Felicidades Emperatriz – Capítulo 78: Jing Lan aparece

Traducido por Devany

Editado por Ayanami


El látigo voló, destellando entre diferentes tonos de rojo. Los zorros competían mentalmente, mordiéndose unos a otros. El viento crujió a la par que ambas partes ejercían su máxima fuerza, ¡ninguno de los dos parecía querer ceder! 

—Así que la familia Hua sólo llega a este nivel —Feng Chen se río, mientras se movía hábilmente.

Hua Wanyu apretó los dientes — ¡Te golpeare hasta que, finalmente, reconozcas tu derrota!

Feng Chen no se dejó amedrentar e, ignorando sus gritos, posó majestuosamente. En el mismo momento su Qi empezó a ir más rápido, provocando que el Zorro de Nueve Colas creciera exponencialmente. Cada gruñido proferido por éste, fluía con el aire a su alrededor.

Todo el mundo miraba asombrado. ¡Aquel zorro de nueve colas doblaba la estatura de Hua Wanyu!

La mano de Hua Wanyu apretó su látigo con fuerza, el sudor resbalaba de su frente, pero aun con eso, se negaba a retroceder.

Después de pelear dos asaltos más, ¡lo último que alcanzo a ver era el crepitar del látigo rojo mezclado con Qi, dirigiéndose hacia ella! Sin embargo, justo en ese momento, un suave rastro blanco flotó entre el ardiente rojo. Nadie supo de donde llego, pero, con aquel largo cabello negro y la ropa suelta, era como un ganso salvaje aterrizando en la estaca de la flor de ciruelo.

Un cuchillo se disparó y el látigo, que originalmente apuntaba a Hua Wanyu, ahora, se encontraba cortado perfectamente a la mitad, salpicando al caer en el agua.

— ¡Hua Jing Lan! —Los ojos de Hua Wanyu se abrieron como platos. El rostro de Hua BaiSheng, sentado se tornó sombrío. Había llegado una tormenta.

Feng Chen miró la daga que estaba incrustada en la estaca, luego, volteo hacia atrás, encontrándose con los brillantes ojos de Hua Jing Lan. Nunca había visto a alguien tan adecuado para vestir de blanco. Obviamente, era una mujer, pero, curiosamente, poseía el aura de un hombre. Parecía un inmortal parado ahí tranquilamente sobre el agua con las manos a la espalda. Su cara era clara y luminosa, pero tenía un aura poderosa que la gente no se atrevía a ignorar.

Hua Jing Lan sonrió ligeramente y le pregunto a Feng Chen — ¿Puedes dejármela?

Feng Chen se asustó. Esas simples palabras contenían tanta presión detrás de ellas que, inevitablemente, terminó arrojando el látigo roto en sus manos —Como desees.

Feng Chen, obviamente, estaba ganando esa batalla. Pero, a mitad de camino, un cuchillo cortó su látigo. Todos los demás seguían sin saber que estaba pasando, solo veían a Feng Chen irse del lago Quianmei. Algunas personas pensaron que era lamentable que la pelea haya parado, pero eran pocas a comparación de la demás que estaban nerviosas.

— ¡Esto será interesante! ¡Jie, mira! —Yue Zhuang agarró la manga de Yue Fuyao.

—Esa es Hua jiejie —Yue Fuyao sonrió, mientras le explicaba a su esposo, He Changan —Es la persona de la que te hablé antes —He Changan miró exuberantemente, la dirección a la que ella apuntaba, la chica antes mencionada, ahora, se encontraba en la parte superior de la estaca de la flor de ciruelo.

Hua Wanyu, contrario a ella, estaba confundida — ¿Por qué estás aquí? ¿No estabas…?

— ¡Devolveré el gran regalo que la familia Hua me dio! —Hua Jing Lan sonrió

Se giró para enfrentarse a ella y de forma fría, dijo — ¡Hua Jing Lan! —provocando que la multitud se agitara.

Todo el mundo había escuchado sobre ese nombre antes, pero los que la habían visto eran pocos. Se decía que su carácter era malo, ganándose una mala reputación por ello, sin embargo, eso no se comparaba con el sobresaliente temperamento que la persona real mostraba frente a ellos, todo aquello era realmente increíble.

—Hua Jing Lan, ¡no te tendré miedo! —Hua Wanyu tomó el ataque preventivo, dirigiendo un azote de su látigo hacia Hua Jing Lan.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido