Dama a Reina – Capítulo 105: Confía en mí, solo esta vez

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—¿Qué?

Lucio no podía entender a qué se referia. ¿Abandonarla? Jamás le cruzó por la cabeza. Incluso si ella decidiera dejarlo, él no podría alejarse de ella y en este momento mucho menos. ¿Cómo podría hacer eso?

—¿De qué estás hablando? —preguntó—. Eso nunca…

—Pero Rosemond. —Patrizia pronunció ese nombre tabú en voz alta—. Tú la abandonaste.

—Rizi. —Lucio abrazo su tembloroso cuerpo—. La situación es diferente. Sé que no eres alguien que lastimaría a otros solo por tu beneficio.

—¿Sabes lo suficiente sobre mí como para hablar de esa manera? —preguntó Patrizia al borde de las lágrimas—. Si me dejo llevar por los celos y lastimó a otros, ¿me abandonarás? ¿Seré decapitada…?

—Rizi. —Lucio la acercó desesperadamente a su cuerpo—. Lo juro. No hay otra mujer, eres la única que puede estar a mi lado y que anhelo tener en mis brazos.

Patrizia sollozó en su pecho, las lágrimas mojaron su camisa.

—Lo siento. No te lo he demostrado lo suficiente, es mi culpa que no confíes en mí.

—No sabías que tengo miedo —murmuró Patrizia.

—Sí, en eso tienes razón, pero debí demostrarte que puedes confiar en mí.

—Tengo miedo —expresó Patrizia entre sollozos y lo agarró por el hombro—. Si te entrego mi corazón, algún día podrías abandonarme.

—Rizi, yo…

—No puedo tener hijos —se lamentó Patrizia—. Necesitas tener un sucesor. Entonces, un día… tomarás a otra mujer.

—No importa si tenemos que adoptar a un pariente de alguna familia cercana, lo que acabas de decir no sucederá. No tengo pensado hacerlo.

—¿Cómo puedo creer..?

—Rizi. —La llamó por su nombre—. ¿Cómo puedo hacer que confíes en mí? ¿Deberíamos firmar un contrato? Podemos presentarlos ante los duques como testigos, aunque soy el emperador, tengo que honrar mi palabra. Si quieres, mañana, no, podemos hacerlo ahora mismo.

En pánico, Lucio divagó sobre distintas opciones alternativas.

—Si no es eso, ¿qué más podemos hacer? ¿Debería dejarte el Sello Imperial? Así podrás destronarme en cualquier momento o…

—Su Majestad, ¿no lo entiende? —Patrizia levantó sus ojos llorosos hacia Lucio—. No estoy hablando de cosas materiales. Tengo miedo del dolor que tendré que soportar cuando nuestra relación acabe.

—Rizi, lo sabes, no hay ninguna promesa oficial que pueda hacer al respecto. Sin embargo… —Habló sin dudarlo—. Lo juro. Incluso si me abandonas, nunca te abandonaré. Estoy siendo sincero y no te hablo como el emperador de Mavinous, sino como tu esposo.

Patrizi suspiro.

—Ahora dime, Rizi. ¿Qué pasó?

—Tuve un sueño —respondió Patrizia en voz baja, todavía en sus brazos—. Ella se estaba burlando de mí. Dijo que algún día sería como ella.

—Entiendo. —Lucio le acarició la espalda con sus amplias palmas—. Eso no pasará. Te prometo por todo lo que soy. Solo por esta vez…

La seriedad en la voz de Lucio impacto en el corazón de Patrizia, cuyo rostro estaba enterrado en su pecho, podía escuchar los latidos de su corazón más claro que cualquier otra cosa. Estaba latiendo fuerte. Era como si le suplicara que creyera sus palabras, la verdad que provenían de su interior vivo, en consecuencia su corazón también latía deprisa.

—Confíame tu vida solo por esta vez —dijo Lucio con firmeza.

Patrizia levantó los ojos húmedos para mirarlo.

—¿Vas a besarme?

Sin hablar, sus labios se encontraron con los de ella. Después de un rato, Patrizia probó algo salado en su boca. Ella era la que necesitaba llorar, así que ¿por qué él estaba llorando? Tenía una idea en su cabeza, pero debe ser solo una idea. Porque no podía ser tan sentimental. Sí, claro que no.

He decidido creerte. Incluso si no te creo, ese sentimiento que se ha hecho más grande no me perdonará no hacerlo.

Ella había aceptado un amor que no debía ser, él dijo que no la abandonaría pasará lo que pasará, pero nadie sabe qué sucederá en el futuro, la posibilidad de ser abandonada aún estaba en su mente.

¿Podría creerle una vez? ¿Podría ella hacer algo como eso? En esta ocasión ella quería confiar en sus sentimientos, Incluso si estaba siendo engañada, ella le creería. Ella creería con su corazón. Porque por primera vez realmente había algo que quería tener. Un futuro lleno de amor a su lado.

Patrizia se tranquilizo mucho después, gracias a la calidez de su abrazos y sus labios. Se sentía en la nubes como si estuviera en extasis. Le daba la ilusión de que resolvería todas sus preocupaciones y problemas.

♦ ♦ ♦

—Sí, a pesar de que Su Majestad está muy ocupado en estos días. Ha estado tratando de hacer que Rizi se sienta mejor todos los días.

—¿De verdad?

—Sí, él hace dulces todos los días y envía regalos de vez en cuando. Por supuesto, a Rizi no le gustan los regalos extravagantes, por lo que Su Majestad es muy cauteloso con lo que envía.

—No puedo imaginarlo de esa forma.

—¿Por qué?

—Según lo que escuché de mi padre, Su Majestad es frío y estricto. Debe haberse equivocado.

—Bueno, ese podría ser el caso cuando está trabajando. Pero lo importante es cómo trata a sus seres queridos.

—Entonces, ¿Cómo te estoy tratando Nil?

Ante la pregunta de Rothesay, Petronilla respondió con una risita mientras caminaba por el sendero.

—Eres el mejor material de marido, Ro. Incluso el emperador no podrá seguirte el ritmo. ¿Postres? ¿Regalos? tú también haces todo eso.

—Oh no, ¿cómo puedo compararme con el Sol del Imperio? —dijo Rothesay con una sonrisa alegre—. Podría ser encarcelado por ofender a la Familia Imperial.

—Eso no va a pasar, mi amado Ro —susurró Petronilla, repartiendo besos en la mejilla de Rothesay—. ¿Cómo pueden atrapar a un hombre tan encantador como tú?

—Es un honor, Nil —dijo Rothesay con una sonrisa cariñosa, y le devolvió un beso en la mejilla—. Oh, tengo algo que decirte.

—¿Algo que decirme? —preguntó Petronilla.

—El banquete de cumpleaños de Su Majestad es la próxima semana, ¿cierto?

—Sí. —La próxima semana es el cumpleaños de la persona que Petronilla más amaba en todo el mundo: Patrizia, pero también es el cumpleaños de Petronilla. Ella inclinó la cabeza con curiosidad—. ¿Y?

—Hay algo importante que quiero hacer ese día. Después de que termine el banquete… ¿puedo verte por un minuto?

—Por supuesto, Ro. —Petronilla asintió con la cabeza y una leve sonrisa apareció en los labios de Rothesay mientras la miraba. Él inclinó la cabeza hacia abajo para besarla en su cabeza.

—No hay ninguna mujer en este mundo que sea tan encantadora como tú, Nil —susurró.

♦ ♦ ♦

Pasaron los días y llegó el cumpleaños de Patrizia. El cumpleaños de la reina debía celebrarse con esplendor para que coincidiera con su nombre. Desde el amanecer, Patrizia estaba de pie por la avalancha de regalos que había recibido y la preparación de su ropas.

—Oh Dios mío, majestad. ¡Eres hermosa! —exclamó una de las damas de honor, y Patrizia sintió una oleada de vergüenza. Como si notara su reacción, Mirya la halago.

—Su Majestad, usted es tan hermosa.

—No creo que alguna vez me acostumbre a vestirme de esta manera.

—Pero te acostumbraras pronto. Cuantas más arrugas tenga alrededor de los labios, más naturalmente aceptará este tipo de disfraces.

—¿Quieres decir que tengo que seguir haciendo esto hasta que sea mayor? Oh Dios mío.

Patrizia sacudió la cabeza como si ya estuviera cansada de la idea. De alguna manera su cabello se sentía más pesado de lo habitual.

Patrizia se volvió hacia Mirya.

—¿Y mis padres y mi hermana? ¿Cuándo dijeron que llegarían?

—Recibí un mensaje que decía que habían salido hace un tiempo, Su Majestad.

—Entonces tendré que darme prisa también.

Las manecillas del reloj continuaron girando y pronto llegó la tarde. Finalmente, Patrizia se refrescó con un perfume seco de rosas y se levantó de su asiento. De repente, hubo una leve perturbación fuera de la habitación. Ella miró hacia la puerta con una mirada perpleja.

—¿Qué es…?

Antes de que pudiera terminar su oración, la puerta se abrió y alguien entró con una mirada nerviosa. Fue Lucio.

—¿Su Majestad…? —dijo Patrizia sorprendida.

—Ah… —Cuando vio a Patrizia, se sonrojó un poco y habló en voz baja—. Eso fue grosero de mi parte. Estaba en un apuro…

—¿Qué te trae por aquí…?

Él dudó por un segundo.

—Tu carro escolta está aquí.

—Ah…

Patrizia apartó la vista con torpeza y las damas de honor, incluida Mirya, salieron de la habitación. Sus comportamientos hicieron que Patrizia y Lucio se sonrojaran más. A pesar del hecho de que estaban en una relación en la que conocían todo sobre ellos, pero su relación emocional aún era joven. Desde una perspectiva general, es bastante interesante y fresco.

—¿Estas lista? —preguntó Lucio.

—Sí… —respondió Patrizia.

—El día de hoy estás muy linda.

—Ah… —Patrizia dudó por un momento, luego respondió con las mejillas enrojecidas—. Gracias, Su Majestad.

—¿Vamos? —Extendió la mano y Patrizia la tomó con cuidado.

¿Alguna vez sostuve la mano de este hombre correctamente? Pensó Patrizia mientras sostenía su mano. Ella no creía que lo hubiera hecho. Las manos de Lucio eran cálidas. Ella pensó que era bastante extraño y sostuvo su mano un poco más fuerte.

♦ ♦ ♦

Es su cumpleaños.

Los cumpleaños del emperador y la emperatriz se celebraban como uno de los festivales más grandiosos del imperio. Había tanta gente que alguien podría pensar que todos los nobles del imperio se habían reunido en el castillo. El enamoramiento de la gente era vertiginoso.

—¿Suele haber tanta gente en una fiesta? —murmuró Patrizia por dentro.

—Te ves un poco cansada. ¿Estás bien? —preguntó Lucio.

—Estoy bien —respondió Patrizia cortésmente, pero sus ansiedades no se calmaron.

—Si te sientes incómoda, dímelo. ¿Bien?

—Lo haré. —Después de responder, Patrizia sonrió sin siquiera darse cuenta. Un interés inesperado, no está mal.

Mientras tanto, Petronilla estaba disfrutando de su tiempo con Rothesay.

—Estás realmente bonita hoy.

Rothesay comenzó la conversación felicitando a Petronilla por su atuendo como siempre, y se sonrojó como si no pudiera detenerlo.

—Siempre me estás felicitando. ¿Qué debo hacer si me acostumbro demasiado a esto?

—¿Por qué no? Vas a conseguir mar…

Las palabras de Rothesay se detuvieron de repente. Vaya, error. Afortunadamente, Petronilla no respondió mucho, tal vez porque no lo notó. Se sintió aliviado y volvió a hablar.

—Está bien si te acostumbras. Seguiré haciéndote cumplidos.

—Vaya. —Petronilla se echó a reír—. Eso es tan dulce.

—Es un honor.

Con una sonrisa suave, Rothesay se acercó con gracia a Petronilla.

—En ese sentido… ¿te gustaría bailar, mi lady?

3 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 105: Confía en mí, solo esta vez”

  1. Jajaja parecen adolescentes en plena floración de romance 🤣 sólo me queda decir, que cada una conoció a su verdadera mitad ❤️❤️❤️

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