Dama a Reina – Capítulo 4: Comienza el primer desafío

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


¿Cuál era el tema? Era…

—Tienen tres horas para bordar algo que exprese sus sentimientos.

Fue un desafío de bordado. Patrizia casi sonrió al reconocer que era el mismo tema que hace tres años. Ella lo había anticipado, pero había cierta satisfacción en que una predicción se hiciera realidad.

Ella se sentó en su lugar asignado y reflexionó sobre qué coser. Tenía talento para la costura, a pesar de que no lo disfrutaba mucho. Además, no necesita presumir aquí. A fin de cuentas ella quería perder para dejar este lugar, no quedarse aquí.

Las otras cuatro candidatas ya estaban enhebrando sus agujas como si hubieran decidido qué crear, pero en cambio Patrizia no tenía prisa, solo estaba sentada allí, pesando lentamente en qué debía hacer para no llamar la atencion.

Durante un segundo miró al emperador. Se suponía que no debía verlo, pero nadie se dio cuenta por la distancia.

Lucio era el hombre que había ordenado, sin emoción, que ella y su familia fueran asesinados. Tenía un rostro apuesto y esculpido, cabello oscuro y ojos tan profundos como lagos. Se preguntó si estaba pensando en su amante Rosemond, que debía estar escondida en algún lugar del palacio. Patrizia lo miró por un tiempo antes de volver lentamente la cabeza. No tenía sentido seguir mirándolo.

El tiempo seguía corriendo, y ella necesitaba bordar algo. No quería tratar la tarea como una broma, pero no podía pensar en nada. Un suspiro salió de sus labios, y tomó la aguja con el ceño fruncido.

Tres horas después, las damas de honor recogieron los aros de bordado de las cinco candidatas a reina. Ahora que el desafío terminó, solo faltaba la presentación.

Como el orden estaba determinado por el título del padre, la hija del duque Vasi iría primero, seguida por la del conde Arjeldo, el marqués d’Avar, el marqués de Grochester y, finalmente, el marqués de Bringstone.

Vasi bordo una flor rara del Imperio Mavinous que tiene una duración más corta, mientras que Bringstone bordo una espada que representa a su familia militar. La hija de la familia d’Avar bordo un laurel que simboliza la victoria.

—Lady Grochester, por favor presente su bordado.

Patrizia había bordado flores de lavanda. Cuando la duquesa Ephreney le pidió que explicara por qué, ella respondió sin ningún ápice de sinceridad.

—Borde está flor, por que quiero ser el que traiga el aroma a Su Majestad al igual que la lavanda.

Fue una breve explicación en comparación con las elocuentes presentaciones de las damas anteriores, y la duquesa Ephreney parecía desconcertada antes de asentir en silencio. La molestia revoloteó por la cara de la duquesa, antes de pensar en algo más y se volvió hacia lady Arjeldo.

Mientras tanto, Patrizia se sintió herida en su interior. No había ninguna razón especial por la que eligió bordar lavandas. Simplemente no podía pensar en un tema adecuado para la tarea, y recordó el perfume de lavanda que Petronilla siempre usaba. Patrizia no quería mostrar demasiada sinceridad de todos modos o causaría problemas, pero pensó que su desempeño era lo suficientemente competente.

El emperador no sabía lo que pasó con Patrizia en su vida anterior, y no sabría el significado de las flores de lavanda, y mucho menos el hecho de que a Petronilla le gustaban.

Ahora que lo pensaba mejor, la lavanda, tenía una gran cantidad de significados diferentes. Fidelidad, expectativa, silencio, esperanza de una respuesta y por sobre todo una deliciosa fragancia.

Patrizia sonrió amargamente, pensando cómo estas palabras encajaban con su hermana hasta el final. Petronilla fue fiel al emperador y siempre lo esperó. Ella había usado la fragancia con la esperanza de obtener una respuesta de su esposo.

La duquesa Ephreney terminó de interrogar a cada una de las candidatas a reina e interrumpió a Patrizia de sus pensamientos. 

—Todas ustedes han trabajado duro. Todas las candidatas a reina son libres de irse.

Patrizia se volvió hacia la puerta. Ella no sería igual que su hermana. Incluso si se convirtiera en reina debido a la mala suerte, no mantendría su fidelidad ni esperaría ver al emperador. Quizás el final de todos podría ser una comedia.

—Rizi.

Una voz familiar llamó a Patrizia, se detuvo al instante. Se dio la vuelta con una sonrisa y pronunció el nombre de la otra dama.

—Raphaella.

—Tus flores eran hermosas. Tu costura es excepcional.

La mujer que se acercó con una sonrisa amistosa fue Raphaella, la hija del marqués Bringstone. Ella era la única compañera en la sociedad en quien Patrizia podía confiar las profundidades de su corazón. Aunque Raphaella era un año mayor que ella, ignoró las reglas jerárquicas porque quería ser su amiga.

Patrizia asintió ante la llegada de Raphaella. 

—Elador. Bonita espada. No, es Eldorado, ¿verdad? —dijo ella.

Eldorado era el nombre de la espada de Raphaela.

Raphaella se rió un poco. 

—Tienes una buena vista, aunque todos lo habrían terminado descubriendo. Por cierto, me sorprendió que escogieras venir en lugar de Nilla. Pensé que de las dos eras a quien más le disgustaba la Familia Imperial.

Eso era cierto. Una delgada sonrisa apareció en el rostro de Patrizia, pero ella se reprimió y dijo: 

—Así es.

—Entonces, ¿por qué estás aquí? —preguntó Raphaella.

—Yo solo… solo pensé que sería mejor que enviar a mi hermana.

Raphaella sonrió, como si estuviera de acuerdo con Patrizia. A fin de cuentas era cierto, Patrizia era más adecuada para esta posición que Petronilla, independientemente de su aversión por ella. A Raphaella tampoco le gustaba mucho el lugar, y no tenía interés en el asiento de la reina. Tenía veinte años y era la única hija del marqués Bringstone.

—Solo quería fallar, por eso usé la espada a propósito —explicó Raphaella—. Incluso si parecía un poco retorcido, Su Majestad no querría casarse con una mujer que lo golpeara con una espada.

En verdad, no importaba si una candidata reina empuñaba o no una espada. Lo que importaba era que el corazón del emperador ya pertenecía a otra mujer. Sin embargo, Patrizia no podía decir esto en voz alta, así que simplemente se rió y siguió el juego.

—Igual yo, también quiero irme a casa en una semana.

—Rizi, tú y yo tenemos la misma oportunidad. —Raphaella se volvió más emocionada—. Si te conviertes en reina, ¿puedo ser tu caballero? Eso también sería divertido.

Patrizia sonrió en silencio esta vez. Raphaela había servido como caballero de la reina Petronilla en la última vida. Raphaella era una sirvienta fuerte y obediente, pero había tenido un final trágico cuando un asesino entró en el palacio, para asesinar y murió salvando a su reina.

Patrizia se mordió el labio al recordarlo. Raphaella se dio cuenta y colocó su mano sobre la boca de Patrizia.

—Ah… —Patrizia jadeó.

—No te muerdas el labio, Rizi —reprendió Raphaella—. Te lastimarás.

La sonrisa y la naturaleza cariñosa de Raphaella eran las mismas que en la vida anterior. La joven no había cambiado, al igual que el hecho de que el emperador amaba a Rosemond no había cambiado. Patrizia trató de darle una sonrisa tranquilizadora.

—No quiero que te lastimen por mi, ella.

—Alguien sin guardia siempre saldrá lastimado. Si me convierto en tu caballero, no sería tan malo morir para protegerte.

—¡Ella! —Patrizia gritó de angustia, pero Raphaella simplemente sonrió.

—Estoy bromeando, Rizi. ¿No crees en mis habilidades? —dijo a la ligera.

—No digas eso. Se supone que serás la jefa de la familia Bringstone.

La cara de Patrizia se puso blanca cuando los horribles recuerdos de la última vida pasaron por su mente, pero Raphaella sonrió juguetonamente y jaló a Patrizia en un abrazo sofocante.

—Es una broma. Por Dios, no puedo decir nada delante de ti.

Raphaella revolvió el cabello de Patrizia y sonrió como si estuviera contando un secreto.

—Vamos a mi cuarto. Mi dama de compañía hace un té delicioso.

Patrizia aceptó.

♦ ♦ ♦

Tres días después, comenzó la segunda prueba. Patrizia llegó al sitio, sintiéndose igual que el primer día. En cierto modo, incluso si lo hiciera mal, todavía la beneficiaría.

—Esta es la segunda prueba. —El duque Witherford fue el locutor de este desafío. 

Una vez más, Patrizia se sacudió el cerebro en busca de información de su vida pasada. 

¿Cuál fue la segunda tarea? Ah, cierto. 

Tenía que encontrar la respuesta a un acertijo en tres horas. No podía recordar cuál era el acertijo, pero no importaba, ya que ni siquiera quería adivinar en primer lugar.

—Esta es una pregunta que el primer emperador del Imperio Mavinous le hizo a la primera reina. ¿Qué es como un cordero cuando se trata de ti, como un halcón cuando roza contra ti y como una roca cuando ha pasado por ti?

—Tienen un total de tres horas para encontrar la respuesta a la pregunta. No importa el método que elijan, también pueden usar la biblioteca Imperial.

Desde que Patrizia ingresó al palacio como candidata a reina, no se había tomado las pruebas en serio, pero tenía que demostrar al menos un poco de competencia. Después de reflexionar por un momento sobre a dónde ir, decidió ir a la biblioteca para ocupar su tiempo. La biblioteca imperial tenía acceso restringido y muchas personas no la visitaban a menudo.

Patrizia entró en la biblioteca silenciosa, y una mujer que parecía ser la encargada de cuidar el lugar la saludó. Sin embargo, miró el vestido blanco de Patrizia y luego se dio la vuelta.

Apenas había un sonido en la biblioteca. ¿Era Patrizia la única que estaba allí? Ella contempló por un momento qué hacer, luego decidió dirigirse hacia la sección de historia.

Un libro en el estante superior le llamó la atención. Aunque no era baja, tuvo que levantarse sobre los dedos de los pies y estirar la mano para alcanzarla. Sus largos dedos arañaron el libro, hasta que finalmente logró sacarlo.

—¡Ah!

Varios otros libros cayeron del estante y cayeron al suelo con un ruido fuerte. El corazón de Patrizia se detuvo al pensar que de alguna manera estaba en problemas, pero no pasó nada. Quizás el bibliotecario estaba demasiado lejos para escuchar.

Patrizia se agachó para agarrar los libros, y cuando intentó ponerse de pie, vio a alguien que le tendía un libro.

—Oh, gracias —dijo ella automáticamente.

Ella aceptó el libro y levantó la cabeza. Cuando sus ojos se encontraron con la persona frente a ella, su expresión se endureció de inmediato.

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