Dama a Reina – Capítulo 96: ¿Estás enamorada de ese hombre?

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


La voz de una de las criada se podía escuchar detrás de la puerta.

—Señora, una persona del palacio está aquí.

—¿Quién es? —preguntó la duquesa Ephreney.

—Es lady Mirya Prinksy.

La duquesa se sorprendió por su repentina visita, pero no Petronilla, aunque no había ido al juicio se imaginaba cuál era la razón de su visita.

—¿La marquesa Prinsky? ¿Cuál es el asunto?

—Se trata de la princesa Ephreney. —Ante esas palabras, la duquesa Ephreney frunció ligeramente el ceño y se dirigió a Petronilla—. Parece que Su Majestad la reina ha enviado a alguien aquí —le explicó a Petronilla.

—La reina probablemente envió a lady Prinsky para tratar el asunto de la adopción de la princesa Ephreney —dijo Petronilla con calma antes de levantarse—. Creo que debo disculparme. Parece que Su Majestad me está esperando.

—Sí, lady Petronilla. Ven a visitarme de nuevo. Estoy bastante sola en estos días.

—Haré todo lo posible para hacerlo, duquesa Ephreney.

Después de despedirse cortésmente, Petronilla abrió la puerta de cristal de la sala de estar. Tan pronto como cruzó el umbral, sus ojos se encontraron con los de Mirya, que asintió en reconocimiento. Después de aceptar la indicación de que todo había salido bien, Petronilla esbozó una pequeña sonrisa. Era inusual que Mirya abandonara el palacio, aparte de las veces en que escoltaba a Patrizia, pero debido a la gravedad de la situación actual, ella salió a hacer el recado ella misma.

—Bienvenida, lady Prinsky. Ha pasado mucho tiempo —dijo la duquesa Ephreney cuando vio a Mirya.

—Sí, Su Gracia. Pido disculpas por no mantener el contacto.

Mirya se sentó de manera elegante, mientras una sirvienta despejó rápidamente la mesa y reemplazó la taza de té con leche de naranja por una nueva. En contraste con la conversación con Petronilla, la duquesa Ephreney fue directamente al asunto.

—¿Qué te trae por aquí?

—El juicio de la marquesa Ethylaine acababa de terminar. La han despojado de su título y apellido de marquesa, y será ejecutada en dos días.

—Eso fue bastante rápido.

—No hay razón para retrasar el castigo de una traidora. Escuché que también tenías algunos asuntos que atender hoy…

—Preferiría que no mencionaras eso, por favor.

—Sí, duquesa. Esa no es la razón por la que estoy aquí. Pido disculpas si te he ofendido. —Mirya se disculpó cortésmente antes de informar el propósito de su visita—. Su Majestad la reina se ha enojado mucho por los eventos causados por la ambición de la princesa Ephreney. Su Majestad advierte que si no renuncia a la adopción de ella, será difícil para usted evitar el castigo como su madre adoptiva.

—Como sabe, lady Prinsky, mi esposo ya no es el duque de la casa de Ephreney. La princesa Ephreney fue acogida por esta familia simplemente por la voluntad de mi esposo. Ella no tiene ninguna relación conmigo.

—Duquesa, si ese es el caso, entonces…

—Estoy tan enojada con lady Rosemond como Su Majestad y no tengo ningún interés en protegerla bajo el nombre de la casa Ephreney, lady Prinsky. Renunciaré a mi adopción. ¿Es complicado el proceso?

—No, Su Gracia. Como hemos recibido el permiso de Su Excelencia, el proceso no tendrá complicaciones. Informaré a Su Majestad de su postura al respecto.

—Sí, por favor, hágalo, lady Prinsky. Me he enterado que James Hedwig ha causado mucho dolor a Su Majestad cuando todavía era el duque Ephreney, y temo que Su Majestad extienda esos sentimientos desagradables a toda la familia Ephreney. Él ya no se encuentra relacionado con esta casa —dijo la duquesa.

—Su Majestad seguramente lo comprenderá una vez que le explique, Su Gracia. Por favor no se preocupe.

—Gracias, lady Prinsky.

—Entonces me retiro, tengan por seguro que transmitire la información a Su Majestad.

En cuanto cumplio su objetivo, Mirya se levantó en silencio de su asiento, y la duquesa Ephreney agarró su mano por cortesía.

—¿Tan rápido? Ni siquiera has terminado tu té.

—Su Majestad ha estado muy preocupada por el asunto, así que debo apurarme y contarle la noticia.

—Entiendo, estás muy ocupada. —La duquesa Ephreney asintió entendiendo—. ¿Cómo está Su Majestad?

—Sus heridas se han curado bastante bien. Gracias por su preocupación.

—Eso es un alivio. Enviaré a uno de mis sirvientes para que traiga un ungüento que sea bueno para curar heridas. Me siento terrible de que Su Majestad haya resultado herida debido a mi malvada hija adoptiva.

—Nuevamente, gracias por su preocupación, Su Gracia. Entonces me disculpo…

Mirya caminó hacia la puerta antes de abrirla en silencio y salir, dejando a la duquesa sola en la sala de estar, quien terminó de tomar su té con leche ahora frío antes de levantarse de su asiento. Incluso si saliera de la habitación, todavía estaría sola.

 ♦ ♦ ♦

En cuanto Mirya llegó al palacio, le informó a Patrizia de la decisión de la duquesa Ephreney. Patrizia se relajó cuando escuchó la respuesta que quería. Parecía que este era realmente el final.

—Supongo que debemos informar a la princesa Eph…, quiero decir, lady Rosemond de esto —indicó Mirya.

—Sí. ¿Cómo está ella ahora?

—Bastante mal. —Mirya sacudió la cabeza con un suspiro—. Sigue gritando e insistiendo en que se ha cometido una injusticia. El guardia que la vigila no pudo soportarlo más y terminó poniendo unas pastillas para dormir en su comida.

—Entonces continuará luchando hasta el final, ¿no? —murmuró Patrizia en un tono conflictivo antes de levantarse lentamente de su asiento.

—¿Rizi? ¿A dónde vas? —preguntó Raphaella.

—Le contaré las buenas nuevas, además tengo algunas palabras finales que decirle.

Estaba prohibido todo contacto con los criminales condenados a muerte el día antes de su ejecución. Por lo tanto, la única oportunidad que Patrizia tenía para hablar en privado con Rosemond era ahora. Como mínimo, deberían tener una última conversación. Sin embargo, Raphaella y Mirya no podían entender por qué Patrizia insistia en hacer esto. Después de pasar por tanto, ¿qué más le quedaba decirle a esa muchacha? Ante sus reacciones, Patrizia rió débilmente, como si dijera que ella tampoco lo sabía.

 ♦ ♦ ♦

—¡Trae al duque Ephreney! ¡Dije que lo traigas aquí!

Mientras, Rosemond, que acababa de despertarse de su sueño inducido por las drogas, comenzó a gritar de nuevo. Patrizia podía escuchar sus gritos desde la entrada de la prisión. Con una expresión neutral, caminó hacia la celda aislada. Los gritos de Rosemond solo iban en aumento, cuando los soldados vieron a la reina, hicieron una mueca y se taparon las orejas, como si les dolieran los tímpanos.

—¡Tú! ¿Crees que estás a salvo después de haberme hecho esto? —gritó Rosemond.

—¿Segura de eso? Soy la reina de este imperio, y en dos días, solo seras una cabeza cercenada —dijo Patrizia solemnemente. No había burla, ni risa en su voz. Simplemente pronunció esas palabras para transmitirle calma, al final serian las ultimas palabras que le diría a Rosemond—. Es inútil buscar al duque Ephreney.

—¡¿Por qué?! ¡¿Quién eres para hablar así?!

—La duquesa Ephreney descubrió que se casó con ella después de violarla, por lo que presentó el divorcio y el duque Ephreney, no, James Hedwig, regresó a la propiedad de su hermano menor y tengo la intención de procesar su divorcio lo antes posible, despojándolo de su posición actual en los asuntos del imperio. Continuará sus días viviendo como un miembro más de la familia Hedwig.

—¡Tú…!

Se suponía que solo unas pocas personas debían saber sobre ese secreto. Rosemond miró a Patrizia con una expresión atónita.

—¿Cómo podrías saberlo…?

—¿Me estás preguntando cómo lo sé? —Patrizia permaneció tranquila—. Eso no es lo único que sé. También sé el secreto con el que estabas chantajeando a James Hedwig, así cómo logró obtener su título del duque.

—¿Pero cómo? ¡Eso es algo que solo Jaoni y yo…!

—Eso es correcto —afirmó Patrizia—. Eso es algo que solo tú y Jaenory sabían. No sé si lo sabes, pero esa mujer también ha sido expulsada de la finca Ephreney, junto con su pequeño hijo, que ni siquiera tiene cinco años de edad. Están sin dinero gracias a ti.

