Beatrice – Capítulo 1: Mitad realeza

Traducido por Den

Editado por Sakuya


— ¿Eres la princesa?

—Yo… Yo… ¡Ah!

Un cuchillo grueso y pesado golpeó a la mujer en el cuello, acabando con su vida al instante. Como si todavía no fuera suficiente, el caballero del Imperio Nosteros enterró su espada ensangrentada en la carne de la mujer decapitada.

No muy lejos de ahí, una mujer observaba la escena en silencio…

Ocultada por una columna, Beatrice permaneció oculta a la mirada del caballero. Con una escena tan macabra, sintió que sus rodillas cedían descontroladamente debajo de ella. La mano que se aferraba a su pecho también temblaba en nada más que absoluta inquietud.

En su vida, había presenciado cómo varias personas llegaban a su fin, pero esta era la primera vez que veía a una persona matar a otra con la intención de matar.

Sin lugar a dudas, el hombre la buscaba, la princesa de cabello negro que era considerada la menos digna en el palacio. El miedo se disparó en su corazón; las palabras del caballero resonando en sus oídos.

¿Este es el final? 

Beatrice estaba viviendo una segunda vida.

Aun así, recordaba su vida anterior, pero nunca le había confiado este secreto a nadie. De todas formas, nadie la creería.

Por lo tanto, vivió veinticinco años después de reencarnar, sólo sabiendo ella su verdadero origen que no era de este mundo.

Hace dos años, fue sacada de la esclavitud y vivía en el castillo como la princesa Beatrice, la princesa real de Elpasa. Se le entregó en una bandeja de plata un estatus totalmente diferente.

De la esclavitud a la realeza. Supuso, percatándose de la fatalidad de su situación en oleadas de emociones.

Dios mío, ¿cómo cambió mi vida tan drásticamente en tan poco tiempo? Sintió un intenso anhelo ante el siguiente pensamiento que se le ocurrió. Y lo rápido que terminaría en cualquier momento a partir de ahora. 

Pero, en esta vida, me casaron por la fuerza y he vivido miserablemente… Incluso si muero ahora, ya no importará; mi vida terminó el día que me casé con Gilbert. Pensó con amargura. 

Los veintitrés años que pasé como esclava, fueron mejores que los dos años que viví como una princesa. No hay duda. 

Después de haber visitado el palacio durante varios días bajo la fachada de su cumpleaños, se despertó un desafortunado día siendo asaltada con tal caos.

Las fuerzas del Imperio Nosteros invadieron Elpasa y asesinaron a su padre, el rey, junto con la reina. Tampoco perdonaron a las princesas, sus medias hermanas.

Excepto por una.

Escuchó que la primera Princesa Alicia había huido, pero que no había ninguna esperanza. Quien fuera asesinado primero o de último, no era importante. Matarían a toda la familia real, de una forma u otra, incluida ella.

Pero, no tenía a donde ir… La columna no podrá esconderla por mucho tiempo. Además, todo el lugar ya estaba plagado de caballeros.

Debo acabar con esto de una vez por todas. No sirve de nada prolongar esta agonía. 

Respiró hondo y salió de su escondite.

No abandonarán el reino hasta que me ejecuten… No quiero esconderme como una cobarde y presenciar la muerte a sangre fría de más sirvientes inocentes en mi búsqueda. 

—Soy la Princesa Beatrice —Su voz sonó más tranquila de lo que esperaba. ¿Esta es mi voz? 

De repente, parada entre la encrucijada de la vida y la muerte, se sintió extraña, incluso con su propia voz. Al mismo tiempo, los ojos del caballero se posaron sobre ella, con una sonrisa satisfecha plasmada en sus labios. Era el mismo caballero que acababa de matar brutalmente a su sirvienta llamada Blair. Avanzó lentamente hacia ella, con la espada apoyada de forma arrogante sobre sus hombros.

— ¿Quieres vivir o morir? Ya que tu esposo te ha vendido a ti y a tu reino, me pregunto si todavía tienes la voluntad para vivir. Uuups —El caballero pelirrojo hizo un comentario irónico sobre Beatrice.

Fue seguido por los resoplidos y las risas de otros caballeros que los rodeaban, permaneciendo como espectadores.

Deben estar tomando de esta ridícula traición de su esposo, que causó la caída del país, como una simple comedia.

—Q-Quiero vivir. Pero si vas a matarme, hazlo de inmediato, y perdona la vida a las doncellas y esclavos. Son inocentes.

Incluso si muere por la terrible avaricia de su esposo, las doncellas que se preocuparon por ella durante sus años como noble, no deberían sufrir el mismo destino.

En su anterior vida, fue atropellada por un camión, un conductor ebrio iba al volante, y reencarnó en este mundo. Le dieron una segunda oportunidad en la vida. Pero, si sus sirvientas morirían en vano, solo por ella, nunca desearía reencarnar nuevamente cargando con esta culpa.

— ¡Ja! Esto es sorprendente. ¡La princesa todavía quiere vivir después de la humillación de ser vendida como una propiedad sin valor por su dulce esposo! —Soltó una carcajada ruidosa.

Beatrice permaneció imperturbable ante la burla y, en cambio, apretó las manos a los costados. En ese momento, el caballero miró a su espalda, su postura tensándose visiblemente un poco.

