Harem Imperial – Capítulo 33: Dejando un espacio rojo

Traducido por Sharon

Editado por Nemoné


— ¡El Emperador ha llegado!

El fuerte grito fuera del Salón anunció la llegada.

Fu Ling sintió el cuerpo de Qing Feng volverse rígido. Entrecerró el ceño con fuerza, y respiró profundamente antes de pararse para caminar hacia las cámaras interiores. Con pasos pesados, se paró frente a las puertas por un largo tiempo, sin querer abrirlas.

—Larga vida al Emperador.

Pronto, pudieron escuchar las voces de las sirvientas del palacio. Fu Ling dio un paso adelante para abrir las puertas, pero Qing Feng la detuvo.

Fu Ling la miró preocupada; el Emperador ya había alcanzado las puertas, pero no salió a recibirlo. ¡Podía verse como un acto irrespetuoso!

—Lo haré yo misma.

La voz de Qing Feng tembló mientras elevaba su mano y tomaba el pestillo con fuerza. Sus dedos delgados y pálidos mostraban sus venas cuando tomó otra respiración profunda y, finalmente, abrió las pesadas puertas.

Fuera, Yan Hong Tian estaba de pie al fondo de la escaleras en un manto negro. Cuando las puertas se abrieron, una mirada aguda se fijó en ella. Qing Feng mantuvo su cabeza en alto e intentó oponerse a esa mirada con fuerza, pero sabía que su corazón estaba temblando.

En este momento, tenía miedo.

Los ojos oscuros de Yan Hong Tian se entrecerraron ligeramente y observaron a la mujer que se atrevía a obstruirle el camino. Con largo cabello negro atado en su espalda ondeándose cuando el viento sopla, y la túnica blanca simple que la envuelve, la hacen ver más fría y arrogante que su anterior vestido rojo. Sus labios carmesí, del mismo color que la sangre, resaltan por ser el único color que la cubre.

A pesar de que las puertas están abiertas, Qing Feng todavía no saludó. Con su pálido vestido, miró fijamente a Yan Hong Tian, asustando a todos y haciendo que contengan el aliento.

Yan Hong Tian elevó las curvas de su boca repentinamente para formar una sonrisa elusiva, y no culpó a Qing Feng por la falta de respeto a la vez que entraba en el cuarto.

Como no dijo nada, Qing Feng no estaba segura si debía sentirse aliviada o elevar sus niveles de cautela. Hasta que Yan Hong Tian pasó a su lado y sostuvo su mano, ella no se recuperó de la sorpresa.

Yan Hong Tian miró a Fu Ling, que estaba detrás de Qing Feng, y la sirvienta comenzó a sudar sin atreverse a quedarse. Se retiró rápidamente, e incluso cuando cerró las puertas, su corazón no dejó de latir con fuerza. Comenzó a admirar a Qing Feng.

La fiera aura monárquica suprimía a todos los que lo veían, sin mencionar mirarlo fijamente.

En el cuarto, sólo quedaban dos personas observándose a la luz de las velas.

Yan Hong Tian tomó el mentón de Qing Feng y levantó su rostro. Bajo la luz tintineante de las velas, su piel lucía elástica y sus brillantes labios rojos gruesos y llenos. Sus ojos brillantes brillaban inseguros cuando se acercó.

—Sigo considerándote una belleza cuando te vistes apropiadamente —rió Yan Hong Tian.

Sus grandes manos bajaron por su cabello negro y un brillo travieso apareció en sus ojos.

— ¿Dónde escondiste el cuchillo esta vez? —preguntó.

Los dos cuerpos estaban apretados fuertemente, y las ropas de verano no evitaban que sintieran el calor del otro cuerpo. Las manos de Qing Feng en el pecho de Yan Hong Tian la hacían sonrojarse.

Ella inclinó su cabeza a un lado, para no tener que verlo. Tampoco quería hablar con él. Sólo quería que la noche terminara rápido.

Desafortunadamente, era imposible ignorar la presencia de Yan Hong Tian.

Su cintura repentinamente fue agarrada con firmeza, casi estrangulándola, y la voz fría de Yan Hong Tian resonó en sus oídos.

—Qing Feng, no pienses que llegará el momento en que podrás actuar como muda.

Obviamente, ella se había dicho que no discutiría y soportaría todo, pero una vez vio sus modales egoístas, no pudo contener su burla.

—Sabes que no puedo asesinarte, ¿por qué te molestas en decir algo tan inútil? Si quisiera matarte, no usaría un cuchillo nuevamente.

— ¿Oh? —Yan Hong Tian rió suavemente y alivió su agarre un poco. Qing Feng finalmente pudo respirar, y él usó ese tiempo para cerrar la brecha entre sus rostros y sofocarla nuevamente.

Ese par de ojos negros estaba lleno de interés.

— ¿Qué harías? ¿Envenenarme? —dijo con una voz extraordinariamente complacida.

Qing Feng se sorprendió por un momento. ¿Cómo podía ser un hombre tan temperamental? Discutiendo con otra persona cómo asesinarlo, e incluso riéndose tan fácilmente, relajándose como si fuera un tema interesante.

Finalmente comprendió que estaba ahí para burlarse de ella.

Viendo a la mujer entre sus brazos, que obviamente apretaba sus dientes por la furia pero elegía permanecer en silencio, Yan Hong Tian frunció el ceño.

— ¿Tan importantes son tus hermanas?

¡¿Por qué pregunta algo que ya sabe?!

Qing Feng se mordió el labio y se decidió a no dejarse molestar de nuevo. Lo peor que podía hacer era ahorcarla. Se preparó mentalmente, pero el dolor en su cintura desapareció.

Bajó la mirada y se perdió el destello de admiración en sus ojos. Sólo escuchó su voz regañarla con algo de desdén.

—Desafortunadamente… ahora eres tan débil como una hormiga, cualquiera podría pincharte hasta matarte.

Esas palabras la tocaron indudablemente. Qing Feng levantó la cabeza de inmediato para responder.

—Mi vida es como la de una hormiga, como la de una mantis intentando detener un carruaje, pero ¿qué importa? No comprendes que los lazos de sangre son más gruesos que el agua.

En las seis naciones, todos conocían los cambios en Qiong Yue. Yan Hong Tian forzó a su hermano gemelo menor a abdicar y fue erradicado. Una persona así, ¿cómo podría conocer el amor filial?

—Realmente sabes cómo enojar a Zhen. —La voz de Yan Hong Tian era tan ligera, que la mano de Qing Feng no pudo evitar temblar. Sabía que le tenía miedo, pero también le fascinaba provocarlo una y otra vez, como para justificar su existencia.

Los ojos negros de Yan Hong Tian y su voz le impidieron adivinar su humor. Antes parecía querer comerla, pero al siguiente sus manos rodeando su cintura se soltaron. Sin saber qué quería, Qing Feng le miró alerta mientras él se sentaba en una silla de madera cerca.

—El Primer Ministro Lou es culto y refinado. También trata a las mujeres con amabilidad y cuidado. Las mujeres que quieren ser su esposa son tantas como las carpas en un río. No estoy seguro si la señorita Qing Ling podrá soportar esa soledad —susurró relajado.

De inmediato, Qing Feng frunció el ceño y, aunque intentó calmarse, su respiración pesada demostraba sus sentimientos actuales. Yan Hong Tian no sintió que fuera suficiente, y continuó:

—Por el contrario, tu hermana menor nunca estará sola. La Mansión del General no tiene una sola mujer en él. Aunque el General Su no la quiere, habrá muchos hombres.

¿Qué? ¿No había mujeres en la Mansión del General? ¿Cómo…? ¿Cómo podría vivir allí mi hermana?

Pensando en Mo-er rodeada de hombres, Qing Feng palideció de inmediato.

Satisfecho con sus reacciones, Yan Hong Tian se mofó.

— ¿Preocupada por ellas? Que Zhen te enseñe cómo protegerlas.

Cuando terminó de hablar, él la tomó de la cintura. Cuando Qing Feng exclamó sorprendida, ya estaba dentro de las cámaras interiores y atrapada en la cama bordada.

—El primer paso es convertirte en la mujer de Zhen, y para ello debes volverte la mujer más favorecida.

Sus muñecas fueron atrapadas con fuerza por Yan Hong Tian, cuya respiración se mezcló con la de ella.

