Marietta – Extra 6: La noche sola

Traducido por Naremi

Editado por Sharon

Corregido por Aurora Blue


—¡De ninguna manera…! ¿Dijiste que Sir Belvant no vendrá a casa hoy…?

La recién casada, Marietta, recibió la noticia de labios del mayordomo cuando estaba tomando té en su propia habitación. Al escucharlo, presionó sus delgados dedos blancos contra su pecho mientras su cuero se recostaba sobre la silla sin fuerzas.

—Al parecer, hay un trabajo que le tomará bastante tiempo concluir. Incluso, si llega a terminarlo temprano, tal vez solo pueda regresar a casa después de la hora de la cena. Dijo que la señora debía descansar primero y que, por favor, no lo esperara despierta.

—¿Podría ser una aventura…? No debería ser… tal cosa, ¿verdad? —murmuró apesadumbrada mientras bajaba la mirada.

—¡Eso nunca sucederá! ¡Incluso si el cielo y la tierra se invirtieran! —declaró con firmeza el mayordomo. Cuando se dio cuenta de su comportamiento impertinente, tosió arrepentido.

¿Su amo teniendo una aventura? Sacudió la cabeza. Aquello le parecía algo imposible de imaginar. El maestro que estaba siempre sobre su esposa, incapaz de separarse de ella cuando estaba en casa, tratándola siempre con cortesía, no dudando en demostrar su cariño… A veces, exagerando en lo físico. No pudiendo calmarse, al menos, que la tuviera dentro de su campo de visión… Ese tipo de maestro, ¿tener una aventura? El hombre estoico, cuyas manos no podían permanecer fuera del cuerpo de la princesa; cuya masculinidad seductora, dirigida, siempre y unicamente, a su amada; quien, además, está tan enamorado de su esposa que el solo hecho de verlos juntos hace que quienes los rodean se sientan avergonzados. Ese tipo de maestro, ¿siendo infiel?

El mayordomo destrozó su cerebro intentando averiguar cómo diablos su señora había llegado a esa posibilidad.

—Será todo un espectáculo ver si ese General puede soportar estar lejos de la princesa, incluso por una sola noche —comentó Sierra mientras entrecerraba los ojos—. Princesa, tenga la seguridad de que la realidad es diferente de las novelas románticas. El General Belvant no puede estar teniendo una aventura; al igual que un gato no puede dar a luz a un perro.

—¿Es, eso así?

—Es cierto… En vez de eso, preocúpese por cómo la hará trabajar irracionalmente una vez regrese a casa. Le recomiendo que descanse lo antes posible, para así preservar su resistencia.

El mayordomo de la familia Fargus concluyó que estaría bien dejárselo a la criada, por lo que se excusó de la presencia de las damas y regresó a sus labores..

Mas tarde, Marietta tuvo una cena que, de alguna forma, no le supo a nada; pese a que debería de haber estado tan deliciosa como de costumbre. Luego, después de bañarse, humectarse y perfumarse, como cada noche, se fue sola a la cama. Cuando se recostó en el centro del espacioso lecho, sintió un poco de frío.

—Mi esposo está ocupado con su trabajo, así que tengo que soportar esta soledad… —murmuró abatida—. Marietta, debes comportarte como la digna esposa del General del país de Oltaire —se reprendió segundos después. Se enterró en el edredón que su criada le trajo y se acurrucó. El material era esponjoso y cálido, pero era diferente del calor de los músculos de su esposo—. Tengo que soportarlo, pero… Sir Belvant… te extraño tanto.

Después de casarse, siempre había dormido siendo abrazaba por su esposo; por tanto, sus ojos se humedecieron al extrañar su compañía

—¡Ah! ¡Es cierto!

Bajó de la cama y abrió el armario. Luego de olfatear la ropa de su esposo de la A a la Z, se puso la chaqueta del uniforme que sintió que era el que tenía el olor más fuerte. La prenda cubrió su delgada ropa de dormir, tapándola hasta los muslos. Sus dedos ni siquiera conseguían verse dentro de las mangas. Después de acercarlas a su nariz y confirmar que estaban impregnadas del olor de su marido, se metió de nuevo a la cama.

Se sintió un poco menos sola; pero, como era de esperar, todavía hacía frío. Rodó en una pequeña bola y derramó una tímida lágrima que se acumuló en sus ojos, antes de que el sueño la venciera.

♦ ♦ ♦

—Marietta…, ¿estás dormida?

Tal como se esperaba, nada más terminar su trabajo, Belvant se subió a su caballo con prisa y apuró la marcha para llegar pronto junto a su amada esposa. Al desmontar, fue directo a su habitación, y como esperaba, la encontró dormida.

Era impensable que Marietta aún estuviera despierta. Si lo hubiese estado, él la habría amonestado suavemente por no descansar lo suficiente cuando él se lo había pedido.Sin embargo, aun cuando sabía que era por el bien de la salud de su esposa y su tranquilidad, el bravo General todavía estaba en su fase de luna de miel, por lo que, muy dentro de su ser, le hubiera gustado intimar con ella aunque fuera un poco.

Sobre todo, luego de lo que vio al llegar junto a la cama que ambos compartían.

—¡¿Qu…?! ¡¿Por qué mi ropa…? —Tropezó con su propia pierna al ver su delgada figura acurrucada sobre la cama, envuelta en una de sus vestimentas.. Incluso dormida, la joven presionaba su nariz sobre la ropa que estaba llena de su aroma, olisqueando.

Para Belvant, esa escena era demasiado adorable.

—Marietta…, tú… ¡Ufff! ¡Qué tortura! —gimió cuando se quitó lo que llevaba puesto, arrojándolo alrededor de la cama. Luego, se deslizó junto a su esposa.

Es un pecado despertarla cuando duerme así de plácida. No obstante, quiero mantenerme cerca de este adorable ser, pase lo que pase.

Con eso en mente, la envolvió con sus brazos desnudos, acercando su rostro a la pequeña cabeza rubia mientras olía su esencia y frotaba su mejilla sobre ella.

—¡Linda…! ¡Marietta, qué adorable eres…! —murmuró ominosamente el feroz dios de Oltaire mientras se acomodaba más cerca.

—¿Mmm? Creí escuchar algo. Me pregunto si hay alguien allí… No hay nadie alrededor de la cama… —Tal vez debido al estímulo o porque su sueño era superficial, Marietta dejó escapar su voz mientras abría los ojos con pereza y se enderezaba.

La luz de la luna iluminaba de forma tenue la habitación, por lo que no se dio cuenta que Belvant estaba acostado a su lado. Dejo escapar un bostezó antes de caer de nuevo en la cama, inconsciente de lo que pasaba a su alrededor. Frotó su rostro contra el pecho firme que le sirvió de almohada, antes de reírse y acomodarse para dormir.

Es cálido y huele muy bien aquí, se siente bien, pensó, sintiéndose cómoda y feliz. Cerró los ojos y volvió a dormir; esta vez, más profundo que antes.

—Umm… Marietta… ¡Eres demasiado linda! No, no es bueno despertarla, pero… ¡Ah! ¡Quiero sostenerte ahora mismo! ¡Quiero sostenerte! ¡Uooooo!

Aunque el General ardía por dentro, Marietta estaba absorta en su propio mundo. Su pequeña nariz rozaba su pecho, aspiraba y sonreía en sus sueños.

En poco tiempo, Belvant, cuyo amor hacia su esposa superó su lujuria, se rindió y cerró los ojos. Cayó en un sueño tranquilo mientras respiraba el dulce aroma de Marietta.

♦ ♦ ♦

—Nnn…

—Marietta, ¿te has despertado?

—¡Oh, mi señor Belvant, has vuelto a casa! ¡Estoy tan feliz…! —exclamó la joven con alegría al ver la figura de su amado esposo en cuanto abrió los ojos, y se aferró con fuerza a él mientras repetía—: Sir Belvant, Sir Belvant, Sir Belvant…

—Te he hecho sentir sola, ¿eh?

—¡Estaba tan sola! —respondió—. Estaba muy sola, pero lo soporté.

—Bien, bien. Tengo que recompensarte por ser tan buena chica, ¿verdad?

Luego de haber dicho aquello, el habitual rostro aterrador de Belvant, resplandeció con pasión. Seguido, se lamió los labios y atacó a su esposa.

—Señor Belvant, ¡te amo!

La esposa atacada no opuso nada de resistencia y continuó aferrandose a su amado esposo. Belvant la desnudó con impaciencia; arrugando en el proceso, la pieza de su uniforme que había servido de consuelo a Marietta.

Por otro lado…

Está bien mientras los dos estén felices, pensó para si, la devota Sierra, que en esos momentos acomodaba los platos dispuestos con comida en la habitación contigua.

Después de dejarle instrucciones a una de las criadas para que preparase el baño alrededor del mediodía, envió una carta a su prometido, el Teniente General Adlan, con la siguiente misiva:

«La actividad de ”escalada” del General terminará después del mediodía. Le recomiendo que traiga cualquier trabajo urgente a la residencia. Sin embargo, solo si tiene el suficiente valor para interrumpir al hombre, quien es más difícil de tratar que un león en celo».

7 respuestas a “Marietta – Extra 6: La noche sola”

    1. Hola Hime Sama, aun queda un extra que fue dividido en dos partes, así que aun quedan dos semanas para tener la novela finalizada en la pagina.

Responder a Amu Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido