Dama a Reina – Capítulo 36: Pecado que merece la muerte

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—¿Dama Raphaella? ¿De qué se trata? —preguntó Patrizia. Las únicas dos personas que podían acercarse a ella así eran Raphaella y Petronilla.

—Te ruego que me perdones, majestad. He cometido un pecado que merece la muerte.

—Raphaella —suspiró Patrizia. Tenía la sensación de lo que Raphaella iba a decir cuando dio un paso adelante. Pero Dios mío, esto fue una reacción. Patrizia se dirigió a ella con una voz seria pero gentil.

—Entiendo que estás tratando de decir. Pero no es tu culpa. Fui yo quien dijo que quería estar sola, y era casi imposible que me encontraras en esa situación. No hay necesidad de una disculpa.

Raphaella sacudió la cabeza enfáticamente.

—Pero… aún así debería haberte seguido, incluso si no lo supieras. Eso es lo que debería haber hecho como caballero de la reina.

—No estas equivocada. Pero te ordené que no me siguieras, y seguiste mis órdenes fielmente. No fue un acto de negligencia de tu parte, sino un error mío. De hecho, Patrizia era la lamentable.

Raphaella inclinó la cabeza y habló en voz baja.

—De ahora en adelante… Prometo nunca permitir que el daño toque ni siquiera uno de los cabellos en tu cabeza, mi reina. Yo, Raphaella le Bringstone, juro por el honor del marqués Bringstone.

—Por favor, ponte de pie, Ella —dijo Patrizia con una voz ligeramente elevada. La razón por la que Patrizia era amable con Raphaella, es por que ademas de ser un caballero fue una amiga honorable y leal en la última vida. Ella dio todo por Petronilla, e incluso enfrentó una muerte cruel… ¿moriría de nuevo un Grochester en esta vida? Patrizia miró a Raphaella con ojos sombríos y con el corazón angustiado. Ella asintió levemente.

—Entonces quizás… necesitaré mucha ayuda para descubrir la verdad detrás de esto, Ella. Si realmente lo sientes… ¿puedes ayudarme?

—Con alegría. Con todas mis fuerzas.

Había tristeza en los ojos de Patrizia incluso mientras sonreía a su amiga.

♦ ♦ ♦

Las reuniones del consejo se llevaron a cabo todos los días. La asistencia era opcional, técnicamente hablando, y no muchos emperadores asistían a las sesiones diarias regularmente. Lucio, sin embargo, fue uno de esos pocos emperadores diligentes.

—La reina regente ha llegado.

Ante esas palabras, la puerta de la sala del consejo se abrió y todos se levantaron de sus asientos. Patrizia se dirigió imperiosamente al frente de la habitación y se sentó, después de lo cual todos los otros nobles se sentaron. Ella comenzó la reunión con una breve introducción.

—Como saben, Su Majestad todavía está en coma. Según la ley imperial, serviré como su representante ante la autoridad hasta que despierte. Si hay algún noble que tenga una objeción, hable ahora.

Por supuesto que nadie habló. Patrizia inmediatamente siguió adelante.

—Pospondré las decisiones más importantes tanto como sea posible. No sé cuándo despertará Su Majestad.

Un noble se atrevió a levantar su voz.

—Pero Su Majestad, ¿qué pasa con el comercio con los magos? Piden una respuesta inmediata sobre las tarifas.

—Intentemos retrasar las cuestiones diplomáticas tanto como sea posible. Si los magos tienen oídos, habrán oído hablar de nuestra situación, y si no los tienen, podemos usarlo como justificación para nuestra respuesta tardía. Mientras más tiempo usemos para tomar nuestras decisiones, mayor será la calidad de los resultados.

—Sí, Su Majestad. Les informaré.

Lucio era un emperador diligente, por lo que no había tantos problemas urgentes que Patrizia tuviera que resolver de inmediato. Admiraba internamente su ética de trabajo, luego pasó al siguiente tema.

—Hay una gran sequía en la parte noroeste del país, y los informes dicen que el daño es significativo. Los señores locales están pidiendo ayuda. ¿Cuánto podemos ofrecerles?

Otro noble habló. Era el vizconde Filis, que trabaja en el ministerio de finanzas.

—Su Majestad, con el debido respeto, el tesoro imperial tiene pocos fondos en este momento. Las inundaciones en el sureste han costado mucho dinero, y ha habido invasiones frecuentes desde el norte. Si gastamos dinero en ayudarlos, nos pondrá en una situación financiera precaria.

—¿Entonces no tenemos dinero para ayudar, vizconde?

El vizconde Filis sacudió la cabeza, ya que todavía estaban cargados de grandes gastos.

—Nadie puede garantizar lo que sucederá, pero el Tesoro Imperial actualmente no tiene fondos suficientes. Enviar ayuda vaciará los cofres. Los ingresos son fijos, pero el gasto siempre es alto, así que por favor use un juicio prudente.

Patrizia lo pensó por un momento. El dilema se basaba en la falta de dinero, pero había que proporcionar alivio.

—Entonces debemos proporcionar ayuda mientras usamos la menor cantidad de dinero posible del tesoro… y solo sé de una manera. ¿Está equivocada mi línea de pensamiento?

Ya no era posible gravar a la gente. El Imperio Mavinous ya impuso altos impuestos a sus súbditos, y si los aumentaba aún más, podría conducir a una rebelión. Una pequeña rebelión era fácil de suprimir, pero cualquier malestar era malo para el imperio. Los ojos de Patrizia recorrieron los nobles de la habitación.

—A mi juicio, no tengo más remedio que recaudar impuestos de la nobleza. ¿Cuáles son sus opiniones?

La tesorería ya tenía poco dinero y todavía había más gastos que cubrir. ¿No deberían aquellos con una riqueza masiva pagar un poco en oro? Los nobles del Imperio Mavinous actualmente no pagaban impuestos, y Patrizia pensó que este sacrificio por ellos era natural si realmente se preocupaban por el imperio. Por supuesto, la nobleza puede pensar de manera diferente. La familia imperial y los nobles no siempre estaban alineados.

—Su Majestad, esa no es una mala idea. Sería más fácil compartir la carga si se extiende a todos los nobles.

—Estoy de acuerdo, Su Majestad.

Sin embargo, los nobles estaban ansiosos por aceptar, ya que querían ganarse el favor de la nueva regente. Patrizia sonrió internamente, guardando los nombres y rostros de quienes simpatizaban con ella. Estaba segura de que podría usarlos algún día.

—Muy bien entonces. ¿Están todos de acuerdo? —dijo ella con calma.

—Su Majestad —alguien interrumpió. Trató de adivinar quién era, y giró la cabeza hacia la voz. La revelación la sorprendió.

—Duque Ephreney. —El duque se levantó para hablar—. La nobleza del Imperio Mavinous no paga impuestos. ¿Vas a romper esa larga tradición?

Incluso mientras hablaba el duque Ephreney, no parecía enojado. Patrizia sintió que había una razón más fuerte para que se opusiera al tema, y ​​ella le pidió una explicación.

—¿A qué te refieres con romper la tradición, duque? Esa no es una caracterización justa. Esto se basa en el hecho de que el imperio se encuentra en una mala situación financiera, y los nobles pueden permitirse compartir la carga juntos. No pretendo romper la tradición. ¿Cómo podemos llamarnos imperio si no compartimos tales dificultades?

—Puede ser una situación temporal, pero en algún momento, se esperará que la nobleza pague impuestos.

—Los nobles del ministerio de finanzas conocen la situación financiera del imperio mejor que nadie. Si esto vuelve a suceder en el futuro, la pregunta será la misma ahora. ¿Qué es lo que te preocupa?

—¿Qué pasa si esta situación temporal crea una medida permanente? —El duque discutió—. No será una molestia para los nobles superiores, pero los nobles inferiores pueden oponerse a esta medida.

—Recaudaremos impuestos según la riqueza, por supuesto. Un noble más rico pagará más, y un noble menor pagará menos. Entiendo que otros países también usan un sistema tributario progresivo —explicó Patrizia pacientemente—. ¿Me equivoco, duque?

—En absoluto, Su Majestad. Tienes razón —intervino el vizconde Filisteo, y Patrizia se sintió animada por su apoyo.

Ella continuó.

—Entonces, duque, ¿cuál es tu punto? ¿Significa esto que la familia imperial debe cubrir todos los costos incluso cuando el tesoro está vacío?

—Bueno… —comenzó el duque Ephreney.

—Entonces dime, duque. No me gustan las críticas sin tener opciones alternativas. Si tiene una idea más adecuada, seguiré su consejo sin una palabra de oposición. Sin embargo, creo que es irresponsable objetar imprudentemente sin sugerir ninguna alternativa. ¿Un duque del Imperio no tiene ese concepto?

—Me disculpo, Su Majestad. No estaba pensando correctamente.

Patrizia miró al duque Ephreney y luego volvió a hablar.

—En el futuro, cuéntame otras opciones disponibles. Siempre estoy lista para aceptar si es la elección correcta. Pero en la situación actual, el hecho de que los nobles no compartan la carga puede conducir al colapso del imperio. ¿Deseas eso, duque?

—Por supuesto que no, Su Majestad. Soy leal al Imperio Mavinous, y no quiero ese resultado. Me faltaba el pensamiento.

Patrizia volvió a dirigir una mirada al duque. No todos tenían que estar de acuerdo con ella, pero si el Imperio estaba en riesgo, no se podía garantizar ningún estatus especial. La política, por su propia naturaleza, era una lucha feroz para garantizar el propio interés personal. La disposición a hacer sacrificios sin quejas surgió de una visión amplia para el futuro. Para Patrizia, era extraño que el duque Ephreney se opusiera a sus palabras sin ofrecer alternativas.


Kiara
Patrizia da lo mejor de ti, ante este consejo donde hay un enemigo que te acecha y la nobleza si que vive bien, esos hijos de la... no pagan impuesto y los pobres partiendose el lomo para pagarlo, desde mi punto de vista es una maravillosa idea.

2 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 36: Pecado que merece la muerte”

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