Dama a Reina – Capítulo 16: Cállate

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


¿Qué está pasando?

El rostro de Rosemond se endureció cuando saboreo la comida. Lo masticó varias veces más para asegurarse de que lo que estaba experimentando no estaba mal. El bistec no sabía a cerdo. Se puso otra pieza en la boca con una mirada incrédula. Todavía sabía a carne de res. Sus cejas se fruncieron mientras juzgaba la situación.

Tal vez solo recibió un filete de res, y los filetes de cerdo fueron servidos a las distinguidas invitadas. Sin embargo, las mujeres que probaron los filetes parecían satisfechas.

—Oh, tal como dijo Su Majestad, el bistec es delicioso. No sabía que la carne del Imperio Mavinous podía saber tan bien.

—Me alegra que lo disfrute. ¿Es de su agrado, duquesa Verica?

—Sí, su Majestad. Gracias por preguntar. No he comido carne como esta en mucho tiempo.

Las invitadas estaban disfrutando de sus filetes de res, y ni una sola persona en la habitación se enojó al comer un filete de cerdo. El rostro de Rosemond palideció al darse cuenta, y Patrizia la miró con una expresión curiosa en su rostro.

—Baronesa Phelps, ¿qué pasa? Te ves pálida —dijo Patrizia.

—A-Ah… no me siento bien. Perdón, Su Majestad.

La mirada de Rosemond, era de confusión.

—Oh, lamento escuchar eso —dijo Patrizia con voz generosa—. ¿Por qué no sales y tomas un poco de aire? Vuelve cuando te sientas mejor.

—Entonces, por favor discúlpame. —Rosemond ocultó su vergüenza tanto como fue posible, y con calma salió de la habitación.

Patrizia observó a la concubina irse con una mirada aguda, luego se volvió para entretener a sus invitadas.

⧫ ⧫ ⧫

Rosemond pisoteó sus pies mortificada por el desastre.

—¿Qué demonios pasó? —Ella rugió a Glara, que la había acompañado—. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué resultó así?

—M-Mi señora… No lo sé. Hice todo lo que me ordenaste. Incluso vi la carne de cerdo ser intercambiada por la de res con mis propios ojos. —Glara también estaba molesta. Verificó dos veces todo lo que Rosemond le ordenó que hiciera hasta el último minuto. No se pasó por alto un solo detalle. Pero entonces, ¿por qué…?

Glara miró suplicante a Rosemond.

—Lo siento mucho, mi señora. No sería descuidada con tus órdenes. Debe ser… debe ser…

—Entonces, ¿por qué salió mal? ¿Podría alguien haber cambiado el cerdo con la carne de res en tan poco tiempo?

—Sí —dijo una tercera voz, y Rosemond y Clara dejaron de hablar. Se volvieron hacia el sonido de la voz y vieron a la reina Patricia acercándose a ellas con una expresión fría como una piedra en su rostro.

Rosemond enderezó los hombros.

—¿Por qué estás aquí en lugar de entretener a las invitadas, Su Majestad?

—Les dije que tenía un asunto que atender. No tardaré mucho de todos modos.

—Entonces puedes seguir haciendo sus negocios —dijo Rosemond con una sonrisa. Patrizia le devolvió la sonrisa, pero luego su rostro se contorsionó furiosamente, levantó la mano y la agito con fuerza contra su mejilla.

Debajo de la luna llena, el sonido áspero de la fricción rasgó la oscuridad. Rosemond miró a la reina con una mirada incrédula, su mano envolvió su mejilla maltratada. Rosemond se estremeció de ira y miró a Patrizia como si fuera a matarla.

—¡T-Tú!

Nuevamente agitó la mano, Patrizia volvió a abofetear a Rosemond sin dudarlo un momento.

—Estás loca, Rosemond. Debe haber perdido la cordura en el momento en que te convertiste en concubina.

—¿Qué? De verdad…

Fue el tercer golpe. Rosemond apretó los dientes mientras sostenía su mejilla completamente roja, pero se negó a dejar escapar un solo gemido de dolor.

—¿Estás tan demente, Rosemond? Bueno, es normal, provienes de una familia inferior, y entiendo que no recibieras una educación adecuada en el hogar. ¿Pero no deberías saber respetar la Luna y el Sol del Imperio? Un niño de diez años lo sabe. ¿Por qué no lo sabes tú?

Por cuarta vez, volvió a golpearla.

La sangre comenzó a fluir de la mejilla de Rosemond y manchó la palma blanca de Patrizia. Patrizia la miró descuidadamente y luego se la limpió en el vestido rojo. No había planeado que esto sucediera, pero el rojo terminó siendo adecuado para la situación. Se ajustó el vestido con la otra mano.

—Todavía no conoces tu lugar. En serio, Rosemond. Todavía necesitas educación.

Rosemond permaneció en silencio.

—Te diré esto solo una vez, así que escucha. Soy Lady Patrizia Lyla le Grochester, emperatriz del Imperio de Mavinous, fiel esposa del emperador a quien dices que amas y futura madre real de este país.

—Ja, madre real… no me hagas reír…

—Tú, por otro lado… eres Rosemond Mary la Phelps, baronesa del Imperio Mavinous, una mujer al lado de mi esposo, Su Majestad el emperador. Al mismo tiempo, tú eres su juguete y el mio. ¿Lo entiendes?

—Yo no, Su Majestad.

Patrizia volvió a mover la palma de su mano, pero esta vez no alcanzó su objetivo La mano de Rosemond atrapó la muñeca de Patrizia, mientras que su otra mano acunó su mejilla sangrante.

