Marietta – Extra 2: La petición de Marietta (2)

Traducido por Den

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


¿Qué está sucediendo aquí?, gritó, Belvant en su mente: Pensaba que la fiesta de té era un lugar lleno de intrigas aterradoras y cautivadoras, pero… ¡No lo sabía, no lo sabía…! ¡Buen trabajo, condesa!

—Entendido… Entonces, te ayudaré, Marietta, para que puedas convertirte en una experta en montar a caballo.

—¿De verdad? ¡Estoy muy feliz! ¡Muchas gracias!

—¿Por qué me agradeces? No es un problema, en absoluto. Así que, adelante. ¡Entrenemos hasta que estés satisfecha!

—¿Ah? ¡Ah! ¡Ahng…! Sir Belvant, por qué es… así. ¡Ahhh! —preguntó Marietta con los ojos húmedos y con el rostro encendido cuando este la arrojó sobre la cama y se posicionó entre sus piernas.

Su marido había alcanzado su zona íntima y acariciaba aquel lugar secreto con su diligente lengua mientras sus dedos se introducían en ella.

—Si no relajamos esta parte de tu cuerpo lo suficiente, será difícil seguir adelante, así que… Dime, ¿qué hay de aquí? ¿No te gusta?

—Ahhh… No. Allí, no. ¡Nooo!

—Qué adorable, está tan rígido… Es un capullo tan obsceno y encantador.

Los ojos de Belvant brillaban con pasión mientras jugaba con el sensible brote de Marietta, mordisqueando y aplastando.

—¡Aaaa! ¡¡Ahhh!! —Marietta arqueó su cuerpo y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando alcanzó el clímax.

—Tienes que prepararte bien, Marietta. ¿No quieres estar preparada para montar a caballo?

—Sí…

Belvant levantó a su débil y joven esposa y la acomodó sobre su pecho, luego la besó.

—Te ayudaré, así serás una experta en equitación, y sorprenderás a las otras damas.

«¡Oh querida Sra. Fargus, qué magnífica manera de sujetar las riendas!».

«¡Como se esperaba de la esposa del General!».

«El método de enseñanza del General sin duda es excepcional, ¿verdad?».

«¡Sí, así es! ¡Mi marido es el más excepcional del mundo! ¡Pudo enseñarme el arte de montar de una manera tan maravillosa!».

La imaginación de Marietta voló a toda velocidad con la cantidad de elogios que recibiría por parte de las damas nobles.

—¡Haré lo mejor que pueda y me subiré encima!

Ante la resolución de su esposa, los ojos de Belvant brillaron. Su rostro hechizante y su sonrisa deslumbrante, a penas, fueron capaces de esconder sus deseos lujuriosos y su instinto de bestia.

—Eso está muy bien. Te echaré una mano, amada esposa —declaró con la respiración áspera—. Ahora piensa en este lugar como una montura y siéntate sin reservas.

A la mitad de su cuerpo, la erección de Belvant se erguía poderosa apuntando al cielo, como una cuña enorme que esperaba impaciente cumplir con su labor y separar en dos las estrechas paredes de la joven princesa.

—Abre más tus piernas y siéntate.

—Pero…

Marietta vaciló, al tiempo que se preguntaba si una mujer sería considerada maleducada si se pusiera a cabalgar sobre el cuerpo de su marido.

—¿Qué sucede? ¿Tienes miedo? Me mantendré sujetando tus caderas para que te deslices con suavidad.

—Entonces, si me disculpas… ¡Ah! Pero… —La expresión de la joven cambió a una preocupada—. Será bastante difícil porque el magnífico objeto de mi querido esposo está en el camino. —Ella pensó que el miembro que se elevaba hacia el cielo entorpecería su entrenamiento—. Me voy a topar con eso.

Belvant reflexionó sobre el significado detrás de sus palabras antes de sonreír. Esta adorable esposa suya, al parecer ella no comprende el significado de “estar encima” respeto a los asuntos del dormitorio.

—Está bien, Marietta. Se supone que debes bajar tus caderas mientras lo empujas dentro de ti.

—Dentro de… ¡¿Ehhh?! —Sus ojos se ampliaron y su rostro se volvió de un rojo brillante.

—¡Nooo! Eso tiene que ser una mentira, ¿verdad? ¿Es eso lo que significa montando a mi marido…? ¿Esa enorme vara estará completamente enterrada dentro de mi lugar secreto?

En respuesta a las palabras crudas e indecentes de la princesa, el miembro de Belvant se excitó todavía más y se volvió más grande.

—¡Ahhh, mi querido esposo! ¡Por favor, no te pongas más grande! ¡De verdad! ¡Qué malvado!

Las llorosas pupilas azules eran en extremo irresistibles para el General.

—Vas a hacer que pierda la cabeza uno de estos días, Marietta. No deberías ser tan excesivamente adorable. Esto realmente quiere estar en tu interior, ¿sabes? Por eso, se volvió así. Debes asumir la responsabilidad.