—Su Excelencia.

En el centro del escuadrón de caballeros que marchaba por los muros del castillo, se acercó un hombre intimidante. Vestido con una capa, hermosamente decorada con negro y dorado, tenía un aire de aristócrata. También portaba una fuerte armadura que no atravesaría ninguna espada ni lanza.

Sin embargo, no era tan noble como parecía. Beatrice pudo ver manchas de sangre salpicadas en su armadura.

Otro asesino. 

— ¿Qué deberíamos hacer con la princesa que todavía quiere vivir? —preguntó el caballero pelirrojo al hombre con autoridad.

Con la muestra de respeto del caballero, Beatrice se dio cuenta de quién era este hombre.

Alexandro Graham, Comandante de los Caballeros del Imperio Nosteros. Era firme como una pared, fuerte y dominante. Sus oscuros ojos penetrantes albergaban una mirada helada que le enviaba escalofríos por la espalda. Debajo de la gruesa capa de armadura, todavía se podía decir que era musculoso y de constitución fuerte a pesar de su estatura esbelta.

—Mátenla —le dijo con indiferencia.

Ordenó sin retraso alguno, como si quisiera abandonar este lugar lo antes posible.

Este giro de los acontecimientos lo encontraba bastante molesto. Gilbert, el esposo de Beatrice y el mismo traidor que abandonó su país, también ponía a prueba su paciencia.

A juzgar por la expresión estupefacta de la esposa de Gilbert, no era consciente de las negociaciones que tuvieron lugar entre él y el Imperio Nosteros.

Esta princesa heredera de este país en ruinas, es la joven esposa de esa rata, sin embargo, ni siquiera le contó sobre la rebelión que orquestó. 

Era apropiado llamarla la princesa heredera, ya que era la única que quedaba de las hijas del rey.

—Luego dejen colgando su cabeza en la puerta del castillo. —Alexandro no era alguien que simpatizara con los sentimientos de los demás.

Solo quería acabar este trabajo rápidamente y regresar a su imperio para sumergirse en un baño caliente y agradable. No importaba cuantas veces oliera el olor acre[1] de la sangre por todo su cuerpo, todavía le repugna terriblemente. Nunca se acostumbró a el.

—Pero, señor, ya que es la esposa de Gilbert, ¿no prefiere mantenerla viva? Deberíamos mantenerla cautiva y matarla después si no cumple un propósito.

Evan, el emisario de confianza de Alexandro, sugirió audazmente. Evan era un táctico astuto, una verdadera arma de guerra. Además, este hombre no era hablador, pero cuando habla, todos lo escuchan, incluso el propio Alexandro.

Princesa Beatrice. Dirigió una mirada meditabunda a la figura de la mujer menuda que tenía ante él. Cabello negro y ojos negros… Sus hijos no heredarían el cabello rubio platinado de la realeza de Elpasa. E incluso, si regresara para gobernar su reino, nunca podría ascender al trono. 

No con esa apariencia oscura… 

El reino de Elpasa era gobernado por la familia real, que tenía el cabello rubio, lo que simbolizaba su derecho al trono, sustentada por el linaje.

Aun así, es lo que queda de su familia: la sangre real corre por sus venas. 

Alexandro la miró intensamente esta vez. La princesa heredera era más baja que las doncellas y, por alguna razón, parecía joven como una chica. Pero su expresión era la más serena de todas.

Una mujer de experiencias vitales trascendentales, seguro.

Entonces, finalmente apartó su mirada indiferente de ella y dio media vuelta.

Pero Alexandro no pasó por alto sus dedos temblorosos. A pesar de su apariencia calmada, le tenía miedo.

¿Quién no tendría? En realidad, no era nada especial de sus medias hermanas, cuya sangre ahora manchaba el suelo de sus habitaciones con un tono rojo oscuro.

Era sólo la hija bastarda del rey, nacida de una esclava extranjera, y era la persona menos apta en este palacio. Incluso si Beatrice daba a luz a un varón, su hijo no sería reconocido como el heredero real de Elpasa.

Es solo suerte que la hayan encontrado de última.

No necesitaba quedarse más tiempo, así que se marchó del palacio sin decir más palabras. Además, estos asuntos serían bien manejados por el competente Evan.

Tan pronto como Alexandro se fue, Evan levantó la mano derecha para transmitir su orden fervientemente.

— ¡Apresen a la princesa y tomen a los sirvientes como esclavos! —su voz retumbante llenó el pasillo, ahogando los gritos de ayuda y pánico que surgían en el aire. — ¡En cuanto al resto, mátenlos!


Den
Como que fue intenso este capítulo, ¿no? Bueno, me alegro de poder traerles esta nueva novela. Ya le había echado el ojo hace mucho tiempo, pero no se había dado la oportunidad de presentarme a traducirla hasta ahora. ¡Así que espero que les guste nuestra traducción y gracias por su apoyo <3!

7 respuestas a “Beatrice – Capítulo 1: Mitad realeza”

  1. Hola estoy muy emocionada con esta traducción, realmente escogieron un hermosisimo proyecto y de todo corazón espero con ansias cada capítulo…

  2. Me encanta 😍. Sigo el manhwa pero ahora que se termino la primera temporada me emociona leer la novela. Muchas gracias por la traducción ❤️

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