Crié a un sirviente obsesivo – Capítulo 4: Un niño herido (4)

Traducido por Melin Ithil

Editado por Lugiia


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Por un momento, Yurina olvidó que el niño frente a ella era tan solo un jovencito de doce años y lo admiró en silencio.

La ropa hace milagros.

La primera vez que lo vio, había creído que lucía bastante bien a pesar de ser un plebeyo, pero ahora que lo tenía frente a ella, después de haberse arreglado, estaba claro que tenía todo el porte de un joven noble. Se había lavado correctamente y estaba vestido con las prendas de su hermano.

Su piel era tan blanca como porcelana ahora que ya no tenía tanta mugre. Sin esa ropa asquerosa, hecha jirones y que le quedaba pequeña, se podía apreciar a ese esquelético muchacho. Parecía de buena cuna, con ojos profundos, una nariz estrecha, labios gruesos y ese brillante cabello rubio todavía húmedo por el baño.

El único defecto que podía ver, era que la ropa de su hermano parecía quedarle grande; sin embargo, aun con eso, tenía la apariencia perfecta de un protagonista masculino de una novela de romance.

Además, aquellos brillantes ojos rojos lucían sin una chispa de debilidad, haciéndolo lucir aún más noble.

Cuando su mirada se cruzó con la de ella y cayó en cuenta de esa expresión con la que lo estaba mirando, colocó exageradamente sus brazos a sus costados y cambió el gesto en sus labios a una mueca de superioridad. Ya que solo levantó la esquina derecha de sus labios, parecía un general declarando su victoria después de una larga guerra.

—Huelo bien ahora, ¿verdad?

¿No deberías decir «ahora huelo bien»?

Era una oración sencilla, pero incluso con ese error, aquello sonaba bastante orgulloso.

Sin embargo, Yurina no había olvidado que, no hace más de una hora, él olía como un queso fermentado por cien años. Frunció el ceño y se rió, parecía que la punta de su nariz todavía recordaba su olor.

—Sí, eso parece…

—Hablando de eso… el jabón que me dieron, ¿es el mismo que usas?

—¿Jabón? ¿Cómo era?

—Amarillo y redondo.

Ella pensó por un momento en el jabón había usado aquella mañana y asintió con la cabeza.

—Es probable.

—¿Alguien más lo usa?

—Me parece que no. Mis padres usan otro tipo de jabones. No me gustaba el anterior que tenía, así que elegí uno nuevo, ¿Por qué? ¿No te gustó el aroma? —preguntó, recordando la última vez que sus hermanos mayores habían estado en casa durante las vacaciones de la academia. En ese momento, habían hecho todo un escándalo porque no les agradaba la fragancia a flores—. Puede que no te gusten los aromas dulces. Pediré que para la próxima te traigan el mismo que usan mis hermanos.

—No. —Raynard giró su rostro hacia la ventana, a través de la cual atardecía. Tosió un par de veces y se aclaró la garganta—. Ese está bien.

Le pareció un poco sospechoso que no quisiera hacer contacto visual, pero no le dio importancia y lo guió hasta la mesa.

Las doncellas habían acomodado los platos y permanecieron a la espera de que ambos se sentaran, cada uno en un extremo de la mesa, quedando uno frente al otro.

A diferencia de Yurina, que no veía nada extraño en la escena frente a ella, Raynard miraba la mesa realmente conflictuado. Trataba de ocultar sus emociones, pero estaba fracasando.

—¿Por qué hay cuatro tenedores? Y también hay tres cuchillos, ¿es que los nobles tienen cuatro manos?

Ella agitó sus manos hacia él, negando el asunto.

—Los nobles no somos monstruos, es imposible tener cuatro manos. Tenemos distintos cubiertos porque debemos utilizar cada uno dependiendo de la comida.

—¿Hay diferentes platos?

—Sí, dependiendo del tipo de comida, usas un cubierto en específico. No hagas esa expresión, tarde o temprano lo aprenderás.

Mientras pensaba que debería prepararle un tutor de etiqueta, Yurina tomó un pan que la doncella había puesto en el plato.

De hecho, recordó que, antes de reencarnar, su conocimiento en estas cosas era mínimo.

Senna creció en Corea y este tipo de modales le eran desconocidos, así que cuando se dirigió a comer por primera vez, después de haber llegado a este mundo, se preocupó. Sin embargo, tan pronto como se sentó en la mesa, pudo recordar el conocimiento básico de etiqueta que poseía la «Yurina» original.

Además de las comidas, recordó naturalmente los modales que debía disponer como noble. Gracias a eso, sus movimientos corporales ante los demás eran como si siempre hubiera vivido allí.

Con que así se siente tener una ventaja, no sé si reír o llorar.

Si iban a darle un atributo en ese lugar desconocido, habría preferido tener mejor una habilidad mágica o un mayor control de su cuerpo para manejar la espada. De esa forma, podría protegerse por sí misma.

Yurina untó con el cuchillo la mantequilla en su pan, con algo de desdén pero con mucha habilidad.

Ray la miró como si fuera una revelación y también tomó un pan del tamaño de su puño, le untó bastante mantequilla y lo mordió con tanta fuerza que el pan crujió y se desmoronó sobre su ropa. Abrió sus ojos algo sorprendido y frotó su boca quitando las migas de pan de sus labios.

—¿Qué es esto?

—Es pan.

—¿Pan? —Indignado, hizo una mueca como si se sintiera insultado y sus pálidas mejillas se enrojecieron—. ¡No trates de burlarte de mí! No soy tan tonto para no conocer su sabor. El pan es demasiado duro de comer y esto no lo es.

—Seguramente el pan que comías no era hecho con harina refinada o no cuidaban que fermentara correctamente, pero lo que comiste allá y lo que comes ahora es pan…

Sin embargo, antes de que pudiera terminar de hablar, él ya estaba llenando su boca con el panecillo, sin escuchar sus palabras. Sus mejillas estaban abultadas, haciéndolo lucir como un hámster.

Aunque pensaba que era algo lindo, suspiró.

Necesito traerle un tutor cuanto antes.

En la novela, «Charion» recibió su título de caballero tan pronto regresó al Imperio después de terminar sus estudios en la Academia. Si es así, en el futuro, tendrá que vivir como noble. Su educación debería comenzar de inmediato.

Nos espera un largo camino.

Sin imaginarse lo que pasaba por la mente de Yurina, Raynard comía con bastante ánimo la sopa que había traído la doncella. Aunque estaba sosteniendo la cuchara, todo el líquido caía por su barbilla hacia su ropa y terminaba en la mesa.

Esa escena le hizo recordar aquella película que vio de niña.

Bestia tomaba su plato de sopa, sin usar los cubiertos y bebía su contenido directamente de él. Bella se sorprendía al verlo, pero entonces ella también dejaba sus cubiertos y tomaba la sopa de la misma manera para que él no se sintiera tan incómodo.

Sin embargo, Yurina no era una belleza de buen corazón, así que la idea de derramar la sopa y comer como el niño, no le agradaba. Era un rotundo «no».

—Ray. —Se levantó de la mesa y se sentó en el asiento a su lado. Mientras Yurina limpiaba el rostro del niño y le entregaba otra cuchara, la doncella de inmediato acomodó nuevamente los platos—. Tienes que aprender a sostener una cuchara. —Tomó su mano áspera y, antes de que él pudiera decir algo, colocó su mano sobre la de él. Frotó suavemente su pulgar contra el dorso de su mano y luego hizo lo mismo con sus dedos.

Al principio, trató de observarla con cuidado, siguiendo las instrucciones que le daba sobre cómo comer la sopa con la cuchara, pero en algún momento, su hambre pudo más y volvió a alimentarse sin ningún tipo de etiqueta, hasta que la sopa disminuyó tanto que la cuchara solo chocaba contra la vajilla.

Yurina terminó empujando su propio plato de sopa frente a él por temor a que terminara haciéndole un hoyo a la vajilla.

—Ten, come un poco más.

Al instante, una doncella se apresuró con urgencia hacia su puesto.

—No es necesario, señorita, traeremos más sopa.

—Está bien, no tengo mucha hambre de todos modos —respondió y se volteó para ver a las demás personas en el salón. Para que Raynard pudiera comer con comodidad, les dirigió una mirada desafiante, de forma que nadie se atreviera a molestarlo.

Él podría haber estado demasiado distraído, pero ella insistió en que tratara de comer correctamente con un par de modales sencillos. Cuando llegó el turno del filete, se sorprendió tanto con la manera de cortarlo, que incluso lo cortó en pequeños trozos.

Después de la cena, se dejó caer en un sofá mientras sujetaba su vientre, sin borrar su expresión de sorpresa.

—Si esto es el cielo, creo que podría morir ahora mismo

—No puedes morir ahora, eso iría en contra de nuestro contrato —dijo Yurina mientras colocaba una silla frente a él para sentarse.

—¿Contrato? —preguntó Raynard recostado, levantando ligeramente su cabeza.

—Te lo dije, a cambio de cuidar de ti, en un futuro deberás salvarme.

—Y ya te lo había dicho, ¿qué pasa si no quiero?

—Bueno, si eso es así, supongo que no puedo forzarte al respecto. —Yurina lo miró y le sonrió juguetonamente con los ojos cerrados.

¿Siquiera puedes ser el que decida eso?

Al principio, tenía pensado darle una respuesta segura como esa, pero al verlo recostado como un gato perezoso, por alguna razón quiso burlarse un poco de él.

—¿Estás seguro de que puedes decir eso ahora? ¿Alguna vez consideraste que, si decides no salvarme, dejaré de invertir en ti?

—Ah, es verdad… —respondió, sacudiendo su cabeza como si fuera un perro mojado para deshacerse de las gotas de agua restantes en su cabello. Se incorporó, hasta quedar justo a la altura de los ojos de Yurina—. Pero aun así, no puedo creerte.

—¿No crees que vaya a patrocinarte? Te lo prometí bajo el nombre Carthia.

—No, lo que no puedo creer es que de verdad tenga talento mágico —dijo con una voz más suave, como si aquellas palabras apagaran su ánimo—. No sé nada sobre magia, solo sé que es algo increíble. Dices que me convertiré en alguien importante, pero eso no tiene sentido. Además, mis padres no eran magos, ¿cómo podría convertirme en uno?

—Las habilidades mágicas son innatas, no necesariamente son algo genético.

—¿Innatas? ¿Genético?

—Los poderes mágicos son algo con lo que se nace, no es algo que tenga que venir de los padres. Significa que padres magos pueden tener hijos normales y padres normales pueden tener hijos magos.

A pesar de su explicación, Ray frunció el ceño de tal manera que hasta su nariz se arrugó.

—Si la magia es algo con lo que se nace y yo no sé nada de eso, ¿cómo es que tú sabes que tengo talento para la magia? ¿También eres un mago? —Raynard la miró completamente confundido. Luego se tapó los ojos con la mano y volvió a dejarse caer en el sofá.

Yurina lo miró y no pudo evitar imaginárselo como un cachorro que había sido regañado por su dueño. No sabía que era un tema sensible para él.

—Todos decían que mis ojos eran rojos porque la diosa me maldijo…

—De hecho, te bendijo.

—Pero… ¿y si te equivocas?

—Imposible.

—Pero… —Giró un poco su cabeza y la miró de nuevo—. ¿Qué pasará después si descubres que no soy bueno con la magia?

—¿Eh?

—¿Me llevarás de regreso al orfanato?

En ese momento, se dio cuenta de a dónde quería llegar con la conversación.

Contrariamente a la actitud confiada que mostró desde el orfanato hasta la mansión, todo el tiempo estuvo preocupado de ser abandonado cuando se descubriera que no tenía talento.

Vivir como un desechado no es problema hasta que descubres que existe la dulzura y que puedes ser tratado con calidez.

Ella estuvo a punto de tranquilizarlo y decirle que seguiría apoyándolo aunque no tuviera talento, pero fue interrumpida por un llamado a la puerta.

—Yurina

Era la voz de su padre, el marqués Carthia.

Al oírlo, Yurina tomó el brazo de Raynard y lo levantó.

—Finalmente, Ray, ha llegado la persona que confirmará tu talento mágico.

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