Marietta – Extra 5: ¿El más dulce es…?

Traducido por BeeMiracle

Editado por Sharon 

Corregido por Aurora Blue


Al regresar del trabajo ese día, Belvant notó que su amada esposa que saltó hacia él mientras lo saludaba tenía una cara extrañamente expectante.

—¡Bienvenido a casa, querido esposo! ¡Bienvenido a casa!

Marietta se aferró a él con sus delgados brazos, todo su cuerpo expresando su amor. Como un cachorrito fiel que menea la cola a su amo.

Ella seguía considerándolo el hombre más atractivo del mundo; el cual poseía músculos maravillosos, además de ser intrépido y guapo. Desde su punto de vista, era más fuerte y viril que cualquier otra persona, y alguien de quien se podía depender. Ambos enamorados vivían sus días llenos de felicidad. Sin embargo, Marietta no podía soportar la espera del regreso de su esposo todos los días, porque no podía verlo durante su trabajo.

—Sí. Estoy en casa, Marietta —respondió Belvant en tono moderado.

Incluso si su pecho se contrajo por el afecto que sentía por su esposa, quien lo amaba de forma incondicional, y cuya adorabilidad se destacaba por encima de todo, seguía siendo el renombrado General del país que había atravesado innumerables campos de batalla. Por lo tanto, debía mostrar la compostura de un adulto.

Con una sonrisa reservada solo para ella, le devolvió el abrazo. La muchacha le devolvió la mirada con sus ojos azules brillando como el agua límpida.

—¿Hm? ¿Qué te pasa, Marietta? ¿Quieres un beso también?

Cuando esa cara aterradora que se decía en su trabajo, era demoníaca o bestial, mostraba una sonrisa amable, se transformaba en el rostro de un hombre hermoso y enamorado.

Belvant no esperó una respuesta, y procedió a besarla de todas formas.

No es eso, pero…, quiso decir Marietta. Sin embargo, no pensaba desperdiciar la oportunidad de ser consentida, así que aceptó con alegría el beso. Una vez hubo terminado, sonrió mientras frotaba sus mejillas sobre el pecho robusto de su amado esposo.

—Sir Belvant, ¡te amo! —declaró riendo encantada. Ajena al peligro que le causaría su declaración, sus brazos blancos se aferraron al cuello de su marido y apegó su cuerpo al de este, comportándose como una niña mimada.

En cuanto a Belvant, sus instintos le pedían que la llevase de inmediato a la habitación, pero recordó las palabras que Sierra: “Por favor, no empuje demasiado a la princesa. Es más seguro actuar bajo la premisa de que la princesa y el feroz dios de Oltaire son seres vivos fundamentalmente diferentes”, por lo que abandonó la idea.

El reconocido General Fargus, quien quería llevar una vida eterna y saludable con su amada esposa, sabía que debía evitar el riesgo de dañarla como consecuencia de su amor abrumador.

—¿Oh? Hoy hueles más dulce de lo habitual. —Notando el buen olor proveniente de su mujer, presionó su nariz contra el cabello de Marietta, enterrándola sobre su nuca. Aprovechando la oportunidad, lamió el área detrás de su oreja.

—¡Hyann…! —Marietta soltó un extraño grito al ser lamida en aquel lugar sensible, sonrojándose como consecuencia.

—Yan… Suficiente… ¿Qué estás haciendo tan de repente?

—Ya que olía como un delicioso pastel, pensé que te habían sometido a una mala magia y te habías convertido en una muñeca de caramelo; así que intenté asegurarme de ello —explicó Belvant con una mirada seria.

—¡Oh, vaya! ¿Es así?

Marietta creyó con facilidad en sus palabras puesto que tenía la experiencia pasada de convertirse en un gatito por causa de la magia de River Link.

—No tenía un gusto dulce, ¿verdad?

—Sentí que era un poco dulce. No podemos dejar de lado la posibilidad, así que intentaré asegurarme de ello una vez más.

—De ninguna manera, este olor es diferente… ¡Ahn! —La oreja de Marietta fue mordida por Belvant; por lo cual, terminó doblando su cuerpo hacia atrás—. ¡Ahhh, no puedes! ¡Sir Belvant, ese lugar es… ¡Ang…!

—¡Esto es malo! Es demasiado dulce. Si no reviso todo tu cuerpo… —informó, al tiempo que enterraba su cara entre sus abultados pechos. Su lengua se arrastró sobre ellos mientras decía—: Como era de esperar, este lugar también sabe muy dulce.

—General Belvant, ¡bienvenido a casa! La princesa ha preparado el té allí. Por favor, acompáñenos.

Quien detuvo los avances de Belvant y se comportó de manera insolente, no fue otra que la doncella Sierra, que ahora era conocida como la “tercera rueda” de la residencia Fargus. En su esfuerzo por rescatar a la preciosa princesa de la ruta al dormitorio, la belleza estoica de cabello rubio platino arreglado en un moño, impidió que Belvant actuara de forma precipitada.

—¡Es cierto! —exclamó Marietta—. Sir Belvant, intenté hacer algunos dulces por primera vez hoy. Como mi esposo debe estar cansado de ir a trabajar todos los días, quería curar su fatiga con algo delicioso para comer.

