Secretaria del Vicepresidente – Capítulo 10: Esperando en la oscuridad

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


A pesar de la amenaza, Kang-joon no fue a cenar a la casa de su familia. Estaba sentado en un bar. Había apagado su teléfono cuando el aparato no dejó de sonar. Se sentó ahí solo, bebiendo whisky.

Levantó una mano para limpiarse su cara cansada. No era su abuelo o Geum Sera lo que le molestaba, eso era solo un asunto intrascendente. Se trataba de una sola persona que no lo dejaba descansar.

Han Do-won. Suspiró y miró su vaso.

Parecía que su mente no había sido capaz de desafiar a su corazón, y ahora, estaban involucrados en una apasionada historia de amor en sus sueños.

—¡Aah! ¡Ahn! Vicepresidente…

Tan pronto como se dormía, sostenía un Do-won desnudo en sus brazos, ambos jadeaban y gemían. Cada vez que empujaba su miembro en su interior el emitía un sonido lascivo y húmedo. Sentía que se estaba volviendo loco mientras empujaba el cuerpo caliente de Do-won para hacer que el sonido fuera más fuerte.

Y ahora, su cuerpo respondió a Han Do-won en la realidad.

Perfecto. Simplemente perfecto.

—Santo cielo… —dijo frotándose los ojos con las manos.

En la oficina y en el ascensor, se había enfadado consigo mismo por cómo su cuerpo se excitaba a su alrededor.

¿Quién demonios eres Han Do-won? Lo hacía enojar demasiado, especialmente cuando no lo interrumpió cuando intento desafiarlo, pero despedirlo por razones ridículas, incluso cuando lo había confundido con un espía corporativo, no era digno de una persona de principios tan feroces como él.

Era solo otro secretario; trató de recordarse, lo absurdo era para él desear tanto a este hombre, al punto en que no podía pensar con claridad.

Era como si estuviera atrapado en un lodo del que no podía salir. Se llevó el vaso a los labios y se dio cuenta de que quizás podría necesitar un tratamiento psiquiátrico si continuaba así. Se rió burlonamente de sí mismo. Si se descubría que necesitaba tratamiento psiquiátrico por una razón como esta, los rumores correrían como locos. Aunque podía comprar al médico, sería imposible silenciar a todos en el hospital.

Él se burló; el hecho de que estuviera pensando en esto era una prueba de que se había vuelto loco. Se sirvió más whisky con una sonrisa irónica en su rostro.

Había otras razones…

Estaba convencido de que podía controlar cualquier cosa por la fuerza de su voluntad, pero hasta ahora, esto no había podido controlarlo.

¿Cómo diablos detengo estos sueños?

Su expresión se endureció. Ya no era un asunto limitado a sus sueños; la situación se estaba descontrolando Tenía que tomar una decisión.

Vertió más bebida en su vaso vacío.

♦ ♦ ♦

Cuando se bajó del autobús y caminó a casa, su estado de ánimo seguía estando por los suelos. Con el clima nublado, las calles parecían sombrías a pesar de las luces de la calle.

—¿Qué pasa con el clima en estos días? —se preguntó en voz alta.

Sonó su teléfono, lo miró; —¿Do-won?

Su hermano no solía llamarla, era al revés, ella respondió rápidamente en caso de que fuera una emergencia.

—¿Do-won?

—Hermana, lamento llamarte de repente; ¿estás en tu casa? —preguntó. Parecía normal, Seowon se sintió aliviada.

—Casi estoy en casa. ¿Qué estás haciendo?

Miró el teléfono para cerciorarse que la llamada no se había caído, porque él se quedó en silencio, así que preguntó.

—¿Qué está pasando?

—¿Qué está pasando? Nada…

—No te creo. Dime, Do-won. ¿Qué está pasando?

Él seguía en silencio. Seowon se mordió el labio, nerviosa, pero su hermano no respondió. Permaneció callado tanto tiempo que ella podía escuchar el sonido de sus pasos al caminar.

—Do-won —imploró.

—El médico me dijo que será difícil que vuelva a caminar.

—¿El doctor dijo eso?

—Sí, supongo que las terapias no están funcionando. Lo lamentaba porque había dado mi mejor esfuerzo en rehabilitación, pero decidieron decírmelo ahora o sería más doloroso en el futuro.

Seowon no tenía palabras para consolarlo, por lo que se mordió los labios.

Después de la primera revisión de Do-won, los médicos les habían dicho que tendrían que repetirla, pero después de cada cirugía, su estado era peor. Había estado preocupado por Seowon, por lo que no se lo había dicho.

El médico le había aconsejado que decírselo sería lo mejor. Pero por el comentario del médico a Do-won, parecía que las cosas estaban en peor estado de lo que se pensaban al inicio del tratamiento.

Do-won estaba empezando a sollozar en voz alta —¿Y si ya no puedo volver a caminar?

—Do-won… —ella respiró hondo y se echó el pelo hacia atrás. Debería poder consolarlo con una voz brillante para poder darle fuerzas para perseverar. Pero no parecía funcionar.

—¿Do-won?

—¿Si?

Le dolía la garganta por contener las lágrimas, pero se estaba acostumbrando a este tipo de cosas mientras hablaba con Do-won.

—Sabes, me he sentido muy deprimida el día de hoy. Me había estado preguntando por qué. Supongo que es porque tú estás deprimido.

Él no respondió.

—Lo sabes, ¿no? —expresó lo más compuesta que pudo—. Porque somos gemelos; Si uno de nosotros no está contento, el otro también se ve afectado.

Do-won no dijo nada, pero ella continuó —Debes ser brillante y positivo. Todos se cansan y se deprimen al permanecer en el hospital por tanto tiempo. Pero lo estás haciendo bien. Como tu hermana y la persona que más te conoce, te lo garantizo.

—Estás equivocada, no soy tan fuerte.

—No, créeme, lo eres. Lo sé y lo he visto. Lo sé mejor que nadie porque soy tu hermana.

Pero él continuó sin responder.

—Estoy segura de que la próxima cirugía será exitosa. No te preocupes demasiado, Do-won.

—Sí —dijo, su voz todavía débil—. Siento haberte molestado, hermana. Probablemente como dijiste, estoy un poco deprimido hoy. De repente todo se volvió abrumador. Lo siento, debes estar cansada también.

—No, no te disculpes. Tenemos días así. Pero lo superarás. Soy tu hermana, siempre puedes llamarme para llorar en mi hombro, pedirme que vaya de inmediato y comprarte algo delicioso.

Dowon se echó a reír, lo que a su vez la hizo sonreír.

—Entonces, anímate, Do-won. Me alegraré. Vamos a animarnos juntos, ¿de acuerdo?

—Sí, hermana, lo haré.

—Iré a verte al final de la semana, así que piensa en lo que quieres comer.

—Está bien, te veo después.

Con un tono más brillante, Do-won colgó, pero Seowon miró el teléfono con la indicación de que la llamada había finalizado. Cuando una lágrima cayó sobre la pantalla, Seowon se sacudió, dándose cuenta de que estaba llorando.

No. No llores. Hace mucho tiempo se dio cuenta de que llorar solo la debilitaba. Las lágrimas eran solo un acto que debilitaba al ser.

Ella lo había aprendido cuando sus padres murieron en un accidente automovilístico en su primer año de secundaria. Llorar no resolvería nada. Pero la culpa era un vicio alrededor de su corazón; gracias a ella, Do-won estaba en este estado.

Se secó las lágrimas y continuó el camino a casa. Su mente estaba llena de pensamientos mientras subía las escaleras hasta su departamento. Tan pronto como llegó al rellano, se encendió la luz del sensor de infrarrojos que revelaba al hombre que estaba al lado de su puerta.

