No quiero ser amada – Capítulo 218: Atrapada en el acto

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Una mano enorme le tapó la boca. Aunque su brazo estaba torcido de una manera dolorosa hacia la espalda, no podía dejar escapar un solo sonido de dolor. Después de someter el cuerpo luchando de Leticia, el hombre esperó a que la reina y las sirvientas pasaran por completo. Después de que desaparecieron por el pasillo, él habló con un tono incrédulo.

—Sospechaba que eras tú una vez que escuché que alguien con apariencia similar entró en este lugar. Pero pensar que te arrastrarías a los terrenos del palacio de esta manera. No estoy seguro de si llamarte valiente o estúpida…

Cuando el hombre chasqueó la lengua con disgusto, soltó la mano que estaba bloqueando su boca. Leticia se volvió y miró a Basil con mirada asesina en sus ojos.

—¡Suéltame!

—¿Crees que te dejaré ir solo porque me lo pediste? Por favor, piensa antes de hablar, señora vizconde Leticia Olbach.

—¿Qué?

—Shh. Por favor, cállate. Nuestra reina se siente muy feliz, y ha pasado un tiempo desde la última vez que sucedió, así que no quiero arruinar esta ocasión para ella.

Basil estudió el rostro de Leticia. Aunque había cambiado un poco, seguía siendo el mismo que el dibujado en los carteles de se busca. Frunció el ceño.

—¿Por qué la gente dice que eres la belleza más asombrosa que jamás haya existido? No me pareces mucho.

Leticia no pudo encontrar palabras para hablar en ese momento. Mientras estaba aturdida por lo que escuchó, Basil les gritó a los soldados cercanos.

—Llevaos a esta mujer. ¡Esta es la criminal que intentó asesinar a la reina!

Leticia una vez más trató de gritar y luchar, pero tampoco duró mucho. Sus labios fueron sellados una vez más con un paño y una venda negra en los ojos.

Los guardias la escoltaron y la obligaron a caminar con ellos a algún lugar. Después de entrar a un edificio, bajaron unas escaleras. Comenzó a sentir humedad, además de un olor desagradable. Como estaba en un estado en el que no podía ver nada ni decir nada, el miedo en su mente se hizo aún más fuerte.

Después de ser obligada a entrar en una habitación, le hicieron arrodillarse en el suelo. Pasó mucho tiempo en ese estado. Solo el sonido de su respiración pesada sonó alrededor de la habitación. Cuando había pasado un largo período de tiempo y Leticia comenzó a sentir que no podía soportarlo más, de repente escuchó una puerta de hierro abriéndose con un crujido.

Junto con los sonidos de pasos, alguien se acercó a ella. Poco después, escuchó el sonido de presumiblemente esa persona sentándose enfrente suyo en una silla.

Leticia deseaba que le quitaran de inmediato la venda negra que le cubría los ojos, pero a medida que pasaba el tiempo, no hubo respuesta en absoluto. Justo cuando su paciencia estaba a punto de llegar al límite, sonó una voz de barítono.

—Quítaselo.

De inmediato, le quitaron la venda negra de los ojos. Las antorchas que iluminaban la habitación eran tan brillantes que cegaron un poco sus ojos. Vio la silueta débil de un hombre sentado en una silla frente a ella. Cuando su vista comenzó a volver a la normalidad, su voz volvió a sonar.

—Desata también las cuerdas de sus manos.

—Su majestad, eso es…

—Haced lo que os dije. Y todos, salid de esta habitación.

Al escuchar las palabras que salieron de la boca del hombre, Leticia tragó saliva. Finalmente se había dado cuenta de quién era el hombre frente a ella a quien no podía ver correctamente debido a las luces brillantes.

Igor Cesca.

El rey de esta nación y el esposo de esa mujer.

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