Beatrice – Capítulo 25: Su pequeño fetiche

Traducido por Den

Editado por Sakuya


Chloe no había visto al archiduque desde el primer día del tratamiento de Howl. Aunque fue algunas veces a comprobar cómo se encontraba el caballo, ella estaba dormida y él no la había despertado. Él debía haber estado interesado únicamente en el corcel, y no había ningún motivo para que mostrara interés en ella.

¿Qué querría de una esclava como yo?

Cuando Howl estaba siendo probado por la mañana, Evan vino solo sin el archiduque, quien debía haber estado ocupado preparándose para la partida del día siguiente. Chloe observó a Howl en silencio desde atrás. Parecía más saludable que cualquier otro caballo.

Conmovido por su recuperación, Evan decidió montarlo durante la expedición ceremonial. Aunque sus propias heridas no habían sanado por completo, no dejó que se notara.

Con el tratamiento de Howl concluido, Chloe estaba regresando a la farmacia con la primavera en sus pasos cuando Trigger la encontró y le dio la terrible noticia.

—De todos modos, lord Aaron Cupiheat te ha convocado en la mansión del archiduque. Dice que tienes mucho que aprender hoy y mañana —la presionó, mientras ella seguía en un profundo pánico—. Pidió que la llevara lo más pronto  posible, pero ¿por qué esta chica es tan lenta? —se quejó para sí mismo y la regañó para que se moviera.

¿Estoy soñando? El rostro enfadado de Trigger sugería que todo era real, aun así, todavía no podía comprender la situación. Estaba a punto de emprender un arduo viaje con un hombre que había planeado evitar al máximo.

Recordó los días en los que había fingido estar dormida en lugar de volver a enfrentarlo.

Chloe quería echarse a llorar.

¿Por qué mi vida es tan complicada? Sintió ganas de agarrar a alguien y preguntarle por qué.

Ir a su casa y aprender a cuidarlo era como ser llevada a la guarida de un tigre. A pesar de su habitual entusiasmo en el trabajo, no se sentía absolutamente motivada por la tarea que se avecinaba.

—¡Venga, vámonos! —Trigger le insistió, ignorando sus gestos reticentes.

♦ ♦ ♦

Una vez en la mansión del archiduque, Chloe no dijo ni una palabra. Aunque normalmente no hablaba mucho, esta vez sus ojos estaban apagados y su cuerpo era poco enérgico. Después de ser arrastrada, y sin poner resistencia a Trigger, finalmente terminó en la oficina de Aaron.

Él la saludó con semblante serio y, en contraste con su actitud relajada durante las sesiones de baño en su casa, comenzó a instruirla en varios asuntos de una manera extremadamente estricta. Confundida por el rápido desarrollo, no logró seguir ni la mitad de lo que decía Aaron. A pesar de ello, la llevó con la doncella principal de la casa del archiduque. Ella era una anciana quisquillosa llamada Sandra. Comenzó, en un incesante flujo de palabras, a enseñarle sobre los gustos y disgustos del archiduque.

—Así que a Su Excelencia no le gusta que lo toquen… Prefiere bañarse y dormir solo. Oye, ¿estás escuchando?

—Sí, señora. Cuando me esté ocupando de su baño, debería masajearle los hombros…

—¡No! Si fallas, seré yo quien se meta en problemas. ¡Realmente necesitas prestar atención! —Sandra la reprendió, mirándola con ojos feroces. Su aterradora y peligrosa mirada la espabiló.

Sabiendo que no podía escapar de esa circunstancia, sintió que tenía que esforzarse al máximo. Si cometía errores y enfurecía al archiduque, Aaron y Sandra serían los responsables. La posibilidad de ponerlos en peligro la hizo sentir incómoda.

—L-Lo lamento. Prestaré atención.

—Está bien. No puedo ser responsable de lo que te sucederá si disgustas a Su Excelencia, por lo que debes hacer tu trabajo a la perfección, ¿entendido?

Chloe tragó saliva. Sabía muy bien qué clase de persona era su nuevo maestro.

—Sí, señora.

—Tus principales responsabilidades probablemente incluirán preparar su ropa todos los días, hacer su cama, limpiar su espada, guardar en orden su armadura, prepararle de vez en cuando su té favorito, hacer su baño… —La lista de Sandra siguió creciendo. Claramente Chloe debía hacer todas las tareas molestas y aburridas para él, desde el momento en que se despierta hasta que se duerme.

Aunque había ayudado a Anna con sus baños, nunca había trabajado como sirvienta, y eso la preocupaba. La doncella principal siguió hablando sin cesar hasta la hora de la cena. Chloe se sintió inquieta todo el día.

Si tan solo me despidieran por no hacer un buen trabajo. 

—Ni siquiera pienses en intentar que te despidan a propósito —dijo Sandra, como si le hubiera leído la mente. Chloe la miró con los ojos bien abiertos.

—A menos que quieras que te corten la garganta.

Tragó saliva una vez más ante sus escalofriantes palabras.

¿Cómo terminé así? A pesar de que encontraba injusta su situación, se serenó ante los comentarios de la doncella principal.

Sandra le ofreció la cena, pero Chloe quería visitar a los Cupiheat y despedirse de Anna. Tampoco había tenido la oportunidad de hablarle sobre su nueva posición a Jorge. No obstante, logró conseguir su permiso, y Trigger la llevó a la mansión Cupiheat.

—Ten cuidado. El archiduque no es un hombre común.

—Sí, señor. Me lo han dicho muchas veces —respondió en un estado de trance, y entró en la mansión sin recordar agradecer a Trigger.

Afortunadamente, Anna gozaba de buena salud. Chloe le explicó los sucesos de la semana anterior y la repentina orden de que se uniera a la expedición. Habiendo ya escuchado todo de Aaron, Anna la calmó, enfatizando lo honorable que era participar en tal evento.

—Todo el imperio está hablando del viaje. Ojalá pudiera viajar por el continente con hermosos caballeros. Te envidio.

Chloe no supo qué decir.

Rompiendo el silencio, Anna añadió:

—Pero, Chloe, solo te digo esto porque vas como la sirvienta personal del archiduque. Aunque él es el maestro de mi hermano y el héroe del imperio, umm… Chloe, no se lo digas a nadie. Esto es simplemente porque estoy preocupada por ti —continuó en voz baja—. La amiga de la amiga de mi doncella cuida de la señorita Clara Bandorras, y aparentemente anoche… —Su voz se volvió aún más baja—. Su Excelencia abusó de la señorita Clara.

Chloe abrió los ojos de par en par. Pero Anna no había terminado.

—Y he oído que le gusta pegar a las mujeres.

Respiró hondo.

—¿E-Es su pequeño fetiche?

—¡Shh! Mi hermano se pondrá furioso si nos oye hablar de esto. —Anna se llevó un dedo a los labios y, mirando la puerta cerrada, le hizo un gesto a Chloe para que se acercara, y le susurró al oído: —Aparentemente le gusta luchar en las guerras porque satisface sus deseos sádicos. Ten cuidado, Chloe.

Mirando preocupada el rostro estupefacto de Chloe, Anna puso sus manos en sus hombros.

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