Crié a un dragón negro – Capítulo 38: Despedida

Traducido por Den

Editado por Hime


La investigación continuó hasta el atardecer. Noah siguió a Kyle mientras este hacía preguntas a varios transeúntes del mercado. Pero de repente, su respiración se entrecortó.

—Será mejor que te vayas ahora a menos que quieras colapsar de nuevo.

—Huck, huck… No, puedo caminar un poco más. Está bien.

—No creo que eso sea muy bueno —La agarró del hombro y la obligó a darse la vuelta.

Para el investigador, ella parecía estar en un constante estado de confusión. Era poco práctica, y frívola. No sobresalía en nada a excepción de cuando comía, dormía y desordenaba su casa. De hecho, Kyle sospechaba que todavía había información que le ocultaba. En muchas ocasiones notaba cuándo decía una mentira. No hacía falta prestarle mucha atención porque no era muy buena en eso; tartamudeaba y rechazaba el contacto visual.

—Ah.

—Cuidado —Tiró de sus hombros con falsa preocupación y la arrastró hacia la acera, sujetándola por la muñeca.

El maná era más prominente en el lado izquierdo de su pecho, donde estaba el corazón. Luego el abdomen y, por último, justo debajo de la muñeca o detrás de las orejas donde inmediatamente se podía sentir el pulso.

—Pero señorita Noah, ¿por qué una vez le dejó este dragón al carnicero? —le preguntó Kyle de repente a la mujer, sintiendo el flujo del maná en su carpo.

—Te dije que el tío Walter iba a la capital… Huck, dijo que iba a la capital.

—¿Por qué la capital?

—Eso es…

Esta vez Noah fue rápida en reaccionar. Inmediatamente apretó su muñeca alrededor de sus manos para apoyarse, sintiéndose mareada. El maná que antes Kyle sentía en sus dedos desapareció.

—Oh… Oh, cielos, mi cabeza. Creo que estoy muy mal, Sir. Me tiemblan las piernas. —se quejó, tratando de evitar la mirada penetrante del investigador.

—Acabas de decir con confianza que estabas bien.

—Hablo en serio. ¿No ves que estoy sudando?

Noah también deseaba estar fingiendo, pero desafortunadamente no se veía muy bien. Kyle al final cedió, suspirando.

—Vámonos, te llevaré allí.

—¡Oh, sí! —aceptó entusiasmada la bruja.

Inmediatamente después, Noah se soltó de su mano y lo tomó por el antebrazo. Su semblante estoico, la forma en que giraba la cabeza robóticamente y sus gestos imperturbables le hacían pensar demasiado a un bastón rígido que había cobrado vida.

Por otro lado, él estaba sumido en sus pensamientos. La bruja dijo que no sabía cómo llegó el dragón a ella, pero su sentido de investigador no podía creer que ella no tenía idea. Además, también había insinuado que debía haber una mente maestra tras la desaparición del dragón en la capital…

¿Qué quiere decir con abandonarlo? ¡Sólo estaba intentando llevarlo a su guardián original! —Eso fue lo que le dijo Noah el día en que se conocieron.

Entró y salió de la oficina de correos cuatro veces después de recoger al dragón por primera vez. Aunque el paquete se envió con éxito a la capital, el dragón regresaba con ella. Como resultado, no tuvo más remedio que confiarlo al carnicero que planeaba ir a la capital.

La dirección del destinatario era siempre la misma: La capital, Tezeba, número 35 en Ezet, la condesa Valtalere.

Claramente era a quien ella creía que pertenecía el dragón.

Quizás hace una semana el culpable llegó al campo con el huevo y lo colocó en el camino de Park Noah. Después de ver que esta lo recogía, la persona misteriosa debió haber tomado el tren para regresar a Tezeba.

El ladrón del huevo de dragón. La primera impronta. La condesa Lenia Valtalere.

Estaba decidido a encontrar las repuestas a los misterios aparentemente interminables.

♦ ♦ ♦

Rayas rosas y moradas pintaban el cielo. El sol se estaba poniendo; ya era el ocaso. Tan pronto como regresaron a casa, Noah se tiró en el sofá con Muell corriendo nervioso tras ella. Por otro lado, Kyle fue directamente a la cocina y preparó un vaso de agua.

—No te saltes la medicina. Si el maná comienza a descontrolarse de nuevo, puede afectarte…

—Por favor, no digas eso.

Kyle se paró frente a ella con los brazos cruzados mientras la mujer miraba la medicina. Noah exhaló hondo, luego cerró los ojos y se tragó el medicamento. Después, suspiró aliviada y se acomodó en el sofá.

—Adiós, Sir —Agitó la mano hacia él, recordando los eventos del día: visitaron su tienda favorita a pesar de su frustración y lo siguió hasta que le dolieron las piernas y estuvo a punto de colapsar. Por otro lado, Kyle siguió dándole vueltas a un asunto. ¿Debería interrogarla por su relación con Lenia Valtalere? O, ¿debería dejarla libre de sospechas y tranquila? 

Noah, al darse cuenta que Kyle no se había movido ni un centímetro de su lugar, lo miró con un leve brillo en los ojos.

—¿Tienes algo más que decir?

3 respuestas a “Crié a un dragón negro – Capítulo 38: Despedida”

  1. Si mi teoría es correcta es que la heroína de alguna forma siempre enviaba al dragón de regreso cada vez que lo enviaban a la capital, porque se me hace muy raro que un dragón bebé recorra esa distancia

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