Una generación de militares – Capítulo 13: Las trágicas élites (2)

Traducido por Yue Liang

Editado por Sharon


Eran gusanos negros, entre 20 a 30, más gordos que un dedo, suaves y blandos, pegados en su espalda. Una inspección más cercana mostraba que se volvían rojos y más gordos conforme pasaba el tiempo.

Lou Yan recuperó su compostura y rápidamente quiso ayudar a quitar los gusanos.

—¡Detente! —gritó Gu Yun.

Lou Yan no comprendía y la miró. Aun así, se detuvo y dio un paso atrás.

—¡Leng Xiao! Trae una antorcha y una pequeña rama —dijo ella sin despegar su mirada de la espalda de Gang Qing Hong.

—¡Sí! —Leng Xiao obedeció de inmediato. Gu Yun puso el fuego cerca de la espalda de Fang Qing Hong, y los suaves gusanos se separaron por sí mismos rápidamente. Bajo la luz del fuego, se convirtieron en bolsas de agua con sangre, haciendo que cualquiera que los mirara sintiera picazón. Muchos de ellos no pudieron soportarlo y empezaron a rascarse, preocupándose por si se encontraban en alguna parte de sus cuerpos.

Sosteniendo la rama, Gu Yun quemó esos suaves gusanos y les explicó.

—Estas son sanguijuelas. Se encuentran comúnmente en los bordes de las granjas y los campos. Muchos deben haberlas encontrado. Sin embargo, este tipo son diferentes de los que viven en las granjas. La selva es muy húmeda, así que no necesitan vivir dentro de alguna fuente de agua. La hierba cerca de las corrientes y el dorso de las hojas proporcionan un ambiente adecuado para que crezcan. Para separarlas no deben usar sus manos, sino fuego y se soltaran por sí solos.

Antes de que pasara mucho tiempo, todas las sanguijuelas habían caído. Lou Yan caminó hacia adelante y las pisoteó. La sangre salpicó todo el lugar, creando un pesado olor a sangre.

—Acceden a nuestra piel a través del cuello, pantalones y mangas, para después adherirse a nuestra piel. Extraen sangre, y cuanta más obtengan, más grande crecerán. Antes de eso son tan delgados como la hierba salvaje, pero después de tomar sangre… —No necesitó explicar más, todos estaban claros en lo que sucedería. Al ver el miedo en todos, Gu Yun continuó: —Bien, ahora todos consigan una pareja y revisen la espalda del otro. Si estas sanguijuelas están en sus espaldas, por favor vayan a un lado de inmediato.

Por un tiempo, miles de soldados buscaron sanguijuelas. Encontraron en decenas de espaldas, sin embargo, ninguna era tan enorme como las que vieron en Fang Qing Hong.

—Jefa, en caso de que no haya fuego para asarlos, ¿qué pasaría si los sacaramos? —preguntó Liu Xing vacilante, suprimiendo su miedo a Gu Yun.

—Lo único que podrás sacar será el cuerpo. Su cabeza y el succionador aún quedaran pegados al cuerpo. La herida necesitará un manejo cuidadoso, o de lo contrario se creará una úlcera. En la selva, una herida ulcerada es bastante problemático —explicó con lentitud, y la tez de su subordinado palideció de inmediato. Sus ojos estaban muy abiertos y su voz temblaba,

—Entonces, ¿cómo podemos manejar la herida apropiadamente?

No digas que no hay cura…

Justo cuando terminó de decir su oración, trescientos a cuatrocientos soldados dieron un paso adelante. Gu Yun fue tomada por sorpresa. Ella sabía que habían sanguijuelas en la selva pero no esperaba que fueran tantos. Por eso olvidó avisarles sobre eso ayer. Además, las sanguijuelas no eran mortales. Solo no esperaba que hubieran tantas.

—Déjame ver las heridas —dijo con un suspiro.

A los soldados no les importó el momento embarazoso. Rápidamente frotaron sus mangas y arrancaron sus pantalones. Uno por uno, estiraron sus brazos y piernas cubiertos de barro de una manera muy lamentable. Muchos de ellos mostraron signos de irritación leve ante sus pieles estaban hinchadas e inflamadas. Sin embargo, muchas de sus heridas comenzaron a convertirse en úlceras. Un pus lechoso fluyendo de ellas.

—Doctor… —gritó al ver el estado lamentable de sus piernas y brazos.

Había calculado mal, dos doctores no estaban cerca de ser suficientes.

♦ ♦ ♦

Ocupados toda la noche, las manos cansadas de los médicos parecían a punto de caerse. Después de que todas las heridas fueran atendidas, cada soldado esperaba la orden para regresar al campamento y tener un buen descanso. Sin embargo, en su lugar Gu Yun anunció que pasarían la noche en la selva.

Estas noticias causaron que los corazones de los soldados se hundieran. Sus cuerpos estaban cubiertos de barro. Además, las mordidas de los mosquitos empezaron a picar y eran dolorosas. Sus oídos escuchaban muchos tipos de voces y sonidos extraños. Agregando a todo esto, el aire estaba realmente caliente y húmedo, volviéndolos ansiosos, impacientes e inquietos.

La gran lección que Gu Yun quería enseñar era esta: en la selva, la desesperación y el miedo eran los mayores enemigos. Solo estuvieron un día en el bosque. Si no podían aguantar esto, ¿cómo podrían mencionar tener una batalla aquí?

Ayer, ella les había enseñado las precauciones al mantenerse una noche en la selva, así que caminó en silencio a un lado para observar sus arreglos.

Después de la conmoción, bajo la coordinación de Lou Yan y Leng Xiao miles de soldados comenzaron a moverse. Algunos estaban asignados a la vigilancia nocturna, otros buscaron lugares donde descansar, mientras los demás se encargaban del fuego y el resto de deberes. Hicieron todo de acuerdo a lo que Gu Yun dijo antes, quien sonrió ligeramente, satisfecha con su actuación.

Apoyándose en un tronco, Gu Yun sacó los diez mapas dibujados, estudiándolos mientras marcaba los dibujos con carbón.

—Señora, tome una siesta por un tiempo —dijo la voz de Yu Shi Jun después de un tiempo.

Gu Yun levantó la cabeza mirando al cielo. La luz del sol empezaba a mostrarse, señalando el final de la noche. Mirando a los soldados que habían cerrado los ojos, ella no ordenó que se alinearan de inmediato y en su lugar puso todos los dibujos dentro de la bolsa.

—Estoy bien. Es casi de mañana. Ve y entrega estos diez dibujos al campamento, dáselos a Su Ling. Dile que dibuje un mapa más grande basado en estos. Esta noche, volveré al campamento. Entonces discutiremos la localización de los rebeldes —respondió.

—Sí—. Atando la bolsa a su cintura, Yu Shi Jun caminó dos pasos antes de voltear y preguntar: —Señora ¿necesita  que enviemos comida seca aquí?

—No es necesario. —dijo Gu Yun sacudiendo su cabeza.

Yu Shi Jun estaba un poco sorprendido. No sabía que esta persistente y determinada mujer podría ser tan atractiva. ¡El General fue realmente bendecido!

Ocultando la bolsa de tela Yu Shi Jun, se marchó.

Dejaré que descansen dos horas más.

Gu Yun se apoyó a medias en el tronco, cerró los ojos y descansó un poco.

♦ ♦ ♦

Después de medio tiempo de incienso, Bing Lian comenzó a moverse en su mano, y Gu Yun abrió los ojos, levantándose rápidamente para observar sus alrededores con cuidado. Todo estaba tranquilo. Parecía que nada había cambiado.

Miró con duda a Bing Lian, la cual seguía sacudiéndose. ¿Qué significaba en realidad?

Apretó su agarre e inspeccionó con cuidado los alrededores. Cuando caminó hacia el este, las sacudidas de Bing Lian se hicieron más fuertes. Había avanzado un kilómetro cuando repentinamente Bing Lian dejó de moverse.

Gu Yun miró de nuevo los alrededores. Sin embargo, no había nada excepto arbustos ¿Por qué? ¿Estaba burlándose de ella? Miró su espada y, cuando estaba por maldecir, una sombra escarlata atrajo su atención.

—¡¿Quién es?! —gritó.

No hubo más movimientos. Gu Yun apretó el agarre sobre la espada, sacando a Bing Lian de su vaina. Un silbido acompañado de una luz helada se podían observar.

Cuando se estaba preparando para ir e investigar, una sombra verde apareció detrás de un árbol.

Gu Yun se alarmó. Se trataba de una mujer hermosa, cuyo largo cabello como la tinta llegaba hasta las rodillas. No había ornamentos extraordinarios en su cabello, solo estaba decorado con enredaderas verdes anudadas junto con el pelo en trenzas. La larga falda verde esmeralda era bastante simple. No había ni tiras ni tela, exponiendo su hombro blanco como el cristal con solo una cinta esmeralda colgando en su hombro.

¡Espera! Eso no era una cinta. ¡Se movió! 

Gu Yun entrecerró los ojos para enfocar. ¡Era una pequeña serpiente verde! Con aproximadamente un metro de largo, estaba deslizándose alrededor de los hombros hasta la muñeca. Sus ojos rojos estaban mirando hacia Gu Yun y, ocasionalmente, su pequeña lengua salía. La mujer y sus alrededores estaban extrañamente en armonía.

Si ella no fuera atea, podría haber creído que vio un espíritu de la montaña.

—¿Quién eres? ¿Por qué estás en la selva? —preguntó Gu Yun, apretando su agarre en la espada. Incluso si parecía santa e inofensiva, ¡no podía subestimar a esta mujer quien había sobrevivido en la selva!

La mujer la miraba en silencio, sin decir una sola palabra. Sus ojos eran profundos y pacíficos, y Gu Yun no podía leer su expresión.

—¿Eres de por aquí? —le preguntó.

Al escucharla, los ojos de la mujer cambiaron por un segundo. Gu Yun no tuvo suficiente tiempo para analizar su expresión cuando repentinamente un látigo verde esmeralda la atacó. Rápidamente, levantó su espada para defenderse, y ambas armas chocaron.

Gu Yun estaba sorprendida de que el látigo no se rompiera. Una mirada más cercana reveló que estaba hecho de piel de serpiente. El patrón verde esmeralda y negro en la piel lo hacía parecer una serpiente viva y vibrante. Miró inconscientemente hacia la pequeña serpiente en el hombro de la mujer, solo para encontrar que la miraba y sacaba la lengua, lista para atacar…

En su mano, Bing Lian comenzó a temblar. Una brillante luz y una fría brisa aparecían con cada sacudida. El largo látigo rebotó, y ambas mujeres dieron un paso atrás al mismo tiempo.

Los alrededores se calmaron. Solo el silbido de la serpiente se escuchaba cada tanto. Las dos se miraban entre sí, sin atacar.

—Jefe.

Detrás de Gu Yun, pisadas ruidosas indicaban que Leng Xiao había traido un grupo de personas.

La mujer no se molestó siquiera en mirar hacia los miles de soldados que se aproximaban. Parecía que su existencia era irrelevante. Moviendo su atención lejos de Gu Yun, la mujer tomó su largo látigo y se retiró.

—No vayan tras ella —dijo Gu Yun al ver que Leng Xiao y los demás estaban dispuestos a perseguirla. Sus instintos le decían que no serían capaces.

¿Qué clase de persona era esa mujer? ¿Era compañera de los rebeldes? ¿O habían otras personas además de los rebeldes viviendo en el bosque?

♦ ♦ ♦

En la tienda principal.

La cortina de la noche había caído. Decena de antorchas fueron colocadas alrededor de la gran mesa, haciendo que estuviera bien iluminada.

En frente del mueble, Yu Shi Jun sacó los algunos pequeños dibujos y los colocó en consecuencia, mirando cada detalle con cuidado. La mano de Su Ren sostenía una brocha, haciendo todas las intersecciones. Toda la atención de ambos estaba en los papeles, a tal punto que no se percataron que dos personas entraron en la tienda.

Los negros ojos de Su Ling miraron alrededor mientras se acercaba con lentitud a Yu Shi Jun, el cual se respondió al escuchar sus fuertes pisadas. Se dio la vuelta, y se encontró con Su Ling y Han Shu a su espalda.

—¡General! ¡Vanguardia! —exclamó.

Su Ren levantó su cabeza y miró a los dos hombres cubiertos de vendajes. Bajo la brocha y apuntó hacia las sillas.

—Siéntense rápidamente. ¿Por qué han venido?

—¡No soy tan débil! —respondió Su Ling sin siquiera mirar la silla. Moviéndose frente a la mesa, estudió el mapa de agua completo. Sus ojos parecían sorprendidos, pero su boca no dijo nada.

—¿Qué es esto? —preguntó con cuidado Han Shu.

Poniendo juntos los diez pequeños dibujos, Yu Shi Jun sonrió.

—La señora le pidió a los soldados seguir las fuentes de agua y dibujar el sistema. Teniendo esto, podremos ser capaces de adivinar la localización más probable.

Como se esperaba, la Señora encontró una manera. 

En menos de diez días, Yu Shi Yun ya estaba convencido del ingenio y las artes marciales de la pequeña mujer.

No sabía si era por la admiración en los ojos de Yu Shi Jun o el hecho de que Gu Yun no había regresado, pero comenzó a preocuparse.

Su Ren observó con intensidad a su hermano mayor, y notó su expresión pálida y hundida.

—Ella dijo que volvería esta noche. Es la hora shi, debería estar regresando pronto —dijo con una sonrisa.

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