Dama a Reina – Capítulo 14: Lista de invitaciones sospechosas

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


Patrizia se sintió desconcertada por un momento, debido a la inusual preocupación de su marido por ella. Sin embargo, ella no se ofendió por eso. Si ella hubiera odiado a este hombre a ese punto, estaría en una situación difícil sin importar lo que hiciera. Afortunadamente aún no había llegado a ese nivel.

—Mentiría si dijera que el trabajo no es difícil, pero puedo manejarlo —respondió.

—Es bueno escuchar eso —dijo Lucio con rigidez. La sala quedó en silencio ya que ninguno de los dos tenía nada más que decir.

Aunque Patrizia estaba ligada al matrimonio, él ya tenía una mujer que amaba y no estaba interesado en ella. Lo único que tenían en común era que ambos eran miembros de la Familia Imperial.

—No dejaré que nada empañe el honor de la Familia Imperial y Su Majestad —dijo Patrizia. Al parecer su conversación terminaria de esta manera, ya que el emperador permaneció en silencio.

—Así que no debes preocuparte por eso.

—Muy bien —dijo él luego giró sobre sus talones y se alejó. Ella no se molestó con cumplir la mínima cortesía, y no lo vio irse. Rápidamente regresó a la tarea que estaba haciendo, cuando la puerta se cerró.

♦ ♦ ♦

—¿Las esposas de los representantes también vienen? —expreso Rosemond, sus cejas se alzaron con interés ante la inesperada noticia.

Glara asintió, luego continuó susurrándole al oído a Rosemond.

—Se decidió justo ahora. Originalmente sólo vendría de visita algunos representantes, pero el plan cambió.

Rosemond pensó con cuidado esta nueva información.

—¿El Imperio Christa no come carne de cerdo por razones religiosas?

—Sí. Dicen que su dios está representado por un cerdo —respondió Glara, y su rostro se iluminó como si tuviera una idea—. Mi señora, ¿por qué no lo usas para tu ventaja?

—Eres brillante, Glara. Me conoces muy bien —dijo Rosemond, sonriendo mientras sonreía alegre. Su tono de voz se volvió urgente mientras presentaba su plan—. Obtén el menú de la reina lo antes posible. Descubre cualquier pequeño detalle que puedas. No queda muho tiempo hasta que se supone que lleguen las visitas, así que date prisa.

—Sí, mi señora. Déjamelo a mí.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Rosemond al imaginar un futuro que aún no había llegado.

—Creo que el futuro será bastante explosivo.

♦ ♦ ♦

—Ordené firmemente a la cocina que preparara filetes de carne de res para la cena, Su Majestad.

Patrizia levantó la cabeza de su trabajo.

—Gracias, Mirya.

Mirya la miró con una expresión curiosa.

—¿Qué está haciendo ahora, Su Majestad?

—Estoy escribiendo invitaciones.

—¿Invitaciones?

Patrizia colocó las invitaciones en sus respectivos sobres uno por uno y las selló con el sello de la reina. Luego se los entregó a Mirya.

—Los destinatarios están escritos en el exterior de los sobres. ¿Entregarías algunos de estas, Mirya?

—Por supuesto, pero ¿otra invitación tan pronto? No hace mucho tiempo se celebró la fiesta del té.

—No es una invitación para una fiesta de té, sino para el banquete que se celebrará en unos días. Incluso si es mi responsabilidad, no puedo entregar todas las cartas solo a los más importantes.

Mirya revolvió los sobres y leyó varios nombres en ellos. La marquesa Grochester, la duquesa Vasi, la marquesa d’Avar, la condesa Arjeldo y la duquesa Witherford. Mirya frunció el ceño cuando vio el apellido.

—Su Majestad.

—¿Qué sucede?

—Hay un nombre extraño mezclado aquí —dijo Mirya, sacudiendo la cabeza.

Patrizia inclinó la cabeza. ¿Nombre raro? Mirya miró el sobre y se lo tendió a Patrizia.

—¿Por qué está presente el nombre de la baronesa Phelps?

—Ah —murmuró Patrizia.

Mirya sintió que estaba a punto de estallar de frustración. ¿Su majestad se había vuelto loca?

—¿Cometiste un error? —preguntó tratando de no ser grosera.

—No, no es un error.

—¡Su Majestad! —estalló Mirya de una manera inusual. Patrizia sonrió con calma como si entendiera los sentimientos de la dama de compañía.

—No hay necesidad de ser sensible, Mirya. No es un error, y no es una locura.

Mirya se sonrojó y se aclaró la garganta, y Patrizia continuó, sonriendo débilmente.

—Por supuesto, esta reunión es solo para nobles de un gran linaje y estatus, por lo que sería ofensivo invitar a la señorita Phelps, siendo una baronesa. Sin embargo… ella sigue siendo la concubina del emperador… y tengo algo que mostrarle.

Mirya no tenía idea de lo que podría ser. Desde su punto de vista, era imposible que una baronesa pudiera asistir a ese banquete, y ella habló con voz descontenta.

—Entiendo que desea mostrar su autoridad y dignidad a la baronesa Phelps, pero ese no es el lugar correcto para hacerlo. Más importante aún, ¿cómo puedes invitar a la concubina? ¿Qué pensarían de ti las esposas de los representantes?

Patrizia rio levemente.

—Esa no es una mala pregunta para hacer. Puedo averiguar qué sucede en otros países y pedirles consejo.

—¡Su Majestad! —Mirya gritó entre lágrimas.

La reina no parecía estar bromeando. Mirya nunca esperó que la reina fuera este tipo de persona, pero era como si su personalidad cambiará de la noche a la mañana.

—¿Qué pasa si las cosas no salen como quieres?

—Entonces será cuestión de suerte. ¿No es así?

Mirya se quedó sin palabras ante el sereno comportamiento de Patrizia. La reina solía actuar de manera predecible, pero esta vez estaba siendo demasiado extraña. Mirya tuvo dificultades para comprender las intenciones de Patrizia, pero decidió cerrar la boca ante la inesperada terquedad de la reina. Mirya suspiró brevemente y cambió de tema.

—Ah, por cierto, hoy no vi a lady Raphaella. ¿No suele quedarse a tu lado?

—Ah, no te preocupes. He ordenado algo especial para esta recepción. Quizás regrese a última hora de la tarde. No debes preocuparte —respondió Patrizia—. He estado pensando todo el día y tengo hambre. Mirya, ¿podrías traer algunos bocadillos antes de enviar las invitaciones?

♦ ♦ ♦

Las cartas que Patrizia le dio a Mirya fueron entregadas a sus respectivos destinatarios, Rosemond entre ellos. Rosemond también pensó que la invitación era un error, y aceptó el sobre de Mirya con una mirada perpleja. La expresión en el rostro de la dama de honor que entregó la carta no era desagradable, por lo que tenía que ser cierto.

—¿De que se trata esto, mi señora?

Naturalmente, Glara mostró interés en la carta, y Rosemond respondió con el ceño fruncido mientras abría el sello de la reina.

—Tengo una invitación del Palacio Imperial.

—¿Invitación? Pero la fiesta del té no fue hace tanto tiempo.

—Lo averiguaré cuando lo lea. —Rosemond abrió bruscamente el sobre y leyó la carta. Pronto, las comisuras de sus labios se torcieron y ella comenzó a temblar. Glara miraba nerviosamente, esperando que Rosemond no volviera a ponerse histérica.

—Ah, jajajaja.

Glara miró a Rosemond riéndose una vez más como una loca. Esperaba que lo que sea que estuviera en la carta no fuera una provocación.

—¿Qué hay en la carta, mi señora? —Glara preguntó con cuidado.

—Jajaja, Glara. Dios mío, mira esto. —Ella alegremente le lanzó la invitación. Glara atrapó el papel con una expresión desconcertada y leyó su contenido. Pero ella no se rió como Rosemond.

—Has sido invitada al banquete.

—Que pequeña reina tan impertinente. ¿Quiere recordarme mi situación frente a todos? —Rosemond le arrebató el papel a Glara con una sonrisa fría y lo rompió en pedazos—. Iré.

Tenía que ver qué pasaría. Una sonrisa venenosa se extendió por su rostro al pensar en la diversión que tendría.

Glara también sonrió y habló.

—Me ocupe de todo lo que pediste, mi señora.

—Bueno. —Rosemond esparció los trozos de papel en el suelo y los pisó con enojo, como si se tratara de la misma Patrizia.

4 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 14: Lista de invitaciones sospechosas”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido