Beatrice – Capítulo 12: Salvando a Howl

Traducido por Den 

Editado por Sakuya


Jorge conocía muy bien los beneficios del descanso. El aire limpio y refrescante de los jardines tenía efectos tonificantes. No obstante, incluso en medio de las flores, continuaron discutiendo sobre medicina, no podían evitarlo. A veces como un par de colegialas parlanchinas y otras como médicos, Jorge y Chloe permanecían consumidos en sus conversaciones.

Cuando un médico de la enfermería pasó junto a ellos, Jorge le preguntó sobre Evan.

—¿El gran maestro adjunto sigue dormido?

A pesar de que había visto a Evan quedarse dormido, se sentía obligado a comprobar el estado del paciente nuevamente. Una vez que el médico le aseguró que todo iba bien, le describió la situación a Chloe mientras continuaban con su paseo.

—Saltar descontroladamente y lastimarse a sí mismo, mientras llevaba un hombre en su espalda… Me imagino que ese caballo va a ser sacrificado.

—Así es. Pero probablemente esperarán hasta la próxima semana, ya que he pedido examinarlo.

Chloe se preguntó por qué quería revisar al caballo.

—Tal vez debería hacerlo ahora. ¿Alguna vez has visto a un corcel pedigrí?

Recordando el caballo de Gilbert de sus días como una princesa, se tomó un momento para elegir sus palabras sabiamente.

—N-No… ¿El caballo es tan excepcional?

—Hay mejores ahí afuera, pero este es el más hermoso que conozco.

Podía ver que se preocupaba por este caballo. Supuso que, un corcel perteneciente al Gran Maestro Adjunto, sería uno de los mejores del imperio.

Ambos se dirigieron hacia los establos. El viaje requirió de un carruaje debido al gran tamaño de la instalación de entrenamiento. Aunque Jorge la invitó a entrar al carruaje con él, eligió sentarse al frente con el mozo de cuadra. Era demasiado generoso al otorgarle privilegios. Temía que aceptarlos libremente dificultaría su vida de esclava.

Sintiendo una vaga sensación de separación entre sus noches en las habitaciones de los esclavos y los días que pasaba discutiendo sobre medicina con él, el subdirector de la enfermería y un vizconde, trató de no olvidar su estatus a pesar de la naturaleza de su trabajo.

Debo conocer mi lugar. 

Sin importar las falsas esperanzas que tuviera, como una esclava capturada durante una guerra, su posición nunca iba a cambiar. Chloe sabía que fingir no ser una esclava sería algo ridículo.

No te engañes a ti misma. 

Solo deseaba lo que le habían dado, siempre y cuando tuviera su trabajo con Jorge en la farmacia, la cama incómoda y la horrible comida no la molestaban. Todavía sabía que era afortunada.

♦ ♦ ♦

Guau.

El mozo los dejó en un enorme establo. Quedó asombrada por su inmensidad y la excelente calidad de sus instalaciones.

Esto es mucho más agradable que las habitaciones de los esclavos,soltó una risita.

Cuando siguieron al mozo hacia un espacio grande y lujoso, pudo ver a un semental negro tumbado de lado con la nariz sangrando.

—¿Entonces este es el caballo?

El semental jadeaba como si estuviera exhausto.

Sintió lástima por el animal. Una vida casi abusiva, cargando a la gente en su lomo desde su nacimiento hasta su muerte… Se le rompió el corazón.

Como Jorge había comentado, era excepcionalmente hermoso, incluso para sus ojos inexpertos. Aun en su estado lamentable, el brillante pelaje del corcel lo hacía parecer una preciosa perla negra.

—Parece bastante extraordinario. Es realmente desafortunado.

—Hay una montaña cerca de la capital llamada Nalusuwan. Aparentemente, Lord Cupiheat le permitió beber agua junto al arroyo mientras estaban ahí, creo que puede haber comido algo que no debería.

—¿Una montaña?

—Sí, Nalusuwan está cerrada para los plebeyos debido a sus plantas venenosas. Por alguna razón, tampoco muchos animales viven ahí.

—¿Prohibida debido a sus plantas venenosas…?

Este concepto era extraño para ella. Incluso en Elpasa, con su terreno montañoso, ninguna zona había sido cerrada por tal razón. Para ella, las montañas siempre habían sido beneficiosas para la gente.

Al ver su desconcierto, Jorge la llevó de inmediato a Nalusuwan.

♦ ♦ ♦

La montaña no estaba lejos, solo a las afueras de la capital. Cuando llegaron una hora después, Jorge y Chloe comenzaron a examinar las plantas. Chloe no pudo ocultar su asombro.

¡Mira todas estas hierbas! Cielos, la cantidad de dinero que podría ganarse con ellas. 

Observó muchas plantas que eran raras en Elpasa. Nalusuwan era rocosa pero sus dos picos no eran altos, en comparación con las montañas que había subido en el pasado.

—Señor, ¿puedo echar un vistazo a las plantas en los picos?

—Debo irme ahora, pero, sí, si quieres. Solo asegúrate de volver, por favor.

A pesar de que Jorge sabía que ella nunca haría algo tan imprudente como huir, le imploró una vez más. Si atrapaban a los esclavos fugitivos, estos eran ejecutados sin excepción.

—Por supuesto, señor.

♦ ♦ ♦

Tardó mucho más tiempo del que esperaba en hacer una exhaustiva exploración. El mozo que la había estado esperando, estaba muy enojado y le gritó que había estado a punto de irse sin ella. Se disculpó repetidamente. Podía imaginar su enfado por tener que esperar a una esclava todo el día.

—Debes estar loca para que una niña como tú deambule por una montaña prohibida todo el día…

Chloe solo pudo continuar pidiendo perdón. Su físico pequeño, su baja estatura y su cabello corto, la hacían parecer una chica de solo veinte años.

Sentándose detrás del mozo, se aferró en silencio a la cola de su capa.

—No te sientes tan cerca —Le dijo este con una voz cautelosa.

—Sí, señor.

Tardó otra hora en llegar a la mansión Cupiheat, donde se encontraban las habitaciones.

Debería caerle bien o podría irse sin mí. 

Dejando de lado aquello, no estaba para nada molesta por las cosas hirientes que le dijo.

♦ ♦ ♦

El caballo intentó ponerse de pie, soltando un gemido de dolor. No había olvidado las amables manos que le acariciaban cálidamente su pelaje. Tratando de levantarse y caminar hacia el amado rostro, se tambaleó y cayó una vez más al suelo.

El caballo se llamaba Howl.

—Abre el cercado.

Si alguien más hubiera dado esta orden, se habrían negado por precaución. Sin embargo, quien pronunció esas palabras fue el archiduque Graham. Su presencia autoritaria, que sugería que probablemente podría domar a cualquier caballo o incluso a un tigre con sus propias manos, hizo que los mozos lo obedecieran sin cuestionarlo.

Alexandro acarició suavemente la cabeza de Howl. El caballo asintió como si respondiera y disfrutó de las caricias.

El caballo del archiduque, Chsantos, era el hijo de Howl. Howl y Alexandro tenían una larga historia: habían pasado su infancia juntos.

Desde el día de su nacimiento, Duncan anunció a su hijo a otros como el futuro emperador. Dado el poder y estatus en el que había nacido, tuvo dificultades para encontrar amigos de verdad.

Aunque Howl no podía hablar, era un compañero maravilloso. El joven Alexandro ansiaba el amor de sus padres y Howl se había separado de los suyos poco después de nacer. Ambos se necesitaban.

Comenzó a galoparlo a la edad de diez años. Cinco años después, experimentó su primera batalla, durante la cual Howl recibió una flecha en su lugar y yació lesionado durante todo un mes. Su joven yo sintió un profundo aprecio y culpabilidad por el animal. Esto lo hizo entrenar más duro y volverse más fuerte. Porque sintió la necesidad de ser poderoso para proteger a los que quería.

Afortunadamente, Howl se recuperó por completo.

Aunque quería volver a montarlo, el capitán de los caballeros no podía usar un caballo que había sido herido previamente. Eso lo obligó a elegir a Chsantos en su lugar. Pero Howl seguía siendo extraordinario y, compadeciéndose del corcel encerrado en los establos durante todo el día, Evan se ofreció como voluntario para tomar a Howl. Esto resultó ser un arreglo maravilloso, ya que Alexandro podría verlo a menudo y él podría seguir corriendo por el imperio. Evan lo atesoraba por haber salvado la vida de su señor.

Se le rompía el corazón verlo en su estado actual.

Pero no podemos perdonarle la vida. 

Hirió a Evan. Ordenar mantenerlo con vida no sería un trato apropiado para su hombre favorito.

Alexandro se sentó y acarició la melena de Howl durante un largo tiempo. El caballo estaría muerto la próxima semana.

—Volveré.

Finalmente se levantó e indicó a los mozos que alimentaran al caballo con sus cosas favoritas. Quería que sus últimos días fueran felices.

Sus pasos eran pesados.

Nada bueno sucede en la capital. 

No podía esperar dejar atrás ese lugar.

♦ ♦ ♦

—Entonces, ¿estás diciendo que las plantas en Nalusuwan son peligrosas para los animales, pero beneficiosas para los humanos?

Después de haber reflexionado sobre Nalusuwan toda la noche, Chloe estaba convencida de que el caballo debe haber comido jeffersonia[1]. Pensando en sus ojos obsidianos[2], se fue de las habitaciones temprano en la mañana y esperó a Jorge.

—Eso es solo mi suposición, señor. No obstante, estoy bastante segura de qué planta comió el caballo.

—¿Qué planta?

—Cuando un animal ingiere jeffersonia, pierde su sentido de la orientación, da vueltas en su lugar, comienza a tener hemorragias nasales y, finalmente, muere. Esta hierba prospera en lugares húmedos y cuando estaba en Nalusuwan, vi una gran cantidad de ellas en cada arroyo.

Jorge la miró fascinado.

—Sí, a pesar de que el Gran Maestro Adjunto dice que el caballo solo bebió agua, es posible que el caballo también pastara jeffersonia. Pero, ¿cómo tratamos al caballo?

—Hay una planta que actúa como antídoto.

—¿La puedes obtener?

—Sí, señor. ¡La conseguiré hoy para el caballo! —Sonrió. Jorge llamó inmediatamente un carruaje y le ordenó al mozo que la llevara a la montaña. Salió corriendo de la farmacia con gran entusiasmo. Su confianza le hizo sonreír.

Después de todo, ¿Howl se salvará? Jorge creía que matarlo sería un gran desperdicio.

Evan era un hombre generoso y de buen corazón, si entendía que había sido envenenado y podía recuperarse, reconsideraria la muerte del caballo.

Puede que no vuelva a montarlo, pero puede mantenerlo con vida. Debo preguntarle. 

♦ ♦ ♦

—¿Tú, otra vez? —El mozo, el mismo hombre que el día anterior, se quejó de tener que ir a Nalusuwan nuevamente. Chloe continuó disculpándose.

Ese pobre caballo. Sentía una profunda simpatía por él, que tendría que morir en su jaula cuando debería estar corriendo por los prados y saboreando la libertad. No había hecho nada malo.

El mozo le dijo que había que matar al animal. En lugar de permitirle ayuda, tenía que pagar el precio por haber tirado a su dueño.

Es sorprendente lo que el poder puede hacer en este mundo. Lo sabía muy bien. Las personas poderosas a su alrededor la habían obligado a abandonar a sus amigos, su hogar y todo lo demás, y a casarse con un hombre que no quería.

Cuando vio los ojos color ébano del caballo por primera vez, sintió una fuerte afinidad con él. Su apariencia, cabello negro y ojos marrones oscuros, no era común en esta zona. Nunca había visto a nadie que se pareciera a ella, aunque había oído que personas así existían en algún lugar del extranjero. Y la forma en que este caballo había sido usado y desechado, sintió que se parecía a su vida en Elpasa.

Te salvaré, caballo negro. Se decidió. ¡Aguanta un poco más! 

Una vez que llegó a Nalusuwan, subió rápidamente la montaña, convencida de que había visto flores de ancla en el segundo pico. Le llevó menos de dos horas llegar a la cima y, efectivamente, las flores estaban creciendo ahí.

Probablemente necesitaré bastante. A pesar de que antes había tratado a cerdos y perros con esta hierba, no sabía la dosis correcta para un gran semental. Necesitaba llevar una cantidad extra por si acaso.

Comenzó a recoger las flores con un propósito. Al final, recogió una cantidad justa. Pero se dio cuenta de que, por las prisas, se había olvidado de traer una bolsa. Necesitaba ir con el último recurso.

¡Qué bien que llevo pantalones! Aunque era impropio, decidió meter las flores dentro de sus pantalones. Cuando terminó, parecía una calabaza andante, pero no le importó en absoluto.

Había comenzado a usar pantalones en lugar de vestidos debido a la actividad física requerida para su trabajo. Dada su apariencia marimacha, nadie la reprendió por esto. Se sentía extremadamente afortunada de haber hecho el cambio.


[1] Las plantas Jeffersonia son flores silvestres de primavera, poco comunes y crecen en suelos de piedra caliza de ricos bosques caducifolios.

[2] La obsidiana es una roca ígnea extrusiva perteneciente al grupo de los silicatos. Su color es negro, aunque puede variar según la composición de las impurezas: desde el verde oscuro al claro, al rojizo, y tener vetas de color blanco, negro y rojo.

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