Harem Imperial – Capítulo 63: Batalla escondida

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Después de alcanzar el Palacio Yi Yan, Qing Feng descubrió que Xin Yue Ning no solo la había llamado a ella.

En el espacioso salón de espera, había más de treinta mesas y la anfitriona estaba sentada en el medio con los muebles acomodados en dos filas a sus lados. Detrás de cada mesa estaba sentada una mujer, todas elegantes y hermosas. Había una sirvienta de pie detrás de cada una, y todas eran jóvenes y lindas. Observando el salón, toda la escena era deslumbrante.

Desafortunadamente, Qing Feng no era un hombre y no se sintió conmovida. Pensando que todas eran mujeres de Yan Hong Tian, su corazón se descontroló.

Entró al salón y la atmósfera armoniosa que había se destruyó. Las personas charlando no se atrevieron a continuar hablando, y cada par de ojos la observaba. Algunos con celos, otros con admiración e incluso sospecha. Incluso con todas mirándola, Qing Feng avanzó con calma hacia el asiento del anfitrión y se inclinó para saludar.

—Qing Feng saluda a la emperatriz. Que la Señora tenga cientos de fortunas y paz.

Cuando sus ojos aterrizaron en su estómago hinchado, Xin Yue Ning quiso patearlo dos veces. Por fuera, dio una sonrisa cortés.

—Hermana menor, debería evitar las ceremonias. Su cuerpo es precioso, apresúrese a mi lado y siéntese conmigo.

En todo el salón, sólo había una mesa vacía a un lado de la emperatriz. Qing Feng caminó a su lado derecho y se sentó, insegura por los motivos de la emperatriz al llamar a todas. Por el momento, decidió permanecer en silencio.

—Shui Xin —llamó la emperatriz, sin querer seguir con las cortesías.

La sirvienta trajo a una mujer vestida sin elegancia al salón. Ella estaba llevando un jade hecho a medida, y un Qin de siete cuerdas. Tenía una apariencia elegante y buenos modales que relucieron mientras caminaba hacia el asiento frontal y saludaba a la emperatriz, para luego sentarse en el lado izquierdo de la mesa. El Qin fue ubicado frente a ella, y sus dedos delgados flotaron por las cuerdas.

La tonada comenzó a fluir con sus movimientos suaves. Era una melodía tranquila pero fría que hizo que todos los que la escuchaban se sintieran refrescados. De repente, las manos de la mujer cambiaron y comenzó a sonar como el galope de caballos con tambores de bronce y gongs. El sonido fluctuó, algunas veces sonando peligroso, otras como si estuvieran ganando. Las siete cuerdas eran capaces de hacer muchos cambios en sus manos.

Cuando la música terminó y todos pensaron que era el momento de empezar con los halagos, el Qin volvió a sonar en un tono desolado que desconsolaba los corazones de quienes escuchaban.

Qing Feng escuchó con cuidado hasta que la música terminó para aplaudir con gentileza.

—Qué buena pieza. La canción es buena, al igual que sus habilidades con el Qin.

Era una pieza difícil de reproducir, y sólo se la había escuchado realizar a su hermana mayor una vez. Para que esta mujer pudiera realizarla significaba que sus habilidades con el Qin eran extraordinarias. Era desafortunado que fuera la canción de una cacería.

La ambición de los cazadores era ganar y controlar a las presas con sus manos hasta que no tuvieran lugar a donde escapar y terminaran siendo asesinadas. Personas protegidas como su hermana mayor y esta mujer fallaban en expresar esa viveza en sus actuaciones.

Yu Han Dan se sorprendió y levantó su cabeza para mirarla. Las dos obvias cicatrices eran incapaces de ocultar su apariencia deslumbrante, y pudo decir de inmediato que su identidad era Qing Feng.

Estaba sorprendida que pudiera identificarlo sólo con escuchar. Era una pieza que eligieron porque tenía una atmósfera agresiva, y sería perfecta para la ceremonia. En realidad la pieza era lo que quedaba de otra de hace cientos de años, y no muchas personas la conocían. Además, tuvo que arreglarla deliberadamente para esta ceremonia. No pensó que Qing Feng pudiera escucharla sin problemas.

Al aplaudir durante la última parte, parecía como si conociera bien la esencia de la canción. Había escuchado hace mucho que las hermanas Qing eran bellezas mundiales, además de que tenían una buena educación. Por lo que acababa de ver, parecía que se habían ganado su reputación.

Yan Han Dan se levantó y se inclinó hacia Qing Feng.

—Le agradezco a la Concubina Imperial Qing por el alago.

—Ese Qin tuyo debe estar construido especialmente —le sonrió Qing Feng. De otra forma, durante esa última parte el instrumento se habría roto. Yu Han Dan mostró una expresión sorprendida.

—Sí, es algo difícil de realizar.

Mientras las dos expresaban su admiración mutua, nadie más en el salón hablaba. Xin Yue Ning fue incapaz de soportar que siguieran ignorándola, por lo que tosió ligeramente antes de hablar.