— ¡Yan Hong Tian, eres un desvergonzado! ¡Suéltame!

Tuvo un momento de incertidumbre, pensando que realmente se lo diría, ¡pero este hombre no merecía nada de esperanza!

Él cubrió su cuerpo con su peso y temperatura ardiente. La extraña experiencia de su cuerpo sobre el suyo hizo que Qing Feng sintiera miedo, tanto que comenzó a retorcerse. Yan Hong Tian bajó su mano y tanto su frente como narices se tocaron, respirando en la boca del otro.

El aliento de Qing Feng era caótico, pero Yan Hong Tian habló con un tono sorprendentemente frío.

—Pequeño gatito, tus garras son muy afiladas pero intentar arañar a todos, mostrando tus emociones en tu rostro, sólo puede terminar mal. Como alguien que está luchando por sus vidas, no estás calificada para preocuparte de la vida o muerte de los demás.

Como una rosa con espinas, sólo provocaría a otros a tomarla.

Yan Hong Tian sostuvo con una mano sus brazos, y con la otra arrancó las cortinas moradas, las cuales cayeron en el rostro de Qing Feng, dejándola sin comprender.

— ¡Qing Feng, la peor decisión que tomaste fue destruir tu rostro!

El velo cubrió su rostro y, para ella, la voz fría y cruel de Yan Hong Tian sonaba animada. En este momento, Qing Feng sintió que algo aplastaba su corazón y su mente se aclaró. Finalmente lo comprendió.

A Yan Hong Tian no le importaba si era más o menos femenina, tampoco su rostro admirable o su cuerpo. Sólo llegó a humillarla, poseerla y conquistarla. Esta era la venganza más cruel que podía hacerle. Ni siquiera hablemos de su orgullo, su dignidad fue pisoteada por completo.

Qing Feng dejó de retorcerse y se quedó completamente quieta.

Ya no sabía si su visión estaba borrosa por el velo o las lágrimas.

La vela roja continuó quemándose, pero en la cama los dos cuerpos calientes estaban enredados con heridas de ese corazón frío.

♦ ♦ ♦

La noche era la más caliente del verano, y estaba en silencio por el bajo llanto de las cigarras, las cuales parecían increíblemente inquietas. Cuando el Emperador era atendida por las concubinas, las personas del Palacio sólo podían esperar en el patio sin acercarse a las cámaras interiores. La luz de la vela ondeaba, crepitando cada tanto, pero debido a la distancia, no se podía escuchar con claridad.

Con la luna descendiendo, el suave llanto de los grillos hacía que uno se sintiera somnoliento. Dejando de lado a los guardias en sus puestos en el corredor, unos pocos eunucos y sirvientas que tenían turnos por la noche se inclinaron contra la puerta y comenzaron a adormecerse.

Fu Ling permaneció de pie a un lado de la cama de flores y puso sus manos en sus rodillas con la cabeza inclinada, sin saber si estaba pensando profundamente o durmiendo. Sintiendo una palmada suave en su hombro, Fu Ling giró su cabeza y escuchó una voz femenina cerca.

—Fu Ling, no estás acostumbrada a hacer guardia, y estás agotada por todo el día. Ve a descansar, yo esperaré afuera.

Xia Yin estaba de pie a su lado, sonriéndole. Sus ojos estaban claros y sin signos de somnolencia o cansancio. Ya era la tercera ronda [1] de la guardia nocturna para que estuviera tan descansada. Fu Ling la miró maravillada. Realmente era impresionante de la Casa Imperial que entrenara a las sirvientas hasta alcanzar tanto nivel.

En el patio médico femenino y el servicio de lavandería, a pesar de ser agotador, raras veces era necesario mantener guardia. Aunque tenía sueño, era su deber así que no podía dejar que alguien más lo hiciera. Además, tendría que hacerlo alguna vez en el futuro, así que no podía molestar a los demás.

—No estoy cansada, puedes ir y descansar —respondió suavemente Fu Ling, poniéndose de pie.

Viendo su actitud testaruda, Xia Yin sonrió y no dijo nada más mientras se dirigía a un patio lateral.

Fu Ling bostezó ligeramente, temiendo que pudiera caer dormida. No volvió a sentarse y en su lugar caminó hacia el árbol más grande del patio, rodeando su tronco. Después de caminar por un tiempo, se dio cuenta que sus extraños movimientos habían atraído la atención de los guardias de pie en el corredor.

