Dama a Reina – Capítulo 13: No debería haber venido

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


Petronilla entró en la habitación, mirando a Rosemond con una extraña expresión helada en su rostro. Patrizia se sorprendió por el repentino cambio que había otorgado su hermana gemela.

—Nadie aquí quiere saber sobre las intimidades entre tú y el emperador —dijo Petronilla.

—Pensé que todas lo querían saber —respondió Rosemond con una sonrisa, pero la expresión fría de Petronilla no cambió.

—Estás equivocada —dijo Petronilla secamente—. Y como parece que no sabes nada, te lo aclararé, la reina acepta al emperador sólo en los días señalados. Ella no puede servirle en en todo momento. Ese es el trabajo de alguien de una posición mucho más baja que ella.

La cara de Rosemond se endureció. Petronilla parecía estar insinuando que Rosemond no era nada menos que una prostituta. Sin embargo, la expresión de la concubina se aflojó un poco y ella refutó las palabras de Petronilla.

—Sería una tragedia si ella ni siquiera puede servirlo en los días señalados.

—Lady Phelps —advirtió Patrizia en voz baja. Debería terminar esto rápidamente antes de que empeorara la atmósfera de la fiesta del té. Mientras más se alargará este enfrentamiento, peor sería su propia imagen—. Aun siendo una baronesa, no se puede hablar de la vida privada de la reina.

Rosemond se mantuvo en silencio ante su repentina respuesta.

—¿Correcto?

Rosemond puso una mirada pensativa.

—Quién sabe. Si simplemente lo considera como un problema privado de Su Majestad… ¿no sería un problema de sucesión también?

—No es algo de lo que usted, Lady Phelps, deba preocuparse. Entiendo que estás más interesada en la Familia Imperial debido a tu proximidad con Su Majestad, pero hay una línea que no se puede cruzar. Soy la reina del país, y eso significa que soy la esposa oficial de Su Majestad. ¿Hay una amante en el mundo que pueda disputar a la esposa legal de la casa?

Era una manera educada de decir “La concubina debe mantenerse callada y al margen sobre el tema”, y una sonrisa sincera adorno el rostro de Rosemond. Ella no dijo otra palabra, Patrizia se preguntó si era porque no quería, o no podría, un poco más aliviada suspiró por dentro. Ella trató de mantener su máscara de calma, pero su mente estaba agitada.

En cambio, tomó la delicada taza de porcelana que tenía delante, inhaló el aroma del té varias veces y luego cambió el tema de conversación.

—Ah, ahora que lo pienso, ¿no se va a casar pronto la hija del conde Ayrland?

♦ ♦ ♦

La conversación entre las damas nobles tomó mucho más tiempo de lo que Patrizia esperaba, pero al menos su estado de ánimo mejoró considerablemente, comparado con el inicio de la fiesta.

Sorprendentemente, Rosemond se quedó hasta el final de la fiesta, y aunque intervino con algunos comentarios aquí y allá, todas las mujeres nobles la ignoraron. Por ahora, la posición de Patrizia era más fuerte que la de la concubina, pero sabía que podría revertirse en cualquier momento. Si ella no tenía el favor del emperador, entonces tenía que fortalecer su propio poder. Esa era la única forma en que podía sobrevivir a una trampa o plan de la amante.

Después de la fiesta del té, Petronilla se acercó en silencio a Patrizia. El humor de Petronilla parecía más apagado que cuando la vio por última vez, y miró a su hermana con preocupación grabada en su rostro.

—Hermana, te ves triste. ¿Qué pasa? —pregunto patrizia.

—¿Estás preguntando qué pasa?

Petronilla tembló como si no pudiera creer que su hermana no lo supiera. Patrizia se dio cuenta de que estaba hablando de Rosemond, y le ofreció una sonrisa casual.

—Estoy bien, hermana —dijo Patrizia para tranquilizarla.

—Pero yo no lo estoy, Su Majestad, quiero decir, Riz. ¿Por qué dejas que esto suceda? ¿La concubina es siempre tan irrespetuosa contigo?

—No, fue solo hoy —respondió Patrizia. En realidad, algo similar sucedió hace solo unos días, pero decidió no mencionarlo. Si lo hiciera, también tendría que hablar sobre la actitud del Emperador. Patrizia sonrió y habló con en un tono de voz reconfortante a su hermana.

—Estoy bien. No peleo con Lady Phelps, y habitualmente no se comporta de esa manera.

—Ella se burló de ti en la fiesta, Rizi —dijo Petronilla, con voz temblorosa ante la ofensa.

Patrizia miró a su hermana con una expresión mixta y abrió la boca para decir algo, pero Petronilla fue más rápida.

—¿Hice… hice algo mal, Rizi? ¿No debería haber venido?

—Nilla, eso no habría cambiado la situación. Simplemente estabas parada allí. —Patrizia abrazó a Petronilla.

—Lo prefiero así, hermana.

—Ah… —Las lágrimas que Petronilla había estado conteniendo finalmente se derramaron y corrieron por sus mejillas. Sentía pena por poner en este tipo de dificultades a Patrizia.

Como si Patrizia entendiera los sentimientos de Petronilla, apretó su abrazo alrededor de su hermana.

—Es mi elección. Me ofrecí.

—Rizi…

—Nilla, ¿respetarás mi decisión?

—Voy a… —Petronilla se secó las lágrimas y el corazón de Patrizia se apretó cuando vio los ojos enrojecidos de su hermana.

Patrizia se obligó a sonreír, porque a su hermana quería que ella siempre sonriera.

—Por favor dale saludos a mamá de mi parte y que estoy bien —dijo Patrizia.

El marqués Grochester tenía un resfriado leve y hoy no pudo asistir a la fiesta del té. Petronilla asintió entendiendo, besó la frente de Patrizia y le dio otro abrazo al separarse. Patrizia estaba descorazonada porque solo había pasado poco tiempo con su hermana, y tuvieron que separarse una vez más.

No tuvieron más remedio que esperar.

♦ ♦ ♦

Varios cosméticos fueron barridos violentamente del tocador y rodaron por el suelo. Aunque la alfombra amortiguó su caída, varias de las delicadas botellas de vidrio se rompieron por el impacto.

Al escuchar el sonido, Glara entró corriendo en la habitación.

—¡Mi señora! —Ella jadeó.

Rosemond fulminó con una mirada amenazante a su dama de compañía, luego balanceó la palma con fuerza para abofetearla en la mejilla. Glara retrocedió aturdida.

—¿Qué deseas? —Rosemond respondió enfurecida en un tono de voz peligrosamente bajo.

—Mi señora, ¿por qué tú…?

La cabeza de Glara volvió a girar ante otro impacto. Sus mejillas se hincharon por la fricción, y se aferró a la carne enrojecida con desconcierto.

—Mi La… —Antes de que pudiera terminar, otra bofetada la golpeó y su mejilla comenzó a sangrar. Glara estaba a punto de llorar, pero solo hizo que el temperamento de Rosemond se encendiera aún más.

—¿Quién soy? —gritó ella.

—Una baronesa.

—¡No! —Rosemond gritó como una loca, y Glara se estremeció. A Rosemond no le importó y siguió gritando—. ¡Alguien que no es una reina!

Glara permaneció en silencio, llena de miedo.

—¡Lo sabes ¿verdad?! ¡El rumor debe haberse esparcido por todo el palacio! ¡Cómo fui insultada!

—Oh… —Glara entendió por qué Rosemond estaba actuando de esta forma.

—Dirígete a mí como una reina, Glara. ¿O tambien me trataras como una concubina?

—N-No, Su Majestad —balbuceó Glara. Si ella no apelara a Rosemond ahora, su abuso continuaría. Glara tragó saliva y habló con voz nerviosa.

—Pronto serás reina. Cálmate, majestad. La reina actual no puede tener hijos, así que si esperas un poco más, el dueño del palacio pronto cambiará.

—Esta miserable vida…

Rosemond, que había estado gritando hasta ahora, comenzó a llorar, y Glara suspiró en su mente. Era hora de calmar a la dama ahora, y ella salió de la habitación para tomar un té relajante.

Rosemond, ahora sola en su habitación, miró malvadamente a los alrededores e hizo un voto.

—Sólo esperen y veran. Me convertiré en reina y le devolveré las mismas palabras que escuché hoy. ¡A ambas! —murmuró salvajemente para sí misma como un demonio enloquecido. Tiró de las sábanas lo suficientemente fuerte como para que sus nudillos se blanquearan.

♦ ♦ ♦

Habían pasado diez días desde que Patrizia vio por última vez al emperador. No había estado al tanto de cuantas veces se había reunido, pero se sorprendió una vez que descubrió el hecho. En cualquier caso, era bueno para su corazón no ver su rostro tan seguido.

Sin embargo, poco después de tener este pensamiento, Lucio vino a visitarla.

—¿Qué sucede? —dijo ella sin rodeos. Patrizia inmediatamente quiso saber el propósito de su visita, y no era como si él la visitara para intercambiar bromas de todos modos. Probablemente estaba aquí para exigirle o amenazarle nuevamente. Lucio miró a Patrizia que estaba quieta frente a él, luego volvió la cabeza.

—¿Sabes que tenemos visitantes importantes la próxima semana, verdad?

Ah Patrizia asintió con la cabeza. En una semana, llegará una delegación del Imperio Christa. No conocía los detalles porque no estaba bajo su jurisdicción, pero sabía que se debía a problemas comerciales.

—Lo sé, Su Majestad.

—Ha habido algún cambio en el horario. Se suponía que solo algunos representantes debían visitarnos, pero esta mañana pidieron saber si sus esposas podían acompañarlos. No quiero negarme para mantener las relaciones fluidas, así que ¿puedes atender a sus esposas?

Al final, Lucio vino a verla por trabajo. Le dio todas las cosas buenas a Rosemond, y todo el trabajo molesto y duro a Patrizia. Se quejó por dentro, pero sabía que no había lugar para el rechazo. Este era su trabajo como reina, y si Rosemond hacía esto, disminuiría su propia autoridad como monarca.

—Lo haré —dijo Patrizia asintiendo.

—No debería haber demasiado de qué preocuparse. Ah, y hay una cosa más.

—Dime.

—El Imperio Christa no come carne de cerdo por razones religiosas. Espero que tenga esto en cuenta cuando haga los arreglos para la cena.

Debido a que el símbolo animal del Imperio Christa como dios, era un cerdo, el consumo de carne de cerdo estaba prohibido por la ley imperial para proteger su santidad. No hubo otras restricciones sobre los demás tipos de carne.

Patrizia asintió entendiendo. Lucio le dirigió una mirada crítica, luego abrió la boca para hablar.

—¿Cómo es el trabajo en la Casa Imperial?

3 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 13: No debería haber venido”

  1. Cada vez detesto más a este idiota 😤😤😤

    En fin espero que nuestra niña salga bien de todo

    Muchísimas gracias por el capítulo 🌸💜🌸

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