—Esta persona es Yu Han Dan, la preciosa hija del asistente del Ministro de Ceremonias. Antes de que la emperatriz viuda se dirigiera a otra corte a recuperarse, decidió que ella sería quien interpretaría en la ceremonia. ¿Qué piensan todas?

Las damas se recuperaron finalmente y, observando con cuidado la expresión de la emperatriz, la elogiaron con cautela.

—Su Alteza, el príncipe, ha llegado.

La voz del eunuco todavía no había terminado la frase cuando un niño entre siete y ocho años entró corriendo. El chico estaba usando una corona de jade blanco, una túnica con bordado dorado y un cinturón dorado del cual colgaba el colgante imperial verde. Con una mirada desafiante, caminó hacia el asiento principal y saludó.

—Saludo a la Madre Imperial.

—Elévate. —El rostro de Xin Yun Ning se iluminó con una sonrisa al saludar. Con una voz mimosa llena de gentileza, preguntó—: ¿Por qué has venido aquí, querido Jing?

El niño le dio una mirada de reojo a Yu Han Dan y su Qin de jade, y dijo con desdén:

—Los enviados de varios países vendrán a darle respeto a la corte, solo presentar una canción y danza infantil en el Qin no podrá mostrar lo increíble de Qiong Yue. Acabo de aprender algo de esgrima, ¿por qué no permites que me presente durante la celebración y permites que el resto experimente la gloria de Qiong Yue?

¡Qué tono arrogante! En la era dorada de la paz, no era necesario ni requerido blandir espadas. Tocar el Qin era una manera de demostrar la magnanimidad del país, y en los libros había numerosas menciones de diferentes momentos majestuosos que podrían encantar a la multitud. Si realmente realizaba su actuación, ¿cómo podría un niño de siete años demostrar la gloria de Qiong Yue?

Qing Feng bufó, pero Xin Yue Ning se sintió orgullosa y sonrió feliz.

—Mi hijo es capaz de ganar la gloria para Qiong Yue. Sin embargo, eres el digno príncipe de Qiong Yue. ¿Cómo podríamos pedirte que des un paso adelante para actuar frente a enviados de naciones pequeñas?

Yan Jing pensó en ello, y estuvo de acuerdo. En el futuro sería el monarca de la nación, no sería apropiado que actuara frente a enviados. Pero no le gustaba no poder demostrar la esgrima que acababa de aprender, así que después de pensar un poco, rió.

—¿Qué le parece si actúo frente a la Madre Imperial?

—Bien —accedió ella.

Yan Jing caminó hacia la mitad del salón y un eunuco le extendió una espada adecuada. El borde no estaba afilado, y el cuerpo era blanco como la nieve. El patrón de la hoja de metal reflejaba rayos coloridos en los mosaicos, y sus movimientos fueron bien hechos. Parecía que fue un arma hecha especialmente para él.

Viendo la mirada triunfal del niño, Qing Feng se distrajo. ¿Así era como la familia imperial criaba a sus hijos? Cuando Yan Hong Tian era joven, ¿era igual? Imposible, al pensar en ese hombre agresivo que sólo necesitaba una mirada para evitar que alguien respirara, Qing Feng rechazó sus especulaciones.

Si este niño seguía siendo criado de esta manera, en el futuro se volvería un monarca ignorante y mimado. ¿Por qué no lo disciplinaba Yan Hong Tian? ¿No era su hijo?

—¡Señora, cuidado!

Qing Feng estaba profundamente en sus pensamientos cuando de repente sintió una ráfaga de viento, y sólo escuchó la advertencia de Fu Ling cuando alguien tiró de sus hombros con fuerza. Se deslizó hacia atrás y aterrizó en el suelo de manera incómoda.

Recuperándose, vio que la espada la estaba apuntando a menos de un centímetro. Debido al repentino turno de eventos, las otras Concubinas se asustaron tanto que jadearon. Qing Feng estaba furiosa. ¡Acababa de usar su espada para apuntarla! ¡Ella, que incluso se atrevió a gritarle al padre del niño! ¡Qué mocoso más rudo y mimado que usaba su poder para intimidar a los demás!

Bajo la fría mirada de Qing Feng, Yan Jing retiró su espada corta con timidez, pero de inmediato sintió que había perdido respeto al retirarse sólo porque una mujer la miró.

—Estaba pensando qué tipo de belleza estaría junto al Padre Imperial, pero sólo es una persona fea —bufó, levantando la cabeza.

—Jing, no seas rudo. —Xin Yue Ning caminó a un paso exasperadamente lento hacia Yan Jing y miró a Qing Feng, que seguía en el suelo. Con una expresión sin un rastro de culpa, preguntó—: ¿La hermana menor está bien? Jing es en verdad travieso. No debes tomarlo en serio.

Qing Feng de repente bajó la cabeza y gimió suavemente mientras sostenía su estómago con una mirada dolorida.

