Harem Imperial – Capítulo 32: Soportarlo en silencio

Traducido por Sharon

Editado por Nemoné


El paraguas verde y las dos figuras inclinadas eran las mismas de antes, pero su lugar ya no estaba iluminado. Cerca de un shenshi, varias personas entraron y salieron del Palacio. [1]

A pesar de que tenían la cabeza inclinada, no podían evitar desviar la mirada de la mujer hacia Hao Yue, quien se volvería una Concubina en un mes. Después de ver la cicatriz en el rostro de Qing Feng, todos jadeaban e inclinaban aún más sus cabezas.

Fu Ling miraba la reacción de las personas, aunque uno no necesitaba tener buena vista para observar el desprecio, ligera burla y asombro en sus ojos. Ella giró su cabeza ligeramente para mirar a Qing Feng, quien a pesar de todo miraba hacia adelante sin aflojar sus labios apretados. Parecía no sentir la atención de todos, pero su paso se aceleró.

Volviendo a la realidad, Fu Ling siguió a Qing Feng de regreso a su salón sin una palabra. Las dos acababan de entrar al Palacio cuando Lan Er se acercó alegremente.

—Felicidades señorita, Wu Gong Gong de Jing Shi Fang acaba de venir para transmitir un mensaje, hoy el Empera-

—Afuera.

Frías palabras detuvieron las oración de Lan Er. La expresión de Qing Feng era fría y oscura, y Lan Er se paró con firmeza, insegura de qué había hecho mal. Había numerosas bellezas en el Palacio que cuando escuchaban que el Emperador pedía su presencia se llenaban de alegría. No obstante, la concubina que servía era demasiado temperamental.

Lan Er miró a Fu Ling, que estaba detrás de Qing Feng por ayuda, pero ella sólo sacudió su cabeza ligeramente. Lan Er seguía confundida cuando Qing Feng estalló repentinamente.

— ¡Afuera!

Lan Er tembló bajo la fría mirada, y se retiró rápidamente.

Qing Feng abrió las varias capas de cortina y caminó dentro de las habitaciones interiores. Viendo la figura delgada aunque orgullosa y solitaria, Qing Feng vaciló por un momento antes de seguir. Cerró la puerta con gentileza, y se dirigió al salón.

La luz deslumbrante del sol atravesaba las ventanas medio abiertas con flores talladas y alcanzaba a la hermosa silueta. El olor a peonias llenó el cuarto, y la ocasional briza auguraba una placentera tarde de verano. No obstante, la figura de pie frente a la ventana no sentía la calidez y temblaba ligeramente.

Qing Feld envolvió sus brazos con fuerzas alrededor de su cuerpo. Aun así, no pudo evitar el escalofrío que la recorrió y el miedo y náusea que le acompañaron.

¡Presentarse al dormitorio! La primera vez que escuchó esas palabras, estaba emocionada porque significaba que podría estar cerca de Yan Hong Tian así que podría asesinar al enemigo con sus manos, pero ahora… No podía hacer eso. Su Hermana Mayor y Menor seguían vivas en Qiong Yue.

Si ella asesinaba a Yan Hong Tian, ellas morirían. Casi habían muerto una vez en el templo en ruinas, no las lastimaría una segunda vez. Por ello las palabras ‘presentarse al dormitorio’ eran como una fría serpiente que se enredó en su cuello y la asfixiaban.

Qing Feng entrecerró los ojos mientras observaba el cielo azul afuera. La deslumbrante luz picó sus ojos mientras una lágrima caía en silencio. Sus delgados dedos se clavaron en su piel.

Padre, Madre, ¿qué debería hacer? ¿Dejarme humillar y dejar que otros me pisoteen obedientemente?

No quería resignarse… ¡Realmente no quería hacerlo!

Mientras el sol se escondía gradualmente por el Oeste, Lan Er sostenía unas tijeras y cortaba las peonias sin mirar, mostrando una expresión sombría.

Por el susto que se llevó en la tarde, no se acercó al cuarto de Qing Feng. Xia Yin caminó a su lado y susurró:

—Fu Ling, es tarde, si la señorita no comienza a prepararse será demasiado tarde. Cuando el Emperador busque culpables, no habrá problema con nuestro castigo, pero la señorita será condenada.

