Crié a un dragón negro – Capítulo 43: Yulem

Traducido por Den

Editado por Hime


Kyle tiró de ella abruptamente, colocándola en el asiento más alejado de la puerta.

—Te daré media hora para pensar. Necesito respuestas a las tres en punto —dijo, revisando el reloj en su muñeca y acercándose a la puerta.

—Uh, ¿a dónde vas? —preguntó ella.

—Tengo que ocuparme de algo. Mientras estoy fuera, cúbrete la cara con la capucha de la capa y no se la muestres a nadie. —Se fue cerrando la puerta con fuerza detrás de sí. Se detuvo frente a ella durante un momento, mirando a su derecha. De repente, esbozó una sonrisa traviesa y comenzó a caminar lentamente hacia la izquierda.

Noah se levantó rápidamente de su asiento, bajando la ventana.

—Mu, saca el candado de la bolsa —le dijo al niño de tirantes rojos.

Muell se deslizó de su asiento, asomando la cabeza desde abajo del sofá y sacó la maleta. Con sus pequeños dedos, quitó rápidamente el cierre y la abrió de par a par. El equipaje era lo suficientemente grande para que dos niños de su tamaño entraran cómodamente. Pero estaba lleno de artilugios mágicos que supuestamente se habían quedado en la casa de la bruja. El pequeño, que estuvo junto a su maestra mientras ella empacaba, logró encontrarlo inmediatamente.

—¡Candado! —se lo entregó, luciendo una mirada triunfante.

—Gracias —la bruja le acarició la cabeza.

El candado era un objeto mágico que fue diseñado para deformarse a cualquier tamaño y longitud, y solo había una forma de abrirlo: mediante la huella dactilar de su creadora, Eleonora Asil.

Noah estiró la cerradura, atando el pomo de la puerta al poste de metal con el que colindaba. Tan pronto como hizo un ruido sordo, se escuchó un grito débil y sintió una vibración. Al parecer el chillido pertenecía a la mujer que antes visitó su compartimento.

—Tenía razón… era cierto —escuchó atentamente, esperando el sonido de un disparo. Pero después del grito solo vino un silencio espeluznante. Se sumió en sus pensamientos, agarrando con fuerza a Muell en su regazo.

El único secreto que le ocultaba a Kyle era sobre la novela que había leído. Sentía que era absurdo e insignificante y se negaba a decírselo. Sin embargo, el hecho de que alguien ya la estuviera siguiendo en menos de tres horas de haber partido de Sorrent, le indicaba lo contrario.

Bueno, realmente tengo que contarle todo. 

Diez minutos después, Noah escuchó voces ahogadas que se acercaban al compartimento. Se deslizó hacia la puerta y presionó la oreja contra la superficie metálica.

—¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Ugh…!

—Si no te rebelas, te trataré bien. Pero si haces ruido, te cerraré la boca.

La puerta de repente se sacudió.

—¿Cómo me llamo? —preguntó Noah a la persona de afuera, recelosa.

—Park Noah.

—Oh… Bueno, pasa —abrió el candado y lo devolvió a su longitud original. Muell, que se estaba aferrando a su cintura, tiró el cerrojo de nuevo a la maleta, la cual se cerró de inmediato.

—Solo han pasado diez minutos. Me dijiste que me dabas media hora para pensar —murmuró, retrocediendo unos cuantos pasos.

—En efecto. Tienes treinta minutos para organizar tus pensamientos. Pasaré los veinte minutos restantes interrogándola —Kyle agarró con fuerza a la mujer con el pañuelo azul brillante atado a su cabeza. Sus ojos fríos la miraron; ella se resistía, pero la obligó a arrodillarse en el suelo con los brazos esposados doblados en la espalda.

Al ver al investigador maltratando a la mujer, Noah se apenó un poco, hasta que Kyle tiró algo frente a ella. Lo que cayó ante ella fue un cuchillo. El mango estaba marcado con un patrón intrincado y la hoja era especialmente estrecha, perfecta para cortar con precisión la carne más gruesa.

Él sacó un pequeño dispositivo del bolsillo de su uniforme y lo colocó en el asiento.

—¿De quién recibiste la orden?

Los carretes de la grabadora comenzaron a girar. Noah frunció los labios mientras observaba a Kyle interrogar a la mujer. Cuando esta se mostró firme a permanecer en silencio, el investigador se puso de cuclillas frente a ella, levantándole la barbilla cuando se negó a mirarlo a los ojos.

—¿Perteneces a Yulem?

Noah reflexionó al respecto. Sabía sobre Yulem. Era una organización perteneciente al bajo mundo que contrató uno de los villanos de la novela que perseguía a los dragones. Al transmigrar al cuerpo de un criminal, Noah entendía su naturaleza: eran un grupo de criminales que no poseían moral ni obedecían ninguna ley. Su único amo era el dinero.

El corazón le palpitó con fuerza.

—¡No sé nada! —gritó desesperada la mujer.

4 respuestas a “Crié a un dragón negro – Capítulo 43: Yulem”

  1. Amo esta novela, la acabo de comenzar hoy y ya me fascina, me tiene atrapada. Muchas gracias por su tiempo y esfuerzo y hermosa dedicación, en verdad les.agradezco por su trabajo, por compartirla y por seguirla traduciendo. Por favor continuenla esta buenísima la.historia. al menos a mi me tiene atrapada!

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