Marietta – Capítulo 24: El Baño Incómodo

Traducido por Yousei

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


Después de que su erección fuera tomada por las frágiles manos de la doncella, Belvan sintió una descarga de energía recorrerle el cuerpo entero; por lo que fue inevitable que expulsara toda su simiente.El General de siempre, calmo y sereno, perdió toda su compostura debido al shock; la escena frente a él se vió difusa a causa de los remanentes del orgasmo.

—¡Ah…! ¿Qué es…?

Marietta inclinó su cabeza, confundida, al ver el líquido blanco y pegajoso diseminado por todo su cuerpo.. Su olor era extraño y, cuando lo cogió entre sus dedos para observalo, la cosa semitransparente quedó enredada en su mano.

Saltó con un terrible vigor desde los genitales de sir Belvant: Además, es una cantidad bastante abundante… ¿Me pregunto qué será?

—sir Belvant, ¿qué es esto?

—¿Ugh? ¿De verdad, tengo que explicarle aquello?

Viendo a la virginal princesa jugueteando con su semen entre sus dedos, Belvant sintió el inicio de un dolor de cabeza, y se sostuvo la frente con su mano.

—¡Ah! ¡Por favor, detente! —exclamó. Sujetó la mano de la joven, impidiendo que está la llevara a su nariz para clasificar el olor de su semen. En lugar de asustarse por el tono de voz elevado, Marietta lo miró con una expresión confundida en su rostro.

Belvant sintió remordimiento al contemplar el cuerpo de su estimada princesa siendo profanado por su semen; sin embargo en lugar de disminuir su lujuria, aquella visión la hizo elevarse de nuevo.¿Qué clase de pervertido soy?, se reprochó.

—Por ahora, debería asearse —ordenó—. Limpie su cuerpo. ¡Se lo ruego! ¡Por favor, límpiese!

—¡¡Kyaa!! —Marietta soltó un grito de sorpresa cuando Belvant vertió agua sobre ella.

De forma obediente limpió con rapidez toda aquella sustancia pegajosa y blanca que se adhería a su ropa interior hasta dejarla por completo limpia.

Ahora, el noble caballero de Oltaire se encontró con otro problema: la ropa de la princesa estaba empapada, y esta se adherida a su cuerpo convirtiendo su figura en una visión muy lasciva. Sus pequeños pechos eran del todo visibles, así como las deliciosas cúspides rosas que se remarcaba bajo la ropa interior casi pidiendo que se las llevara a su boca.

Belvant tragó saliva.

¿Cómo es que llegamos a esta situación donde todo mi razonamiento amenaza con desmoronarse? ¿Hice algo malo?

—Bien, ¿qué debería hacer? —murmuró Marietta, sintiéndose avergonzada de repente. Aunque ya era un tarde para esconderse, intentó cubrirse. Sin embargo, Belvant tomó sus manos y las quitó de su pecho.

—¡No hay opción! ¡Debería quitársela! Además, no puede regresar a su habitación en esas condiciones, ¿cierto?

Haciendo todo lo posible por controlar su desbocado deseo sexual, el General se las arregló para evaluar la situación y llegar a aquella conclusión.

¡Qué maravilloso desarrollo…! ¡No! ¡Esta es una oportunidad para forjar mi espíritu! ¡Yo…! ¡Debo resistir!

—¡¿Q-Quitarlas?!

—Así es. Mejor tomemos un baño juntos. Después podemos cambiarnos.

—Oh vaya… ¡¿Un baño?! Eso es… Ah, no… ¡Kyaa!

Las prendas de ropa que estaban adheridas a su cuerpo fueron removidas sin ninguna dificultad por las hábiles manos de Belvant, quien desvió sus pensamientos a algún campo de batalla para poder controlar su deseo. Al revelarse ante él los montes gemelos, tan blancos como la leche, con sus cúspides rojizas, su vientre plano y tentador, y su pequeña hendidura cubierta por una mata de vello dorado, tuvo que proyectar en su mente una escena sangrienta con tal de eliminar la incandescente lujuria que había vuelto a resurgir.

—Yo… ¡Esto es embarazoso!

