Beatrice – Capítulo 11: Un evento desafortunado

Traducido por Den

Editado por Sakuya


Duncan quería que Alexandro se casara y parecía que, en su desesperación, había comprado a todos los de su alrededor para lograrlo.

Esta vez no seré derrotado, padre.

No tenía intención de rendirse. Duncan siempre había esperado tanto de él, diciéndole a los demás que iba a ser el emperador algún día. Sin embargo, él no quería tener nada que ver con el palacio imperial y mucho menos gobernar el imperio. Al haber observado lo que su padre había hecho para ganar poder, no tenía interés en casarse o formar una familia.

Habían llegado a un acuerdo, en lugar de permanecer en la capital y gobernar el imperio, deseaba unirse a la orden de caballería y conquistar el resto del continente. Pese a que Duncan no quería enviar a su hijo a la guerra, Alexandro insistió y su padre que se mostró reacio a arrastrarlo a la lucha del poder político que se estaba produciendo en la capital en ese momento, aceptó su petición de marcharse.

Mientras luchaba en los campos de batalla, su padre solidificó su propio poder para que nadie se atreviera a desafiarlo después de su regreso. Alexandro trabajó sin descanso por la paz del continente, librando seis grandes guerras durante diez años y desempeñando un papel clave en la asimilación de las cinco naciones en el imperio.

Los caballeros y los civiles concordaron en que el continente no podría haberse unificado sin el archiduque y comenzaron a llamarlo el héroe de guerra. Alexandro, convencido de que había cumplido con su deber, planeaba regresar a su ducado y vivir una vida tranquila, con la intención de nunca volver a pisar la capital o el palacio.

Una brisa fresca desordenó su cabello castaño oscuro. Sus ojos azules miraron a su compañía que ahora se acercaba desde la distancia.

—¡Su Gracia! ¡No puedo creer que saltara de ese acantilado solo para ganar la carrera! —Intervino.

—Y no puedo creer que no pudieras dar ese pequeño salto —Dirigió sus palabras a la persona que acababa de hablar.

—¡¿Pequeño?! Y fue mi caballo quien temió el salto, no yo.

—Qué excusa más barata, mi querido amigo —Se echó a reír y dio media vuelta con su caballo, volviendo lentamente sobre sus pasos.

—Sólo tengo una vida, Su Excelencia. Y, por favor, sea más cauteloso. Cuando saltó por ese acantilado, ¡pensé que me daría un ataque al corazón! —continuó Evan, siguiéndole.

Alexandro se burló de su exageración y, mirando al frente, bromeó:

—Si estoy destinado a morir de la caída de una montaña, entonces, tal vez, no debería convertirme en emperador.

Evan jadeó antes de decir:

—¿Por qué es tan descuidado consigo mismo, señor?

—Si muriera de un accidente de equitación, ¿mi padre no estaría de acuerdo con ese sentimiento?

Evan solo pudo mirar la espalda de su señor, incapaz de responder. Los árboles crujieron mientras se sacudían por el viento. Era poco más de mediodía, pero estaba oscuro en el frondoso bosque. El caballo del archiduque avanzaba hacia la oscuridad, guiado por su maestro. Miró inexpresivamente al semental negro, cuya belleza estaba en una maravillosa armonía con el robusto físico de Alexandro.

A veces tenía una imagen extraña en su mente, una en que el archiduque desaparecía sin dejar rastro y todos los que lo conocían estaban de luto. Pero en este escenario, él se veía a sí mismo aceptando la situación sin ninguna emoción, como si hubiera sabido que esto iba a suceder.

—Eso nunca sucederá en la vida real —Se reiteró a sí mismo. Qué ensueño más absurdo. 

Después de haber estado al lado del archiduque desde su nacimiento, había pasado más tiempo con Alexandro que nadie más, incluso más que Aaron, el mayordomo de Alexandro y su hermano. Él creía que era la persona que mejor lo conocía. A pesar de que los rumores lo elogiaban como héroe de guerra y futuro emperador, sabía que él no tenía absolutamente ningún interés en el poder o el estatus.

De hecho, no estaba interesado en nada.

Lo consideraba “un hombre sin apego a la vida”. Después de haber estado en la cima desde el principio, nunca había perdido nada. Y tampoco se esforzó por conseguir algo nuevo. Parecía que la codicia no lo afectaba.

Pero ¿la vida no se trata de perder cosas para ganarlas? 

En realidad, el archiduque nunca había querido nada de lo que tenía. Este hombre de hombros anchos era la persona más solitaria que conocía.

Se despertó de su ensueño y apresuró a su caballo para alcanzar al archiduque. El caballo de Evan pronto adelantó al semental de Alexandro que trotaba lentamente.

—Es de verdad esta vez, ¡debe concederme un deseo si gano!

