanto tiempo que no tenía nada de sueño. Se revolvió y giró en la cama, perdida en sus propios pensamientos.

Es mejor de esta forma…

Le había prometido que nunca lo amaría. Esa promesa sería más fácil de cumplir cuanto más distancia hubiese entre ellos. Solo habían compartido un leve beso y ya provocó que su corazón latiese más rápido; si hicieran algo más… La cara de Lucía se volvió más roja y caliente. Rápidamente se abanicó con ambas manos, tratando de hacer desaparecer esos pensamientos.

Pensemos en otra cosa. Algo más… ¿Qué debo hacer ahora que soy la esposa del duque…? ¿Qué hay que hacer?

Lo primero en su lista que beneficiaría a su esposo sería participar activamente en las reuniones sociales de los nobles. El conde Matin siempre había puesto todo su empeño en lograr que Lucía se mezclara con la alta sociedad. Pero nunca pudo alcanzar sus expectativas. Siempre estaba cansada, y todo lo que podía hacer era quedarse quieta y contar el tiempo que pasaba.

Ah… Participando en los eventos sociales. No tengo confianza en ese aspecto…

Al ocultar este hecho, ¿se consideraría incumplimiento del contrato?

La esposa original del duque en el sueño era talentosa para hacer conexiones y mezclarse con la alta sociedad. Compró todos los vestidos más nuevos y caros, mientras se equipaba con todo tipo de joyas. La duquesa recorrió toda la ciudad participando en eventos sociales con actitud carismática. Las mujeres nobles a su alrededor la ahogaban con infinitos cumplidos.

Pero a sus espadas, no harían nada más que criticarla y hablar mal de ella.

La duquesa no tenía un fondo sorprendente. No era más que una roca lamentable que de alguna manera había rodado hacia ese lugar. No había nada agradable en descubrir una roca. No tenía nada en común con las mujeres nobles de la alta sociedad que habían crecido con una cuchara de plata bajo la boca.

Por supuesto, nadie sería tan descaradamente grosero en la cara de la Duquesa.

Lucía nunca se esforzó para participar activamente en los eventos sociales de la aristocracia, pero había participado diligentemente de vez en cuando. Así fue como había llegado a ver y conocer muchas cosas. Se mantenía detrás de todos, por lo que tuvo muchas oportunidades de observar a otros con objetividad.

Nunca estuvo celosa del glamour de la Duquesa. De vez en cuando, parecía que estaba luchando. Al principio, la esta era humilde, pero a medida que pasaba el tiempo, se emborrachaba en su propio pedestal.

Después de que su matrimonio con el Duque Matin llegara a su fin, se distanció de ese tipo de fiestas. Luego, Lucía trabajó como sirvienta para algunos nobles y llegó a conocer al duque de Taran.

La Duquesa no había cambiado en todos esos años. Su reputación había empeorado con el tiempo. Cuando se reveló la verdad sobre el matrimonio, todas las mujeres nobles se rieron y burlaron de ella, difundiendo la noticia por todas partes. La Duquesa había cavado su propia tumba. Había hecho demasiados enemigos a lo largo de los años.

No estaba segura de lo que pasó después. Lucía estuvo trabajando duro, ahorrando dinero mientras trabajaba como empleada doméstica para comprarse una pequeña casa. Había llevado una vida tranquila después de dejar su trabajo, dejando atrás todas las fiestas ruidosas y glamurosas de la alta sociedad.

Muy de vez en cuando, descubría algún chisme por parte de sus compañeros de trabajo. Entre todos ellos, había información del Duque de Taran, pero el contenido era algo borroso.

¿Por qué… me casé con él? Lucía se asustó de sí misma. Entonces, ¿qué pasará con la historia original del Duque…?

Solo pensaba en eso ahora. Se sorprendió al percatarse de su egoísmo.

No hay nada que pueda evitarlo ya.

Sin embargo, su culpabilidad no duró mucho.

Si tuviera que preocuparme de los problemas y luchas de todos, no podría sobrevivir en este mundo de perros hambrientos.

Lucía saltó, dándose cuenta de nuevo de su personalidad egoísta y cruel. Sin embargo, no era como si quisiera convertir esa personalidad en una amable. Había aprendido que las buenas personas serían pisoteadas por el camino difícil.

Después de pensar en ello, no tenía nada de sueño. En todo caso, se sentía más despierta. Después de girar una y otra vez, se levantó y encendió las luces de su habitación.

Miremos qué hay en la habitación.

Toda la sala era enorme. Su cama, sofá, todos los muebles eran así. Era una habitación de aspecto espeluznante y parecía demasiado fría para una mujer. Si tuviera que quedarse en ese lugar por más de una noche, le gustaría redecorar. En general, había un buen balance, pero una cosa despuntaba de todo el lugar.

