Dama a Reina – Capítulo 71: Soy tu esposo

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Con una expresión miserable, Lucio miró a la reina acostada en su cama. Parecía demacrada y pálida, sus ojos permanecían cerrados por el sueño. Un vendaje estaba envuelto alrededor de la herida en su pie. Cuidadosamente llamó su nombre con voz sombría.

—Patrizia…

Él habló en voz baja, sabiendo que ella se enojaría solo de escuchar su voz. Lucio bajó la cabeza angustiado.

—Yo… yo…

¿Qué te he hecho? Que broma cruel le he jugado a una mujer que no conozco, pensó Lucio con pena para sí mismo y con lágrimas fluyendo de sus ojos. Deseaba expiar sus pecados, pero ya era demasiado tarde. Ella ya lo despreciaba, lo maldecía, lo odiaba… 

Una expresión de dolor cruzó su rostro. 

—¿Hay alguna manera…? —comenzó—. ¿Para expiar mis pecados?

¿Existe alguna oportunidad para nosotros? ¿Había algo más que pueda hacer sobre estos sentimientos de afecto que aparecieron demasiado tarde? Lucio cerró los ojos y se mordió el labio.

No hay forma de que me perdones, cuando te he lastimado tantas veces.

—Así es. No me perdones nunca.

Despreciame, odiame. Si puedes matarme, entonces hazlo. Si eso alivia tu dolor y sufrimiento aunque sea un poco. 

—Todo lo que pido es que te quedes a mi lado.

Está bien si todo lo que puedes sentir hacia mí es un inmenso odio. Incluso eso es más de lo que merezco de ti. Así que aférrate a esos sentimientos… y quédate siempre a mi lado. No me dejes.

—Aunque sea un deseo egoísta, no me dejes.

Después de todo, siempre he sido un bastardo terrible. Por eso no me importará si me injurias. Solo quédate a mi lado como mi reina. No pediré tu corazón. Todo lo que pido es tu presencia física a mi lado.

—Eso será suficiente para mí.

Para una persona tan cruel como yo, tu presencia es como una bendición.

♦ ♦ ♦

Lo primero que vio Patrizia cuando abrió los ojos fue la luz del sol en un techo blanco brillante. Cuando ella recuperó la conciencia por completo, frunció el ceño. 

—¿Soy yo…?

Se puso de pie en un salto, pero un dolor agudo en su pie la hizo poner una expresión de dolor. Un gemido escapó de sus labios.

—Ay.

Se mordió el labio para contener el sonido. Miró a su alrededor, aún con el ceño fruncido. Maldición, este era un lugar con el que ella estaba demasiado familiarizada. Es…

—¿Estás despierta?

La habitación del emperador. Patrizia maldijo por dentro. Esta era la habitación de su esposo, a quien ella despreciaba, y lo peor era que ella había estado durmiendo encima de su cama. Por si acaso, Patrizia miró de arriba abajo su cuerpo. 

Haaah… afortunadamente, nada parecía haber sucedido. Si algo sucediera, entonces no habría hecho otra cosa que morderse la lengua hasta morir desangrada.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó ella.

—No te secuestré, no te preocupes —respondió Lucio.

La boca de Patrizia ni siquiera se contrajo ante su broma. 

—¿Por qué estoy aquí? —pregunto de nuevo.

—La que corría descalza en la oscuridad de la noche eras tú, reina, no yo. Debería ser yo quien te pregunte qué estabas haciendo —señaló.

—También recuerdo eso, Su Majestad. Creo que no estás entendiendo el significado de mi pregunta. —Patrizia continuó con voz fría—. Lo que pregunto es por qué desperté en tu cama en lugar de la mía. Me gustaría escuchar tu respuesta.

—Porque, obviamente, te traje aquí —respondió.

—¿Por qué me trajiste aquí?

—Porque estabas herida —dijo Lucio tercamente.

—Deja de dar respuestas arbitrarias —espetó Patrizia—. Sé que eres capaz de entender lo que quiero decir, así que te preguntaré nuevamente. ¿Por qué me trajiste aquí? ¿A tu habitación en lugar de la mía?

—Si te he hecho sentir incómoda, me disculpo.

—Sí su Majestad, estoy muy incómoda. En el momento en que abrí los ojos y me di cuenta de dónde estaba, me sentí tan asqueada que desee quitarme la vida. —Después de herirlo con tales palabras, Patrizia soltó una risa aguda—. ¿Por qué me trajiste aquí?

—Porque quise.

—Que egoísta de su parte. ¿Era tan difícil pensar en lo incómodo que sería para mi cuando despertara?

—Me disculpo.

—Suficiente. Las cosas no cambiaran solo por que se disculpe, Su Majestad. —Patrizia esbozó una sonrisa cínica y la cara de Lucio se volvió solemne en respuesta.

—¡Ngh! —Con un gruñido, Patrizia se tambaleó. Tratar de pararse sola le provocó una sacudida de dolor en todo el cuerpo. 

Maldita sea, estar tan incapacitada por una simple herida, pensó irritada. De repente, sintió que alguien la sostenía por el codo.

—Ten cuidado.

Fue él. 

Patrizia se resistió obstinadamente. 

—Puedo ir por mi cuenta.

—No seas ridícula.

—Es mejor que confiar en ti —murmuró antes de una sonrisa triste—. Por favor, suéltame.

—No.

—¡Su Majestad! —exclamó enojada, pero él fue inflexible en su decisión.

—Puedes decir y hacer lo que quieras conmigo, pero no puedes andar sola con esta lesión. 

—Es mi cuerpo. No tienes derecho a interferir.

—Soy tu esposo. ¿No se me permite siquiera preocuparme un poco?

—¡Ja! ¿Y desde cuándo te has preocupado por mí? —Patrizia respondió con una sonrisa fría—. Escuché que ya no eres cercano de la marquesa Ethylaine. ¿Por qué? ¿Te has cansado de ella? ¿Necesitas otra mujer que duerma a tu lado por las noches?

—No es así —protestó Lucio.

—¿Entonces qué es? —preguntó, con su voz tensa—. ¿Por qué estás siendo así conmigo? 

Eres quien pisoteó mi corazón y destruyó mi autoestima. Por todos los cielos no puedo entender por qué de repente actúa así.

Lucio no respondió. Sin embargo, Patrizia pudo leer su silencio. Ella se burló antes de murmurar internamente. Eso es correcto. Si tuviera una idea de conciencia, no se atrevería a decirme esas palabras. Es decir, si no fueras una basura inútil.

—Déjame ir —repitió ella.

—Reina, por favor —rogó con voz nerviosa—. Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero no debes moverte con el pie tuyo así.

—No eres quien para sermonearme, ¿por qué no aplicas esos consejos a ti mismo?

—Llamaré a las damas del Palacio de la Reina. No puedes ir sola.

—Haz lo que quieras —respondió Patrizia mientras cerraba los ojos con resignación.

Al final, Patrizia regresó al Palacio de la Reina con la ayuda de sus damas de honor. Tampoco hizo que las damas de honor se responsabilizaran de sus acciones, ni las regañó por hacerlo. Las chicas, a su vez, no hicieron ninguna pregunta. Los asuntos ocurrido en la noche anterior fueron enterrados en el rincón más oscuro de su mente.

♦ ♦ ♦

En una situación completamente diferente, Petronilla contemplaba y se preocupaba por los vestidos de su armario.

—¿No es demasiado revelador? —preguntó mientras sostenía un vestido blanco con un cuello en forma de v ligeramente más bajo. 

Una sirvienta respondió como si la idea fuera ridícula. 

—No, mi señora, ciertamente no lo es.

—¿Me estás diciendo que esto no es así?

Ante la reacción de Petronilla, la criada estaba al final de su cuerda. 

—Mi lady, si sales a la calle, puedes ver a otras damas con vestidos que tienen escotes aún más bajos. ¿Estás segura de que no eres extranjera?

—¿Es… es así? —preguntó Petronilla de forma torpe, la criada asintió con vehemencia. Con un suspiro, Petronilla dejó caer el vestido al suelo. 

¿Por qué estoy tan nerviosa por algo como esto? Me siento como una tonta.

—Solo elige lo que sea —murmuró cansada.

—¿Pero, señora no dijiste que se trataba de una cita?

—Molestarse por esto es simplemente una tontería —dijo Petronilla, con expresión sombría—. No quiero preocuparme más por eso.

La criada miró a Petronilla con incredulidad. ¿Qué esta diciendo ella?

—Mi lady, por casualidad, ¿Le han roto el corazón antes? ¿Por qué dice algo como eso?

Ella actúa como si se hubiera divorciado antes, la sirvienta murmuró para sí misma. 

Petronilla sonrió. Que palabras tan pacíficas. Que suave suena el término “divorcio”. 

—Simplemente elige algo para mí —dijo Petronilla.

♦ ♦ ♦

Finalmente, Petronilla usaba un vestido gris oscuro. La sirvienta gruñó por lo bajo, nadie se vestiría ese color una cita, pero Petronilla no tenía intención de cambiar. Era una molestia ponerse y quitarse un vestido.

Justo entonces, escuchó el sonido de la puerta de abajo abriéndose. Petronilla, que estaba en lo alto de las escaleras, miró en esa dirección y vio al mayordomo abriendo la puerta, luego entró Rothesay bien vestido. Al ver su hermosa figura, el corazón de Petronilla dio un vuelco, pero ella bajó las escaleras sin prisa. Rothesay, al verla, sonrió.

—Hermosa.

—¿Señor? —Al darse cuenta de su mirada sonrojada, Petronilla preguntó con preocupación—. ¿No te sientes bien? 

—No, me siento maravilloso —dijo en voz baja, casi susurrando—. Te ves tan hermosa, siento que me he enamorado de ti otra vez.

Parece que está bastante cegado por el enamoramiento, pensó Petronilla.

♦ ♦ ♦

—Marquesa, es tu época más fértil del mes.

Rosemond sonrió ante el veredicto del doctor del palacio. Hoy era el día en que tenía más posibilidades de quedar embarazada. 

—Bien, ¿y qué hay de la medicina que solicité? —dijo ella con una expresión exuberante.

—Lo he traído conmigo —dijo el médico, antes de extender un pequeño sobre blanco hacia Rosemond. Ella aceptó la medicina con una sonrisa satisfecha, antes de continuar con voz fría.

—Nunca debes decirle a nadie sobre esto… Si lo haces, no solo moriré, sino que también morirás. ¿Entiendes?

—Sí, marquesa.

—Puedes retirarte.

Tan pronto como el doctor se fue, Rosemond volvió a sonreír. La medicina que había solicitado al médico, era un afrodisíaco. 

—Ahora, ¿cuál es la forma más efectiva de darle esto a Su Majestad, hm? —dijo ella con voz perversa.

—Marquesa, he traído una botella del vino favorito de Su Majestad.

Glara entró en la habitación con una botella de vino de aspecto costoso y Rosemond asintió en reconocimiento. 

—Bien, mantenlo en un lugar seguro. Me será útil más tarde. ¿Has preparado mi vestido?

—Por supuesto que sí, marquesa.

—Perfecto.

Era un vestido rojo perfecto para la ocasión. Incluso los hombres homosexuales no podrían resistirse a enamorarse de los encantos de una mujer con esta clase de vestido. 

Tarareando, Rosemond le entregó el afrodisíaco a Glara. Después de decirle que lo mantuviera a salvo, Rosemond comenzó a planear cómo seducir al emperador esta noche.

 

16 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 71: Soy tu esposo”

  1. Lucio cosechas lo que siembras de que te asombras, ahora quieres que ella se quede aunque te odie, y el plan de Rosemoond es muy malvado espero todo le salga mal

  2. No veo a nadie comentando esto, pero, se dieron cuenta del diálogo de Nill? Cuando se viste “roto el corazón”, “divorcio” y ella piensa “ALGO PEOR QUE ESO”…
    Será acaso que ella también conserva sus memorias? Y por eso se esfuerza tanto en ayudar a Patrizia?

  3. Oh y ahora que vuelvo a releer me doy cuenta en el monólogo de Lucio “que broma cruel le he jugado..” muy interesante, ahora ya veo todo, simplemente si él le dijera la verdad en vez de autolamentarse todo sería más sencillo aunque le es más fácil hacer eso que enfrentar las cosas, algo que siempre notó es que a él le más sencillo culparse y refugiarse en sentimientos de dolor que enfrentar las cosas aunque eso es resultado de como creció.

  4. Me encanto leer el intercambio de Patrizia y Lucio aunque debo admitir que siento simpatía por él pero ya era tiempo de que se lamente, y me encanta su actitud aunque a muchos no les agrade siento que su personaje es tan real y puedo relacionarme con él, especialmente en las inseguridades sobre él mismo y su desesperación por aprobación.

  5. Lucio pobrecito ha sufrido toda su vida y ahora la p**a. quiere aprovecharse de él cuando el corazón ya quiere a patrizia❤💖ame la actualización ❤❤❤muchas gracias 😍

  6. No se pero siento lástima por Lucio, es una persona que sufrió mucho cuando era pequeño, y lo que hizo lo dejó con un trauma muy grande y pensaba que nadie podía comprender lo que hizo y por qué lo hizo y esa hija de su madre se aprovechó de esa debilidad y le hizo sentir que todo el mundo lo odiaría por ello y el sentía que ella era la única que podría comprenderlo y la que lo aceptaría, quizá por eso se dejó manipular por esa p****. Y cuando apareció Patricia, nuestra niña, se dio cuenta que había alguien que lo entendía y que no le miraba como esa p* y sus acciones le atraen, ahora se siente tan culpable, en serio siento pena por el, si yo fuera el ya me hubiese vuelto loca.

    1. Estoy totalmente de acuerdo, es cierto que no es el gran marido,pero eso no quita el hecho de que patrizia sea la única que ha logrado sentir más empatía hacia él sin la necesidad de caer en la lástima, bueno al menos para mi, el sigue siendo el más adecuado para patrizia

    1. Leyendo los comentarios ahora me siento mal por sentir cero empatía por Lucio, pero pues no me nace. Entiendo que sufrió mucho, el trauma que vivió al matar a su mamá fue demasiado, pero eso no le da derecho a arruinar completamente la vida de otros y hacer precisamente lo que le hicieron a él, sabe lo que se siente, sabe lo que se sufre y aun así permite que la insufrible zo**a de Rosemond le haga la vida de cuadritos a Patrizia como la reina se la hizo a su madre. Ha hecho sufrir demasiado a mi Rizi no sólo en una vida, si no en dos como para perdonarlo, sorry soy rencorosa.

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