Atender al dormitorio del Emperador era un evento mayor en el Palacio Interno. Las concubinas necesitaban bañarse, peinarse, sumergirse en fragancias… Si algo faltaba y el Emperador terminaba infeliz, todos sufrirían.

El mayordomo de Jing Shi Fang había enviado sirvientas de Shu Qing Chi para ayudar a Qing Feng a prepararse. Después de esperar por medio shichen, ellas se impacientaron.

Fu Ling miró las puertas que estuvieron cerradas toda la tarde, luego observó con preocupación a Xin Yin y finalmente asintió.

—Lo entiendo, pueden comenzar los preparativos.

Fu Ling caminó hacia la puerta y golpeó gentilmente. Cuando estaba por abrir la boca, los ojos agudos y llenos de pena de Qing Feng aparecieron en su mente, haciéndola tragarse sus palabras. No podía avanzar ni retroceder, sólo pudo quedarse rígida frente a la puerta, cuando una voz la llamó desde adentro.

—Entra.

♦ ♦ ♦

En el momento de prender las lámparas.

Mientras la noche avanzaba, todos los Palacios comenzaron a encender las linternas, con las sirvientas y eunucos llevándolas. Ante el pequeño sendero detrás de Jing Shi Fang, una mujer vestida como sirvienta se escondió bajo la sombra de un árbol. Con la noche oscura y nublada, no parecía que hubiera alguien allí.

A lo lejos se acercó una persona corriendo. Wu Er dio un paso atrás y entrecerró los ojos para ver su rostro.

— ¿Lo investigaste? —preguntó en susurros, dando un paso adelante.

El eunuco miró a ambos lados, determinando que no había nadie, antes de contestar:

—Respondiéndole a la hermana mayor, hoy el Emperador eligió a la Concubina Qing para presentarse a su recamara. En este momento él está en el Salón Xi Xia acompañando al Emperador del Oeste Dowager durante la cena.

— ¿Decidió de improvisto que la Concubina Qing le acompañe? —preguntó después de pensarlo un tiempo.

—No, escuché que el Emperador se encontró con ella durante la mañana en los jardínes, y decidió pasar la noche en el Salón Qing Feng.

¿Un encuentro fortuito?

Una expresión de incredulidad cruzó a Wu Er.

¿Cómo podría suceder algo como eso en una tarde cálida en los jardínes? Esta Qing Feng sí que tiene habilidades, descubrió el camino del Emperador. Su Señoría no supuso mal, Qing Feng no debía subestimarse.

Wu Er sacó una pequeño bolsa de su manga y lo puso en manos del eunuco.

—Muy bien, regresa primero. Sé astuto en el futuro. Si hay algún movimiento en el Salón Qing Feng, deberás decírmelo de inmediato —susurró.

Pesando el dinero en silencio, el eunuco sonrió halagadoramente.

—No se preocupe hermana, el corazón de este siempre estará con su Señoría, la Concubina Imperial Hui.

—Muy bien, vete rápidamente —respondió Wu Er ondeando sus manos.

El eunuco llevó el saco de dinero en sus manos mientras corría rápidamente de regreso. Sólo cuando su figura se perdió en la lejanía, Wu Er se dio la vuelta en dirección contraria.

♦ ♦ ♦

Una mujer vestida en blanco estaba sentada frente al espejo de bronce bien pulido. El color de las ropas hacía que su cabello negro resaltara encantador, pero ella detuvo impaciente la mano que estaba ocupada con el maquillaje.

—Suficiente, aunque lo cubras es igual —dijo con frialdad.

Qing Feng en secreto estaba orgullosa y feliz. Las dos cicatrices eran imposibles de ocultar sin importar la cantidad de maquillaje. Al igual que el dolor que sintió cuando perdió a sus padres, esa pérdida nunca quedaría cubierta.

Fu Ling bajó los polvos obedientemente. La complexión de Qing Feng era buena, no tenía ninguna necesidad de base y su piel era clara y trasluciente. No arregló su cabello, por lo que algunos mechones oscuros caían para cubrir la parte herida. De esa forma, se veía significativamente gentil y hermosa.

El corazón de Fu Ling apreciaba su belleza. Esas gruesas cejas no necesitaban arreglo para que formaran una curva, sus ojos eran profundos y vastos como el mar, y su piel era suave y clara como el jade. Si su rostro no estuviera destruido, ¿no sería una belleza suprema?

