Crié a un dragón negro – Capítulo 22: Bebé con escamas

Traducido por Den

Editado por Hime


Dos años atrás, Adrian y Eleonora tuvieron una pelea tan fuerte frente a la entrada de la fortaleza de Laurent que aún hoy en día era recordada. Como resultado, nadie dudaba que la infame bruja salió de allí hecha una furia. Era normal que hubiese reaccionado así después de romper con su amante, con quien llevaba cuatro años de relación. Por lo tanto, Eleonora no podía reaccionar como si no supiera de la existencia de Adrian Rossinell.

Kyle se dispuso a revisar las transcripciones que le habían enviado desde Tezeba. Allí estaban registradas todas las entrevistas que le había hecho a la bruja.

Sólo es una trampa para ratones. Es una trampa para ratas. Esto es muy injusto, de verdad.

Hay docenas de víctimas a quienes esta trampa para ratones le mutiló los tobillos, y aun así te atreves a inventar semejante mentira. Será mejor que te sinceres si quieres que te suelten lo antes posible, señorita. ¿Qué clase de magia le pusiste a esta cosa para que cortara tobillos a lo loco?

Investigador jefe, realmente no sé nada. Lo hice bien y si quiere destruirlo, le daré el honor. ¿Cuántas horas ha durado esta conversación aburrida? ¡En este lugar diminuto…!

Recordó a la atrevida mujer en la sala de grabaciones, cuyos ojos brillaban tan feroces como los de un león. La mirada en su rostro hacía dos años era diferente a la de la mujer que ahora vivía en la cabaña desordenada. Siguió estudiando meticulosamente cada transcripción de las grabaciones, sin excepción.

La investigación dio un giro brusco y dejó caer la pluma sobre el escritorio ante el nuevo descubrimiento. Con innumerables posibilidades en mente y tras compilar todos los hechos, llegó a una conclusión.

En primer lugar, la investigación iba en la dirección equivocada.

—Idiota…

Se levantó del asiento tomando en el proceso el abrigo del uniforme, el cual estaba extendido sobre el escritorio, y se lo arrojó al hombre que estaba congelado en la esquina.

—Si duermes una vez más durante las horas de servicio tendrás que prepararte para devolver la placa, jefe de policía.

—¡Sí, señor!

Y sin más preámbulo, salió inmediatamente de la oficina con pasos rápidos, sin vacilar. El destino no era otro que la casa de Eleonora Asil.

♦ ♦ ♦

—¡Bebé, ¿dónde estás?!

El extraño ruido que resonó en el interior de la casa desapareció, lo que la llevó a registrar cada rincón del lugar otra vez. Por fortuna, después de unos minutos escuchó un leve crujido y puso las manos detrás de sus orejas para localizar el origen del sonido.

—¿Dónde estás, bebé?

La puerta del trastero, donde no buscó con detenimiento, estaba entreabierta.

Espero que no sea un ladrón. 

Se detuvo frente a la puerta, presionó suavemente el pomo y echó un vistazo al interior, donde había una montaña de basura apilada.

Entró al cuarto con cautela y se acercó lentamente al imponente montón de basura, el cual casi la doblaba en altura. De repente, un ruido surgió desde debajo de los desechos.

Entonces, examinó de cerca la montaña maloliente hasta que lo vio y un jadeo escapó de sus labios.

—¡Pequeño!

Una pequeña cola con forma de punta de flecha y cubierta de escamas negras y lisas, sobresalía del montón de basura. Un dragón, era un dragón. Uno de un tamaño tan pequeño que bien podría encajar perfectamente en sus brazos.

Inmediatamente entendió que la cola pertenecía al niño que estaba buscando.

El dragón abrió el hocico cuando la vio. Sus pupilas alargadas temblaron y salió vacilante del desorden.

—¡Si te llamo, tienes que responder!

Enderezó los pies y estiró las manos, batiendo las alas mientras envolvía en un abrazo el cuello de Noah con sus brazos escamosos y elegantes.

—¡Te llamé! ¿Por qué no respondiste? —Su corazón todavía latía desaforado. Estaba extremadamente angustiada, tanto que estalló en un ataque de ira—. ¡Estaba muy preocupada! ¡Pensé que alguien te había secuestrado! ¡He estado angustiada porque has estado enfurruñado últimamente y con eso haces sufrir a mi corazón!

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