—No entiendo, Su Majestad —dijo Rosemond con una sonrisa burlona—. No entiendo el hecho de que soy tu juguete, ni que eres la madre de este imperio.

Patrizia la miró con una mirada fría.

—Está bien, Rosemond. Puede ser difícil de entender ya que eres ignorante. Entiendo, y no te preocupes demasiado. Esas son cosas que aprenderás más adelante en la vida.

Patrizia retiró la muñeca y, con la otra mano, rozó la mejilla herida de Rosemond. Rosemond apartó la mano de Patrizia, pero la reina la miró con una expresión suave.

—Incluso si no quieres aprender, lo harás y no dirás nada más.

—Estás demasiado confiada, Su Majestad. ¿Qué te hace creer que una reina sin el amor de un emperador tiene algún poder?

Las palabras de Rosemond no estaban equivocadas, pero Patrizia ocultó su ira detrás de una sonrisa. Rosemond sintió su furia, sin embargo, y sonrió aún más. Lo que ella dijo era innegable, incluso para la reina Patrizia. Sin embargo, la alegría de Rosemond pronto se vio interrumpida por las siguientes palabras de Patrizia.

—La reina no es lo mismo que una concubina, Rosemond. Como dije antes, puedo ganar poder sin usar mi cuerpo como tú. Si todo el poder se concentrara en la amante favorita del emperador, este país se arruinaría.

Ella no respondió, enojada por la verdad en su comentario.

—Lo sabes, ¿no?

Eso era cierto. Gobernar un país no era un trabajo fácil. Durante mucho tiempo, el Imperio Mavinous fue capaz de preservar el imperio y proteger la dinastía porque no estaba gobernado por las tentaciones de los emperadores. Había un límite para que una concubina podía intervenir. El Imperio Mavinous le dio a la reina el mismo poder que al emperador para evitar tal corrupción.

Así eran las cosas. Rosemond lo entendía mejor que nadie, y por eso deseaba convertirse en reina. Si Lucio muriera y alguien más se convirtiera en emperador, probablemente tendrían poca simpatía por ella, especialmente si la reina actual todavía estaba viva. La concubina, que una vez monopolizó el amor del emperador, tenía poca protección para sí misma.

—Para que hagas esto esta noche. Qué impertinente, irrespetuoso, vulgar… —Patrizia murmuró con voz enojada. Se enteró de la trama cuatro días antes de que se celebrará el banquete. No se dio cuenta de que monitorear cuidadosamente los movimientos en el Palacio Bain sería muy útil. Patrizia inmediatamente ordenó a Raphaella que descubriera más de la conspiración de Rosemond e informará al chef que almacenara la carne en un lugar secreto.

Cuando Patrizia se enteró del esquema de Rosemond, se sorprendió bastante. Sabía que la concubina trataría de derribarla, pero no esperaba que lo planeara tan rápido y audazmente. Al menos Patrizia lo descubrió temprano y pudo evitar su ataque.

Y aún así, Patrizia culpó a su propia complacencia. Casi caminó directamente hacia una trampa. No se trataba solo de ella, y si algo malo hubiera sucedido, la alianza entre los dos imperios podría haberse puesto en peligro. Cuando se dio cuenta de la gravedad de las consecuencias, se sintió profundamente avergonzada.

Sin embargo, la ira que Patrizia sintió hacia sí misma, se multiplicó por diez hacia Rosemond.

—Las concubinas han ideado todo tipo de formas de ganarse el amor del emperador, pero al menos no han hecho nada para dañar al país. ¿Qué vas a hacer tal cosa? Esto podría haber sido un desastre internacional.

—No sé de qué estás hablando, Su Majestad. —Rosemond de repente cambió su postura. Ella sabía que la situación actual no estaba a su favor.

Patrizia se echó a reír, pero después de que terminó su rostro se puso frío.

—No pienses en salirte con la tuya, Rosemond. ¿Estabas tan desesperada por derribarme? ¿Suficiente para hacer este movimiento irracional? Eres aterradora, querida.

—Si lo sabes, entonces pásame el asiento, Su Majestad. Entonces no tendría motivos para tocarte.

—No lo creo. Sabes que dejar el trono significa la muerte en este país.

No había límites de términos nobles en este país, y la única forma de abandonar la posición era la muerte. En otras palabras, uno podría ser depuesto si cometiera un pecado lo suficientemente grave como para ser sentenciado a muerte. Patrizia nunca podría resolver esta situación limpiamente. En cierto modo, fue una pena. De lo contrario, no se opondría a aceptar la oferta de la concubina.

—Ríndete, Rosemond. Entonces, al menos, el emperador pensará en ti amablemente cuando estés muerta. Eso es todo lo que puedo darte…

—Cállate, Patrizia.


Kiara
Espero no ser la unica que se divertio con la escena de las cachetadas.

10 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 16: Cállate”

  1. Ja ja ja ja ja ame que le diera las cachetadas uggg es un arpía sin escrúpulos 😤😤😤😤😤

    La detesto y ahora más…

    Muchísimas gracias por el capítulo 🌸💜🌸💜

  2. JAAJA que poderosa mujer, Rizi está en otro nivel, la manera en la que se comportó y se dirigió a Rosemond, además de las palabras que usó me dejaron sorprendida, por otro lado, Rosemond está desquiciada, su ambición no tiene límites

    1. Como disfrute esta maravillosa lectura, en serio que se vio espectacular Rizi, me encanta esta protagonista que si se sabe defender y poner en su lugar a la otra.

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