Rosemond no respondió, aún estaba procesando la información.

—La duquesa Ephreney ha renunciado a su adopción por ti. Ya no eres la princesa Ephreney. El duque Ephreney probablemente pensó que podría salir inmune de todo esto, ya que solo te ayudo de forma superficial, pero todo eso fue inútil. Porque no le queda nada en su nombre.

—Aun así, todavía hay un hombre al que puedo dañar —dijo Rosemond con los dientes apretados.

Ante las palabras de Rosemond, la expresión de Patrizia se oscureció. Ese hombre debía ser Lucio.

—No lo hagas —advirtió ella.

—¿Por qué? —dijo Rosemond, con la voz alta como si encontrara divertida la situación—. Dime, Patrizia. ¿estas enamorada de él? ¡Despierta! El hombre es un asesino. Es un bastardo que mató a su madre biológica con sus propias manos.

—No puedo culpar al hombre cuando no fui la que experimentó esa situación. Rosemond, te vengaste del hombre que te violó, ¿no? Entonces lo sabes. No puedes arrojar piedras.

—¿Entonces estas diciendo que te gusta? ¡Eres una estupida! —escupió Rosemond.

—Nunca dije que me gustaba Su Majestad. Solo siento simpatía por él.

—¡Simpatía! —Rosemond se echó a reír—. Estás loca si le tienes lástima. ¿Cómo puedes pensar eso después de todo lo que ha hecho? ¡Tú, quién lo sabe mejor que nadie…!

—Suficiente, Rosemond —interrumpió Patrizia—. Eso no es algo en lo que debas inmiscuirte. Si piensas en regañarlo, te arrancaré la cabeza antes de que puedas abrir la boca.

—Tú… —gruñó Rosemond—. ¿Por qué estas actuando de esa manera conmigo?

—¿Por qué, preguntas? —Patrizia no pudo reunir la energía para sorprenderse, y ella respondió con la voz monótona—. Eso es lo que quiero preguntar. Fuiste tú quien me provocó desde un principio, incluso cuando intenté mantenerme al margen. Solo quería seguir viviendo tranquilamente como una reina de nombre. Tú eres quien me hizo así. Por lo tanto, es un hecho que actúo de esta manera por ti, Rosemond.

—¡Una reina de nombre! ¡Ja! Que palabras tan nobles —se burló Rosemond antes de que una sonrisa burlona apareciera en su rostro—. Esa posición es algo que toda mujer en el imperio desearía tener. Y estás diciendo que querías ser una reina de nombre, para mantener tu posición. No me hagas reír. ¡Cómo si eso fuera cierto!

—¿Crees que todos piensan de la misma manera que tú? Si bien es probable que la mayoría de las mujeres piensen de esa manera, pero no yo.

Patrizia cerró la conversación con calma.

—Se acabó.

—Todavía no ha terminado —gruñó Rosemond ferozmente.

Patrizia levantó una ceja.

—¿Estás diciendo que vas a tratar de engendrar al hijo del emperador ahora? Incluso si pudieras, necesitarás al menos una semana para que lleguen los resultados del embarazo. Y como sabes, Tu ejecución es pasado mañana. Sobre todo, nadie te creerá ahora. No te molestes en formular ideas extravagantes.

—Necesito vivir. ¡No puedo morir así! —declaró Rosemond con ojos salvajes—. Definitivamente daré a luz al príncipe heredero y seré la reina viuda. Nadie podrá menospreciarme de nuevo. ¡Voy a lograrlo para que nadie pueda volver a oponerse a mí!

—Rosemond. —Patrizia dijo el nombre de la mujer en voz baja—. Incluso si lograr salvar tu vida, nunca podrás convertirte en reina viuda.

—No seas ridícula. ¡¿Qué sabes tú…?!

—Porque eres infértil.

Con esas palabras, Rosemond se paralizó.

16 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 96: ¿Estás enamorada de ese hombre?”

  1. yo sabia, siiiiii estaba super consiente de que la infertil era la bitch de Rose y que cuando se hicieron las prubas por error se cambiaron los resultados

  2. 🤣🤣🤣 Patty eres la mejor 💕💕💕💕 me agradas, mientras rosemond, no tienes ni siquiera el menor derecho de criticar a lucio, en verdad eres molesta, el paga su propia culpa de acuerdo a lo que hizo 😒😒😒 y no arruinaras mi ship 😏 😏

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