—¡Oh, cielos! ¿Es mi culpa?

Belvant asintió solemne y apretó las caderas de su esposa.

—Ahora, empújalo dentro de ti.

—Entendido…

Mientras que la pequeña figura de Marietta era dirigida por las manos de su marido, ella se sentó encima de la monumental torre. Belvant observó atento como su esposa recibía, poco a poco, su virilidad mientras sus ojos se aguaban una vez más. Aquello, lo incitó aun más..

Sí, este gran guerrero, que era considerado como la deidad guardiana de su país, en realidad era un hombre de mediana edad bastante pervertido. Cuan decepcionados estarían sus admiradores si lo supieran.

Marietta, quien era ajena a las mirada lujuriosa de Belvant,, llevaba a cabo su tarea con la mayor seriedad. Sus delgados dedos blancos sostenían la vara caliente mientras este invadía su lugar secreto.

¡Ahhh! ¡Marietta! Tu adorable figura se ve tan excitante cuando sujetas mi miembro, introduciéndolo en tu pequeño cuerpo. ¡Esto es insoportable! ¡Tu mera existencia es un arma letal! 

La deidad guardiana de Oltaire respiraba entrecortado como un pervertido mientras era estimulado por su esposa. En verdad decepcionaría a sus fans…

—¡Ngh! ¡Ahhh! ¡Yiaaahn!

La joven princesa estaba luchando para que el miembro de su esposo que, ya se había vuelto demasiado grande, cupiera en ella. Aquella monstruosa herramienta no era del tamaño adecuado para un principiante. Usando su determinación para no decepcionar a su pareja, lo frotó contra su mojada entrada para que se introdujera un poco más.

—¡Ah! ¡No puedo soportarlo más! —Belvant sujetó con fuerza las caderas de su amada y se empujó en ella.

—¡¡¡Aaaahn!!! —La muchacha soltó un grito por lo sorpresivo y abrupto del movimiento. La cuña se introdujo hasta el fondo de una sola vez.

La carne del lugar secreto de Marieta se estrechó en torno a la erección de Belvant, la paredes internas se estremecieron provocando que el General se sintiera tan colmado de placer que estuvo a punto de acabar.

¡No! Si acabo ahora, ¡no podré ayudar a Marietta a lograr su objetivo! 

Belvant utilizó toda su determinación para resistir aquel placer extremo (repitiéndose que no debía olvidar las intenciones de su esposa al pedir su ayuda) y así no impulsarse dentro de ella una vez más dando culminación a su sufrimiento. Los soldados bajo su mando alabarían la increíble fuerza de voluntad que su General poseía.

La mente de Marietta se quedó en blanco por unos segundos, pero de inmediato volvió en sí, una vez su cuerpo se relajó y pudo dar cabida a la longitud de su marido. Sus manos recorrieron fascinada los marcados abdominales que se había tensado mientras el General retenía su placer. Intentó cabalgarlo, pero le fue imposible.

—Mi querido esposo, no me llenes tan profundo. No me puedo mover.

—Querida Marietta, no deberías gimotear tan pronto. El camino para convertirse en la mejor jinete viene de soportar la incomodidad y seguir siendo entusiasta, incluso durante los momentos dolorosos. Todos los caballeros de Oltaire han superado sus límites a medida que han perseverado. Solo así, ganaras experiencia y mejoraras… Ahora, concentra tu fuerza en tus piernas y la zona lumbar e intenta mover tu cuerpo continuamente.

—¡Oh, cielos! Me siento avergonzada por quejarme así antes… ¡Entendido! ¡Daré lo mejor para no ser una deshonra como la esposa del General! —afirmó con entusiasmo.

La valiente y joven esposa, Marietta y Belvant, el sucio General pervertido.

Marietta se aferró a los brazos de Belvant, quien sujetaban sus esbeltas caderas para darle firmeza y comenzó a impulsarse hacia arriba.

—¡Ahhh…! —gimió cuando se dejó caer—. ¡Hwaa! ¡Uuuh! —Mantuvo un ritmo constante subiendo y bajando por la gruesa erección—. ¡Auh! ¡Fwaah! ¡Fuuu, hyann, ahn! ¡Esto no es bueno!

—¡Nghhh! ¡Bien, Marietta! ¡Eso está más que bien!

—Belvant… ¡Ahng…! Muy dentro de mí…, en el lugar… No sé dónde… Se frota y se vuelve extraño. ¡Uuuu!

Marietta elevó el sonido de sus gemidos, al tiempo que movía sus caderas con entusiasmo. Al poco tiempo, le había cogido el truco al acto. La velocidad de su galope aumentó, y las profundas penetraciones de aquella vara la frotaron en lugares que nunca nadie había tocado.

La lívido de la pareja se elevó debido al estímulo que ambos recibían.

—¡Aaah! ¡Nooo! ¡Más! ¡Se siente tan bien! ¡Sálvame, esposo mío! ¡Aaahng! ¡Más, más, por favor! ¡Más dentro…! ¡Más…! —La mente de Marietta divagaba debido al placer que estaba sintiendo, su boca soltaba un montón de incoherencias mientras rogaba a su esposo.

Ante las demandas de su amada, que jadeaba de forma indecente mientras sus piernas blancas y redondo trasero rebotaban sobre su regazo, Belvant se sentía a punto de explotar.

—Marietta, ¿más a dentro? ¡Sí, entiendo, concederé tu deseo! ¡¡¡Uooo!!!

—¡¡¡Aaahhh!!!

Belvant empujó sus caderas con fuerza al tiempo que se abría camino en la estrecha cavidad de Marietta. La muchacha sintió un intenso estímulo que ascendió desde su vientre y se disparó por todo su cuerpo. En poco tiempo, alcanzó el clímax. Su cuerpo exhausto se mantuvo tembloroso mientras descendía de aquellas bruma de placer; su despeinado cabello dorado la hacía ver muy erótica. Belvant se impulsó una vez más y vertió toda su pasión en su interior tierno y caliente.

Con sus fuerzas agotadas por completo, la princesa colapsó encima del pecho firme de su amado esposo, luego se desmayó.

♦ ♦ ♦

—¡Mira esto, Sir Belvant!

—¡Oh, qué espléndido trabajo! ¡Sujetaste bien las riendas! Marietta es alguien que se da lo mejor de sí, aun en circunstancias difíciles, así que has logrado mejorar bastante rápido en equitación. Deberé darte una recompensa.

—¡Je, je je! ¡Todo es gracias a la guía de mi querido esposo! —rió, montada con orgullo en el caballo. La parte inferior de su cuerpo se mantenía firme y su postura era estable y hermosa mientras al caballo con su corazón contento—. También debo darte una recompensa —anunció con alegría. Permitió que Belvant la ayudara a desmontar y permaneció un tiempo más en sus brazos. Su marido le prestaba toda su atención y la miraba con cariño—. ¿Qué debería hacer? Me pregunto qué debería darte…

—¡Ja, ja, ja! No te preocupes por eso. Soy tu esposo, así que, ¿no es de esperar que conceda tus peticiones? Aparte de eso, sería bueno para ti seguir entrenando los músculos de tus piernas y de la zona lumbar. Tienes que esforzarte más a partir de ahora si quieres ser una experta en equitación.

—¡Sí, esposo mío!

¡Qué marido tan magnífico! Siempre está pensando en mí y me enseña muchas cosas. ¡Estoy realmente feliz de haberme casado con esta persona!, pensó Marietta mientras lo observaba con admiración.

—¡Bien! ¡Qué buena respuesta!

Belvant le dedicó una dulce sonrisa mientras acariciaba su cabeza con ternura.

¡Haaa! ¡Mi linda y adorable Marietta! Quiero abandonar todo y llevarla a la cama de inmediato. Quiero amarla, y luego quiero que se monte sobre mí, no en un caballo… y hacerla gemir el resto del día.

Aunque su rostro era parco y apenas expresaba emoción, su cabeza estaba llena de una pensamientos indecentes.

¡Qué decepcionados estarían los nobles de Oltaire si lo supieran!

—Mi querido esposo…

Ajena a las fantasías de su marido, Marietta se aferró al cuerpo confiable y fuerte de su amado. Belvant la apretó contra su pecho y le susurró al oído:

—Como recompensa, besémonos mucho.

—Soy tan feliz…

Sus manos pequeñas sostuvieron la mejilla de Belvant mientras Marietta sonreía. En poco tiempo, intercambiaron besos apasionados.

Ambos se perdieron en su pequeño mundo.

♦️ ♦️ ♦️

Omake:

—¡Sir Adlan! ¡V-Vámonos!

—Sí, Sierra… ¿Eh? ¡Ehhh! ¡Uwahhh!

La fría doncella saltó sobre el apuesto caballero, Adlan, y lo abrazó con fuerza.

¡Ah! Como pensé: no es un comportamiento que pegue conmigo…, reflexionó avergonzada la doncella, Sierra.

—Sir Adlan, lo siento por de repente… —quiso explicar, pero fue interrumpida por la voz profunda y excitada de Adlan.

—¡Belvant, nos tomaremos un descanso! Quizás regresaremos mañana por la mañana.

Minutos más tarde, Adlan se convirtió en una verdadera bestia.

Den
Morí de la risa traduciendo este extra.

Sharon
Hahaha, Belvant está cumpliendo todas sus fantasías XD Marietta, lamentablemente, sigue sin darse cuenta que despierta a la bestia con sus tiernas palabras.

8 respuestas a “Marietta – Extra 2: La petición de Marietta (2)”

  1. Me encanta que ella nunca se da cuenta de las intenciones de Belvant y siempre se sale con la suya el muy pervertido jajaja
    Y ahora Sierra, pobrecita ,ella sí que va a entrenar en grande!

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