Harem Imperial – Capítulo 70: Dilema

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


—Ru Yi, deja de mirar y trae cualquier chal. No es necesario que sea ese de visón. —La voz de Qing Feng expresaba algo de su impaciencia y pereza mientras se sentaba y quitaba sus manos de Qing Feng, pretendiendo alisar su falda arrugada para cubrir el pánico en sus ojos.

—No puedo. Sólo el chal de visón es lo suficientemente cálido —sonó una voz femenina desde el interior antes de que otros sonidos suaves le siguieran, como si esa persona estuviera rebuscando por algo.

En verdad era una mujer astuta. Qing Feng estaba aliviada, y su expresión era mucho más natural cuando sonrió.

—Esa chica es en verdad…

Shui Xin también sonrió mientras giraba su cabeza. Había una sonrisa gentil en su expresión y ya no tenía su mirada aguada, pero las palabras que pronunció congelaron el corazón de Qing Feng.

—El sedán fue ubicado fuera de la casa, lo que hace entrar y salir difícil. Esta sirvienta le conseguirá algunas personas para sacarlo.

Había manchas de sangre en el sedán, por lo que no podía permitirle que se lo llevara. Qing Feng rió, pero sin fuerzas.

—No es necesario. Todavía falta el banquete de la noche. Es probable que atienda si mi salud mejora, por lo que podría ser de utilidad. Está bien, puedes irte.

La mirada de Shui Xin aterrizó en el vehículo, pero no dijo nada más y sólo dio una pequeña reverencia antes de irse del Salón Qing Feng. A pesar de que Fu Ling había cerrado las puertas principales del Salón, Qing Feng se sintió más insegura cuando Shui Xin le dio una sonrisa conocedora.

Su corazón comenzó a sentirse aterrado. Todo el tiempo ella había sentido que, comparada con Xin Yue Ning, esa sirvienta era mucho más difícil de manejar.

Se sumergió en sus pensamientos hasta que su silenciosa hermana la levantó de repente y verificó su cuerpo con cuidado.

—¿Hermana? —le preguntó, confundida. Zhuo Qing no se molestó en responder, y después de un cuidadoso examen, encontró que no tenía heridas de gravedad y que tampoco había problemas con su temperatura corporal.

—¿Qué estás haciendo exactamente? —le preguntó una vez terminó de comprobar todo.

—No hice nada. Sólo estoy cansada —respondió con un susurro luego de dar un paso atrás sin pensarlo.

—Tu patio está lleno con el olor de la sangre, ¿y me dices que no pasa nada? —Como una doctora forense, era particularmente sensible al olor de la sangre. Desde que había pisado el Salón, ella había estado preocupada.

¡¿Puede oler la sangre en el patio?!

El rostro de Qing Feng palideció y miró al cuarto cerrado por el sedán. Una vez logró controlar su corazón, dio una respiración cuidadosa. Además del débil olor de las begonias del patio, no podía oler nada más.

—Hermana, ¿qué tonterías estás diciendo? ¿De dónde vendría la sangre? —le increpó, pretendiendo enojarse. Zhuo Qing no dijo nada y sólo la miró fríamente.

Qing Feng se sentía culpable, pero no se atrevió a interrumpir el contacto visual. Sin embargo, enfrentándose a la mirada aguda de su hermana, comenzó a temer. ¿Desde cuándo su hermana mayor era tan intimidante y aterradora?

Sabiendo que no podía continuar con este desafío de miradas ya que terminaría exponiéndose, se giró ligeramente.

—En verdad estoy bien. Tú… Deberías regresar primero. Fu Ling, acompaña a mi hermana de regreso.

Al terminar, caminó a un lado de Zhuo Qing y entró a la casa. Hasta que no cerró la puerta con firmeza, no se atrevió a respirar.

—Señora Lou, por aquí por favor… —escuchó a Fu Ling, pero Zhuo Qing ya se dirigía hacia la puerta. Antes de que pudiera detenerla, ella ya había abierto las cortinas del sedán para ver las manchas de sangre rojas.

La sirvienta se preocupó cuando Zhuo Qing vio la escena, pensando que gritaría, pero en su lugar ella salió del sedán con calma, cuidadosa de no tocar nada, y se detuvo frente a las manchas. Con una sola mirada, parecía que ella hubiera comprendido lo que había sucedido.

Zhuo Qing permaneció frente a las puertas cerradas y analizó sus pensamientos. La sangre se había coagulado pero no secado, por lo que debía de haber aparecido hace dos horas. Sólo era un charco pequeño, por lo que si pertenecía a una persona, no era una cantidad fatal. Tampoco había trazos de lucha en el vehículo, así que la persona herida debió ser arrastrada dentro de la casa.

—Qing Feng, abre la puerta. —La voz de Zhuo Qing era el más bajo de los susurros. Había adivinado que Qing Feng seguía del otro lado y que podría escucharla a la perfección, aunque al parecer ella le estaba ignorando. Zhuo Qing frunció el ceño—. Hay otras personas en la casa, ¿verdad? ¿Quiénes son?

—Hermana, ¿podrías no involucrarte en mis asuntos hoy? —respondió la persona del otro lado de la puerta después de un largo rato. Su voz estaba llena de cansancio al rogar.

—¡Abre la puerta primero! —En efecto, algo estaba sucediendo. Las manos de Zhuo Qing alcanzaron el picaporte de la puerta cuando Fu Ling agarró su muñeca.

—Señora Lou, la Señora no puede abrir la puerta. Sería mejor que se fuera. —La mayor preocupación de su maestra, y por su propia protección, su maestra nunca arrastraría a su hermana a este desastre, pero la Señora Lou no era alguien que pudiera ser persuadida con facilidad. Fu Ling pensó un poco antes de susurrarle—: Si el escándalo atrajera a alguien, terminaría con la muerte de la Señora.

¿Muerte? La mano de Zhuo Qing, que iba a arrancar de un tirón del agarre de la sirvienta, se congeló. ¿Qué tipo de situación podría tener tales consecuencias? ¿Quién era la persona herida en la casa?

En este momento, odiaba no ser Gu Yun y analizar las pistas para encontrar la verdad. Sabía que Qing Feng era terca, y lo había experimentado antes, así que una situación como esta no era útil. Shui Xin acababa de irse, ¿qué harían si había visto algo?

Después de asegurarse que Zhuo Qing entendía la severidad del asunto, Fu Ling la liberó.

—Señora Lou, por favor.

Esta vez, Zhuo Qing no presionó y sólo observó las puertas cerradas antes de seguir a Fu Ling afuera.

La sirvienta había comenzado a caminar cuando se dio cuenta que la hermana de su maestra no la seguía, y que se había detenido.

—Fu Ling, sólo haré una pregunta. Lo que estuvieron haciendo hoy, ¿es…? ¿Es un acto que ofenda los Cielos y la razón?

En realidad quería preguntar si era un acto que dañó y tomó una vida humana, pero cambió sus palabras a último momento. En su corazón, no creí que Qing Feng fuera ese tipo de persona.

—No, debería confiar en la Señora —respondió Fu Ling luego de recuperarse de su asombro, frunciendo el ceño ligeramente.

El corazón de Zhuo Qing que había estado detenido desde que vio el charco de sangre se calmó. Era bueno que las cosas no fueran así. Quizás estuviera relacionado con su anterior trabajo, pero respetaba cada vida. Aun así, sabía lo difícil que era sobrevivir en el Palacio Interno, aunque tampoco deseaba que las manos de Qing Feng se mancharan con sangre.

Las dos caminaron el resto del camino sin pronunciar ni una palabra. Cuando casi llegaban al Salón Gan Yang, Zhuo Qing bajó la velocidad.

—El Salón Gan Yang está en frente. Puedes regresar.

Pensando en el caos que era el Salón Qing Feng, Fu Ling asintió y dio una reverencia. Cuando estaba por irse, Zhuo Qing la detuvo.

—Espera. Si tienes dificultades, envíame un mensaje en la Residencia del Primer Ministro.

Fu Ling la miró en silencio. Sus labios apretados con firmeza se soltaron al responder.

—Sí.

Fu Ling regresó, pero Zhuo Qing permaneció allí por un largo tiempo, sin regresar a la celebración. ¿Debería decirle a Lou Xi Yan lo sucedido? ¿Sería útil para él saber lo que sucedía en el Palacio Interior? Desafortunadamente, Gu Yun acababa de despertarse por sus heridas, y no podía discutirlo con ella. Sólo podía esperar y observar. Ella se rió para sí, al parecer había aprendido a esperar…

♦ ♦ ♦

Una vez Zhuo Qing se fue, Qing Feng permaneció inclinada contra la puerta por un largo tiempo. Esta era la primera vez en que sentía la presión de su hermana. Nunca había pasado algo similar antes, pero Qing Feng no tenía energías para pensar ahora. Después de calmarse, entró en la cámara interna y le habló a la comadrona, que estaba de pie en la pantalla arrullando al niño.

—Sin mi permiso, ni una palabra puede pronunciarse sobre los eventos que ocurrieron hoy.

—No se preocupe, Señora —aseguró la mujer.

—Pásame al bebé. Puedes irte primero.

—Sí. —La comadrona colocó con cuidado al bebé y siguió a Ru Yi afuera.

Cuando entró al cuarto con el bebé, Lin Feng estaba con su equipo médico. El sudor en su frente mostraba cuánta energía había usado durante el tratamiento.

—¿Cómo está ella? —le preguntó con suavidad.

—Muy débil, pero el periodo crítico ya ha pasado —suspiró aliviado el médico—. Este oficial regresará para hacer más medicina y se la enviará en cuanto pueda.

—Sí.

Lin Feng guardó sus herramientas y se fue. Pronto, la casa se envolvió en el silencio. El corazón de Qing Feng también se calmó mientras pensaba en cómo manejar el asunto.

La celebración estaba a punto de terminar, y sólo quedaban dos horas hasta el banquete. Si Shui Xin le decía algo a la emperatriz que hacía que ella viniera, no podría evadir el problema con facilidad. ¿Debería confesarle la verdad a Yan Hong Tian? ¿Pero qué podría hacer o decir para que él pudiera aceptar el asunto y no enojarse? Viendo el bebé durmiendo con tranquilidad y a la persona que se había acercado demasiado a las puertas de la muerte, Qing Feng siguió pensando en lo que debería hacer.

♦ ♦ ♦

Chen Zhen se despertó cuando a Qing Feng se le había ocurrido un plan más o menos seguro. Quizás fuera porque había tomado algo de medicina y había descansado, porque aunque su rostro seguía pálido como la muerte, su espíritu era mucho mejor que las veces anteriores.

—Wu, ayúdame.

Aunque la sirvienta no quería, bajo la mirada de su maestra, sólo pudo ayudarla a apoyar su cabeza contra el cabecero.

—Qing Feng, envíame a mí y al bebé al Palacio Frío —sonó su voz fría y tranquila. Qing Feng frunció el ceño.

—¿Quieres regresar?

¿Podría ser posible que quisiera criar al niño por su cuenta en el Palacio Frío?

—Sí.

No lo entendía.

—El bebé ha nacido a salvo, y más que nada, es un príncipe. Sólo necesitas esperar al final de la celebración y encontrar una oportunidad para contarle a Yan Hong Tian los detalles. Debería creerte, y una vez que esté dispuesto a protegerte, estarás a salvo.

—¿Recuerdas lo que dije? ¿Qué no lo entiendes ni al Palacio Interno? —sonrió con amargura Chen Zhen mientras sacudía la cabeza. El rostro de Qing Feng se oscureció, y no le respondió, pero la Concubina Hui no se preocupó y siguió hablando—. Quizás ahora le entiendes un poco más, pero sigues sin comprender al Palacio Interior. Siempre y cuando un crimen no sea investigado profundamente, seré una criminal, así que es imposible que pueda mostrar al niño. En este momento, sólo hay una Concubina Imperial, tú, pero estás embarazada así que no puedes adoptarlo, por lo que terminará cayendo con la emperatriz. También eres una madre, deberías saber el dolor de ser separada de tu hijo, sobre todo si debo enviarlo con esa mujer, que es como enviar a una oveja a la boca del tigre.

—No es necesario enviarlo con la emperatriz —replicó Qing Feng, que también había pensado en esto—. Podría ser la emperatriz viuda.

—Debes haber escuchado de la Concubina Imperial Shu —se rió Chen Zhen.

—Sí. —El Salón de Qing Feng le había pertenecido originalmente, así que era obvio que escucharía de ella.

—Era la hija de un oficial de gran rango en el Ministerio de Defensa, que siguió a su hermano mayor a la hora de practicar artes marciales. Su salud era mucho mejor que la de ambas juntas, pero murió durante el parto… —Chen Zhen no siguió hablando, pero Qing Feng era inteligente y le fue natural comprender lo que continuaba. Pudo ver la ironía y el mismo miedo en los ojos de la otra mujer, que se tomó un tiempo antes de volver a hablar—. Ese niño le fue dado a la emperatriz viuda para que lo críe. Dos meses más tarde… El niño murió. De un golpe de calor.

