Dama a Reina – Capítulo 15: Llámame por mi nombre

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Petunia, que había estado hablando mal de Patrizia, repentinamente plasmó una sonrisa brillante en su rostro cuando se dio cuenta de que el dueño de la voz era el emperador Lucio. Ella no parecía afectada por su expresión enojada.

—Ah, ¿está aquí Su Majestad? —dijo ella con voz alegre.

Lucio la ignoró y se volvió hacia Patrizia:

—Reina, creo que esta noble fue grosera contigo.

La expresión de Petunia se derrumbó cuando Lucio habló en defensa de Patrizia.

Patrizia, que estaba viendo todo esto, suspiró por dentro. Ella debe haber perdido por completo su sentido del juicio para las personas. No podía creer que eligiera a una mujer como Petunia solo por sus antecedentes.

—Lady Petunia parece no darse cuenta de que estaba siendo grosera.

—¿Quién se atreve a insultar a la reina? No te preocupes y dime.

—Lady Prinsky, por favor explique.

Mirya le contó la situación a Lucio.

—A decir verdad, lady Bayrins, la concubina preliminar, le dijo a Su Majestad que tenía una buena salud reproductiva, por lo que no tenía que preocuparse por la fertilidad. Es de mala educación comentar los asuntos privados de la reina, así que lo señalé, pero la dama dijo que es cuestión de la supervivencia del imperio. Llegó a sugerir que una mujer infértil es una mujer que falló en su papel.

Mientras Lucio escuchaba a Mirya contar la historia, su expresión se volvió más y más oscura. Solo entonces Petunia se dio cuenta de la fragilidad de su situación y rápidamente trató de defenderse.

—Su, Su Majestad. No quise ser tan grosera —suplicó, tratando de evitar que la situación se derrumbara.

—Entonces lady Prinsky inventó la historia —dijo Lucio.

—Bueno en realidad no.

—Entonces fue grosera, lady Bayrins —dijo, con el rostro tenso de ira—. Un hijo es claramente un asunto entre marido y mujer. Esto no es un asunto para que una parte externa intervenga, e incluso si uno se involucra, ¡¿cómo te atreves a blasfemar a la reina?! Realmente me hace preguntarme si eres una noble. ¿Es así como te educó el marqués Bayrins?

—No, Su Majestad. Solo de…

—No quiero escuchar ninguna excusa, lady Bayrins. Si hubiera sabido que eras una persona tan irrespetuosa, no habría aceptado la petición de la reina. —Lucio debe haber estado furioso, ya que su voz era más acalorada que de costumbre. Patrizia estaba avergonzada cuando la atención en la habitación se sintió atraída por él.

La ira de Lucio continuó en aumento.

—¿No eres tú quien se convertirá en la concubina en el futuro? Es etiqueta básica no decir nada ofensivo a la reina. ¿Puedo permitir que una noble que pronto entrará a la familia imperial comente asuntos privados del palacio de esta manera?

Petunia pareció darse cuenta de la gravedad de su error, y se puso de pie desesperada.

—Su Majestad, es mi culpa. Por favor, olvide su ira.

Lucio no parecía satisfecho. La ignoró y se volvió hacia Patrizia.

—¿Estás bien? —le preguntó a ella.

—Estoy bien, Su Majestad —respondió Patrizia.

—¿Tu estado de ánimo no se ha estropeado?

—Si dijera que no, estaría mintiendo —dijo, y miró fríamente a Petunia, postrada ante los pies de Lucio. Sin embargo, Patrizia sabía que la mirada de los nobles estaban sobre ellos y rápidamente levantó la barbilla. Ella se acercó a Lucio y le habló en voz baja—. Reanudemos la fiesta, Su Majestad. No quiero que la atmósfera se arruine por mi culpa.

La expresión de Lucio era rígida, como si no estuviera dispuesto a dejar ir el tema, pero pronto sus músculos faciales se relajaron gradualmente. No pasó mucho tiempo antes de que soltara un suspiro de resignación.

—Pido disculpas por arruinar involuntariamente la atmósfera. Sigamos con la fiesta.

Solo después de que Lucio habló, los nobles reunidos regresaron a sus lugares originales. La banda también continuó tocando, que se había detenido cuando ocurrió la confrontación.

Sin embargo, Petunia seguía temblando ante los pies de Lucio, no por miedo, sino por humillación y vergüenza. Ella quería morir en el acto.

Lucio miró a Petunia con expresión pétrea y luego volvió a hablar.

—Necesito reconsiderar si eres apropiada para el puesto de concubina real.

Luego se alejó, como si hubiera perdido por completo todo interés en ella. Se acercó a Patrizia en su lugar.

—No te ves bien. ¿Por qué no te tomas un descanso? —dijo ansioso.

Patrizia sonrió.

—No puedo creer que quieras que me tome un descanso después de esto. Eso sería una broma, Su Majestad. Estoy bien, de verdad. En serio.

—Rizi…

—¿Te gustaría bailar conmigo? —dijo Patrizia y le tendió la mano. Lo miró por un momento, luego pronto sonrió y lo aceptó.

—Sería un honor, reina.