La blanca piel de Marietta se había teñido de rubor; su cuerpo era hermoso y obsceno. A los ojos del General, no se hubiera visto más bello incluso si hubiese estado bajo los efecto de la magia. Él, quien estaba usando su fuerza de voluntad para mantener la mente fría, torció la boca en una sonrisa astuta, luego dijo:

—Está bien, después de todo, pronto seremos marido y mujer. Tomar un baño juntos será parte de ello también.

Marietta, quien aún se sentía cohibida por estar desnuda, fue llevada hacia la tina en los brazos de Belvant… Tan pronto él fue capaz de mantener la compostura. Mirando el estado de las cosas, pensó que estaba siendo inmadura por comportarse de manera tan tímida, por lo que se mantuvo en silencio.

—Eso es cierto, pronto seremos marido y mujer. Si yo me agitara por este tipo de cosas, entonces no estaría a la altura de ser la esposa del héroe de este país: el General Belvant Fargus —estuvo de acuerdo.

Una vez que el valiente guerrero se metió a la tina repleta de agua tibia y relajante con su preciosa carga en brazos, la chica que se agarrada con firmeza a su cuello no pudo evitar sentirse feliz a pesar de encontrarse avergonzada.

Belvant la abrazaba por la espalda y su miembro quedó posicionada justo en su trasero, pero por ahora no le prestemos atención a eso.

—Sir Belvant.

—¿Qué ocurre?

—Lo amo… ¡Ji, ji, ji!

La hermosa chica desnuda sonrió entre sus brazos y, aunque el aludido se sentía encantado por su declaración, movió su cabeza en negación

¡No, no, no! ¡Esto es peligroso! !No te dejes llevar, Belvant!, se reprendió.

—Ahora, ¿podría decirme cuál fue el motivo de su reciente travesura?

Cuando Belvant susurró cerca de su oído y de forma accidental rozó su blanca nuca, el inexperto, pero honesto y sensible cuerpo de Marietta se estremeció de forma involuntaria.

—Oh, oh, vaya. ¿De qué está hablando?

Marietta hundió su cabeza dentro de la tina. La parte baja de su abdomen se sintió caliente por causa de la profunda voz del hombre, y su corazón latió de forma alocada.

¡Ah! ¡Incluso su voz es de ensueño…!

—Como el agraviado, creo merecer una explicación sobre las intenciones que traía para con el área entre mis piernas —volvió a interrogar Belvant.

La profunda y encantadora voz no susurraba palabras de amor, como la muchacha hubiera querido; en cambio, exigía respuestas sobre el incidente.

—No es como si hubiese necesitado algo en particular de ese lugar… ¡Hahh!

Como si intentara castigarla, sus pechos fueron tomados de improviso por las grandes manos de Belvant, luego masajeados. Era el tipo de masaje que el guerrero practicaba en ella en su entrenamiento de “agrandamiento de pechos”; lo que la hizo soltar un gemido.

—¿De verdad, piensa que no soy consciente de sus intenciones? —Belvant dejó de masajear los blancos bultos para centrarse en las pequeñas puntas erguidas, y encerró los bultos de carne entre el índice y pulgar—. Si no responde con honestidad, continuaré masajeando hasta escuchar su respuesta.

—¡Hah…! ¡No, ahí! ¡Ahhh! —Los labios del General chuparon el lóbulo de su oreja, luego lamieron el interior. Marietta se retorció y dejó escapar su voz con fuerza—. ¡Por favor… espere! ¡Sir Belvant! Si continúa…, no seré capaz de hablar.

—Bien. Entonces, lo haré más despacio.

—¡Ahh! ¡Hahh! ¡Noo…!

Incapaz de soportar tal tortura sus caderas comenzaron a sacudirse, y sus glúteos se frotaron contra la virilidad de Belvant;. provocando que está, una vez, más se avivara.

—¡Ughhh! ¡¿Es esto el trabajo de un pequeño demonio?!

Sin embargo, no se trataba de una criatura demoníaca jugando con la templanza del versado guerrero; era su incontrolable lujuria lo que lo ponía en aprietos.

Por su parte, Marietta, quien continuaba retorciéndose como respuesta al obsceno castigo recibido por el noble caballero, de forma inconsciente se aferró al miembro erecto de Belvant.

—¡¡Ghuooo!! —gimió el hombre, y su erección creció aún más debido al estímulo.—¡Haahn…!

Marieta se sentía mareada por la voz profunda de su amado soltando gemidos roncos en su oído y por las caricias amorosas que este prodigaba a sus pechos. Se aferró con ambas manos a la dureza del hombre.

—P-Para un guerrero tan hábil…, recibir el mismo ataque dos veces, es… ¡Ugh! Sin embargo…, ¡se siente tan bien!

—¡¿Por qué de nuevo se ha hecho tan tan grande…?!

—¡Marietta…! ¡Arg! ¡No! ¡No mueva sus manos!

—Pero, es demasiado grande… Es imposible hacerlo con una sola mano…

—¡No hay necesidad de ello! Se lo pido. Sueltelo… ¡¡Ahora!!

Belvant perdió por completo la compostura, al tiempo que Marietta pareció recuperarla.

—¡Oh Dios mío! —exclamó avergonzada—. ¡He hecho algo tan grosero!

Retiró sus manos de inmediato de la hombría del General; quien, tras ser liberado,logró evitar avergonzarse de nuevo al no soltar toda su simiente por causa de las caricias inexpertas de una niña inconsciente, y suspiró aliviado.

Los dos intercambiaron miradas avergonzadas; sus respiraciones volviendo de a poco a la normalidad.

Fui vencido debido a que intenté atacar imprudentemente a esta princesa, reflexionó Belvant, sintiéndose derrotado. Ella es una terrible oponente… Un novato en cuestiones del amor como yo nunca tendría oportunidad en su contra.

El General de aspecto feroz admitió que su propio poder no era competencia contra la inocencia natural de Marietta. Recuperó su compostura y preguntó de forma cautelosa.

—Entonces, ¿a qué se debió todo esto?—Bueno… A decir verdad, me preocupé y pensé en averiguar la verdad… ¡Escuché que el pene de sir Belvant era extremadamente grande!

Belvant casi se atraganta con su saliva.

—¡Marietta! ¡Esas palabras indecentes no deberían salir de la boca de una doncella como usted! ¡Debería hablar en todo momento de forma recatada!

—¡Oh, Dios mío! ¿Fue una expresión impropia? Entonces, ¿debería decir verga?

—¡Tampoco puedes decir eso!

—Bueno, estoy confundida. ¿Podría ser, poll…?

—¡No!

¡Por favor, no me estimules más!

Marietta inclinó su cabeza y lo miró con una expresión preocupada.

El HP de Belvant se había agotado por culpa de los ataques con palabras indecentes que salían de los labios de la doncella desnuda. [1]

—¿Eh…? ¿Uhm? En todo caso, acerca de su aparato masculino, basándome en el libro que estaba estudiando el otro día… Debería ser puesto dentro de mí, ¿cierto? No cometí un error al respecto, ¿verdad?

—Sí, eso es correcto.

—Siendo ese el caso… ¿Podría sir Belvant por favor enseñarme? Digo, basados en el resultado de mi afirmación, llegué a comprender que no importa cómo lo mire, ¡es demasiado grande! Me pregunto qué debo hacer… ¡No hay forma de que aquello encaje en mi boca!

—No te inquietes Además… ¡¿Dónde dijiste que querías ponerlo?!

El grito del alma de Belvant hizo eco en todo el baño.

♦ ♦ ♦

Nota del autor:

¡De nuevo, me disculpo por este desarrollo tan vulgar!

Después de tener éxito en su misión, Marietta no supo qué hacer a continuación y al final dejó que Belvant tomara todas las decisiones. Sin embargo, mencionar abruptamente su boca… ¡¿Qué tipo de libro leyó?!


[1] HP hace referencia a la estadística de un juego, es la cantidad de vida que tiene el personaje.

Sharon
¡Oh, por Dios, Marietta! Comparto la opinión del autor: ¡¿Qué clase de libro estás leyendo para entrenar?! En este punto, ya no sé si es realmente tan inocente como aparenta.

15 respuestas a “Marietta – Capítulo 24: El Baño Incómodo”

  1. Querido autor no se disculpe ¡me encanta!
    Cada palabras es leída con regocijo💕
    Gracias por traducir esta novela ✨ cómo le he reído 💓

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