Yan Hong Tian todavía tenía un solo niño, por lo que Qing Feng había adivinado que el bebé debía haber muerto. Pero nunca habría dicho que sólo vivió dos meses. Era incapaz de descifrar lo que sentía, y su corazón parecía haberse llenado de dolor.

—Los niños son tan frágiles… —Los labios de Chen Zhen hicieron una mueca—. Mucho más en el Palacio Interno. Aunque no sea un golpe de calor, surgirá algo más. Hay demasiados accidentes aquí.

Ambas quedaron en silencio. Quizás el bebé comenzó a sentirse hambriento, porque empezó a removerse. Qing Feng se lo pasó a su madre.

—Esconderse en el Palacio Frío no es la respuesta —le aconsejó—. Aunque no te encuentren en algunos años, el niño va a crecer. ¿Qué harás entonces?

Probar que pertenecía a Yan Hong Tian sería más complicado conforme el tiempo pase. Además, ¿qué harían si la nueva emperatriz era sanguinaria y deseaba su muerte?

Llevando al niño con cariño, el corazón de Chen Zhen se suavizó y su boca formó inconscientemente una sonrisa gentil. No podía soportar quitar los ojos del pequeño tesoro en sus brazos, pero miró a Qing Feng al responder.

—Creo que el Palacio Interno no permanecerá de esta manera para siempre.

A pesar de que no podía leer la mente del emperador, sabía que no permitiría que la emperatriz siguiera haciendo lo que quería en el Palacio. Definitivamente habría cambios, y la apariencia de Qing Feng aceleraría este proceso.

El rostro de Chen Zhen tenía una expresión extraña en el rostro, pero antes de que Qing Feng pudiera comprenderla, ella bajó su cabeza para observar al niño en sus brazos. Viéndolos, Qing Feng se sintió débil y suspiró.

—Es imposible que el Palacio Interno cambie en una noche. Una vez que sean descubiertos, y sin la protección de Yan Hong Tian, bajo la mano de la emperatriz ustedes serán…

—Eso es algo a lo que estoy resignada —la interrumpió Chen Zhen, apretando su agarre en su hijo.

—Tú… —Qing Feng quería decirle algo, pero cuando abrió su boca descubrió que no tenía palabras.

—He estado en el Palacio por ocho años, y fui favorecida durante cinco de ellos. Es natural que no haya confiado enteramente en la suerte en mi pelea contra la emperatriz. Si no estuviera embarazada, mi mente habría estado alerta y ella no habría podido agarrarme con la guardia baja para sacarme con tanta facilidad. —Mientras hablaba, Chen Zhen levantó su mano y agarró la muñeca de Qing Feng para hablarle con persistencia—. Qing Feng, sé que te debo mucho con lo sucedido hoy. Siempre y cuando no nos entregues ni a mí ni a mi hijo y puedas protegernos, la influencia y poder que tengo en el Palacio te pertenecerán.

¿Me pertenecerán?

Qing Feng frunció el ceño. Sabía que era muy difícil mantener el poder en el Palacio Interno. Al tomar la influencia y poder de Chen Zhen, sería mucho más sencillo lidiar con la emperatriz. Pero tampoco podía ser demasiado optimista. Chen Zhen misma debería ser conciente de que su famosa influencia y aliados en realidad dependían de su posición noble. Aquellos que antes la obedecían ya habían buscado a alguien más que los protegiera.

En este momento, si Chen Zhen no los sacaba a la luz, no podría contrarlos más. Si Qing Feng se encargaba, le debería un gran favor. Si no lo hacía… Ella también daría a luz pronto. Con su actual poder, ¿podría protegerse a sí misma y a su hijo?

Debatió un largo rato en su corazón antes de apretar los dientes y responder:

—Lo prometo.

La promesa de Qing Feng relajó el corazón de Chen Zhen, y su cuerpo perdió la tensión. Wu ayudó rápidamente a la nueva madre, mientras que en su corazón saltaba de alegría. En todos estos años, su Señora siempre había estado a la defensiva y nunca había atacado, pero el temperamento de Qing Feng era completamente diferente. Si en el futuro daba a luz a un niño, habría una pelea contra la emperatriz, y en ese caso, su maestra estaría a salvo.

Una respuesta en “Harem Imperial – Capítulo 70: Dilema”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido