Secretaria del Vicepresidente – Capítulo 25: Mal sueño

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


Eran las primeras horas de la mañana a través de las cortinas de la ventana. Seowon estaba sentada mirando el rostro de Kang-joon mientras dormía un rato.

Aún tenía problemas para conciliar el sueño.

Por lo general, él estaba despierto mientras ella dormía. Era inusual verlo dormir como ahora, pero se despertaría pronto.

Ella continuó viéndolo dormir; él no la dejaría irse y ella decidió no ponerle fin. Pero aun así, todavía no había dicho lo que pensaba.

Porque quería seguir viendo un poco más su rostro. Una vez que se alejara de él, sólo podría verlo en los medios.

Ayer, ella había estado tan confundida, pero ahora era extraño. No había querido admitirlo, pero era cierto que el cuerpo a veces expresaba emociones que no podían decirse con palabras. Incluso si pudiera estar equivocada, quería creer las emociones que le mostraba el cuerpo de Kang-joon.

Ella quería quedarse. Se sintió un poco estúpida.

Seowon volvió a meterse en la cama y se acercó a él. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros blancos.

¿Con qué estaba soñando?

Fue una novedad poder verlo así. Se acostó derecho y se durmió sin abrir la boca.

¿Qué tipo de hombre tiene pestañas tan largas?

Seowon se estiró para tocar sus pestañas. Tan pronto como la punta de su dedo las rozó, abrió los ojos y tomó su mano.

—¡Ay! —exclamó ella por el dolor.

Kang-joon se sentó y la arrastró hacia él. Seowon lo miró un poco avergonzada.

—Lo siento. ¿Te asusté?

—Está bien. Intentaba tocarte las pestañas.

Él la miró perplejo y la dejó ir. Respiró hondo mientras se frotaba la cara con las manos.

Seowon lo sujetó del brazo mientras le dirigía una mirada de disculpa.

—¿Tuviste un mal sueño? No quise sorprenderte.

Kang-joon levantó la cabeza.

—No te preocupes. ¿Tu muñeca está bien?

—Está bien.

—Déjame echar un vistazo —Kang-joon encendió la luz para mirar su muñeca por sí mismo.

—Está realmente bien. No me apretaste demasiado tiempo.

—Es fácil dejar moretones en una piel tan delicada. Una vez… —empezó a decir, pero se detuvo. Él entrecerró los ojos mirando su muñeca. Después de un rato dijo—: Iré a darme una ducha.

—Bien.

Abandonó la cama, dejando al descubierto su cuerpo masculino y fue al baño.

Seowon miró fijamente su muñeca. Una vez… ¿estaba pensando en lo que pasó antes? Cuando le había sujetado la muñeca aquella vez que terminaron atrapados en el ascensor.

Quizás estaba pensando en ese momento.

Seowon miró su muñeca, que ahora mostraba leves moretones rojos, y miró hacia la puerta del baño cerrada.

 ♦ ♦ ♦

Bajo la ducha, el agua fría se derramó por su sombrío rostro.

Su cuerpo era como una estatua griega; un cuerpo masculino perfecto, inmóvil bajo la lluvia de la ducha. Barrió su oído con ambas manos, revelando su hermosa frente, y chorros de agua corrieron por los contornos de su rostro.

Suspiró y cerró los ojos. No se movió de debajo de la ducha hasta que su cuerpo se enfrió.

Cuando salió del baño con una toalla envuelta alrededor de su cintura, Chloe estaba dormida. Había estado demasiado tiempo en el baño.

La poca luz iluminaba su ancho torso, haciendo que sus contornos musculosos parecieran engrasados.

Se quedó mirándola dormir antes de caminar hacia la cama. Se sentó a su lado y miró su piel blanca. Su cabello de ébano estaba extendido sobre la cama en ondas.

Sus ojos grises oscuros miraron su rostro pequeño y delicado y su cuerpo frágil.

Cuando se encontró con ella, pensó que era Han Do-won, a pesar de que era una mujer. Ella se parecía mucho a él. Había oído decir que había alguien en el mundo que se parecía exactamente a ti, pero no había podido creerlo.

No sabía si eran gemelos, pero no era una coincidencia.

—Está siendo grosero.

Quería averiguar por qué se parecía tanto a él, pero cuando la miró a los ojos sintió una extraña corriente. De repente se encontró persiguiéndola, deseándola.

¿Por qué no sintió ningún rechazo hacia ella?

Ella era la primera mujer que no podía rechazar, aparte de las personas que conocía antes de los siete años.

¿Es porque se parecía a Han Do-won?

Esa era una de las razones, pero había algo más en ella.

—No parece que te preocupes por mí en absoluto.

—Puede que tengas razón. Estoy segura de que sabes que eres un hombre muy guapo.

Había hablado con la misma mirada inquebrantable que Han Do-won; había sido refrescante.

Nunca había estado con una mujer cómo ella, que sostuviera su mirada de esa manera. Pero sobre todo, era porque se parecía a Han Do-won.

Había estado tratando de encontrar a esa persona que se escapó de él hace tres años.

Al igual que con Han Do-won, su cuerpo estaba en llamas por ella. El deseo lo consumió tanto que estaba duro con solo mirarla.

Por sólo dos semanas…

Sabía en su cabeza que era sólo un asunto de corta duración, pero lo ignoró. Eran un hombre y una mujer que se deseaban.

Al principio, la había estado utilizando para satisfacer sus deseos por Han Do-won, simplemente era un sustituto. No se sentía culpable por eso, si ella no lo quería, podía terminarlo en cualquier momento.

Era solo una aventura tomando lo que querían el uno del otro, pero…

Bajó los párpados mientras miraba fijamente su figura dormida. En solo una semana, las cosas habían cambiado. Sutilmente, pero definitivamente.

Ayer, cuando la vio llorar… No, cuando volvió por ella. Sabía con certeza que algo había cambiado en su mente. Ya no podía simplemente descartarla como la sustituta que pensó que era.

—Mierda —tenía una expresión frustrada mientras se echaba hacia atrás su cabello ahora seco.

Había cometido este error dos veces. No quería revivir la frustración y el sufrimiento por el que pasó cuando Han Do-won se había ido. Incluso si Chloe estimuló sus deseos como Han Do-won, él tenía la intención de ceñirse al marco de tiempo y cortarla al final.

Pero aquí estaba él, vulnerable ante ella. ¿Por qué?

Kang-joon la miró dormir. Se movió en sueños con un gemido. Pronto volvió a dormirse profundamente.

Continuó viéndola dormir sin poder apartar los ojos de ella.

♦ ♦ ♦

—Creo que tuviste una pesadilla esta mañana, ¿estás bien? —preguntó Seowon.

Kang-joon estaba mirando su muñeca mientras hablaba. Estaban en la mesa desayunando. No tenía hematomas, pero aún quería asegurarse.

—No tienes que preoparte por nada —respondió mientras tomaba un sorbo de su té negro. Seowon lo miró a los ojos.

—¿Dijiste que naciste y creciste en Estados Unidos?

—Sí —ella respondió a la ligera, tratando de permanecer relajada.

No quería que le hiciera preguntas sobre su pasado, porque solo podía mentir. Pero se sintió conmovida porque él estaba mostrando un interés personal en ella.

Mantuvo su expresión ligera.

—¿Has estado alguna vez en Corea del Sur?

—Unas pocas veces.

Kang-joon se quedó en silencio por un momento y luego preguntó.

—¿Alguna vez visitó un hotel del ELN en Seúl hace tres años?

Ella quedó momentáneamente aturdida por las palabras ELN, pero luego pareció pensativa.

—No puedo recordar. Me alojé en muchos hoteles, así que es posible que me haya quedado en uno de ellos.

Fue hace solo tres años, pero Seowon no podía recordar.

—¿Es así?

Hace tres años había visto a una mujer que se parecía exactamente a Han Do-won. Si no hubiera otra persona con una cara similar, esa persona probablemente sería Chloe.

—¿Pero porque preguntas?

—Vi a una mujer que se parecía mucho a ti.

—¿En serio? —Seowon preguntó con una sonrisa incómoda mientras alcanzaba un croissant. Su boca estaba seca y su corazón latía rápido.

Kang-joon terminó su té y luego dijo—: Salgamos hoy.

—¿Oh?

—Bueno, pensé que sería bueno salir a buscar aire fresco. Hoy estoy libre.

—Genia, es perfecto —Seowon esbozó una brillante sonrisa.

Gracias a dios; el interrogatorio había terminado. Pero también estaba feliz de salir con Kang-joon.

Kang-joon dejó su servilleta y se levantó de su silla.

—¿No vas a terminar tu comida? —preguntó mirando su plato lleno de comida.

—Solo un minuto —respondió mientras se dirigía al dormitorio.

Regresó y tomó asiento antes de ofrecerle una pequeña caja.

—¿Qué es esto? —preguntó ella.

—Quería dártelo ayer, pero era tarde. Ábrelo.

Seowon miró la caja, dándose cuenta de que era un regalo.

¿Podría aceptar algo como esto? Ella agonizó, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Por un lado, fue un gran placer recibir un regalo suyo. Pero, por otro lado, se sentía culpable por engañarlo sobre su identidad.

Seowon abrió la caja con cuidado y jadeó. Sus ojos se agrandaron al ver el collar y el arete de diamantes rosados ​​y blancos en el cojín.

—¿Realmente puedo tener esto? No lo sé…

Seowon estaba avergonzada. Se dio cuenta de que el regalo era caro.

—Es tuyo, lo compre para ti.

—Pero … —Parecía preocupada.

—Me pregunto si te quedaría tan bien como imaginaba —dijo Kang-joon sonriendo.

Seowon se dio cuenta de que quería que ella se lo probara, así que se levantó de la silla.

—Me lo probaré.

Fue hacia el espejo de su tocador. Solo vestía una bata de seda rosa.

Ella se puso el collar. Su delicado escote fue enfatizado por el collar que colgaba entre sus clavículas. Se puso los pendientes a juego, y brillaban por la mañana como con un fuego interior blanco.

Eran bonitos.

Kang-joon se acercó a ella y sus ojos se encontraron en el espejo. Sus ojos ardían de deseo causando una tensión vertiginosa en Seowon.

—Te queda bien, tal como me lo imaginaba.

—Gracias.

Kang-joon se inclinó y besó el hueco de su cuello.

—Pensé en ti tan pronto como vi esto en la tienda. Me preguntaba cómo te verías con solo el collar puesto.

—Lo averiguaré ahora —dijo quitándose la bata.

♦ ♦ ♦

Colocó a Seowon en la cama y la cubrió con una sábana.

Seowon estaba jadeando, se sentía acalorada y débil.

—No creo que pueda mover un dedo en este momento.

Kang-joon se apartó el pelo de la frente sudorosa.

—Puedes descansar un poco. Tenemos todo el día.

No tenía la fuerza para levantar un dedo, pero Kang-joon no mostró signos de agotamiento. Caminó de regreso al tocador y ordenó lo que había terminado en el piso durante su relación sexual.

—Déjalo, lo limpiaré —dijo ella tratando de levantarse.

—Solo quédate quieta.

—No tienes que ordenar… —estaba a punto de decir cuando notó que había algo extraño en Kang-joon.

—¿Kang-joon?

Se volvió. La expresión de Seowon decayó, había cometido un error.

—¿Por qué tienes esto?

Seowon se quedó mirando su mano sin hablar.

La cara de Kang-joon estaba oscura de rabia.

—Le di esto a Han Do-won.

Había tirado todo lo relacionado con su paso por el ELN, pero no había podido decidirse a tirar el pañuelo.

Deseó haberlo dejado en algún lugar menos obvio, pero lo llevaba consigo a todas partes, en estos días había olvidado que lo tenía.

—¡Di algo! ¡Una explicación! ¡Una excusa! ¡Cualquier cosa! —gritó, las llamas de la rabia llenaron sus ojos.

Ella lo vio apretar el pañuelo en su puño con toda su fuerza.

Kang-joon no podía creer lo que veía cuando vio el pañuelo entre sus cosas. Era único en su tipo, diseñado por una marca de lujo que no estaba en Corea y presentado a los empresarios que más habían invertido en sus temporadas ese año.

Los pañuelos tenían un logo único para cada persona en pequeño relieve. No había forma de que otra persona tuviera el mismo pañuelo.

—Lo siento —dijo finalmente en voz baja. Su rostro y labios estaban pálidos—. No quise engañarte. Solo… —trató de explicar, pero su boca estaba seca.

Él la miró con frialdad.

—Entonces fingiste ser un hombre y ahora eres una mujer. ¿Estabas fingiendo ser Han Do-won? —Él soltó una carcajada sin alegría—. Me engañaste hace tres años, y ahora, todavía…

Muchas excusas volaban de un lado a otro en su cabeza, pero nada podía cambiar que ella lo había engañado.

—Lo siento, pero en ese momento no podía decir nada.

—¡Deberías haber dicho algo antes de llegar a esto! —dijo en voz baja y amenazadora.

Fue realmente espeluznante, la hizo darse cuenta de que nunca lo había visto tan enojado. Agarró la sábana con miedo.

No debería haber comenzado esto… Si lo hubiera sabido, sería tan doloroso soportar la peor parte de su desdén.

—Lo siento —repitió. Era todo lo que podía decir.

Con una mirada desdeñosa hacia ella, se fue.

Una vez que escuchó cerrarse la puerta tras él, lágrimas calientes cayeron sobre los puños que agarraban la sábana.

Se terminó.

Ella sollozó.

Estaba tan desconsolada por el hecho de que su mirada llena de rabia e indiferencia serían lo último que recordaría de él.

Debería haberlo terminado ayer. Si hubiera sabido que terminaría así, debería haberlo terminado ayer.

Ella sintió que lo había traicionado terriblemente. Apretó la sábana contra su pecho y cayó a la cama llorando.

Kang-joon cerró la puerta de su suite detrás de él. Estaba furioso.

Fue directamente a su dormitorio para vestirse.

2 respuestas a “Secretaria del Vicepresidente – Capítulo 25: Mal sueño”

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