Fu Ling tomó el pintalabios y dibujó sus labios ligeramente. Un toque de rojo profundo inmediatamente hizo que su boca se viera vívida.

—Tan hermosa.

En efecto lo era. En el espejo de bronce se reflejaba una mujer encantadora, que era como una flor delicada en primavera esperando que alguien la tomara.

Mirándose en la superficie, sólo pudo sentir odio.

¿Por qué? ¡¿Por qué tenía que arreglarse para complacer a Yan Hong Tian?! ¡¿Por qué?

Elevó la mano para quitarse el color residual de su boca. Qing Feng seguía insatisfecha, y repentinamente tomó el espejo y lo arrojó al espejo.

La suave superficie se partió y ya no reflejó la hermosa apariencia de Qing Feng cuando ella se detuvo.

Su apariencia frenética asustó a Fu Ling, que palmeó una y otra vez su espalda para que recuperara el aliento.

—Señora, no debería enojarse, su herida todavía no se recuperó —dijo ansiosamente.

¿Herida? Quisiera morir ahora…

Inclinándose contra Fu Ling, viendo su rostro torcido lleno de locura, el corazón de Qing Feng comenzó a doler. ¿Por qué era de este modo? ¿No lo había decidido? Debido a sus amadas hermanas, la única familia que tenía en el mundo, debía soportarlo no importa qué. Siempre y cuando pueda intercambiar una vida de paz con ellas, no le importaba en qué se convertirá.

—Fu Ling… Ayúdame con mi maquillaje de nuevo —dijo con voz temblorosa a la vez que cerraba sus ojos. Su orgullo y dignidad serían quebrados esa noche, ¿por qué se preocupaba por su rostro?

—Sí.

Fu Ling tomó una tela de seda y limpió el lápiz labial residual. Sintió su corazón doler por esta débil pero terca mujer. La vida en el Palacio acaba de comenzar.

♦ ♦ ♦

La luna se había elevado sobre sus cabezas, su luz brillando sobre las peonías haciéndolas ver más pálidas que durante el día, aunque mantenía su belleza de un modo diferente.

Lan Er sostuvo su mentón mientras se sentaba en los escalones del frente, observando el palacio oscuro fuera del salón.

—Hermana mayor Xia Yin, ya pasó el haishi [2]. ¿El Emperador vendrá esta noche?

Si realmente iba a ir, lo habría hecho antes. De hecho, sería bueno que no llegara. Qing Feng fue echada por las madres de Shu Qing Chi, y sólo se fue con Fu Ling, que la estaba ayudando. Era tan excéntrica, que si el Emperador realmente llegaba, no estaba segura de lo que sucedería.

—Siempre dejas que tu boca se suelte. Ten cuidado o te traerá problemas —la amonestó gentilmente Xia Yin en susurros.

Dándole una mirada de reojo a las puertas cerradas, Lan Er hizo un puchero con una expresión de desaprobación. En ese momento, una voz resonó desde fuera del salón.

— ¡El Emperador ha llegado!

¡Realmente vino!

Lan Er se mordió la lengua y se apresuró a arrodillarse para saludar. Su boca tembló cuando miró al cuarto, pero se rehusó a decir algo. Xia Yin sacudió su cabeza, y habló suavemente.

—Señora, el Emperador ha llegado.

El lugar se mantuvo en silencio, y Qing Feng no salió a recibirlo. Lan Er y Xia Yin intercambiaron miradas inseguras sobre qué hacer. Al mismo tiempo, Yan Hong Tian entró al salón.

—Larga vida al Emperador.

Lan Er mantuvo su cabeza agachada, cuando el par de botas amarillas se detuvieron repentinamente. Su corazón se paró unos momentos mientras elevaba su cabeza para observar, encontrándose con el rostro sin expresión del Emperador, sus ojos fijos en la puerta cerrada. La energía no enojada, pero poderosa del monarca la asustaba tanto que rápidamente bajó su cabeza aún más.

El Emperador llegó pero Qing Feng no salió a recibirlo, y ni siquiera abrió sus puertas. ¡Debe estar furioso!

Lan Er estaba completamente aterrada. Xia Yin se sintió incómoda, y esa puerta, que estuvo cerrada todo el día, eligió ese momento para abrirse.


[1] Entre las 3 y 5 PM.

[2] Entre las 9 y 11 PM.

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