Evan espoleó a su caballo. Para ganar la carrera tenía que saltar desde el acantilado.

♦ ♦ ♦

¿Estoy en el cielo? Pensó Aaron mientras cerraba los ojos. El agua tibia, un poco más caliente que la temperatura de su cuerpo, acarició su mojado cabello plateado.

El agua hizo un ruido sensual cuando se movió.

La fragancia que estimulaba la punta de su nariz era diferente a las que había probado antes. Relajante y dulce, lo refrescaba, como si estuviera de pie en medio de un bosque. Aunque no era fuerte, el aroma fue suficiente para hacer prisionero su espíritu.

Sentía que todos sus sentidos se intensificaron: las cosas que antes habían sido diminutas e imperceptibles se estaban amplificando en sensaciones fuertes. El agua caliente y el refrescante aroma, lo pusieron especialmente de un humor extraordinario.

¿Me han transportado al paraíso? 

Una voz lo sacó de sus pensamientos.

—Disculpe, Lord Cupiheat, ¿se siente mejor?

No deseaba que lo molestaran. Todas sus preocupaciones y problemas que llenaban con fuerza su cabeza, habían desaparecido una por una en el agua.

Esa víbora de Duncan, el emperador marioneta, el archiduque inútil, mi única hermana Anna, la dama loca Clara Bandorras… esa chica…  

—Déjame solo.

Anhelaba disfrutar este momento al máximo. Lo invadió una sensación en particular, algo que nunca había pensado que podría sentir. No quería saber qué era exactamente esta sensación, temía que saberlo la hiciera desaparecer.

Aaron salió de la bañera dos horas después. Su piel pálida se había vuelto rojiza y las yemas de sus dedos se habían hinchado y vuelto blancas por estar en remojo en el agua durante mucho tiempo. Pero, sobre todo, su habitual rostro vigilante se había relajado.

—¿Hermano estás bien?

Permaneció en silencio, mordiéndose el labio como si estuviera sediento.

—Hermano debes beber algo frío y dulce después de un baño aromático.

—¿Es parte de la terapia?

—No, pero por favor, inténtalo.

Anna le ofreció una bebida con una expresión decidida. Era el té de caqui que las mujeres solían disfrutar con el postre. Los hombres normalmente lo rehuían por su color rojo y su sabor azucarado.

Recibió la taza de su hermana. Pero su orgullo masculino lo detuvo.

Un baño femenino con aceites perfumados y ahora esto. 

Estaba a punto de rechazar el té y pedir un vaso de agua frío, cuando miró a Anna y observó que en los bonitos ojos de su hermana había una especie de misteriosa resolución. ¿El baño del que había desconfiado no le había dado una increíble experiencia?

Decidió confiar en su hermana una vez más.

En el momento en que sus labios tocaron el té frío, sintió cierta energía emanando de su cuerpo caliente. La dulce fragancia y el sabor lo cautivaron inmediatamente y lo bebió de un trago. Sintió la frescura viajar hacia su estómago. Después de beber la taza rápidamente, no pudo evitar gritar:

—¡Vaya!

Esto es la felicidad, admitió.

Este baño fue la experiencia física más encantadora que nunca antes había tenido.

♦ ♦ ♦

—Estoy tan avergonzado —Evan, que estaba tumbado en la cama, no podía enfrentar a su maestro que estaba sentado en la silla lujosa frente a él. Bebió tres vasos de agua seguidos. Había una buena razón por la que estaba sediento.

Alexandro había descendido de la montaña con Evan a cuestas. Aunque él era más pequeño que el archiduque, sujetar a un hombre joven y robusto mientras guiaba dos caballos cuesta abajo, no fue una tarea fácil.

Aunque estaba sano y en forma, el problema comenzó cuando su caballo se derrumbó repentinamente en el camino. Esto hizo que se cayera del caballo, hiriéndose gravemente.

—He enviado a tu caballo directamente a los establos. Probablemente lo sacrificarán mañana.

Su caballo sobresaliente y de pedigrí[1], había engendrado al semental del archiduque. Sin embargo, la mayoría de los caballos que habían tirado a sus dueños tenían que ser ejecutados.

Lamentaba tener que perder el caballo que había estado con él durante diez años, pero no se podía evitar. No podía continuar cabalgando con él después de esto.

—Pero no estoy seguro de lo que pasó. Howl de repente comenzó a girar y a saltar, lo que me hizo perder el control de las riendas.

—Eso es desafortunado.

Alexandro no podía perdonarle la vida al caballo que lastimó a su hombre, independientemente de su larga historia con el animal.

Sin embargo, realmente lamentaba separarse del caballo. Su caballo.

♦ ♦ ♦

Se creó un caos en la enfermería cuando el achique Alexandro entró con Evan Cupiheat, el Gran Maestro Adjunto.

La orden imperial de caballería había disfrutado de una inmensa victoria en cada batalla. Eran los más fuertes en todo el continente y la conquista del continente por el imperio había dado paso a una nueva era de paz y estabilidad. La grave herida de Evan durante esta época de tranquilidad sorprendió a Jorge. Al ver la seriedad de su condición, se precipitó junto a su cama y examinó de cerca el daño.

—Su Gracia el archiduque también está aquí —dijo Evan en voz baja. Jorge se volvió alarmado hacia el archiduque y lo saludó. No se había dado cuenta de que estaba en la silla por el desconcierto de la situación.

—Por favor, perdone mi impertinencia, Su Excelencia.

El archiduque ignoró la disculpa y le indicó que se acercara a Evan.

¿Cómo no pude darme cuenta de tal presencia? 

Jorge se dio cuenta de lo ansioso que estaba.

—Simplemente se cayó del caballo —Informó el archiduque. No pudo creerlo.

—¿Qué quiere decir? ¿Su caballo tiró al Gran Maestro Adjunto?

—También me parece absurdo, pero esa es la verdad —suspiró. Que un caballero se cayera de su caballo era casi vergonzoso. Sólo era apropiado que un caballo que lanzó a su dueño fuera ejecutado para salvar las apariencias del propietario.

—Realmente no puedo creerlo. ¿No podría haber sido debido a algún plan malvado? —Evan era uno de los mejores caballeros de la orden. No era la clase de soldado que perdería el control de su caballo, incluso si no había montado en mucho tiempo.

Jorge había estado con la orden en cada batalla, ayudando diligentemente al archiduque y a Evan. Los tres hombres confiaban entre ellos.

—Posiblemente. Pero el caballo de repente dio vueltas en su lugar, saltó y se golpeó la cabeza contra un árbol. Es una lástima, realmente es un buen chico.

—¿Dijo que se golpeó la cabeza contra un árbol?

—Así es. Hemos estado juntos durante diez años, pero esta es la primera vez que hace algo así. Ha sido bastante valiente incluso en el campo de batalla—. Estaba desconcertado. De hecho, su caballo estaba sano y era inteligente. Pero al bajar por la montaña parecía estar agonizando. El animal había seguido golpeándose la cabeza incluso después de que Evan se hubiera caído. De hecho, casi lo patea en el proceso.

—Deberíamos alejarnos de la montaña Nalusuwan por un tiempo —Le sugirió al archiduque. Sabía que Alexandro subía a menudo.

—¿Estaba en Nalusuwan? Esa zona tiene plantas venenosas e incluso los animales no se acercan. Visitar un lugar al que ni siquiera a los plebeyos se les permite ir…

—Por eso vamos ahí. No hay muchos lugares donde podamos montar con tanta libertad.

—¿Por casualidad, su caballo pastó ahí? —preguntó Jorge por si acaso.

—No, solo bebió el agua de un arroyo. Sabía sobre las hierbas venenosas.

—Hm. ¿Matarán al caballo?

—Me imagino que deberían —respondió Evan con pesar.

—¿Puedo echarle un vistazo? —Jorge le preguntó con ojos brillantes al darse cuenta de sus sentimientos.

♦ ♦ ♦

La enfermería todavía estaba en un estado de ansiedad, gracias al paciente preeminente[2] que había ingresado el día anterior. Jorge había estado tratando diligentemente a Evan, trabajando día y noche debido al giro inesperado de los acontecimientos. Después de haber completado con éxito la cirugía de Evan, se aseguró de que el paciente estuviera durmiendo y descansando.

Me duele la cabeza. 

Decidió tomarse un descanso y visitar el almacén de medicamentos.

—¿Realmente escribiste todo esto? —Se quedó boquiabierto ante el borrador del libro de Chloe.

Al ver su rostro, se dio cuenta de las bolsas en sus ojos y se echó a reír.

Estaba orgulloso del trabajo tan duro de Chloe por querer terminar lo antes posible para no decepcionarlo.

—Creo que ambos necesitamos descansar. ¿Te gustaría dar un paseo por los jardines conmigo? —Le sugirió. Incluso si no había sido su intención ponerla a prueba, con esto había confirmado su sentido de responsabilidad.


[1] Un animal pedigrí es un animal de raza pura, un purasangre.

[2] Una persona preeminente es alguien sublime, admirable, de perfil alto e importante.

2 respuestas a “Beatrice – Capítulo 11: Un evento desafortunado”

  1. Gracias por ser tan precisos al actualizar de verdad admiro su seriedad al trabajar estos proyectos… Amo Beatrice y se me hace corto leerlo pero lo espero con ansias…

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