—¿Señora? —Fu Ling se apresuró a su lado, pero Qing Feng sólo sostuvo su hombro. Xin Yue Ning frunció el ceño y fingió preocuparse.

—¿Qué le sucede?

¡Hmph! ¡Lo tendría merecido si perdía al niño!

Viendo que Qing Feng no se levantó después de un largo tiempo, el corazón de Shui Xin comenzó a sentirse inseguro y dio un paso adelante para ayudarla. El niño de Qing Feng no podía permanecer con vida, pero no podían eliminarlo de tal manera. La emperatriz sólo se traería problemas para ella y para el príncipe.

Qing Feng sostuvo la mano de Fu Ling y se puso de pie, empujando a Shui Xin a un lado. Observó a Xin Yue Ning, y dijo:

—Regresamos al palacio.

La mirada de Qing Feng no enojó a Xin Yue Ning, en su lugar su humor mejoró. Aunque la vio tambalearse, no permitió que nadie la ayudara.

Qing Feng parecía estar sufriendo mientras se inclinaba contra Fu Ling, quien era incapaz de ayudarla del todo mientras caminaban frente a la mesa. Qing Feng tropezó y casi caía, y la Belleza Yu, que estaba sentada en su lugar, rápidamente se acercó para ayudarla. Sin embargo, ya fuera por la ira o el dolor, Qing Feng levantó la mano y la abofeteó. La Belleza Yu cayó al suelo de rodillas.

—Todas quieren matarme, ¿verdad? —aulló Qing Feng, señalándola.

Wu había estado al lado de Chen Zhen por mucho tiempo, y no era estúpida. Qing Feng no golpearía a alguien sin motivos, mucho menos a la Belleza Yu. Después de pensarlo por un momento, dio un paso adelante para ayudar a la mujer temblando y se quejó con suavidad.

—Fue la Concubina Imperial Qing quien se cayó y ahora culpa a mi señorita.

La queja no fue lo suficientemente fuerte como para ser escuchada por aquellos que no estaban cerca. El rostro de Qing Feng se contrajo mientras la regañaba con ira.

—Tú… ¡Imprudente!

La mujer vestida en azul detrás de la Belleza Yu, que también debería tener el mismo rango, quería añadir un insulto a su herida. Anteriormente la Concubina Imperial Hui había protegido a la Belleza Yu y ella tuvo que sufrir en su lugar. Viendo el rostro pálido de Qing Feng, miró a Wu e intervino.

—La querida Wu siempre estuvo con la Concubina Imperial Hui. No es de extrañar, ¿crees que sigues sirviéndole?

—¡Alguien venga! —Qing Feng señaló a Wu. Su voz temblaba, aunque no se sabía si era por el dolor o la ira—. ¡Arrójenla al Palacio Frío, que la señora y su sirviente se reúnan!

Los guardias del Palacio Yi Lan miraron a la emperatriz, y sólo cuando la vieron sonreír y asentir fue que arrastraron a Wu fuera.

Xin Yue Ning fue al lado de Qing Feng y, cuando vio su rostro ceniciento, su corazón latió con alegría mientras sus labios seguían escupiendo hipocresías.

—Es sólo una sirvienta inútil, no es necesario que la hermana menor se enoje. Tu salud es más importante.

Hmph. Antes quería unirse a Chen Zhen para contradecirla, ¡ahora verá con quién estaba lidiando!

Qing Feng ni siquiera la miró y dejó el Palacio Yi Lan con la ayuda de Fu Ling. Yendo por el sendero conocido, su expresión volvió a la normalidad, aunque siguió apoyándose en su doncella.

—En este momento, ¿el emperador en verdad sólo tiene un hijo? —preguntó con suavidad.

—Sí —asintió Fu Ling.

No era de extrañar que el niño fuera tan arrogante. Xin Yue Ning no tenía nada que temer. Incluso si él hubiera provocado que perdiera el embarazo con sus acciones, Yan Hong Tian no le haría nada a ese niño por ser su único hijo. Primero sería el príncipe heredero, y luego el monarca de toda la nación. Si algo le sucedía a Yan Hong Tian, sería el emperador.

Siendo una persona astuta y con gran perspectiva, ¿cómo permitió Yan Hong Tian que la situación resultara así? Si ese niño tomaba el trono, no sólo ella no tendría manera de escapar, incluso oficiales como Lou Xi Yan y Su Ling serían aniquilados por el clan Xin.

El ambiente alegre que disfrutó los últimos dos días murió y apretó la mano de Fu Ling.

—Casi es tiempo para que Chen Zhen de a luz. Ve y busca a una buena nodriza, y espera por noticias de Wu. Tanto madre como hijo deben estar sanos y salvo —le susurró Qing Feng.

—Sí. —La expresión de Fu Ling era muy seria. Si no se las hubiera arreglado para alejar a su Señora, la espada podría haberla herido. ¿Qué haría el emperador entonces?

Una respuesta en “Harem Imperial – Capítulo 63: Batalla escondida”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido