Marietta – Capítulo 11: Un pequeño mordisco a la princesa

Traducido por Kaori

Editado por Narumi

Corregido por Aurora Blue


Adlan salió de la habitación con un clic en la cerradura. Belvant levantó a Marietta de su regazo y avanzó a través de la habitación para depositarla sobre el sofá que estaba junto a la mesa de té, y se sentó a su lado.. En aquel sofá diseñado para dos, la pequeña Marietta se encontró apretujada contra el cuerpo bien construido del General.

—¿Imagino que está cansada? Tome un poco de té y descanse un poco.

—La verdad, me siento bien. Usted en cambio, Sir Belvant, debe estar cansado con la cantidad de tiempo que le ha tomado terminar. Realmente, hay una tremenda cantidad de trabajo para ti, ¿no?

—Ciertamente. Ya que mi trabajo incluye analizar la información que recibo de todo el país, a veces puedo delegarle algunas tareas a Adlan; Sin embargo, ya que gran parte de ella requiere de un análisis detallado y de un seguimiento, terminaría siendo un problema arrastrar a más gente a esto. Después de todo, si les ordeno a mis subordinados cooperar, es posible que terminen olvidando cómo balancear con eficiencia una espada..

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —preguntó, la muchacha, preocupada por el bienestar de su prometido.

—Solo estar cerca, como ahora, es suficiente.

—¡Entendido! —Con la taza de té en la mano, Marietta sonrió y asintió en aprobación. Los dedos de Belvant acariciaron con suavidad su cabello.

—Qué cabello tan hermoso tiene. Es fácil ver lo bien que lo cuida. Es lamentable que deba convertirse en la esposa de un hombre como yo, sólo bueno para luchar en guerras.

—¡No es desafortunado en absoluto! —Marietta dejó la taza sobre la mesa y se giró para enfrentarse a Belvant—. Sólo puedo pensar que Sir Belvant es un magnífico caballero. Soy muy afortunada de estar con él.

—No tienes que obligarte a decir eso.

—No me estoy forzando, en absoluto.

—Las mujeres que me ven, escapan de mi presencia tan pronto como pueden.

—¡Es bueno si esos insectos inferiores ni siquiera lo intentan! —declaró, ella.

—Esta adorable persona aquí, sin embargo, es sorprendentemente fuerte de voluntad.

Belvant soltó una suave risita mientras Marietta se ponía roja.

Hermosa, adorable, Marietta había oído todos estos elogios antes, pero por alguna razón, cuando su prometido los decía, su pecho se apretaba y no podía evitar sentirse avergonzada.

—Sir Belvant seguramente prefiere las mujeres que son más maduras, ¿verdad? Las mujeres que son, en comparación conmigo, más…

— ¿“Más”, que?

—Con pechos mucho más abundantes…

—Pechos… ¿Te preocupa?

—¡No! ¿Preocuparme? ¡No me importa, en absoluto!

Sí le importa. Belvant reflexiono antes de hablar de nuevo:

—Marietta, ya que nos convertiremos en marido y mujer, debemos abordar nuestras preocupaciones acerca de la situación.

—Oh, bueno. Ese sería el caso, ¿sí? —asintió obediente y Belvant reveló un rostro satisfecho.

—En ese caso, ¿me dejarás juzgar por mí mismo?

—¿Hm? ¡¿HUH?!

El General alargó la mano y alcanzó la cinta del escote del vestido; sus dedos la desataron con habilidad. Los ojos de Marietta se abrieron enormes ante lo inesperado de la acción. La muchacha no pudo discernir si ocultar sus pechos cuando las protuberancias blancas y esponjosas asomaron fuera de su vestido, o quedarse quieta.

—¿No son espléndidas? Caben completas en mis manos.

Belvant, con la cara inmutable, evaluó los pechos de Marietta.

¿Qu…? ¡¿Qué está haciendo, Sir Belvant?!

Las manos fuertes y ásperas acariciaron las partes suaves de su cuerpo que había ocultado al mundo. Marietta tembló al nacer dentro de ella un nuevo sentimiento.

¡Aah! ¿Qué es esto? ¿Cómo podría estar haciendo algo tan embarazoso conSir Belvant…? Mi cuerpo se siente un poco… extraño.

Se sintió perpleja. Aun con su poca experiencia, sabía que la situación actual era bastante deshonrosa para ella, pero la sensación de las manos del hombre no eran para nada detestable. En todo caso, ella podría afirmar que era una experiencia agradable.

Esto es bastante inmodesto de mí, pero el lugar que Sir Belvant está tocando, se siente lo bastante caliente como para quemar.

Esas manos masajeaban sus blancos y blandos senos como si fueran malvaviscos. Marietta arqueó la espalda ofreciéndose por completo a Belvant, aun cuando su conciencia le decía que era algo impropio para hacer.

—Se sienten suaves y agradables al tacto —declaró Belvant—. Además, escuché que frotarlos de este modo mejora la circulación, lo que les ayudará a crecer más. Si desea evaluar la validez del rumor, estoy dispuesto a ayudarle. Sin embargo, siento que son espléndidos así como están.

—Oh, Gracias, Sir Belv… ¡Aaah! ¡Sir Belvant…!

Marietta no estaba del todo consciente de que era a lo que estaba agradeciendo, su cerebro se sentía embotado en esos momentos; aún así, se volvió hacia el honesto y diligente rostro de su amado y habló con ojos un tanto llorosos.

De pronto, en las manos de Belvant había dos picos de carne pequeños y de color rosa oscuro, los cuales se ponían cada vez más rígidos contra sus palmas. Con cada movimiento de las manos del hombre, agradables y adormecidas sensaciones, eran enviadas hacia la mitad inferior de la joven,  provocando que comenzara a sentirse inquieta y a moverse de un lado a otro.

—¿Oh? Parece que he causado que esto de aquí se hinche. ¡Imperdonable! He hecho algo grosero.

—No, sus…

Sus manos son muy suaves, quería decir ella, pero antes de que pudiera pronunciar las palabras, aquellas protuberancias rosadas y puntiagudas fueron tomadas en su boca.

Belvant repasó la punta de su lengua sobre ellas y procedió a lamerlas.

—¡Ahhn!

En ese momento, Marietta fue invadida por sensaciones de placer. Arqueó la espalda, sus ojos fijos en la mirada azul de su futuro esposo.

Sus manos la despojaron del vestido, saboreando el tacto de su blanca piel. Ellas dejaron un rastro de fuego a su paso, mientras el cuerpo de Marietta se teñía de rojo. En un arrebato de timidez, la joven apartó los ojos mientras Belvant tomaba su rosa cumbre en un beso húmedo y succionador.

—¡Aaahhn!

La joven e inocente doncella, miró al General con los ojos nublados, sin ser consciente de que su mirada se había transformado en  la de una mujer cautivadora.

—Marietta, ¿por qué eres tan dócil?

—¿Ah? Yo soy, ¿dócil?

—Aunque yo sea tu futuro marido, no has dicho ni una palabra de queja. ¿Por qué? ¿Te han instruido para no hacerlo?

Belvant mantuvo su intempestuoso asalto. Cuando sus dientes rozaron contra el rígido pezón, Marietta no pudo evitar gemir. Millares de sensaciones se disparaban a través de su cuerpo.

—Ahh, Sir Belvant. Por favor, no me atormente más.

—Quiero ver lo linda que puedes llegar a ser si te vuelves irracional —le susurró al oído con un sutil chasquido de su lengua, cada mano en uno de sus pechos, haciéndose cargo de la tarea que había abandonado su boca.

—Sé cómo me veo y lo que todos dicen de mí. ¿No me encuentras atemorizante?

—Desde entonces, Sir Belvant es…

—¿Qué es lo quieres decir?

—Yo, desde la primera vez que vi el retrato de Sir Belvant… —La voz de Marietta cayó en un susurro—. Pensé que lucía como un caballero maravilloso. Me gustas… Sir Belvant.

Ante la revelación de Marietta, con el rostro teñido por la vergüenza, a Belvant casi le da una hemorragia nasal.

—¡¿Q-Q-Qué?!

El condecorado héroe estaba más nervioso en este momento que en cualquiera de las innumerables batallas que había enfrentado.

—Nooo. No puedo volver a decirlo de nuevo. —Marietta trató de ocultar su cara, rojo brillante, en sus manos.

—M-Marietta…

—Sir Belvant, ah…

Belvant tomó las manos de Marietta y las levantó para un beso.

—Ya es imposible, ¡¿cómo se supone que soporte esto?!

—Mmm, mmm…

Inclinándose sobre su rostro, capturó sus labios e introdujo su lengua. La lengua de Marietta fue arrastrada y enredada en sus movimientos vehementes mientras tomaba su boca desde todos los ángulos. Bajo aquel beso feroz como el de una bestia en celo, la respiración de Marietta se debilitó. En poco tiempo, se había desprendido de su conciencia.

♦ ♦ ♦

Una hora exacta, después de su partida, Adlan regresó.

—¡Esto es un exceso! ¡Dije que necesitabas tener intimidad con ella, no atacarla!

Marietta se veía como una muñeca cuyas cuerdas habían sido cortadas. Sierra le lanzó a Belvant una fría mirada al tiempo que sacaba a la princesa.

—¡No me arrepiento! —declaró, vehemente.

Después de casi destruir la castidad de Marietta antes del matrimonio, con tal de refrenar su ardiente deseo por la joven, Belvant vertió agua fría sobre su cabeza, una y otra vez; consiguiendo al fin, recuperar su acostumbrada  fortaleza de hierro.


Kaori
No sé si para ustedes esto va muy rápido, pero me está encantando todo. Marieta es demasiado tierna y Belvant… Bueno, ¡¡es un papasote!! Así que entiendo a Marietta. ¿Quién podría resistir? XD. Se suponía que iba a traducir un cap, que era el 6 pero ahora estoy en el 11 y ni idea de cómo pasó jajaja

Narumi
¡Oh Dios ,oh Dios! ¡¡¡La que va a tener la hemorragia nasal aca soy yo!!!

Aurora Blue
¡Ufff! ¿Soy yo, o hace demasiado calor aquí? XD

16 respuestas a “Marietta – Capítulo 11: Un pequeño mordisco a la princesa”

  1. No pienso en absoluto que vaya demasiado rápido lo encuentro refrescante, siempre las historias van mas lentas que tortugas no voy a acusar a ninguna pero todas sabemos cuáles ahre.
    Me está encantando y la expresión queda corta.

  2. Jajajajajajajababbaba ese No me arrepiento fue lo mejor jajajajajajbabababajajajaja fue tan comico y lo peor es que no me pude reir en voz alta porque es de madrugada jajajaja jajajaja a jajajajajajajajajajaja ya quiero ver el siguiente capitulo jaja jajajajajajajajajajajajajaja por cierto Quiero un Hombre como Belvant como marido jajajajajajajajajajajajajaj

  3. XD al menos este par por fin está en la misma página. Bien Belvant, así, no te dejes intimidar aunque ya tienes a media nación encima.

    1. No, no, no tendrá a media nación TENDRA 2 PAISES Q QUERRAN SU CABEZA y lo peor es q no tiene aliados mas q Marietta y Adlar (auq este es cuestionable) XD

  4. Tienes toda la razon con un hombre asi quien se podria resistir, menos la pobre Marrieta que esta enamorada hasta los huesos (yo tambien lo estoy quiero un hombre asi)

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