Dama a Reina – Capítulo 7: La dueña de mi historia

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—¿No crees que estás siendo demasiado excesivo? —preguntó la condesa Bradington, pero Rothesay estaba confiado.

—Me enseñaron que tener confianza en lo que haces es importante, madre.

—Bien…

La condesa Bradington miró a su hijo con torpeza. Ella claramente recordaba el momento en que le dijo “no tengo intenciones de casarme” hace unos días y había hecho todo lo posible para respetar los deseos de su hijo, y decidió dejarlo seguir su propio camino, pero…

—¿Estás seguro de que eres mi hijo?

Entonces esto sucedió.

Por primera vez desde que nació su hijo, la condesa Bradington no pudo ocultar la vergüenza que sentía por él. Por supuesto, su hijo era un caballero modelo, amable y cortés con cualquiera que conociera, pero nunca antes había mostrado interés o consideración por el sexo opuesto, para consternación de la condesa.

Sin embargo, ahora, su hijo se muestra opuesto a todo lo que conocía de él. La condesa Bradington no odiaba el cambio. Estaba completamente desconcertada por el marcado contraste en el comportamiento de su hijo.

—Solo trata de no sobrecargar a lady Grochester —le aconsejó.

—Es verdad. —La incertidumbre apareció en el rostro de Rothesay—. ¿Qué debo hacer si siente que la agobio demasiado? —se lamentó.

—Eso es algo que debes cuidar tu mismo, pero como estás preocupado por eso no creo que sea un problema y tal vez lady Grochester lo considere una carga, a menos que realmente no le gustes.

—¿De verdad? —La expresión de Rothesay se relajó, como si le hubieran quitado un gran peso de los hombros. Besó suavemente la mejilla izquierda de su madre—. Me iré entonces, madre —murmuró.

♦ ♦ ♦

—Impresionante…

Petronilla no pudo contener su sorpresa por la enorme cantidad de regalos que trajo Rothesay. Entre ellos incluía un colorido ramo de flores, mientras Rothesay le decía  que los buenos olores eran una excelente manera de aliviar la mente y el cuerpo; algunas hojas de té exóticas del este que la familia Bradington había obtenido recientemente, y caramelos de gelatina extranjera que se dice que son buenos para la fatiga.

Petronilla estaba completamente desconcertada ante la vista.

—Mi resfriado no es tan severo como para justificar todo esto…

—Independientemente de si es leve o no, todos los resfriados, cuando no se tratan adecuadamente, pueden empeorar, Petronilla —dijo Rothesay suavemente mientras alimentaba a Petronilla con una de las jaleas. Petronilla aceptó automáticamente la comida  en su boca y la masticó. Era dulce.

—Es delicioso.

—Me alegra escuchar eso. —Rothesay sonrió, como si no pudiera estar más feliz.

Ah, valió la pena preparar todo esto.

Al ver eso, un brillante sonrojo apareció en el rostro de Petronilla.

Este hombre es demasiado emotivo, pensó.

—¿Te sientes mal? —preguntó Rothesay. No pudo evitar culparse a sí mismo por el resfriado de Petronilla. Si solo él la hubiera protegido de la lluvia más rápido, no estaría en cama de esta manera. Ante la expresión deprimida de Rothesay, Petronilla respondió de inmediato:

—No es así, estoy perfecta.

Sin embargo, tosió tan pronto como esas palabras salieron de su boca, y nuevamente las mejillas de Petronilla se tiñeron de rojo a causa de la vergüenza.

—Esta habitación, tiene mucho polvo. Creo que algo de eso se quedó atorado en mi garganta —dijo apresuradamente como una excusa.

—En cualquier caso, descansar es crucial, Petronilla.

—¿Te quedarás, Rothesay?

—Ah… —Rothesay dudó por un momento antes de continuar—. ¿Está bien si me quedo?

Ante esas palabras, el rostro de Petronilla se volvió completamente rojo. Al ver eso, un pensamiento cruzó la mente de Rothesay. ¿Se sonroja porque está avergonzada o es solo su fiebre?

—Por favor —dijo.

Bueno, eso no importa. Lo que sí es importante es que ahora mismo estoy junto a ella.

♦ ♦ ♦

—Rothesay.

Escuchó el leve sonido de alguien llamándolo. Era una voz familiar, y una que le gustaba escuchar. Incluso mientras dormía, una suave sonrisa apareció en sus labios cuando llamó su nombre.