Ella sonrió incómoda. Siete de los ocho guardias la miraban, a excepción de una persona que siguió mirando hacia el frente, alerta a sus alrededores.

Esa persona… lucía familiar.

Usando el brillo de la luna, a Fu Ling le tomó un largo tiempo antes de notar que era el guardia que se encontró en la tarde, Ming Ze.

Rasgos agudos, temperamento solitario, no parecía una persona fácil de acercarse. Su mente repentinamente pensó en la sonrisa brillante y cálida de su señorita, y el corazón de Fu Ling tembló sin notarlo. Sus piernas inconscientemente la hicieron rodear el árbol.

Sin saber cuánto tiempo estuvo caminando, sus pies comenzaron a dolerle y Fu Ling se recuperó. Mirando hacia el cielo, vio que se había convertido en el blanco mármol del amanecer, con rayos naranja brillando a través de las nubes grises.

Fu Ling quedó paralizada, ¿la noche había terminado? Mirando detrás, la luz de la vela ya se había extinguido y había un silencio total. Estirándose gentilmente, Fu Ling se burló de sí misma. ¿Realmente había caminado toda la noche?

Lejos del camino al Palacio, un grupo de gente se acercaba. Fu Ling entrecerró los ojos, y vio que la persona en frente era Wu Gonggong. Detrás de él había algunos eunucos llevando objetos sin identificar. Caminaron rápidamente y alcanzaron el Salón Qing Feng en poco tiempo.

—Wu Gonggong —saludó Fu Ling mientras se inclinaba ligeramente. Él la observó para ver su apariencia antes de detenerse.

¿Es ella? La sirvienta de bajo rango que estuvo sirviendo a Qing Feng desde el principio.

No sabía que también estaba en el Salón Qing Feng.

Qing Feng fue sacada de la prisión y nombrada Concubina de inmediato, además de tener la habilidad para hacer que el Emperador permaneciera por la noche, así que debería ser una mujer formidable. Que ella mantuviese a Fu Ling a su lado, significaba que la veía como una compañera confiable.

Wu Zhi Qiu calculó en su corazón y puso una sonrisa gentil antes de responder.

—Oh, es Fu Ling. En el futuro, no necesitas permanecer atenta.

Fu Ling no respondió al saludo y sólo sonrió.

Viendo que no sabía cómo realizar saludos cordiales, Wu Zhi Qiu no se molestó en quedarse. Caminó hacia la puerta principal y golpeó dos veces.

—Emperador, chensi [2] se está acercando —dijo suavemente.

¿Con una voz tan suave, las personas durmiendo dentro lo escucharán?

Fu Ling no esperaba que nadie respondiera, pero entonces una voz sonó.

—Entra.

—Sí.

Wu Zhi Qiu le hizo un gesto a algunos eunucos, y ellos le siguieron dentro del cuarto. Sólo uno de ellos, el que sostenía la bandeja con un objeto escondido por una tela de seda amarilla, se quedó atrás.

Fu Ling suspiró en secreto. Su voz era suave, pero no parecía que se hubiera despertado hace poco. ¿El Emperador tenía que estar tan vigilante todo el tiempo?

Estaba pensando en esto cuando la larga figura de Yan Hong Tian llegó al patio. Fu Ling rápidamente hizo una reverencia, y sólo vio las botas amarillas pasando rápidamente.

Wu Zhi Qiu siguió a Yan Hong Tian con su espalda encorvada, y preguntó con cuidado.

—Emperador, ¿la mantiene o no?

—No. —Yan Hong Tian habló sin vacilar para después salir del Salón Qing Feng.

—Sí.

Después de obtener la respuesta del Emperador, Yu Zhi Qiu no le siguió. Se llevó al eunuco con la bandeja dentro del cuarto.

¿No la mantiene?

Comprendiendo de inmediato el significado de esas palabras, la expresión de Fu Ling cambió ligeramente. Se paró de prisa y siguió a Wu Zhi Qiu dentro del cuarto.


[1] Entre las 11 y la 1 de la mañana.

[2] Entre las 7 y 9 de la mañana.

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