Belvant levantó la cara al escucharla, pareciendo algo arrepentido. Mientras sus dedos acariciaban los dos brotes hinchados y un tanto húmedos, que acababa de lamer.

—¿Dulces? ¿Lograste hacerlos? —preguntó sorprendido—. ¿Te enseñaron sobre pastelería en Educación de mujeres del país de Stellaus?

—No. Es la primera vez que los hago —respondió ella con expresión emocionada—. Los hice mientras los cocineros me enseñaban. En la novela que leí recientemente, hubo una escena en la que la protagonista hacía deliciosos dulces como regalo para su hombre de ensueño. Ahora, por favor, venga aquí.

—Ya veo, ¿lo hiciste especialmente para mí? Siento que mi fatiga se ha curado solo por tus sentimientos.

—¡Je, je, je! ¡Oh, cielos, Belvant!

Marietta tiró de su mano y lo llevó hacia la mesa que ya estaba preparada para que tomaran el té. Cuando él tomó asiento, encontró una pieza de algo que parecía una pequeña torta colocada sobre un plato.

—Hice un montón de masa de pastelería. Sin embargo, no resultaron tan buenos cuando los vertí en el molde o los horneé… Solo logré hacer uno solo para la porción de Sir Belvant.

Parecía que la adorable habilidad para hacer pasteles de Marietta era bastante catastrófica.

—Ya veo. Trabajaste duro para hacerme un pastel a pesar de que no estás acostumbrada. Gracias, Marietta.

Cuando Belvant le dio unas suaves palmaditas en la cabeza, con aquella mano grande que solo estaba acostumbrada a sostener una espada, Marietta suspiró satisfecha.

—Bueno, entonces, ¿vamos a probarlo?

Agarró el fragante pastel que se veía delicioso a los ojos, y procedió a morderlo para probar su sabor, pero entonces…

¡¡Ah!! ¡¡Dulce!! ¡Es tan dulce, que irrita mis ojos!

Al parecer, la torta demasiado azucarada también contenía jarabe para hacerla más suave. Los cocineros no pudieron detener a Marietta, quien pensó que cuanto más dulce, mejor se curaría la fatiga. No obstante, frente a su esposa que lo miraba con una expresión tan seria, con ambas manos agarradas mientras esperaba que le dijera qué opinión tenía, Belvant no pudo decir que era un poco demasiado dulce…

—Sí, de hecho, tiene un sabor que puede curar mi fatiga. Me siento con más energía ahora.

El rostro de Marietta resplandeció al escuchar las palabras varoniles que soportaban la dulzura.

—¿Es verdad? Me alegro.

—Sí. Dijiste que solo conseguiste hacer esto. ¿Eso significa que no tienes tu propia porción?

—Sí. Sin embargo, he probado el fallido, así que está bien.

Aun así, querida Marietta, ¿no notaste lo dulce que era cuando la probaste? 

Belvant prefirió no imaginar el sabor de aquel intento fallido.

—Marietta, ven aquí —pidió. Todavía sosteniendo el pastel con la mano derecha, toco su regazo con la otra mano, insinuando que Marietta se sentara con él.

Después de inclinar su cabeza por unos segundos, la joven se levantó y de forma obediente se subió a su regazo.

—Vamos a dividirlo un poco. Es solo un poco, todavía voy a comer más, ¿de acuerdo?

—¡Oh, cielos…! —exclamó sonrojada. Cuando abrió su pequeña boca, Belvant le dio de comer un poco de pastel—. ¡Oh, qué dulce! —Sus ojos redondos se volvieron incluso más redondos.

¿Finalmente lo notó?

—Cuando estás cansado, esta cantidad de dulzura es simplemente perfecta.

Belvant arrojó el resto del pastel en su boca y se lo comió.

La imagen de mi esposo mientras come los dulces es todavía más masculina y soñadora… Marietta se mantuvo fascinada mirando el rostro galante de su esposo mientras este comía del pastel que ella preparó

—Es delicioso. Sin embargo, todavía no es suficiente… Tendré tus labios para compensar la insuficiente dulzura.

—Nnn… Nnn…

Belvant devoró los labios de Marietta con avidez y a fondo mientras la llevaba de lado en su regazo.

—Haaa… Todavía es insuficiente —declaró Belvant—. Tendré que obtener más dulzura… de otros lugares, también.

—¿De otros lugares…?

Belvant se puso de pie sin soltar a su preciosa Marietta, quien lo miraba con sus ojos derretidos de amor, mientras él daba instrucciones a los sirvientes.

—Lleven la comida al dormitorio.

Parece que el General no tenía planes de salir de la habitación esta noche.

—En seguida investigaré cuál es la parte más dulce de ti.

Al observar la situación, Sierra y los otros sirvientes presentes vomitaron azúcar.

¡¡Usted es el más empalagoso!!, exclamaron en sus corazones.

Tal cosa sucedía de vez en cuando, sin embargo.

5 respuestas a “Marietta – Extra 5: ¿El más dulce es…?”

  1. Jajaja me pregunto si esos dos algún día dejarán de derramar miel cuando están juntos 🤣🤣🤣🤣
    Gracias por la droga 😆😆😆😆

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