—Nilla —murmuró, y suavemente abrió los ojos. Parpadeó dos veces y su visión se centró en la forma de una mujer hermosa.

Era Petronilla. Ella le estaba sonriendo.

—¿Estás despierto?

Rothesay levantó lentamente su cuerpo. Parecía que mientras estaba alimentando a Petronilla, después de obtener el permiso de la marquesa Grochester, por supuesto, se quedó dormido.

—¿Cómo te sientes? —preguntó un tanto atontado.

—Estoy bien —respondió Petronilla con voz suave—. Lamento haberte hecho dormir en una posición tan incómoda.

—Oh no, no. No se trata de eso, Petronilla. —Como para probar un punto, Rothesay sacudió exageradamente su brazo—. No estoy incómodo. Estaba muy cómodo… ah en realidad eso también es un pequeño problema…

Al ver a Rothesay nervioso, Petronilla no pudo evitar soltar una carcajada, y él se sonrojó.

—Me veo como un idiota, ¿no? —dijo él.

—Ja, ja, no, no. —Petronilla se obligó a calmarse y a reprimir su risa—. No me estoy riendo de ti porque creo que te ves tonto, solo eres… —Fue Petronilla quien se sonrojó esta vez—. Muy lindo.

Rothesay la miró sorprendido.

—Ah, ¿no te gusta escuchar cosas como esta?

—Oh no, no. —Él sacudió la cabeza rápidamente—. Me gusta. Mucho. Mucho.

—¿Ah sí?

—Si es algo que dice, mi lady, no hay forma de que no me guste.

—He pensado esto antes, pero sueles decir cosas tan dulces sin esfuerzo —murmuró Petronilla, aturdida—. Por casualidad, ¿aprendiste a hacer estas cosas?

—No. Nunca hice el esfuerzo de aprender a hablar así. —Rothesay pensó por un segundo antes de responder—. Podría ser hereditario, o podría ser algo natural en mí, como usted dijo, lady Petronilla. Mis padres son incluso peores que yo.

Además, no es como si realmente dijera algo particularmente llamativo, murmuró para sí mismo.

—Aparte de eso, ¿cómo te sientes?

—Después de tomar una siesta, me siento mucho mejor. —Petronilla estiró los brazos sobre su cabeza—. Olvídate de mí, estabas en una posición bastante incómoda… Te quedaste dormido encorvado.

—Como dije antes, estoy bien.

—Erm, mi lord… —Petronilla llamó tentativamente a Rothesay, quien respondió de inmediato.

—Sí, Petronilla.

—Se acerca el cumpleaños de Su Majestad. Seguramente habrá un banquete extravagante, así que… ¿Te gustaría acompañarme? —propuso.

—Por supuesto —respondió Rothesay, radiante. Su respuesta fue inmediata, era demasiado obvio, estaba perdidamente enamorado de ella—. Desde el principio hasta el final de la fiesta, me quedaré contigo. ¿Me permites hacer eso? —preguntó.

Petronilla asintió con la cabeza.

—Mientras no sea tedioso para ti… no me importa.

—Gracias por darme permiso, mi lady. Y… gracias por preguntarme.

—No es nada especial, sin embargo, pareces bastante feliz.

—¿Qué quieres decir con que no es nada especial? —Rothesay sacudió la cabeza mientras refutaba las palabras de Petronilla—. Todo lo que dices es “especial” para mí.

—¿Aprendiste a decir esto también?

—Estoy siendo serio. —Rothesay sonrió mientras continuaba—. A veces las personas creen que las confesiones sinceras son frases de una obra de teatro. ¿Te parece que también habló de esa manera, lady Petronilla?

—Si ese es el caso, ¿soy la protagonista femenina en tu obra?

—Eres la dueña de mi historia.

—Es vergonzoso —murmuró Petronilla con sus mejillas rosadas.

—Pero te gusta —sonrió Rothesay—. ¿No es así?

Sus palabras eran estúpidamente ciertas. Petronilla no pudo contener su risa.

♦ ♦ ♦

Cuando Rothesay regresó a casa, decidió darle un regalo a Petronilla.

—Me pregunto qué le gusta.

Dar un regalo era una de las cosas más importantes en una relación, sin embargo, no le había preguntado directamente que le gustaba. Rothesay estaba contemplando a fondo qué podría regalarle acostado en su cama cuando alguien llamó a la puerta.

—¿Quién es? —preguntó.

—Es tu padre, Ro.

—¿Padre? —Rothesay se levantó de la cama y abrió la puerta. Una amplia sonrisa brilló instantáneamente en su rostro con sorpresa—. ¡Padre!

—¿Has estado bien, Ro? —El conde Bradington sonrió suavemente antes de abrazar a su hijo. Hace un tiempo, había dejado la finca Bradington para revisar el territorio y parecía haber regresado.

—Has vuelto, eso fue rápido.

—¡No podía dejar de pensar en tu madre! Así que inste al jinete tanto como pude a que se apurara a regresar.

En todo momento mostraban lo que era una feliz pareja casada.

—Pero mamá no te ha mencionado ni una vez, padre. —Se rió Rothesay.

—Tonterias, tu madre se avergüenza tan fácilmente. Ella también era así cuando estábamos saliendo —dijo el conde Bradington con una sonrisa pícara—. ¿Puedo pasar? Siento que hay mucho de lo que debemos hablar.

—Por supuesto. ¿Te preparo un poco de té?

—Que refinado de tu parte. Está bien, solo sentémonos allí.

La pareja de padre e hijo que se sentaron en la mesa de invitados no podía confundirse con otra cosa, ya que el hijo era la viva imagen de su padre. El siempre tan encantador y digno conde Bradington se dirigió a Rothesay.

—Escuché que te has estado encontrando con una señorita en estos días.

—Así que mamá ya te lo ha dicho.

—Así es, entonces ¿se llama lady Grochester?

—Sí.

—He oído que es una joven brillante y amable. ¿No es ella la hermana gemela de Su Majestad la reina?

—Sí, eso es correcto.

—Tu madre me estaba contando que estuviste insistiendo en que nunca te casarías… pero parece que sigues mis paso.

—¿Cómo? —preguntó Rothesay con curiosidad.

—Me sucedió igual. ¿Tu madre no te lo dijo?

—Ah, lo mencionó cuando le dije que no me casaría. —Rothesay dio una sonrisa avergonzada—. Supongo que soy realmente tu hijo después de todo, padre.

—Así parece. Pero eso no significa que también tengas que actuar igual que yo en ese aspectos de tu vida. —El conde Bradington dio otra sonrisa, antes de hacer una pregunta—. Pero no te ves bien. ¿te fue mal?

—No, no es eso…

Con una voz sincera, Rothesay le contó a su padre sobre sus preocupaciones.

—Hace unos días, comenzamos a salir, y quería darle un regalo en conmemoración, pero olvidé preguntarle qué le gustaba… —Arrepentido por su falta de curiosidad, Rothesay preguntó—: Padre, ¿qué hice? ¿Crees que estoy exagerando?

—No. Nunca puedes exagerar al dar un regalo, sin importar cuántas veces haya hecho uno. Además, este es el primero, por lo que es aún más especial. —El conde Bradington le ofreció una amable sonrisa—. Si realmente no puedes pensar en nada, un regalo que a cualquiera le gustaría sería una buena opción. Pero al final, el mejor regalo sería uno que satisfaga las necesidades de la persona que está regalando. En otras palabras, un regalo que solo le gustaría a esa persona.

—Lo dices como si fuera algo fácil de hacer.

—No fue difícil para mí. Solo eres un poco más tonto, Ro —bromeó el conde Bradington, pero en su rostro estaba una amable sonrisa. Con calma continuó dando su consejo a Rothesay—. No es algo difícil. ¿No pasaste tiempo con lady Grochester antes de que ustedes dos comenzaran a salir? Piensa en esos momentos juntos. ¿Cuáles son las cosas que querías hacer por ella durante ese tiempo? ¿Cuáles cosas querías darle? Si aún no puedes pensar en nada, entonces claramente no eres apto para salir con ella.

—¡Eso es muy duro, padre! —protestó Rothesay.

—Las mujeres son mucho más delicadas de lo que piensas. ¿Qué tan felices serán si les das un regalo sincero del corazón? Piénsalo un momento.

Con ese consejo, el conde Bradington se levantó de su asiento.

—¿Ya te vas? —preguntó Rothesay.

—Debo ir a ver a tu madre ahora.

—Dios… ¿podrían dejar de presumir que estás viviendo una vida felizmente casada? Tengo envidia.

Con una carcajada final, el conde salió de la habitación de Rothesay, quien se recostó en su cama. Después de pasar mucho tiempo reflexionando sobre el consejo que le dio su padre, de repente se levantó de su posición, como si de repente tuviera una idea.

Un solo regalo vino a mi mente.

♦ ♦ ♦

Era el día del banquete de cumpleaños del emperador. Después de ponerse su abrigo azul marino favorito, Rothesay se subió al carruaje junto con sus padres. Mientras se dirigían hacia el palacio imperial donde se celebraba el banquete, la condesa Bradington volvió para hablar con su hijo.

—¿Te reuniras con lady Petronilla hoy? —le preguntó su madre.

—No estoy seguro de poder verla con la gran cantidad de personas que asistirán al banquete, pero haré todo lo posible para verla —respondió Rothesay. Habiendo dicho eso, una sonrisa vertiginosa cruzó su rostro, como si de repente pensara en algo.

—¿Qué pasa con esa tonta sonrisa? —preguntó el conde Bradington cuando lo vio.

—Solo estoy feliz.

—Dios, eres un pequeño tonto. ¿Has pensado en qué regalo darle?

La condesa Bradington miró a su alrededor confundida.

—¿Un regalo? ¿Qué le darás? —dijo ella, completamente inconsciente, y el conde Bradington le explicó la situación con una carcajada.

—Amada esposa, nuestro Ro ha estado contemplando qué regalarle a lady Grochester en conmemoración por su relación.

—Oh, enserio? ¿Cómo es posible que tu hijo se parezca tanto a ti? Realmente no puedes engañar a los parientes consanguíneos. —Una suave sonrisa se extendió en los labios de la condesa Bradington al recordar el pasado—. Siempre fuiste tan amable, incluso en aquel entonces. Gracias a Dios que Ro siga tus pasos.

—Querida, ¿cuál es el significado de esas palabras lamentables? Tiene una personalidad tan justa porque se parece a ti, mi vida —dijo el conde Bradington con coquetería.

—Dios mío, eres otra cosa.

Como de costumbre, Rothesay miró a sus padres amorosos con ojos suaves y agradables antes de responder la pregunta anterior.

—Los he perseguido a los dos. Pero de todos modos, no sé si a lady Petronilla le gustará el regalo que he preparado.

El conde Bradington notó la inseguridad en la voz de Rothesay e hizo todo lo posible por alentarlo.

—No te preocupes, Ro. Mientras sea un regalo sincero, estará bien.

♦ ♦ ♦

Lo primero que hizo Rothesay cuando llegó al salón de banquetes fue buscar a Petronilla. Sin embargo, encontrar a la mujer pelirroja en medio de un salón de banquetes lleno de gente resultó ser una tarea más difícil de lo que pensaba. Después de un tiempo, Rothesay comenzó a ponerse ansioso. Definitivamente le dijo que llegaría a tiempo al banquete, pero él no podía encontrarla en ningún lado. ¿Puede ser que todavía se siente mal?

Con el poder del amor impulsando su búsqueda hacia adelante, finalmente vio a Petronilla hablando con otra mujer. Él sonrió ampliamente al lograr su objetivo y esperó a que las dos damas terminaran su conversación. Cuando Petronilla finalmente estuvo sola, se acercó lentamente a ella.

—Petronil…

Pero Rothesay no pudo terminar su oración. Petronilla estaba corriendo repentinamente a otra parte con una expresión urgente en su rostro.

¿Pasó algo? Rothesay miró la dirección hacia la que Petronilla corrió con una expresión grave en su rostro. Parecía bastante serio.

Me pregunto qué pasa.

Aunque quería seguirla y preguntarle de inmediato, se contuvo por ahora. Quedaba mucho tiempo.

♦ ♦ ♦

Mucho tiempo después de que la presentación de flores de cumpleaños de Lucio terminará, Rothesay encontró a Petronilla apoyada en el camino, tomando un cóctel sola. Fue después de la conmoción con la presentación.

¿Es por eso que corrió hacia allí tan urgentemente? ¿Estaba relacionado con ese incidente? Él aplastó la multitud de preguntas que tenía y la llamó cuidadosamente.

—Petronilla.

Al oír su voz, Petronilla se dio la vuelta. Afortunadamente, su expresión no parecía demasiado oscura, pero parecía estar contemplando la situación. Enmascarando su preocupación con una sonrisa, se acercó.

—Rothesay —le dijo.

—Te he estado buscando por todas partes —respondió.

—Me disculpo. Había algo urgente.

—Asumí eso. ¿Está relacionado con Su Majestad la reina?

Petronilla asintió en silencio con la cabeza, y una mirada de comprensión cruzó el rostro de Rothesay. Él le dijo que notó que algo sucedió durante la ceremonia de presentación de flores.

—No te estoy reprochando. Estaba preocupado —dijo.

—Lo sé, Ro.

—¿Ro?

Rothesay parecía aturdido. Él rápidamente la miró a la cara. Ella se veía un poco tímida.

—¿Está bien si te llamo Ro? —preguntó ella.

—Por supuesto.

No podría estar más agradecido. El hecho de que lo llamara por su apodo significaba que había abierto completamente su corazón hacia él. Ahora era alguien especial para ella. Era imposible que Rothesay no se diera cuenta de eso. Sus labios se curvaron en una sonrisa temblorosa.

—Por supuesto, Nilla. Estoy muy feliz —dijo. Finalmente, también pudo llamarla por su apodo.

—Quería bailar contigo —dijo lleno de emoción.

—Ah… ahora que lo mencionas, este sería nuestro primer baile.

—Sí, nuestro primero. Sin embargo, está bien. Tenemos mucho tiempo por delante.

Mientras estés bien con eso, Nilla, deseo pasar mucho más tiempo contigo.

A menos que me digas que estás harto de mí, deseo quedarme a tu lado. Me gustaría estar con usted el mayor tiempo posible, y me gustaría que ambos nos convirtiéramos en el precioso recuerdo del otro.

—Tienes razón. Tenemos mucho tiempo.

—¿Puedo ser ese tipo de existencia para ti?

—Entonces, ¿nos vamos?

—Sí.

Ella sonrió y le tomó la mano suavemente. Mientras apretaba su mano alrededor de la de ella, sintió que su corazón latía como cuando la vio por primera vez. Con una gran sonrisa, suavemente la jaló hacia su abrazo.

La melodía de un vals resonó en la sala principal, y Rothesay automáticamente envolvió su brazo alrededor de la cintura de Petronilla. Estaba tan delgada, hasta el punto de que él casi se enojó por lo mal que parecía ella.

—Eres demasiado delgada —le susurró al oído, su tono molesto.

—¿Es eso así?

—¿Apreté demasiado mi corsé? —La escuchó murmurar en voz baja.

Desearía que no te pusieras algo como un corsé. Incluso si no te pones eso, sigues siendo hermosa y encantadora.

—No es bueno para tu salud si lo aprietas demasiado —le reprendió suavemente.

—Pero todos los usan.

—Nilla, eres especial. —La hizo girar en su mano—. Incluso si no haces eso, eres más hermosa que cualquier otra persona a mis ojos.

Sus mejillas se sonrojaron y Rothesay simplemente sonrió. Podría decir con confianza que no dijo una sola mentira y solo dijo lo que realmente creía.

—Para mí, que estés cómoda es lo más importante —agregó sinceramente.

—Serás un marido de buen corazón cuando te cases.

—¿Es una propuesta?

—Puede ser.

—Gracias a Dios.

Luego la empujó hacia él, su mano sobre su espalda. Al instante, la distancia entre los dos se acercó. Estuvieron casi nariz a nariz. Al oír el sonido de su respiración, Rothesay tragó saliva y, como si de repente se hubiera puesto nerviosa, se le cortó la respiración. Rothesay dio un paso atrás.

—Eso fue peligroso.

Estaban en un área pública. Pensando que necesitaba contenerse, Rothesay cambió rápidamente el tema. Había algo que quería decir.

—Nilla.

—¿Sí?

—Tengo un regalo para ti.

—¿Un regalo?

Ella lo miró con una expresión infantil. Rothesay tragó saliva otra vez ante la hermosa vista. Hoy me siento extraño, pensó para sí mismo mientras sonreía.

—Sí. Tengo algo que darte.

—¿Es algo que puedo esperar? —preguntó ella con curiosidad.

—Eso, no lo sé. Creo que es un regalo bastante considerado, pero… ¿qué haré si estás decepcionada?

—Eso no sucederá —lo tranquilizó Petronilla con una sonrisa pura, y Rothesay pensó que parecía un ángel. Poseía una cara que podía purificar la corrupción, que podía alegrar la oscuridad. La más encantadora de todas las mujeres. Hasta el punto de que sintió que no la merecía.

—Gracias —dijo en voz baja.

Realmente necesito que le guste el regalo, pensó para sí mismo con preocupación.

♦ ♦ ♦

Después de dos bailes más, Rothesay la llevó al jardín vacío. Petronilla tenía una expresión nerviosa pero emocionada, y no pudo evitar sentirse ansioso al verlo.

¿Qué debo hacer si no le gusta el regalo que he preparado para ella?

Petronilla era una mujer amable. Incluso si no le gustara el regalo, le daría la mejor sonrisa posible y diría: “Gracias, Ro”. Para que nadie pudiera presenciar esa posibilidad en caso de que surgiera, Rothesay la sentó en un banco en el jardín oscuro y desierto.

Petronilla se rió en voz baja.

—Ya que eres tan reservado, solo está haciendo que mi anticipación crezca.

—Estoy realmente preocupado de que en realidad no te guste el regalo.

—Eres un hombre maravilloso, así que estoy segura de que lo que me des también será maravilloso.

Al escuchar esas palabras, Rothesay sonrió antes de encontrarse con los ojos de Petronilla nuevamente.

—¿Podrías cerrar los ojos por un momento?

—Bien.

Petronilla cerró los ojos con una sonrisa alegre. Pensando que era tan lindo, Rothesay no pudo evitar mirarla por un tiempo hasta que lo soltó con un rápido “ah”, antes de sacar el regalo a toda prisa.

—¿Puedo abrir los ojos ahora, Ro? —preguntó con anticipación.

—Mmn, antes de eso… —La voz de Rothesay se volvió dulce—. ¿Qué puedes sentir ahora?

—Hm… un olor fresco… ¿Es una flor?

—Puedes abrir los ojos ahora.

Cuando Petronilla levantó lentamente sus párpados, se encontró con el presente justo en frente de ella y sonrió brillantemente.

—¿Flores? —dijo ella.

—¿Te gustan? —dijo Rothesay esperanzado.

—Sí, amo las flores. Muchas gracias. —Petronilla realmente parecía feliz—. Ah, son tan bonitas. ¿Pero qué tipo de flores son? Siento que las he visto a menudo.

—Estas flores no son nativas de Mavinous.

—¿En serio? Entonces deben ser muy raras.

—Son oxalises. —Rothesay se arrodilló cerca de Petronilla y la miró—. ¿Sabes el significado de estas flores?

—No estoy segura.

—Significa que nunca te abandonaré… nada, yo… —La garganta de Rothesay se secó, y tragó saliva antes de continuar—. Nunca te lastimare.

—Ro.

—Puedo jurarlo, Nil. yo…

—Ro —interrumpió Petronilla con cuidado. Sin embargo, había una sonrisa en sus labios. Rothesay la miró con lágrimas en los ojos.

Esperaba que ella nunca se lastimara por su culpa. Esperaba que solo riera y sonriera cuando estuviera con él. Por lo menos, él no quería lastimarla. Eso era todo lo que Rothesay quería en ese momento. Él la miró como si estuviera a punto de llorar y  terminó su oración.

—Te amo, Nil. Nunca te haré daño por que eres la persona que amo. Lo juro.

—Te creo, Ro. Tú… Petronilla comenzó con voz temblorosa.

—¿Cómo podría no creerle a una persona como tú?

—Pensé que estarías ansioso. Tenía miedo de eso. Quiero que al menos te preocupes un poco menos por esas cosas cuando estés conmigo…

—¿No lo entiendes, Ro? Ya eres un hombre maravilloso para mí, mucho más de lo que merezco.

—Eso es lo que debería decir —dijo con una sonrisa—. No sabes lo bendecida que soy de poder conocer y enamorarme de una mujer como tú —susurró.

—¿Quién te dijo que dijeras palabras tan dulces como esa?

Petronilla se inclinó cuidadosamente más cerca y depositó un pequeño beso en la frente de Rothesay. Tan pronto como ella se apartó, Rothesay levantó la cabeza y la besó justo debajo de sus labios.

El beso se arrastró lentamente. Cuando sus labios finalmente se fusionaron con los pequeños labios color rojo rubí de Petronilla, sintió como si hubiera obtenido el mundo entero mientras la besaba una y otra vez.

Deseó que el tiempo se detuviera. Todo lo que quería era compartir este momento solo los dos.

—Te amo mucho, Nilla —confesó con voz ronca.

Y Dios escuchó su deseo. En medio de una noche oscura y desierta, los dos se besaron durante mucho tiempo con solo las estrellas del cielo para presenciarlo.

6 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 7: La dueña de mi historia”

  1. Que bonito capítulo, aunque nos habían dejado ver el romance de Nilla y Ro, lo desarrollaron más. Me llevo una sonrisa al terminar de leerlo.

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