Dama a Reina – Capítulo 61: La reina es demasiado despiadada

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Antes de que Patrizia pudiera decirle a Mirya que dejara entrar a la mujer, Rosemond entró con el rostro rojo de furia. Cansada de la arrogancia e insolencia de la concubina, Patrizia sintió la necesidad de señalar tal comportamiento.

—Solo tú te atreverías a mostrar una falta de respeto tan flagrante dentro del Palacio de la Reina.

—¿Qué hice para que dijeras eso, Su Majestad? —Rosemond se burló.

—Me refiero a tu completa falta de modales —dijo Patrizia con frialdad—. Parece que necesitas urgentemente una educación de etiqueta.

Al escuchar las palabras de Patrizia, Rosemond no pudo contenerse.

—La que necesita una lección de modales eres tú, reina.

—¿Yo? —dijo Patrizia con falsa incredulidad.

—Sí, Su Majestad. —La voz de Rosemond se volvió helada—. ¿Por qué recortaste el presupuesto para el Palacio Bain?

—Ah.

Patrizia sospechaba que esto ocurriría, pero al ver de qué se trataba su visita, se sentía más extraña de lo que pensaba. Ella se aclaró la garganta y dijo:

—¿Hay algún problema?

—¿Qué pasa con este repentino recorte de gastos? Incluso si me han despojado de mi título de baronesa, sigo siendo amante del emperador.

—Así es, eres la amante no oficial de Su Majestad. No hay una sola disposición en la ley imperial que exija un presupuesto para la amante del emperador. Simplemente se volvió costumbre otorgarle uno.

Rosemond entrecerró los ojos.

—Entonces tengo una curiosidad dolorosa por qué de repente ignoras estas costumbres y actúas tan dogmáticamente.

—¿No es obvio, lady Rosemond? Ahora no eres más que una dama del Palacio Bain, como dijiste, ya no tienes el título de baronesa. Como encargada de los asuntos del interior, es mi deber reducir esos gastos innecesarios.

Patrizia puso una expresión de disgusto y continuó.

—No solo eso, sino que incluso te he permitido entrar bruscamente a mis aposentos sin ningún otro anuncio formal. Ya te he mostrado, a ti la mera hija de un barón, más que suficiente respeto como concubina del emperador.

—¿Acabas de referirte a mí como la simple hija de un barón? —Rosemond preguntó con una sonrisa antes de continuar—. Pero Su Majestad, lamento informarle que ya no soy la hija de un barón, no tengo ninguna conexión con ese título y apellido.

Patrizia levantó una ceja.

—¿Qué quieres decir con eso?

Rosemond tenía una mirada triunfante en su rostro.

—Mis padres han renunciado a su autoridad parental sobre mí. Pronto me convertiré en la hija adoptiva del duque Ephreney, esto significa que ya no soy la mera hija de un barón como tú dices, sino la hija de uno de los tres duques del imperio.

—¿Algo más? —expreso Patrizia con una expresión aburrida.

Rosemond frunció los labios, incapaz de ocultar su molestia

—Te estoy diciendo que detengas este tratamiento insultante.

—¿Cuándo te insulte, lady Rosemond? No me importa si eres hija de un barón o un duque. Independientemente de lo que seas, sigo siendo la dama más noble de la tierra y, como la reina de este reino, no hay otra dama por encima de mí. ¿Crees que debería pensar en cada palabra que dices?

Desafortunadamente para Rosemond, cada palabra que Patrizia dijo era cierta.

Patrizia continuó.

—En cualquier caso, son buenas noticias para ti. Felicidades, lady Rosemond. He oído que el duque Ephreney es bastante rico. Como tal, esa es una razón aún más para no aumentar los fondos para el Palacio Bain. En todo caso, debería reducirlos aún más.

—¡Su Majestad!

—No me levantes la voz, lady Rosemond. Si quieres convertirte en hija de un duque, entonces debes mantener los modales y la dignidad de uno. Antes de formar parte de la familia de un duque, primero deberías aprender los modales de la nobleza. Si es demasiado vergonzoso para ti preguntarle al duque Ephreney, entonces estaré encantada de hacerlo.

—No, eso no será necesario, Su Majestad —respondió Rosemond, su cuerpo temblaba de furia reprimida—. Mi padre ya me prometió un maestro. No necesito tu misericordia.

—Es bueno escuchar eso. Es impropio para una reina tener que preocuparse por tales pequeñeces.

—Si eso es todo lo que querías decir, entonces vete. Tengo muchas cosas que hacer ahora.

Con esas palabras, Patrizia llamó a las damas del palacio. Entraron en la habitación, preguntando qué necesitaba. Patrizia le dio instrucciones con una expresión serena.

—Lady Rosemond regresará al Palacio Bain ahora, así que por favor escoltenla allí.

—Sí su Majestad.

La cara de Rosemond se puso rígida ante el despido implícito. Sin embargo, Patrizia no mostró interés por la mujer y se sentó de nuevo en su escritorio completamente lleno de documentos y archivos.

Rosemond dio una sonrisa amarga, antes de volverse bruscamente hacia las damas del palacio.

—Suficiente, no hay necesidad de escoltarme. No es como si tuviera algún problema en mis piernas.

Rosemond se alejó con una expresión altiva en su rostro. Podía escuchar a las damas del palacio susurrando a sus espaldas, pero no le importó y continuó alejándose con paso digno.

Su estado de ánimo fue completamente arruinado por Patrizia, Rosemond decidió dirigirse hacia el Palacio Central.

♦ ♦ ♦

—Todavía no está completamente curado, Su Majestad, por lo que le pido que tenga cuidado —dijo el médico.

—Entiendo, fue mi error, así que vamos a dejarlo así.

—Sí su Majestad. Asegúrese de tomar su medicamento.

Con la seguridad de Lucio, el doctor puso una expresión de alivio, antes de inclinarse y abandonar el Palacio Central. Rosemond entró justo cuando el doctor se iba, con una expresión de curiosidad vio al hombre marcharse.

—¿Su Majestad?

—Ah, Rose, has vuelto.

—Sí, pero, ¿por qué estaba aquí el doctor del palacio…? —pregunto preocupada—. ¿Estás mal, Su Majestad?

—No, Rose, estoy bien —dijo Lucio tranquilamente.

—Ese no parece ser el caso, si haces que el médico venga a verte…

—Estoy realmente bien. ¿Tuviste un viaje seguro?

—Sí. —Rosemond le contó amargamente los resultados de su viaje—. Renunció a su autoridad parental sobre mí, he traído el documento como prueba —entregó dicho documento a Lucio, quien lo aceptó asintiendo—. El duque Ephreney pronto anunciará que me aceptará como su hija adoptiva, entonces ya no seré la simple hija de un barón, sino una estimada dama.

—Parece que estás bastante obsesionada con las posiciones y el estado social.

—¿No es un hecho, Lucio? De esa manera, podré amarte sin ninguna restricción.

Deposito un pequeño beso en la frente de Lucio. Como cerró los ojos para hacerlo, no se dio cuenta de que la expresión de Lucio no era tan cariñosa como siempre.

—Será mucho más fácil ahora superar la posición de la reina.

Al ver que Lucio no dijo nada, Rosemond tomó su silencio como una afirmación. Luego comenzó a hacer pucheros como una niña, como si nunca hubieran tenido una conversación tan seria para empezar.

—Ah, pero Su Majestad.

—¿Sí, Rose?

—La reina es demasiado despiadada.

Ella hinchó las mejillas con descontento. Lucio mordió el anzuelo y preguntó:

—¿Qué pasó?

—Ella redujo el presupuesto para el Palacio Bain. ¿No es terrible?

Lucio estuvo callado por unos momentos, antes de responder con voz indiferente.

—Pero es cierto que el Palacio Bain estaba obteniendo bastante dinero. No es como si estuvieras en peligro, ¿verdad? Incluso si ella lo reduce a la mitad, debería haber dinero más que suficiente para que tú y las damas del Palacio Bain puedan estar tranquilas.

—¿Qué?

Rosemond sintió que algo andaba mal. Esta es la primera vez que Lucio apoyaba a Patrizia. ¡No a ella!

—Lucio… ¿estás hablando en serio? —dijo ella con voz sorprendida.

—Si bien no digo que debas ser frugal, no deberías vivir de manera tan extravagante. Además, nuestras finanzas en los últimos tiempos son…

—¡Su Majestad! —exclamó, luciendo completamente horrorizada. Lucio ni una sola vez mencionó las finanzas imperiales, o la falta de ellas, cuando se trataba de ella. Sin embargo, ¿lo estaba mencionando ahora?—. ¿Por qué… por qué estás siendo así, Su Majestad? —dijo ella con voz temblorosa.

—¿Qué quieres decir, Rose? Es cierto que siempre has gastado más allá de tu presupuesto, de por sí ya extravagante —dijo con insistencia—. Nunca se ha señalado hasta ahora. En cualquier caso, una concubina no es una posición oficial relacionada con el emperador, por lo que no es bueno vivir tan lujosamente. Además de eso, ya ni siquiera tienes el título de baronesa.

Rosemund le dirigió a Lucio una mirada resentida, antes de girar y dejar el Palacio Central sin decir una palabra más. Cualquiera podía decir por sus fuertes pisotones que estaba enojada.

Cuando Lucio estuvo solo una vez más, dejó escapar un largo suspiro.

—No te desanimes, esto es lo mejor —murmuró para sí mismo.

♦ ♦ ♦

—¡¿Cómo pudo hacerme esto?! —gritó Rosemond.

Había regresado al palacio de Bain y ya no podía contener su furia. Era una completa tontería. ¿Cómo pudo Lucio traicionarla así?

En un ataque de ira, ella tiró todo lo que estaba sobre la mesa. El vidrio se rompió en el suelo con un estrépito. Glara, que observaba desde un lado, cerró los ojos con fuerza.

—Mi lady, por favor cálmate.

—¿Qué me tranquilice? ¿Parece que puedo calmarme ahora? ¡Cualquiera puede ver que el emperador ya no me ama como solía hacerlo!

Rosemond gritó cuando arrojó otro recipiente de vidrio, que estuvo peligrosamente cerca de golpear a Glara. La dama de honor esquivó el proyectil, luego dejó escapar un gran suspiro de alivio y puso una mano sobre su corazón. Probablemente no había un solo trabajo más exigente que ser la dama de compañía de Rosemond.

—¡No hay duda de que esa maldita estuvo al lado de Su Majestad mientras estaba fuera!

Después de ir tan lejos como para usar un lenguaje tan vulgar, la expresión en su rostro se tranquilizó de repente. El cambio de actitud tan sorpresivo sorprendió a Glara.

—Glara, envía un mensaje al duque Ephreney de inmediato —ordenó Rosemond con voz aguda.

—¿Por qué razón…?

—¡Solo hay una razón! Para decirle que acelere el proceso de adopción. ¡Date prisa!

—Sí, como quieras, mi señora. Haré lo que me digas, así que por favor cálmate —dijo Glara consoladoramente. Fue en vano, ya que Rosemond todavía estaba furiosa. Pensando que era mejor evitar quedar atrapada en el fuego cruzado, Glara salió rápidamente del Palacio Bain.

12 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 61: La reina es demasiado despiadada”

  1. Ella se concentro tanto en gastar en derribar a Patrizia que ahora ya no tiene mucho y fue tan tonta en revelar que pronto la adoptaria el duque sin saber que Petronilla ya esta muy cerca de la duquesa, si Petronilla Y Patrizia descubren con que chantajea al duque le habran dado un golpe fatal ya que no tiene ningun titulo y solo seria una simple plebeya como tal si se manda una cagada seria facil sacarla del palacio

  2. Me salió una especie de risa de bruja malvada cuando me di cuenta que al parecer estamos cada vez más cerca de que Rosemond pague, bueno no precisamente de que pague, si no de que reciba humillaciones por doquier, se lo merece antes de pagar con su vida el daño que ha hecho.

  3. Me parece conmovedor como Lucio también se está dando cuenta de sus males y que poco a poco vaya quitándose la venda que sus traumas le dejaron, y que Rosemond apretó a su favor.
    Le costará pero tengo confianza en el bebo u.u

  4. Su ambición y venganza serán su ruina, su verdugo, su enfermedad y su pesadilla.

    Puede ser un gran impulso de motivos ahora, pero su ser ya está tan contaminado por el odio que sólo se frenará con la muerte….

    1. Este topico sobre un prota con un pasado oscuro que encuentra a otra persona con pasado oscuro similar para lamer sus heridas juntos… Me recuerda a The One, es un excelente manga, por si se animan a verlo…. Eros y Eidna son asi, hasta que llega nuestra Lele y cambia todo 💕

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