♦ ♦ ♦

La fiesta terminó sin más problemas, pero Patrizia se mantuvo de mal humor. Su corazón había sido magullado por las palabras de Petunia, y ya no estaba segura de querer nombrar a Petunia como concubina después de encontrarse con ella. Más importante aún, dado que la concubina daría a luz al heredero, Patrizia nunca debería haberle dado ese puesto en primer lugar. La justificación de Patrizia era suficiente, y tal vez esto podría aumentar su propia autoridad.

Después de decidirse, se volvió hacia Mirya.

—Creo que tendremos que seguir adelante con la selección de la concubina. ¿Podría traerme la lista de candidatas de la última vez?

—Sí, Su Majestad —dijo Mirya cortésmente—. Ah, Su Majestad. ¿Cuando desea planear su próxima visita? ¿Lo ha pensado?

—Oh, yo… —comenzó Patrizia, pero luego frunció el ceño. Mirya la miró con expresión perpleja.

—¿Qué pasa, Su Majestad? ¿Hay algo por lo que se sienta incómoda?

—No, no es así —respondió Patrizia, aún con el ceño fruncido—. Me di cuenta de que me olvide de algo.

—¿Perdón?

—Aquel anciano. Prometí contactarlo después de regresar al Palacio Imperial…

—¿Se refiere a esa vez en Sobetto?

—Sí, Sobetto. —Patrizia volvió los ojos hacia Mirya y dio una orden—. Trae a ese señor al palacio. Para hoy, si es posible. Lo he hecho esperar demasiado tiempo.

—Sí, Su Majestad. Me ocuparé de eso de inmediato.

—Dios mío. No puedo creer que sea tan tarde. Lo olvidé por completo —se regañó Patrizia.

—Has estado tan ocupada estos días. Probablemente lo entenderá.

Una criada del exterior los interrumpió.

—Su Majestad, Su Majestad el emperador está aquí.

Patrizia cerró la boca por un momento, luego la abrió de nuevo para hablar.

—Déjalo entrar.

Mirya hizo una reverencia.

—Entonces me iré, Su Majestad —dijo, y luego salió de la habitación. Tan pronto como ella se fue, Lucio entró en la oficina de Patrizia.

—¿Qué te trae por aquí, Su Majestad? —Ella dijo con su sonrisa habitual.

Lucio levantó las cejas.

—Debo necesitar algo de ti, para venir a verte —señaló.

En efecto. Patrizia esbozó una sonrisa suave.

—¿Te gustaría una taza de té? —le ofreció.

—¿Lo prepararas tú misma?

—Sería un honor —dijo Patrizia. Ella caminó a su lado y dejó un pequeño beso en su mejilla—. Por favor, espere un momento. El día de hoy ha llegado un buen lote de hojas de té.

—Esperare. —Lucio beso los labios de Patrizia en respuesta, y no pudo ocultar su sonrisa y se dirigió hacia la mesa de té a un lado de la oficina. Lucio, quien se sentó en la mesa de recepción, observó la escena con una expresión de satisfacción. Después de un rato, Patrizia le llevó una delicada taza de té.

—Intentalo.

—Huele bien —dijo Lucio, sonriendo mientras el aroma fresco flotaba en su nariz mientras la taza de té se acercaba—. No sabía que eras tan hábil para hacer té.

—Es raro que lo haga yo mismo. No trato de hacerlo lo mejor posible a menos que sea para una persona especial.

—¿Eso significa que soy una persona especial? —preguntó con un tono interesado.

—Por supuesto, Su Majestad —respondió Patrizia de inmediato—. Eres la persona más especial del mundo para mí —dijo claramente.

—Eso es un honor. Siento lo mismo por ti.

—Lo sé. —Ella sonrió e inclinó la cabeza para tomar un sorbo de su propio té. Lucio la observó en silencio por un momento—. Debes estar molesto por lo que sucedió en la fiesta —dijo en voz baja.

Las comisuras de la boca de Patrizia se endurecieron ante el recuerdo desagradable. Lucio no se lo perdió, y continuó.

—Si me lo permite, me gustaría seleccionar la concubina. No sé sobre el proceso, pero no quiero una que sea irrespetuosa hacia ti.

Después de escuchar las palabras de Lucio, una carcajada se escapó de los labios de Patrizia. Lucio la miró con una expresión confusa, y ella explicó con diversión en su tono.

—¿Es una coincidencia? En realidad, acabo de darle órdenes a la marquesa Prinsky. Le dije que trajera la lista de candidatas que escribí la última vez.

Lucio sonrió.

—Como era de esperar, nuestra forma de pensar es la misma.

—Estás orgulloso de algo tan extraño.

—Nuestros cuerpos se entienden, ¿no? —dijo sugestivamente.

—¿Qué?

Patrizia sintió un cambio sutil en la atmósfera, y entró en pánico cuando Lucio dejó su taza de té y se levantó. Se movió delante de ella, y sus labios se torcieron torpemente. Luego se inclinó para estar a la altura de los ojos de ella, y sin decir una palabra capturó sus labios con su boca.

Patrizia gimió, y agarró el collar de Lucio con una mano y con la otra sostuvo la copa que aún no se había vaciado. Sus labios chamuscados contra los de él, y ella arqueó la espalda. La taza de té en su mano derecha tembló, enviando pequeñas salpicaduras de líquido por todas partes. Estaba casi listo para derramar, y Patrizia habló en voz baja y de advertencia.

—Su Majestad…

—Llámame por mi nombre, Rizi —dijo, su voz sonaba más aterciopelada y sensual que antes, y Patrizia, sin saberlo, cerró los ojos.

La taza de té seguía temblando, y Patrizia respiró hondo.

Ah, voy a derramar todo el té.

Ella movió sus manos cuidadosamente mientras cerraba los ojos y besaba a Lucio, pero le resultaba difícil concentrarse debido a la taza de té. Después de algunas maniobras difíciles, finalmente logró colocarla sobre la mesa. Con su mano ahora libre, agarró la cara de Lucio, quien estimulado por la acción, la besó aún más fuerte.

Patrizia gimió.

—Su… su… majes…

—Su Majestad —dijo la voz de Mirya desde fuera de la habitación. Lucio la ignoró y continuó besando a Patrizia, pero logró respirar y hablar con voz tranquila.

—¿Qué sucede?

—Traje al anciano que pediste ver —respondió Mirya.

Oh no. El ambiente está arruinado.

Patrizia frunció el ceño y se apartó de Lucio, quien la miró con pesar.

—No me di cuenta de que lady Prinsky carecía de tacto —se quejó él.

—Tampoco lo sabía hasta hoy, Su Majestad. —Patrizia jadeó mientras tomaba aire. Su respiración todavía era demasiado pesada. Si abría la puerta ahora, solo anunciaría al mundo exterior lo que habían estado haciendo.

Patrizia tomó algunas inhalaciones constantes, le dio a Lucio otro beso y luego alisó su aspecto desaliñado.

—Llévame a la sala de estar, Mirya. —Después de hablar, le dio a Lucio un último beso en la nariz—. Vuelve más tarde, ¿de acuerdo? —susurró.

—Por supuesto. —Lucio sonrió en respuesta, y besó a Patrizia en la frente y ella sonrió en respuesta.

♦ ♦ ♦

Esta vez, el anciano tenía una apariencia increíblemente limpia y ordenada. Los sirvientes parecían haberle bañado cuando llegó al Palacio Imperial.

Patrizia sonrió cuando entró con gracia en la sala y el anciano se levantó rápidamente de su asiento. Sin dejar de sonreír, levantó la mano para indicar que estaba bien y luego se sentó frente a él.

—Dije que enviaría a alguien, pero tarde demasiado. Me disculpo —dijo en voz baja.

—No, no se preocupe por eso, Su Majestad. Estaba ocupada, así que lo esperaba —respondió el anciano.

—Entonces comencemos con el tema principal. —La voz de Patrizia se puso seria—. ¿Quién eres? ¿Cómo me conoces?

—Su Majestad… —El anciano dudó por un momento, antes de que su expresión se endureciera en algo más determinado—. ¿Me recuerda?

Ante las palabras del anciano, Patrizia sacudió la cabeza lentamente.

—Me disculpo. Si te hubiera recordado, te habría reconocido de inmediato. No soy muy buena memorizando caras.

—No se preocupe, Su Majestad. Entiendo —dijo con voz temblorosa—. Puede que no me recuerdes. Estabas nerviosa… cuando me viste por última vez.

—¿Qué significa eso? —preguntó Patrizia, levantando una ceja.

El viejo presionó sus labios, luego respondió no mucho después.

—Fui el médico que examinó tu salud en la selección de candidata a reina.

—Ah. —Patrizia finalmente dio un sonido de reconocimiento. Ahora que lo pienso, su cara era realmente familiar—. Creo que eso es correcto. Pero ¿por qué estabas en los barrios bajos cuando trabajabas en el palacio antes?

El anciano cerró lentamente los ojos, por su expresión parecía estar en conflicto, y Patrizia lo miró con recelo.

¿Por qué se ve así?

—Porque cometí un pecado —respondió.

—¿Pecado?

—Antes de ser médico de palacio, era médico de la familia Vasi.

—¿Y? —Patrizia miró al viejo sin comprender lo que estaba sugiriendo. El hombre no pudo soportar su mirada.

—Te sacrifiqué para salvar a lady Trisha —confesó angustiado.

—¿Qué quieres decir?

—Su Majestad… —Las siguientes palabras fueron impactantes—. No eres infértil.

16 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 15: Llámame por mi nombre”

  1. Aaaaah que alegría tan grande, he llorado y pegado gritos de la emoción, por fin los ruegos de nosotros los lectores se han cumplido, ambos se lo merecen ya han sufrido bastante, para seguí con otro viacrusis

  2. Que emoción ya lo suponía pero aún así me llena de alegría que nuestra Riz pueda tener unos hermosos bebes propios 💕.
    Supongo que la que era infértil era Lady Trisha, para salvarla de ésa vergüenza ya que era médico de la familia sacrificó el diagnóstico sin saber que inconscientemente estaría llevando la derrota a Rose.

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