—Vicepresidente…

¿Por qué estaba Lee Kang-joon aquí otra vez? Se quedó apoyado contra las rejas del porche.

Él miró su rostro sorprendido sin decir nada.

—Señor, ¿qué pasa? Si pudiera llamarme por adelantado…

—Llegas tarde —dijo, parándose delante de ella. Su aliento apestaba a alcohol.

—Señor, ¿está borracho?

—Sí —fue entonces cuando se dio cuenta de que se veía bastante inusual. Su voz era ronca y sus ojos estaban un poco rojos.

—Creo que sería mejor que vaya a casa y descanse, mañana es un día ocupado.

—No me dejas descansar —él arrastraba las palabras.

—¿Qué? —ella lo miró, pero el calor en sus ojos hizo que su corazón latiera como salvaje en su pecho. Esta reacción familiar la hizo sentir como si algo hubiera cambiado.

No, no, no. Ella rechazó la idea de inmediato. En ese momento, la luz se apagó y el porche se oscureció.

Poniéndose de pie por encima de ella, dijo —No puedo soportarlo más —se inclinó para estar más cerca—, no puedo soportarlo, y todo es gracias a ti Han Do-won.

De repente, sus grandes manos agarraron sus hombros con fuerza, haciéndola chillar alarmada.

—Gracias a ti, no puedo dormir…

Podía sentir su ira en sus palabras, pero estaba perpleja.

—No entiendo…

Se acercó aún más; sus labios rozaron su mejilla, estaban a un lado. Si volvía la cabeza, terminarían besándose. Su corazón latía rápidamente en su pecho haciéndola marear y su cabeza rugir. Cuando se movió, la luz volvió a encenderse, iluminando sus ojos ardientes, Seowon tragó saliva con dificultad.

—¿Dime por qué? —dijo con los dientes apretados—, tú…

¿Yo…?

—Todas las noches en mis sueños, estás gimiendo de placer debajo de mí. Siento que me estoy volviendo loco.

¡¿Qué…?!

Los ojos de Seowon se abrieron, acababa de escuchar algo completamente increíble.

A diferencia de Seowon, cuya sorpresa estaba escrita en todo su rostro, la expresión en el rostro de Kang-joon era impasible y fría. Su profunda mirada gris estaba fija en ella. No se movieron, solo hubo silencio cuando la luz se apagó nuevamente.

Como ella no respondió, él preguntó —¿Crees que estoy bromeando?

Ella lo miró en la oscuridad sin responder. Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y confirmaron su expresión de indiferencia.

—Ojalá fuera una especie de broma —dijo con un rizo burlón en sus labios, pero en sus ojos brillaba una indescriptible necesidad—. Entonces, Han Do-won, te aconsejo que huyas antes de que te coman—, el gruñó, el ruido era extraño para ella.

Pero no pudo decir una palabra, estaba conmocionada. Él inclinó la cabeza y se acercó de nuevo.

—Esto es lo que quería decirte.

La dejó ir y pasó junto a ella. La luz volvió a encenderse mientras se movía, iluminando su camino de regreso por las escaleras. Seowon permaneció de pie ahí asombrada.

♦ ♦ ♦

—Lamento dejar todo esto para usted, señor Han.

El señor Shim se apresuró y colocó los archivos en el escritorio de Seowon. Ella volvió los ojos sorprendidos hacia él al ver los archivos.

—¿Cuándo tienen que hacerse?

—Tienes tres días a partir de hoy.

Los papeles se apilaron frente a ella, altos como una torre, finalmente asintió,

—Muy bien, comenzaré.

Desde el incidente del señor Kim, habían perdido un miembro del equipo. Con uno menos, tenían poco personal. Tan pronto como se acostumbró al trabajo, hizo todo lo posible para cubrirlo con horas extras. El señor Shim también solía trabajar más tiempo, pero su esposa acababa de tener un bebé y ahora él estaba a cargo de las tareas domésticas.

—Lamento dejarte así —dijo, disculpándose.

Ella le sonrió mientras se preparaba para comenzar.

—Acabas de tener un bebé, es lo más importante en este momento. Debes ir a casa temprano.

—Pero siento que tú eres el que siempre dejamos aquí todos los días.

—Bueno, para mostrar su gratitud, si estoy en la misma situación en el futuro, por favor, sea considerado.

Fue solo entonces que pareció aliviado y le tocó el hombro en camaradería, —Gracias. Guardaré este acto de bondad en mi corazón.

—Por favor, cuídate al regresar a casa —dijo ella.

El señor Shim se fue despidiéndose de ella con una mano. Una vez que se había marchado, la expresión brillante en su rostro se atenuó.

¡Ella todavía no podía creer que él le hubiera dicho eso!

Frunció el ceño e intentó concentrarse en su trabajo. Era una bendición estar tan ocupada ahora, de verdad. Después de escuchar las palabras de Lee Kang-joon, ella realmente lo creía. Se estaba comprometiendo con sus deberes más fervientemente que nunca, de lo contrario, estaría pensando en lo que él había dicho todo el tiempo. Al menos con el trabajo, podría olvidarse de esas ridículas palabras.

Finalmente, se dio cuenta cuando entró en su apartamento. Ella miró su dedo en la rueda del ratón. A ella no debería importarle; sabía lo que estaba tratando de hacer. Por supuesto que lo sabía. Intentaba que renunciara. Por eso estaba tratando de asustarla. Como no pudo deshacerse de ella la última vez, estaba usando este método. Pero… ¿y si Do-won realmente no pudiera volver a caminar?

En cuanto recordó su conversación con Do-won, su corazón se apretó de tristeza. Pero reprimió esos sentimientos y comenzó a trabajar. No podía darse el lujo de vacilar; iban a lograrlo de alguna manera. Quería darle un regalo a Do-won por sobrevivir, por eso estaba ahí.

El sonido de las teclas había comenzado a resonar en la silenciosa habitación. Ese sonido continuó a altas horas de la noche hasta que una voz inesperada lo detuvo.

—¿Te gusto? —oyó una voz profunda hablar detrás de ella. Detuvo su trabajo y se volvió cara a cara con Lee Kang-joon. Ella se apresuró a ponerse de pie.

—¿Cuándo llegaste?

Había estado fuera de la oficina todo el día, ahora había salido de la nada y estaba aquí a altas horas de la noche. No pudo evitar sorprenderse.

—Me haces preguntar dos veces en cada ocasión. Le pregunté si le gusto.

Los hombros de Seowon se tensaron bajo su fría mirada, pero ella preguntó —¿De qué estás hablando?

Lee Kang-joon inclinó la cabeza.

—El hecho de que sigas sentado aquí, incluso después de escucharme, implica que no te importa que te follen.

El uso de la morbosa palabra la puso rígida, pero ella respondió.

—Eso no es cierto.

—¿Entonces? —preguntó descansando su mano sobre el escritorio junto a ella y apoyándose.

Seowon luchó contra el instinto de retirarse y se enderezó.

—Ese es un problema del vicepresidente, no tiene nada que ver conmigo —dijo con firmeza.

Seowon enfrentó su dura expresión. Sabía que lo enfurecería, pero no podía evitarlo si quería quedarse aquí. Contuvo el aliento mientras observaba su rostro duro. Estaba claro que, si ella hubiera renunciado, estaba siguiendo su voluntad.

Sus ojos brillaban sombríos cuando dijo —Que así sea. Si realmente quieres probarlo.

Se levantó y se alejó, junto con su aura fría. Y la tensión se desvaneció de sus hombros. Ella exhaló un suspiro y se dejó caer sobre su silla.

—Lo hiciste bien… —se dijo a sí misma—. Debe estar furioso, pero no tengo nada más que perder ante Lee Kang-joon de todos modos—, murmuró para sí misma mientras miraba por la ventana la lluvia que caía por el cristal.

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