¿Qué diablos es esa pintura…?

Una gigantesca pintura de vanguardia estaba colgada en el centro de una pared blanca vacía. No tenía idea de lo que la pintura estaba tratando de transmitir; no encajaba con el dormitorio para nada.

Era uno de los cuadros que el príncipe Kwiz había enviado. Hugo se había estremecido al ver la pintura. Cuando Jerome le preguntó qué debía hacer con ella, respondió simplemente que lo colgara.

Lucía no tenía idea de la situación, solo se preguntó si la pintura sería famosa. Su suposición no estaba muy lejos de la realidad. El príncipe heredero siempre había tenido una personalidad pícara; se había esforzado en elegir personalmente una pintura que le gustara especialmente para el duque.

Un armario de vinos.

Había docenas de botellas de vino exhibidas según el tipo contra la pared. Lucía examinó todas las botellas tras la puerta de cristal. Era raro que la habitación de una mujer tuviera un armario de vinos. Tal vez habría uno en la habitación de una mujer anciana.

Lucía no sabía mucho sobre vinos, pero recordaba un vino de lujo especialmente dulce que se adaptaba perfectamente a su gusto. Era un recuerdo de su sueño. Saltó de alegría cuando descubrió la misma marca entre las botellas, haciéndola dudar por un momento si debería sacarla o no.

—Esta es una bebida de celebración. Al menos me puedo recompensar con esto.

Fue una boda sin bendiciones, pero tenía derecho a felicitarse y bendecirse a sí misma.

Junto al armario de vinos, una pequeña mesa para dos estaba dispuesta. También había unas cuantas copas de vino y un abridor. El ajuste perfecto. Lucía descorchó la botella y bebió poco a poco mientras tostaba su vaso en el aire.

—Delicioso… ¿Eh? ¿Ya está vacío?

Solo había bebido unos cuantos vasos, pero la botella ya estaba vacía. Sintió que no había tenido suficiente, así que se relamió los labios y se puso de pie para coger más vino, pero estaba tan mareada que se sentó de nuevo.

—Ah… ¿Por qué me siento así?

Respiró hondo varias veces y trató de levantarse de nuevo. Su estómago se sentía caliente y las paredes seguían girando.

—Ah… Debo estar borracha…

Lucía apenas llegó a la cama mientras tropezaba por la habitación. Después de unas cuantas respiraciones, se quedó dormida. Pero incluso con la ayuda del alcohol, no pudo dormirse del todo. Se despertó sedienta un poco más tarde.

Tanto calor… Y tengo tanta sed…

Era la primera vez que Lucía tomaba alcohol. El vino que había bebido tenía un bajo porcentaje en alcohol, pero para la primera vez era bastante potente. Aunque el dormitorio estaba frío, su cuerpo se sentía como si se hubiera quemado bajo el sol.

Lucía se revolvió y se dio la vuelta en la cama hasta que decidió quitarse el pijama. De todos modos, era la única en el dormitorio. Esta era su habitación.

He tenido éxito. Ya no tengo que casarme con él. He cambiado mi futuro.

El alcohol ayudó a exagerar la sensación de libertad dentro de su corazón. Se volvió más valiente y también se quitó la ropa interior. Todo su cuerpo estaba ardiendo y tenía un tono rosado por todas partes.

Lucía se dio la vuelta disfrutando de la fresca sensación de las sábanas contra su piel. Poco después, se levantó y fue hacia la mesa del centro de la habitación. Había una jarra de agua y un vaso colocado en una bandeja de plata. Se sirvió un vaso y se lo tragó todo de un golpe para saciar la sed.

En ese momento, se oyó un leve chasquido. En el silencioso dormitorio, dicho sonido se distinguió perfectamente, por lo que volvió la cabeza hacia el sonido. Cuando miró, la puerta que conectaba con la sala de recepción ya estaba abierta. En el momento en que vio a la persona de pie junto a la puerta, dejó caer el vaso de agua y se congeló como una estatua.

Hugo acababa de bañarse y entró en la habitación con una bata puesta. Se detuvo al ver al invitado repentino desnudo. Un pesado y sofocante silencio cayó sobre el dormitorio. Él entrecerró los ojos e inspeccionó el cuerpo de arriba abajo.

Estaba fatigado después de trabajar durante varias horas seguidas sin descanso, pero sintió que su cabeza se aligeraba al instante.

¿Quién es esta mujer? Se preguntó al principio, pero al segundo lo recordó. Ah cierto, me casé.

Entonces se dio cuenta de que la mujer que tenía delante era su esposa.

Tenía un cuello largo y delgado, y hombros redondos; sus pechos con pezones rosados se veían dulces, su cintura era estrecha, mientras que sus caderas se curvaban en una bonita figura de reloj de arena. La luz del dormitorio estaba encendida, por lo que podía ver fácilmente todos los detalles de su cuerpo.

Pero para su pesar, la zona justo bajo su ombligo estaba escondida detrás de la mesa y no podía verlo. Se preguntó si debería ordenarle que se moviera un poco de lado. Esos eran sus pensamientos.

En ese momento, el fuerte sonido de algo al romperse deshizo el silencio de la habitación. Se había congelado en el sitio y el vaso se le resbaló de las manos, rompiéndose al instante contra el suelo de mármol. Lucía trató de moverse, pero él la paró.

—¡No te muevas!

El cuerpo de Lucía se congeló de nuevo en su lugar. No movió ni un músculo y simplemente lo vio acercarse a ella. Inconscientemente se alejó, pero él continuó observándola, haciendo que se realizará una vez más. Cuando la alcanzó, colocó sus manos contra su espalda y piernas y la levantó.

Con cada paso del duque, el sonido del cristal raspando sus zapatillas hacía eco. Los pocos pasos hacia la cama parecieron una eternidad.

—¿Estás herida en alguna parte?

Ante su baja voz, se percató de que estaba sentada en la cama.

—N-No.

Lucía negó con la cabeza y se escapó de su agarre lo más pronto posible. Rápidamente se tapó con la manta alrededor y escondió su rostro bajo la almohada. Los lugares donde la habían abrazado se sentían calientes y su mente estaba completamente en blanco.

La observó con ojos divertidos, mientras ella se retorcía en la manta como una oruga y escapaba al rincón más alejado de la cama.

—¿Me das la bienvenida con tu cuerpo desnudo y ahora pretendes ser una chica inocente?

Quería meterse en un agujero, pero con su voz burlona, consiguió controlar sus sentidos. Era demasiado malo. Debería haberse disculpado, mientras le preguntaba si la había asustado, pero no. Lucía asomó la cabeza.

—¡Entró sin previo aviso! —gritó.

—Eso fue grosero de mi parte. En el futuro, me aseguraré de notificarlo desde fuera de la puerta.

Lucía no estaba segura de si estaba bromeando o burlándose de ella. Sin embargo, su reacción en este momento era demasiado exagerada y se sentía incómoda de nuevo. Solo le preocupaba que fuera herida por los fragmentos de cristal. Si no fuera por él, tendría muchos pedazos de vidrio pegados a sus pies.

—… Nunca pensé que vendría aquí.

No esperó desnuda para seducirlo. Era la forma indirecta de decir sus sentimientos.

—Esta es mi habitación. Por supuesto que el dueño vendría aquí.

—… El mayordomo me dijo que durmiera aquí. Nunca me dijo que fuera su dormitorio. ¿Está en la tradición de su familia que las parejas compartan dormitorio?

Hugo recordó algo vagamente. Jerome había dicho algo acerca de que la habitación de la ama no estaba preparada todavía, y él solo había asentido. El matrimonio había sido demasiado repentino, y se quedarían allí solo una noche, por lo que el mayordomo le había dicho que dejaría que la ama se quedara en su habitación.

Jerome era un perfeccionista. Si los preparativos no estaban a la altura, sería lo mismo que no tener ninguno. Pensó que ya que estaban casados, no habría ningún problema en compartir una habitación por la noche.

—No hay tales tradiciones. Parece que hubo un error en alguna parte.

—Entonces… no me está malinterpretando, ¿verdad?

A Lucía le preocupaba que pudiera verla como alguien vulgar, pero en primer lugar, este hombre ni siquiera se molestó en pensar en eso. No veía a las mujeres de esa manera. Para él, solo había dos tipos de mujeres en este mundo. Mujeres con las que quería dormir y con las que no. No tenía sentido juzgar si la chica era vulgar o modesta.

—¿Dormir desnuda es tu pasatiempo?

No parecía ser de ese tipo, y ese descubrimiento le resultó divertido. La cara de Lucía se sonrojó y ella lo miró con ojos arrogantes.

—No. Solo tenía calor…

Su respuesta no tuvo ningún sentido en esta habitación fría, pero cuando sus ojos se posaron en la botella de vino vacía que había más allá, la comisura de sus labios se levantó.

—¿Bebiste vino?

—… Sí —respondió con voz mansa.

Si esta era su habitación, Lucía había sacado una botella de vino sin el permiso del propietario.

Ah… ¿Por qué hice eso?

Por primera vez después de despertar de su sueño, se imaginó lo bueno que sería si este momento fuera uno.

—Una mujer borracha y desnuda esperándome en la habitación… Esta coincidencia es demasiado inteligente.

Su voz divertida hizo que se sintiera molesta. Su estado de ánimo se arruinó por sus constantes burlas.

¿Crees que todas las mujeres están locas por ti?

Lucía quería decírselo a la cara, pero reprimió sus sentimientos y habló de forma razonable.

—Ya se lo he dicho. No sabía que era su habitación y nunca pensé que vendría aquí. No sé cuántas bellezas esperaron a Su Gracia desnudas, pero incluso si tuviera esos pensamientos, probablemente sea la única mujer en este mundo que tiene derecho a estar en su cama. Después de firmar mi nombre en ese contrato esta mañana, eso es.

Una vez que Lucía terminó de hablar, se mordió la lengua. Dijo palabras tan audaces… ¿qué pasaría si él fuera un supremacista masculino que no se sentaba en silencio al ver una mujer responderle? Estaba preocupada por su reacción.

Cuando vivió con el conde Matin, la única forma en que podía responder era con un “sí” o “no”. No mantuvieron ninguna conversación que se alejara de eso. Se sentía extraña a su nueva personalidad que hablaba y reprendía.

La vio rebelarse y se rió por lo bajo.

—Me disculpo si mis palabras irreflexivas lo hicieron sentir molesto. Lo siento —al ver que no contestaba, volvió a hablar. —¿He de ponerme de rodillas?

—Ah, no. Me sorprendió… Nunca pensé que… alguna vez diría “lo siento” en la vida.

De nuevo con eso. Quería abrir su cabeza y ver qué tipo de pensamientos tenía sobre él. Repasaría cada uno y diría que estaba bien y de qué pensamientos se tenía que deshacer.

—¿Qué clase de hombre soy en esa cabeza tuya? ¿Estás diciendo esto después de escuchar todos esos rumores?

—No hay rumores que lo juzguen. Baso mis pensamientos y sentimientos en lo que veo y observo por mí misma. En lugar de una disculpa, pensé que ibas a mandar otros.

—Esta es la primera vez que escucho un comentario tan mordaz en una persona.

—¿Qué quiere decir con comentario mordaz? Es solo mi opinión. No me denuncie así.

Su expresión era muy seria y abierta. Ella había sido así desde su primer encuentro. Sus ojos eran rectos y honestos, y fue la razón por la que se tomó su tiempo para escuchar su irrazonable oferta. Fueron esos ojos los que lo llevaron a su situación actual.

Hugo giró su cuerpo sin pensarlo mucho. En su acción, su manta saltó ruidosamente. Enarcó las cejas, moviéndose de nuevo y otra vez, su manta se revolvió.

¿Tiene miedo de que salte sobre ella?

El diminuto animal temblaba de miedo frente al salvaje depredador. Un depredador saciado probablemente no miraría dos veces a ese pequeño animal. Si siempre se llenara, no vería beneficios en cazarlo, pero hoy este pequeño animal aumentó su apetito. Su estado de ánimo era bueno, así que tomó la manta que ella usaba como escudo y tiró de la figura redonda que parecía un sushi.

Lucía dejó escapar un breve grito y rodó sobre el ancho colchón. Cuando recobró los sentidos, estaba indefensa y desnuda. Él la miró mientras estaba entre sus brazos. Lucía contuvo el aliento. Tenía miedo de que su cuerpo rozara sus manos, por lo que no movió ni un músculo.

—Si crees que eres la única mujer que tiene el derecho a dormir en mi cama, ¿por qué piensas que no te visitaré? Esta es nuestra primera noche juntos después de todo.

Probablemente, si tuvieran habitaciones separadas, no habría ido a la de ella. Si Lucía estaba durmiendo en su cama, él no tocaría un pelo de su cuerpo y solo dormiría a su lado.

La razón era sencilla. Simplemente no tenía interés para tales cosas. Ella era muy diferente de las chicas que le gustaban. Le gustaban bellezas voluptuosas. En una palabra, él era inmune a ella. Pero aun cuando pensaba de esa manera, sentía curiosidad por sus pensamientos. Desde hacía mucho tiempo, seguía preguntándose qué demonios estaba pensando esa mujer.  Quería saber.

Lucía a menudo tomaba algo simple y lo hacía complicado a través de sus interminables reflexiones. Esto no era un matrimonio acompañado de afecto. No era una mujer asombrosa ni glamurosa que los hombres codiciaban. Pero sobre todo, allí estaba su hijo.

No deseaba el embarazo de su esposa. Nunca creería que ella no podía tener hijos sin pruebas. Pero no quería hablar sobre el tema del embarazo. Si ella lo mencionaba, se sentía como que abandonaría la habitación sin ninguna duda. Ella no deseaba que se fuera. Aunque era un matrimonio contraído, una boda sin una primera noche parecía tan miserable…

—Mañana… Dijo que iríamos a su territorio…

Aunque no mintió, era lo mismo, ya que le había ocultado muchos hechos. Su mirada la parecía estar interrogando.

El hecho de que ella estuviera desnuda e indefensa seguía creciendo en su mente. Sintió que su cuerpo se estaba calentando gradualmente. Lucía se movió poco a poco mientras cubría sus senos con los brazos. Esta acción no tenía ningún uso ni significado, pero era una acción reflexiva para cualquier mujer que sufre humillación.

Qué reacción tan refrescante.

Siempre había pasado su tiempo con mujeres que se lanzaban sobre él. Era interesante ver a alguien tan modesta por una vez. No había duda de que esta chica era virgen. Una virgen muy inocente. La sospecha de que estaba escondida y esperando a propósito aquí desapareció por completo. Pero en otro sentido, hizo que perdiera el interés.

Las vírgenes eran molestas. No sabían qué hacer con su cuerpo y no era divertido. Eran su último recurso cuando se trataba de satisfacer sus deseos sexuales. Una noche con una mujer experimentada y hábil era más agradable. Disfrutaba de las frutas que habían madurado hasta el punto de caerse del árbol.

Qué hacer… Ella parecía aterrorizada. No tenía ninguna intención de acostarse con una mujer que no sintiera lo mismo.

—Si no quieres, no lo haré.

—Pero la primera noche… No se nos permite negarnos.

La primera noche era un derecho y una obligación. De hecho, eso había sido estipulado por la ley. Desde hace mucho tiempo, dos familias nobles en guerra se unirían en matrimonio por la paz, y hubo un momento en que esa ley fue requerida.

En la actualidad, se restablecieron las fronteras de los diferentes territorios del reino, y era raro ver tal evento. La razón por la que se mantuvo la ley fue porque podría haber un momento en que sería necesario a futuro. Si pudiera demostrarse que nunca habían pasado la primera noche juntos, el matrimonio podría anularse. Eso se aplicó a veces cuando un lado del grupo fallecía debido a alguna razón. Dentro de varios años, solo se había aplicado una o dos veces.

Para traer a colación la ley… Esta princesa no tiene ni idea.

—Si esta no fuera nuestra primera noche, ¿te negarías?

—… Lo pensaré después de esta noche.

Él había soltado una pregunta categórica, pero tras su respuesta, se echó a reír. Parecía pálida de miedo mientras temblaba, pero aun así, no lo decepcionó mientras daba algunas respuestas atrevidas. ¿Era realmente despistada? ¿Tal vez lo estaba haciendo a propósito?

—Mira aquí, princesa. Si empezamos, es imposible parar a mitad de camino. ¿Estás decidida a no arrepentirte?

La primera noche de Lucía en su sueño brillaba. El conde Matin se había subido encima de ella con su pesado cuerpo y trató de entrar en ella con fuerza muchas veces, pero no pudo levantarse y falló. No pudo superar su propia ira y se había emborrachado hasta desmayarse.

Roncó toda la noche, mientras ella temblaba de miedo durmiendo junto a ese marido que no era diferente a un extraño. No había forma de que su situación pudiera empeorar. Mirando las cosas desde esa perspectiva, no tenía nada que temer.

—Esto no es algo que pueda resolver con determinación. No estoy tratando de comenzar una guerra, Su Gracia.

Se quedó en silencio por un momento y rió entre dientes. Entonces, de repente, el estado de ánimo cambió ciento ochenta grados y ella se sintió nerviosa una vez más. Un escalofrío le recorrió la espalda y quedó congelada como una estatua. Esa persona era un hombre; ella solo se había dado cuenta de este hecho ahora.

Un hombre que nunca perdería en fuerza, y debajo de él, era una mujer desnuda. No era situación donde ella pudiera resistirse. Hugo levantó su cuerpo y se quitó la bata. Lucía lo vio y cerró los ojos. Cuando su mano rozó sus caderas, ella rápidamente contuvo el aliento.


Maru
Esto acabará siendo... intenso. ¿Debería ir preparando mis sonrojos para el capítulo siguiente?

Tanuki
Por si acaso pondré mi F por Lucia

2 respuestas a “Lucia – Capítulo 7: Primera Noche (1)”

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